25. El eslabón más débil+18
Antes de comenzar a leer les advierto que el contenido de éste y el próximo capítulo es para mayores de 18 años. Leer bajo su propia responsabilidad.
Mirtha POV
Luego de descubrir el micrófono le pongo el seguro a la puerta del baño para mayor privacidad, me meto en la ducha y con cuidado me lavo la herida con agua tibia evitando soltar algún improperio o gemido de dolor.
Después de la ducha la sangre no dejaba de bajar por mis piernas.
¡Mierda! ¿qué hago?.
Rebusco en el botiquín por alguna crema cicatrizante y afortunadamente alcanzo a ver una de efecto rápido. La tomo y minuciosamente aplico una generosa cantidad en la zona donde me corté.
Al cabo de cinco minutos ya había dejado de salir la sangre.
Me visto y limpio todo, evitando dejar alguna evidencia de lo sucedido y agarro el micrófono para configurarlo con una aplicación de mi celular.
Dos pueden jugar este juego.
Bajo con precaución hasta llegar al quinto piso subterráneo donde alcanzo a ver a Paula hablando por teléfono y a Isaac mirándola.
Escondo el micrófono en un cuadro que veo en la entrada del lugar y me dirijo a mi habitación.
Me recuesto en mi cama y enciendo la aplicación para escuchar lo que sea que está diciendo Paula, necesito encontrar el eslabón más débil para poder matarla cuanto antes.
Es más peligrosa de lo que pensé.
Nunca hubiese pensado que ella sería capaz de implantar algo dentro de mí o mandar a colocar explosivos en la mansión.
Tengo que matarla cuanto antes y apropiarme de esta organización. Sólo así tendré el poder que necesito para llevar a cabo mis objetivos:
1. Apoderarme de la mafia de Peter.
2. Dejar en la ruina a mi hermano.
3. Matar a todo aquel que se interponga en mis planes.
4. Después de lograr lo anterior secuestrar a mi hermano y proponerle ser mi pareja, en la cuál en caso de aceptar gozaría con los beneficios que todo esposo tendría al lado de la reina de la mafia americana.
5. En caso de rechazar mi propuesta lo mantendría en cautiverio hasta que cambie de parecer.
Grandes planes ¿no?. Podrá parecer enfermizo pero lo amo y no imagino mi vida sin que él esté a mi lado. Haría cualquier cosa por tenerlo, por despertar cada mañana entre sus brazos, por ser la madre de sus hijos...
Sería capaz de todo por él.
Por eso maté a mi “mejor amiga” Anne, no podía imaginar a mi hermano al lado de alguien más. Peter es mío y esa perra no lo entendió.
Mío o de nadie.
Me coloco mis auriculares inalámbricos para escuchar mejor lo que sea que esté diciendo la estúpida de Paula.
— así que junto a los japoneses, los colombianos y ahora los italianos espero acabar de una vez por todas a Peter para hacerme con el dominio total de esta zona del mundo — dijo Paula.
— Así será su señoría — escucho decir de una voz masculina que apenas pude percibir.
Eso ocurrirá sobre mi cadáver queridos.
El silencio se apoderó del momento hasta que unos extraños sonidos fueron emitidos.
— Su señoría ¿se encuentra bien? Está pálida — dice Isaac
— Si, ya pasó , necesito que hagas algo — la voz de Paula se escucha fatigosa.
— Usted ordene lo que quiera que haga su señoría — responde Isaac.
— Quiero que vigiles cada movimiento de Mirtha — aprieto mis manos, volviéndolas puños por lo que esa perra dijo — la he notado rara últimamente, no confío en ella.
— Disculpe por lo que le diré pero si no confía en ella ¿por qué está aquí? — indaga Isaac llamando mi atención con esa pregunta.
— Porque es una pieza importante en mi plan y porque se me da la puta gana de que esté aquí ¿algo más que decir? — no escucho respuesta alguna de Isaac — bien, envíele un mensaje a Zoe recordándole lo que tiene que hacer — ¿Zoe? ¿quién es esa Zoe? — déjame sola con Marisha.
