Cap 14 ¡NO NECESITO UN MEDICO!
Christopher se dirigió temprano a la habitación de Pamela para despertarla. Toco: —¿Ya estás lista? —pero no hubo respuesta alguna.
—. Voy a entrar— nuevamente no hubo respuesta.
Christopher giró la manija de la puerta y entró solo para encontrarse a Pamela en su gran comodidad descansando tranquilamente. Él se acercó y se sentó a su lado en la cama y dijo lo siguiente. —Pamela, ya despierta se hace tarde—por tercera vez no hubo respuesta.
El la tomo por el hombro y le dio la vuelta para que así despertará y luego encendió la lámpara a su lado.
—Apaga eso—contesté cubriendo mi rostro con la almohada, el me la quitó y luego me golpeó con ella.
—Ya despierta, ve a ducharte y nos vamos a la clínica—ordenó.
Tome asiento en la cama, así toda adormilada y le contesté—¿Cuál es la insistencia? Estoy completamente bien, no necesito un médico.
—Claro, ve a ducharte y nos vamos punto final—él no pensaba discutir esa era su decisión y no habría nada que lo detuviera.
Me levanté enojada de la cama y entré al baño; ya lista salí del baño y ahí estaba el otra vez—Sigues aquí—pregunté.
—Me aseguro de que no me engañes y te vuelvas a dormir—musitó él.
—Debo cambiarme, vete.
—Para eso tienes el vestidor y el baño, nadie te verá—replicó.
—Hash—Que molesto–murmuré.
Tome del armario un jean negro, una blusa manga larga blanca, y unas gomas simples no tan formales, blancas. Me dirigí al vestidor y me cambié. Luego en la peinadora arreglé mi cabello me hice el delineado y apliqué un poco de labial. —Bien, acabemos con esto de una buena vez—murmuré.
Durante el camino no le pasé palabra hasta que el decidió hablar.
—Relájate sí, recuerda que debes de estar tranquila y serena—expresó Christopher de forma tranquila. Y yo pues no le respondí.
—Pamela deja el enojó. Esto es un bien para tú, deberías de agradecer que me preocupo por ti y estoy haciendo esto por ti. Por tú bien y a ti no parece importarte si te desmayas de nuevo y te mueres—respondió Christopher, y la verdad es que si tenía razón pero yo también tenía claro lo que me sucedía y sé que él no me cree pero así es él.
—Yo estoy bien y si estoy enojada en este momento es porque alguien me obliga a hacer esto, y también te recuerdo que por las mañanas estoy de mal humor, ahora lo estoy mucho más con tus buenos días por las mañanas que me das—respondí así a lo seco.
—No soy culpable de que no te quieras despertar.
—Puf, mentiroso—bufé.
—Por cierto la ropa te queda muy bien.
—. ¿Cómo sabías mi talla?—lo interrumpí.
—Revisé la talla de tú vestido y tacones—explicó Christopher.
—¿Por qué no me preguntaste?
—Porque era sorpresa, por eso—el estacionó el auto, y yo salí—Que sea rápido.
Entramos a la clínica y Chris se acercó a una de las médicas. —Buenos días joven en qué podemos ayudarle—preguntó la chica.
—Buenos días, vengo por ella—dijo Christopher señalándome—A presentado desmayos repentinos y queremos saber la causa.
—Saquemos una muestra de sangré y veamos que sucede en su sistema.
—¡Pamela, ven! —ordena.
Me acerqué y los seguí. Entramos al consultorio y el doctor comenzó con sus preguntas: —¿Ustedes son pareja?
—¡NO! —respondimos al mismo tiempo.
—Es algún familiar de la joven porque necesitó que firme el formulario—preguntó el doctor.
—Sí, soy su hermano.
Doctor: —Perfecto aquí tiene, puede ir firmando mientras tomó la muestra de sangré—dejo en claro el doctor, mientras limpiaba mi brazo para tomar la muestra de sangré.
