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38. No quiero morir

Mirtha POV

Abro los ojos y observo donde estoy: mi habitación.

Estoy completamente desnuda en el suelo, llena de moretones y marcas por diferentes partes de mi cuerpo.

Intento levantarme pero se me dificulta por el dolor que tengo en mi sexo donde visualizo un líquido viscoso y blanquecino salir.

Me siento sucia.

Lágrimas salen como mares de mis ojos y no puedo evitar maldecir mi existencia.

¿Por qué me hacen ésto? ¿qué les he hecho para que me traten así?

Tomo una ducha donde aprovecho en lavarme bien pero aunque me talle el cuerpo mil veces con la esponja siento que no es suficiente.

Nada es suficiente.

Desde hace algunos años mi padre se ha encargado de vender mi cuerpo a sus amigos y aliados, seres inescrupulosos que sin piedad me han tomado una y otra vez sin importarle ni mi corta edad, ni mis súplicas ni mucho menos los constantes sollozos que salen de mí cada vez que ellos me tocan.

Odio es lo único que siento por Patrick.

No merece ser llamado “padre”.

Ojalá se muera.

Salgo de la ducha sintiéndome ligeramente mejor, me visto con lo primero que encuentro y salgo de mi habitación con destino a la cabaña de la familia.

Siempre me ha gustado ir allá. Es el único sitio donde verdaderamente me siento tranquila.

Está un poco apartado de la mansión, sin embargo, gracias a que tengo un chófer a mi disposición no hay nada que me impida ir hacia mi lugar feliz.

No obstante cuando estaba en el pasillo escuché algo venir desde la oficina de mi “padre”. Me acerqué y me sorprendí con lo que oí.

— Quiero que detengas lo que haces con mi hermana — dice quien parece ser mi hermano y luego se oye un golpe seco, como si algo golpeara el escritorio.

— Claro que lo haré querido hijo — una risa retumbó por toda la habitación y por un momento deseé tener el poder de desaparecer las cosas para así borrar su miserable existencia. — pero sólo si me demuestras que eres digno de ser mi sucesor.

Espera ¿qué?

— ¿Acaso has estado vendiendo a tu hija sólo para convertirme en un miserable como tú? — el grito de Peter resuena en la oficina, luego se escucha otro golpe y algo caer al suelo.

— Nunca permitiré a un débil sentimental tomar el control de lo que con tanto tiempo y esfuerzo me ha llevado crear — brama fuertemente y siento en ese momento la sangre hervir.

¿Todo lo que he pasado ha sido para que Peter sea jefe de la mafia?

Hermano, me debes una vida.

Me debes la felicidad.

Me encargaré de que tú me devuelvas cada lágrima, cada súplica, cada toque, cada golpe con tu amor.

Tú te encargarás de hacerme feliz.

Serás mío aunque no te guste, no tienes elección.

Me lo debes.

Despierto empapada de sudor y no puedo evitar sentirme mal conmigo misma.

Tantas cosas he pasado y nunca logré sentirme a gusto con mi vida y todo eso se los debo a Patrick, Peter y a la entrometida de Anne.

Maldita Anne deberías estar muerta.

Intento levantarme y es cuando caigo en cuenta de dos cosas: la primera es que me encuentro en un hospital y la segunda es que estoy esposada de ambas muñecas en la camilla en la que estoy recostada.

Esto sólo pudo haber sido obra de una sola persona.

— Hola preciosa veo que ya despertaste — un sonriente Isaac entra en la habitación.

Formo puños en mis manos, gesto que no pasó desapercibido por Isaac ya que éste amplió más su sonrisa.

— ¿Qué se supone que estás haciendo? — espeté furiosa tratando inútilmente liberarme de las esposas. 

Me detuve cuando un fuerte mareo se apoderó de mi.

— ¿Qué me has hecho? — añadí con voz entrecortada.

— Nada preciosa, lo que tienes te lo provocaste tú misma — cierro los ojos y trato de mantenerme calmada, porque, aunque las ganas que tengo de degollarlo son inmensas sé que no ganaré nada si mantengo esta actitud.