Desconecto todo y salgo a paso rápido de la habitación en dirección a los pisos subterráneos, ya que acabo de encontrar al eslabón más débil de Paula: Isaac.
Cuando estoy en la sala principal de la casa veo a alguien golpeando la pared y sonrío.
¡No me lo pudieron poner más fácil!
— Isaac ¿por qué golpeas la pared? — pregunté acercándome a él quien sigue permaneciendo de espalda a mi. Isaac se detiene y lo escucho maldecir por lo bajo — puedes contarme lo que sea que yo te puedo ayudar — el comienza a negar con la cabeza.
— No creo que tu puedas ayudarme en algo — se voltea a mirarme, sonríe con falsedad y suspira — ya se me pasará.
— ¿Estás seguro de que no puedo ayudarte en nada? — comienzo a recorrer sus brazos con mis manos, lo siento tensarse — porque yo conozco una forma en la que puedes drenar hasta la última gota de malestar que tengas — le digo con voz coqueta y río internamente por su cara de sorpresa.
— ¿Qué forma? — dice con voz ronca y veo como traga saliva.
— ¿Qué te parece si subes a mi habitación y la descubres? — me le acerco y paso mi lengua por sus labios para posteriormente ir hacia mi habitación a gran velocidad dejando la puerta abierta al entrar.
Observo mi teléfono junto a los auriculares encima de mi cama y lo guardo con celeridad dentro de uno de los cajones de un mueble cercano.
Al cerrar el cajón siento que alguien entra y cierra con seguro la puerta.
Pronto siento unos fuertes brazos rodearme por detrás.
— ¿Qué es eso que querías que descubriera? — susurró en mi oído la mano derecha de Paula.
No respondí.
En su lugar tomé sus manos que reposaban en mi abdomen para hacer que cada uno agarrara mis pechos.
Él no tardó en comenzar a masajearlos por encima de la tela provocando que leves jadeos salieran de mi.
Isaac deja de tocar mis senos y comienza a bajar las manos hasta el dobladillo de mi blusa, despojándome de esta en cuestión de segundos y dejando totalmente expuesta la parte superior de mi cuerpo.
— No traes sostén — me voltea para comerme con la mirada — eres preciosa — y me besa, está demás decir que no siento más que atracción física por él y que a ese beso le correspondo con la misma intensidad que el momento merece.
Poco a poco me hace retroceder hasta que mis piernas llegan al borde de la cama y me detengo por un instante.
— ¿Qué pasa? ¿por qué nos detenemos? — dijo entre jadeos.
— Porque es injusto que sea la única que esté expuesta — digo y sonríe con malicia.
— Entonces has algo de justicia — Isaac alza sus brazos y se los coloca detrás de la cabeza.
Comienzo desabrochando uno a uno los botones de su camisa. Al terminar dirijo una mirada a Isaac y él baja los brazos para poder quitarle la prenda con mayor facilidad.
Prosigo con el cinturón, el cual no tarda en caer al suelo junto a la camisa.
Luego sigo con el pantalón, que al bajarlo me permite observar mejor el pronunciado bulto en su bóxer negro.
Le lanzo una mirada coqueta antes de lamer por sobre la tela su miembro ocasionando pequeños rugidos por su parte antes de comenzar a ascender dejando un camino de besos húmedos por su abdomen, pecho y por último sus labios.
Nuestras lenguas colisionan una y otra vez en una guerra donde el único ganador es la lujuria.
Dirijo nuestros cuerpos a la cama sin separarme ni un sólo milímetro de él.
Isaac inicia un vaivén, rozando nuestros sexos por sobre las prendas que los cubre. Siento que tengo un río entre las piernas por lo excitada que estoy.
— ¿Aquí tampoco tienes ropa interior? — preguntó Isaac con la voz ronca de excitación al meter una de sus manos dentro de mis vaqueros.
— Siempre hay que estar preparada para la acción — le sonrío con perversión sobando su bulto.
Ambos nos despojamos de nuestras últimas prendas y es allí, cuando estoy totalmente desnuda que pienso en lo que estoy haciendo.
Esto valdrá la pena.
Todo lo que hago es por Peter.
