Cap 33 parte (2) Pamela y Christopher: Atracción Innegable.
Pamela:
—Oye mama Santiago... Ustedes que opinan de que tenga a alguien en mi vida.
—¿Quién es? —interrogo de una Santiago.
—¡Que! jajá... no yo no... Solo digo para saber que opinan.
—Bueno, ya eres adulta, hija, sabes muy bien todo lo que te he enseñado, yo encantada siempre y cuando te haga feliz—respondió Isabella un poco vacilante pero segura.
—. Sí, sí, pero tendrá que pasar por encima de mí, para aceptarlo porque no pienso permitir que estés con un bueno para nada. ¿Y quién es? —interrumpió Santiago.
—Ya te dije que era solo para saber, no es como si me fuese a casar mañana, ni siquiera tengo a alguien en mi vida... —respondí nerviosa.
———————
Mientras tanto Christopher:
—¡No!, no me gusta ese anillo, les dije que quiero algo ejemplar, perfecto y único.
—Señor en esta joyería encontrara lo que desea, pero por favor calmase, no se estrese le encontraremos el anillo perfecto.
Aunque Christopher paso un buen rato esperando solo para encontrar el anillo perfecto.
Después de todo lo sucedido, llego a una de sus boutiques muy lujosas y favoritas para una sorpresa adicional, aparte del vestido, zapatos y joyas.
A la final termino agotado pero valió la pena.
[...]
La noche cayó y Pamela llego a casa.
Cuando entro a la casa Christopher no le dijo nada, solo la llevo a su habitación donde le esperaba una sorpresa.
Ella entro y justo en su cama encontró una caja, la abrió y allí encontró un vestido, reviso la caja de nuevo y saco tres cajas más. Entre ellas encontraban unos hermosos tacones, en otra caja eran sus accesorios y por ultimo quedaba la última caja, en esta contenía una carta que decía lo siguiente:
"Cambie tus pijamas por algo más cómodo"
—¿Ahora qué hizo?
Aparte un montón de envoltura solo para encontrarme con... —¿Lencería sexy?
Me dirigí a la puerta y cuando la abrí ahí estaba él muy tranquilo junto a la puerta.
—¿Qué estabas haciendo? —le pregunte.
—Estoy esperándote y tú que ¿A dónde ibas? —pregunto él.
—Pasa—le dije.
El entro y yo tome asiento en la cama mientras le mostraba la lencería, —¿Por qué me compraste esto? —le pregunte seria.
—Porque eso es lo que solías usar antes y para serte sincero creo que eso te gusta más.
—Acaso me vigilabas.
—No, pero lo deduje el día de tu pijama.
—Así que admites que siempre me estuviste mirando ese día.
—No solo te estaba mirando, te estaba admirando—confeso sonriente.
—Sabes que... —suspire—Mejor vete.
—Ok, pero ponte el vestido.
Cuando me quede sola procedí a darme una ducha.
En la ducha evite pensar en eso pero no pude.
No pude evitar preguntarme si Christopher esperaba que usara eso, bueno si eso es obvio, pero ¿Por qué ahora, antes no le importaba eso y ahora si...? ¿A caso esperaba que yo...?
Me di palmadas en las mejillas—Aleja esos pensamientos Pamela.
Salí de la ducha y me coloque la ropa interior y salí del baño.
Allí lo encontré a él, me cubrí con la toalla y me acerque tomando asiento a su lado en la cama.
El me miro y bajo su mirada a mi cuerpo.
—Mis ojos estas aquí arriba—le dije.
El carraspeo su garganta, —¿Qué haces aquí? —pregunte.
—Te espero.
—¿Esperándome para qué?
—Para algo.
—Bueno sea lo que sea espérame afuera—le dije.
—¿Por qué afuera? —pregunto.
—¿Cómo que por qué?
Me levante de la cama y lo mire—Levántate—le digo.
Él lo hace y le indico la salida—Vete, déjame cambiar.
—¿Por qué me tengo que ir si eres mi pareja?
Lo tome del brazo para que avance pero el condenado no se mueve ni un poquito.
—Me voy a quedar, a fin de cuentas ya te he visto en la ducha y semi desnuda.
—Somos novios no pareja, ahora vete y respeta mis privacidad.
Me miro sin mostrar debilidad al igual que yo a él, ambos mirándonos como si estuviésemos a punto de pelear, solo nosotros dos uno frente al otro.
Me cruce de brazos lo cual hizo que mis senos se levantaran un poco, él dio un paso hacia adelante al igual que yo hacia él.
—Vete.
—No.
El acaricia mi mejilla con una gentileza que le sale tan natural, aparte su mano y él retrocedió.
—Vete por favor.
—Ahora me perteneces y yo te pertenezco, por supuesto que no me iré.
—Chris... quieres las garritas.
—Si así marcas territorio, con gusto.
Lo mire con los ojos entornados y me di la vuelta decidida a volver a la ducha, pero él me tomo con firmeza del brazo y me atrapo con sus brazos.