Pasé mi mirada hacia Christopher un tanto confundida y él lo noto. Me dedico una ligera sonrisa sin enseñar sus dientes.
Doctor: —Listo señorita, llevaré la muestra al laboratorio los resultados estarán listos en media hora. Pueden esperar en la sala de espera o volver más tarde.
—Gracias, esperaremos en la sala de espera—salimos del consultorio a esperar y Christopher salió directo de la clínica. —¿A dónde vas? No se supone que tenemos que esperar.
—Tú te quedas aquí iré a comprarte algo para que desayunes.
—Voy contigo—propuse.
—No tardaré en volver, te quedas.
—Bien, pero nada grasoso por favor tengo una dieta estricta por la mañana—le deje en claro.
—Entiendo—con eso terminado el se fue y yo me quedé allí a esperar.
Al cabo de unos diez o quince minutos, regresó.
Me entrego un jugo de cartón y unas galletas. «Por dios, creé que soy una niña o qué». —Muchas gracias—termine por decir.
—Come rápido.
—¿También me dirás cómo tragar, Christopher?
—No me mal intérpretes, lo digo porque en está zona no se permite comer—señalo el cartel.
—Está bien, no tengo prisa, comeré luego—contesté.
—Como quieras—saco su celular se colocó unos audífonos y así se desconectó de la realidad.
Yo solo me quedé allí. No podía hacer nada ya que mi celular estaba en casa de él.
Después de unos minutos me cansé y decidí caminar por los pasillos que habían. Me encontraba ya mejor, ya estaba más tranquila. Iba por los pasillos y me dio mucha curiosidad una cartelera con unos dibujos de medicamentos y sus funciones los cuales si recordaba muy bien, después de eso sentí que alguien tocó mi hombro. Voltee y ahí estaba de nuevo Christopher. —Los resultados están listos vamos con el médico—Bien vamos—le contesté.
—Bien doctor ¿Qué tiene? ¿Por qué se desmayó así de la nada? Explíquenos eso por favor—le di un codazo en el brazo—. Déjalo hablar.
Doctor: —Bueno, primero tengo una pregunta: ¿Qué tan seguido se desmaya?
—Solo ayer primero se mareo cuando llegamos a nuestra nueva casa y después cuando se iba a su habitación se desmayó así sin más—explicó Christopher, obviamente fue un poco creativo en la parte de la habitación.
Doctor: —Su sistema está muy bien, no hay nada extraño que los pueda inquietar y la verdad es que por desmayarse una vez no pasa nada. Le puede suceder a cualquier persona un solo desmayo no tiene por qué alarmarlos. La causa pudo haber sido muchas cosas: las más comunes suelen ser un susto, una mala noticia, tener defensas bajas, alterarse constantemente. Entre otras cosas y me imagino que estaba alterada antes de llegar acá cierto.
—Así es—confirma.
—No es...
—Tú te callas, los adultos estamos hablando—dijo Christopher como si fuese un profesional, lo observé fijamente con los ojos entornados.
El doctor sonrió un poco—No se preocupe, solo fue algo pequeño. Ella se encuentra muy bien—aclaró.
—Te lo dije—le digo en su cara.
—Y yo te dije que te calles—replico él.
—No soy una niña, que te pasa.
—Es cierto, pero si la niña de mis ojos, gracias por todo doctor—Christopher le agradeció y salimos de la clínica y entramos al auto.
—¿Cómo que la niña de tus ojos, ¡Christopher!?
—Por favor no toques ese tema—dijo él.
—Aw, que tierno. El ogro tiene sentimientos—observé el camino por la ventana y en eso veo una heladería.
—¡Pará, pará! —El freno de golpe.
—Te sientes mal—preguntó.
—No, pero quiero un helado.
—No te compraré un helado.
—¿Por qué no?
—No has desayunado y algo así te provocaría náuseas, y por supuesto no quiero un desastre en mi auto—objetó.
—Por favor, si me compras uno lo descuentas de mi sueldo cuando decidas pagarme—le dije.