Con una falsa pero creíble mirada apacible me dirigí a Isaac que por un momento quedó patidifuso por mi repentino cambio de conducta.

— ¿Qué tengo? — Isaac se sienta en la silla cerca de mí antes de tomar una de mis manos y comenzar a acariciarlas.

— Estás infectada de un virus desconocido que por lo que pudieron descubrir los bioanalistas durante las 27 horas que estuviste inconsciente, lo adquiriste por ingerir alguna sustancia líquida contaminada — sonríe — como la sangre.

Lancé una risa seca.

— Estas bromeando ¿no? — el mantiene su sonrisa y niega.

— Y eso no es todo — me mira con seriedad — tus órganos se han visto afectados, la mayoría de ellos están trabajando a menos del 50% de su capacidad — al escuchar lo que dice palidecí.

Mi manos tiemblan.

— No quiero morir — susurré e Isaac me mira con lástima — ¿qué dicen los médicos? ¿hay alguna forma de curarme? — Isaac niega.

— No preciosa — suspira con fingido pesar — tu enfermedad además de ser desconocida ya está muy avanzada y los médicos sólo pueden recetarte medicamentos para aliviar tu dolor — coloca su  otra mano encima de las mías — te quedan como máximo dos meses de vida.

Lágrimas se escurren una y otra vez por mis mejillas, no quiero morir.

No antes de haber logrado mi meta.

— ¿Estás seguro de que te dijeron que estaba avanzado? — éste asintió.

— Si ¿acaso llegaste a probar sangre antes? — indagó mientras que por mi parte quedé pensando hasta que recordé.

Flashback (capítulo 16  “Te odio”)

Llevo rato tratando de dormir cosa que se me dificulta debido a las constantes pesadillas que noche tras noche tengo.

Me había levantado para tomarme una píldora para dormir y al acostarme siento como mi cuerpo comienza a relajarse.

Mientras estoy a punto de quedarme dormida percibo un aroma femenino impregnar mi habitación a la par de escuchar pasos acercándose a donde estoy yo.

¿Qué hago? 

Abro los ojos e intento arrebatarle la jeringa a quien sea que esté tras esa túnica tomándole de las muñecas, pero es más rápida que yo y se zafa bruscamente de mi agarre haciendo que cayera al suelo. Aprovechando mi momento de aturdimiento se colocó sobre mí y me golpeó la cabeza.

Pataleé, le rasguñé los brazos pero no logré evitar que en un movimiento consiga encajar la jeringa con el líquido en mi cuello.

Maldita. Te llevaras un recuerdo de mi parte.

Algo que no se esperó es que mientras ella me estaba suministrando el líquido yo, sin importarme el riesgo de que se rompiera la aguja, mordiera su mano haciendo que ésta comenzara a sangrar y pegara un grito.

— Maldita, te enseñaré que a mi nadie me agrede — dice antes de sacar la jeringa y comenzar a abofetearme hasta que perdí el conocimiento dejándome con el sabor férreo de su sangre impregnado en la boca.

Fin del Flashback

— A poco menos de dos días para mi cumpleaños mordí hasta hacer sangrar a Paula — Isaac me seca las lágrimas con sus pulgares — probablemente ella estaba enferma en ese tiempo.

— Si — suspiró y se levantó de su asiento — querida fue un placer — dijo mientras se dirigía a la puerta.

— Espera — se detuvo a poco de la salida — ¿a dónde vas? — escucho una pequeña risa de él.

— A cumplir con mis deberes como nuevo jefe de la mafia — se giró y me observó con petulancia — ¿o es que acaso creías que iba a continuar siguiendo órdenes de una mocosa como tú? — se puso una mano en la barbilla — aunque para ser una mocosa follas como las diosas, debo reconocerlo.

— ¡Cállate maldito traidor! — grito iracunda e Isaac se encoge de hombros para posteriormente dirigirse a la puerta — espera — escucho un suspiro — te ofrezco un trato — digo entredientes.