Él vale esto y más.
Soy capaz de todo por él. Así tenga que acostarme con la mitad de la población del país para cumplir mis objetivos lo hago.
Salgo de mi ensimismamiento cuando siento que entra completamente en mi e inicia sus embestidas. Y allí es que agradezco que la crema es de rápida cicatrización porque si no fuese así tendría que explicar el origen de la sangre.
Lo gemidos de placer era lo único que se escuchaba en la habitación, gemidos que a veces eran callados con besos o incrementados con leves mordiscos.
De pronto sale de mi y me quejo por lo bajo.
Isaac me escucha y sonríe pícaramente antes de pedir que me ponga de rodillas, abierta y con las manos en el colchón, cosa que hago sin chistar.
Me toma del cabello con una de sus manos y con la otra empieza un rozamiento tortuoso con su miembro en la entrada de mi sexo.
— Hazlo ya — espeto al borde del colapso.
— ¿Qué cosa? — dice haciéndose el inocente.
— ¿En serio quieres que te lo pida? Porque no lo voy a hacer — le digo enojada — sexo puedo conseguir donde quiera y si tu no lo deseas me busco a otro que... ah — me calla con una estocada que siento hasta en los ovarios.
Isaac sigue con sus embestidas que cada vez me acercan más al tan ansiado orgasmo.
— Vamos preciosa, acaba conmigo — escucho jadeante la voz de Isaac. Éste comienza a acariciar mi clítoris, y es cuestión de segundos cuando me tiemblan las piernas y un fuerte orgasmo me estremece por completo.
Poco después Isaac se dejar ir por el éxtasis del momento dentro de mi.
— Eso estuvo genial preciosa — dice Isaac cuando logramos regular nuestra respiración, estamos uno al lado del otro en la cama — ¿estás tomando anticonceptivos? Porque... — le interrumpí.
— Me inyectaron anticonceptivos la última vez que acudí a un hospital así que no te preocupes por que pueda quedar embarazada — digo y puedo observar como le vuelve el alma al cuerpo — tengo algo que proponerte.
— Dime preciosa ¿es algo bueno? — enarca una ceja y yo asiento.
— Es muy bueno y te aseguro que es algo no podrías negar a aceptar — le digo sonriente.
— Entonces ¿qué es? — me pregunta mientras comienza a acariciar mi cabello.
— Quiero que juntos nos adueñemos de la mafia de Paula — dije con simpleza y él traga grueso — no sería difícil si seguimos mi plan y créeme cuando te digo que te conviene.
— ¿Qué me ofreces? Porque te recuerdo que soy su mano derecha — empiezo a carcajearme, divertida por sus ocurrencias.
— Ser mi mano derecha, con unos que otros beneficios adicionales — le beso la comisura de sus labios — y el control total de algunos clanes a nuestro poder.
— Bueno en ese caso es un placer hacer negocios con usted señorita Mirtha — me tiende la mano y se la rechazo, en su lugar me subo a horcajadas sobre él.
— ¿Le apetece sellar nuestro trato con un segundo round señor Isaac? — le acaricio el abdomen con las palmas de mis manos, sintiendo como su amigo está listo nuevamente para la acción.
— ¿Contigo? Siempre preciosa — dice antes de fundirnos en un beso.
Sabía que no iba a ser difícil convencerlo.
Sólo hacía falta decirle lo que quería escuchar y hacer lo que él quería que hiciera para que el eslabón más débil de Paula cayera a mis pies.
Solo es cuestión de tiempo para que estés acabada Paula.
Y créeme que lo disfrutaré como nunca antes.
N/A:
Sinceramente éste fue uno de los capítulos que me ha costado más escribir. Es mi primera vez en el relato erótico, espero que haya cumplido las expectativas.
Y volviendo a la historia...
¿Qué opinan de la actitud de Mirtha?
¿Logrará alcanzar sus objetivos o alguien lo evitará?
Si gustan dejen su voto y comenten lo que más le gustó o disgustó del capítulo.
Esto es todo por ahora, nos leemos en otra ocasión.
Saludos desde Venezuela.
Miguel M.
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