Forcejee hasta que me soltara, y cuando lo hizo lo empuje haciendo que caiga a la cama.
Solo que... no cayó solo, ya que, como pudo, él se sujetó de mí. E hizo que cayera encima de él.
Lo mire y el me miro a mí, nuestros cuerpos juntos muy pero muy pegados sin un centímetro de distancia.
Mi pecho contra su pecho, su mano sobre mi espalda que es como un algodón, tan suave tan delicada, todo nuestro cuerpo entrelazado en ese pequeño pero seductor momento.
Intente separarme de él pero cuando lo hice, solo me sujeto con fuerza con su mano en mi espalda pegándome de nuevo a su pecho.
—Suéltame—le dije.
—Dime que me puedo quedar—replico él.
—No te puedes quedar.
—Entonces no te soltare.
—Estoy mojada y eso está arruinando tu traje.
—Unas gotas de agua no le han hecho daño a nadie.
—¡Ya suéltame!
El comenzó a acariciar mi espalda—¡NO!—zanje de una.
—No es la respuesta que esperaba—respondió sonriente.
—Pues acostúmbrate, si antes obtenías un si para todo, ahora tendrás un no de mi parte.
—Yo no acepto "no" como respuesta, así que repetiré una última vez. Dime que me puedo quedar.
—¿Sino que? —lo rete.
Comenzó a sonreír de forma maliciosa, tras esa sonrisa comenzó a bajar su mano lentamente hasta mi espalda baja, y así poco a poco dejando caricia tras caricia hasta que llego a mis caderas y no específicamente mis caderas.
En ese momento era blanco fácil para él, así podría provocarme; primero no estaba vestida y segundo la toalla no cubría lo suficiente mi cuerpo.
Trague grueso tras sus caricias pero no me dejaría caer porque lo que él quiere es verme sumisa a él.
—¿Sino que? —pregunte de nuevo.
Comenzó a juguetear con los pliegues de mi ropa interior.
Inhale profundo—¡De- ten-te!—le digo entre dientes.
Mi respiración y los latidos de mi corazón se intensificaron.
En un momento repentino cambio de posición, tomo una de mis piernas y apoyo su mano en mi rodilla mientras que con su otra mano la apoyaba a la altura de mi cuello pero en el colchón.
Y claro la toalla no resistió nada y se soltó dejando al descubierto mi cuerpo entero ante él.
—Suéltame—le ordene mientras trataba de levantarme.
Solo que él tomo con su mano que estaba apoyada al colchón, mis manos y las elevo sobre mi cabeza y, luego comenzó a juguetear con su mano sobre mi rodilla, acariciándola en forma circular, muy pero muy despacio para provocarme.
—¿Me puedo quedar? —pregunto pero esta vez sonó gentil y no coqueto.
—No—zanje de una.
El comenzó a profundizar con las caricias llevándolas poco a poco de mi rodilla hacia mi muslo.
—¿Segura que no?
—Si—asentí con la cabeza.
—Entonces te gusta jugar—sonrió mientras llevaba su mano más allá del muslo.
Cuando llego a mi entrepierna no pude evitar tragar grueso y cerrar con fuerza los ojos.
Pensé que si me resistía él me dejaría... pero no fue así es más parecía gustarle más.
Cuando toco los pliegues de mi ropa íntima me quedo más que claro que no se detendría hasta dejarlo quedarse.
Abrí de golpe los ojos—¡BIEN PUEDES QUEDARTE! —solté un jadeo, con el corazón a punto de salírseme.
El comenzó a reírse mientras que se separaba de mí, tomando asiento a un lado.
Cuando se apartó exhale mucho aire, me levante y tome asiento también a su lado.
—Solo para aclarar en donde sea puedes mandar en mí, pero mientras estemos solos es lo que yo diga. Así que si te quiero ver mientras te cambias, tendrás que compensarme con eso.
Lo mire atenta y lo tome de la corbata, —Que no me entere... de que hablaste de esto con Cristián —le deje en claro.
—"Este es un secreto que nadie debe saber, más que nosotros"
Lo solté y procedí a cambiarme, me coloque un hermoso vestido azul a juego con unos zapatos plateados, el cual convine con un hermoso maquillaje azul pero terminó notándose más marrón, más mi hermoso cabello suelto hasta la cintura.
Cuando estuve lista me acerque a él y coloco una rodilla cerca de su entre pierna justo en el espacio del colchón.
Pase suavemente mis manos por su pecho acariciándolo hasta llegar a sus hombros, me acerque lentamente hacia él, sentí como sus manos se posaron en mis caderas.
Lo mire con la mejor cara seductora que pude, o como dicen por ahí, me puse perra.
—¿Ahora que... por qué haces esto? —pregunto Christopher.
Me acerque a su oído y le susurre, —Soy una loca cuando me provocas, así que mejor no lo hagas—antes de separarme mordí gentilmente el lóbulo de su oreja.
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