— No creo que tengas nada que me interese preciosa — abre la puerta.

— Te ayudaré a tener el control del mercado del continente sacando a mi hermano del camino — al decir eso Isaac cierra la puerta, se acerca y se sienta donde estaba antes.

— Soy todo oídos — sonrío.

— Utilizaré a Marisha como moneda de cambio — explico — cuando Peter se entere que tengo a su madre en mi poder querrá rescatarla y para que la ponga a salvo pediré que cambie de posición con ella y si no lo hace la tendrá con él — lo miro — pero cortada en trozos. Con él fuera su mafia se vendría abajo, sería un caos y allí podrías aprovechar y tomar control de ella.

— Pero eso es algo que yo puedo hacer — alegó.

— Cierto pero conmigo de por medio no tratará de atacar en cambio que si lo haces tú es más probable que lo haga — lo veo pensativo hasta que habla.

— ¿Y tú que pides a cambio? — preguntó y por dentro sentía dar “saltitos de emoción”.

— Quiero pasar mis últimos días de vida a solas con mi hermano — sonrío maliciosamente — además que quiero la muerte de Zoe.

Isaac me mira divertido, se saca del bolsillo una llave y me quita las esposas.

— ¿Eso es un sí? — pregunto incorporándome en la cama y él asiente.

— Si preciosa, tenemos un trato pero déjame informarte que será el último que tendremos — me tiende la mano y yo se la estrecho.

— Me parece excelente — le digo tratando de mantenerme serena.

La verdad ya no me interesa la mafia que lideraba Paula como antes, puesto a que si es cierto que moriré de nada me serviría esa posición para evitar que eso ocurra. Sin embargo el poder que tiene el líder si es de mucha utilidad para mis planes.

Solo espero que cumplas con tu parte.

De ahora en adelante estaré al pendiente de cualquier actitud de Isaac, él nunca había sido de mi entera confianza y ahora con lo ocurrido nada me asegura que siquiera respete nuestro acuerdo.

Pero ya se me ocurrirá algo contra él.

Eso no se quedará así.

Isaac se separa de mi y toca un botón en una de las pantallas cerca de la cama donde estoy sentada.

Al cabo de unos segundos entra un médico con los resultados de mis exámenes los cuales confirmaban cada una de las palabras de Isaac. Me comienza a explicar con palabras técnicas demasiadas cosas y yo sólo tengo en mente:

¡Voy a morir y todavía Peter no ha sido mío!

Después de algunos minutos de constante palabrería el doctor me entregó junto a un alta médica, unas píldoras para el dolor, otras para los mareos y algunas otras más para el resto de los síntomas.

Asentía sin prestarle la más mínima atención a cada una de sus palabras y luego cuando salió de la habitación supe que era momento de poner en marcha nuestro plan.

Isaac y yo salimos del hospital en silencio y juntos nos dirigimos a la casa que tiempo atrás fue el centro de operaciones de Paula.

El lugar donde maté a Sean.

Suspiro.

¡Qué estúpido fuiste Sean!

— Isaac — llamo su atención — ¿qué hiciste con el cadáver de Sean?.

— Lo dejé junto al de Paula ¿por qué? ¿querías hacer algo con su cuerpo? — niego de inmediato.

— No, sólo simple curiosidad — éste asiente y nos quedamos en silencio el resto del camino.

Al llegar a la casa decido tomarme una ducha rápida antes de bajar a donde se encuentra mi madre.

N/A:

Hola mis mafios@s.

¿Qué tal les pareció el capítulo?

¿Vieron venir lo de Isaac y la enfermedad de Mirtha?

Hay una bomba de tiempo activa que la obligará a actuar cuanto antes.

Y por otra parte...

Después de tanto tiempo nueva actualización de mis obras.

Había tenido unos inconvenientes como les mencioné en una de mis publicaciones en mi muro, pero ya me tienen nuevamente por acá.

Hoy doble actualización de la Mafia de Peter.

Así que les invito a que vayan al próximo capítulo... «39. Medida desesperada»

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