—No—negó nuevamente.
—Pensé que era la niña de tus ojos—le dije de forma burlona.
—No lo eres—el continúo conduciendo.
Me quedé allí viendo el lugar hasta que ya no se podía ver a simple vista—Toma, cómete eso y deja de pensar en helado—respondió él.
Tome la misma galleta y el mismo jugo que me entrego cuando estábamos en la clínica.
—Tú... —lo vi tan concentrado en el camino que me pregunté si de verdad escucharía lo que tenía que decir. —BETTER NOT EVEN ASK—(Mejor ni preguntarle).
—¿Preguntarme qué?—preguntó Christopher. —
«Maldita sea Pamela él te entiende».
Bueno veamos el lado bueno, si estaba atento a lo que decía.
—Pensé que no querías que hablara—pregunté.
—Me gusta charlar contigo lo que no me gusta es que hay veces que no te cansas de abrir esa boca y el me obstina.
—Entiendo—contesté y decidí no hablar más.
—¿Por qué no comes?—preguntó.
—Eso era lo que quería preguntar.
—¿Cómo?
—Quería saber si comiste algo antes de salir.
—Lo haré cuando llegue a casa—respondió.
Eso me vasto, abrí la galleta y le ofrecí la mitad—Ten—le dije sonriente.
—No gracias, son tuyas, cómetelas.
—Se me cansa el brazo Christopher, tómalo, no estés con el estómago vacío. Sé muy bien que si yo tengo hambre, tú también.
A la final suspiro y las aceptó—La comeré solo porque sé que no te detendrás hasta que lo haga.
Le sonreí y luego le contesté—Que lindo, ya me conoces.
«Se todo sobre ti niña ingenua». Pensó Christopher.
El carraspeó su garganta—Gracias con una está bien.
—No, que sea mitad y mitad, por cierto no tendrás un vaso por acá—pregunté.
—Si tengo pero es el personal.
—No te preocupes no es para mí, ¿Dónde está?
—Para que lo quieres.
—Como que para qué. Para darte jugo para que más lo querría —le contesté obviamente.
—Estoy bien gracias—lo mire fijamente.
—Bien, abre el portavasos ahí está.
Tome el vaso y le di un poco de mi jugo—Toma se lo ofrecí.
—Gracias—agradeció él.
—Están muy buenas.
—Tienes razón—concuerdo él.
Lo mire confundida—Con que solo galletas caseras, ¿eh?
El me observó de reojo y contesto lo siguiente. —Tambien me gustan, solo que las caseras son mejores—objetó él.
—Ah, entiendo. Por cierto tengo una pregunta que me preocupa un poco para ser sincera—confesé.
—Dime, qué te inquieta—preguntó el con intenciones de saber lo que sucedía.
—La operación documentos me preocupa un poco. Es que no lo sé, los días se van acercando y eso es algo que—suelto un suspiro—No sé y si estropeó todo. —. No te preocupes, no lo estropearás—respondió Christopher para así aliviar mis inquietudes.
—¿Cómo estás tan seguro? —pregunté.
—Porque te conozco, se muchas cosas sobre ti además confío en ti también. Sé que todo saldrá bien—afirmó.
—"Confías en mí".
—Sí—contestó.
No lo pude evitar y sonreí. No pensé que él diría algo así y mucho menos hacia mí.
—Gracias por confiar en mí. Yo la verdad no me imaginé que dijeras algo así—admití.
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Después de esa charla llegamos a casa. Yo me encerré en mi habitación y le marqué a mí hermano, pero no contestó.
*TOC—TOC*
—¡ADELANTE!
Christopher entró y encontró a Pamela en su cama recostada con una almohada en la cara. Parecía que acababa de pasar por algo.
—Ah, ¿Mal momento? —preguntó.
Me quité la almohada de la cara, —No, es que... Estoy algo aburrida es todo ¿Dime qué se te ofrece?
—Nada solo venía a decirte que salgas al comedor.
—No tengo ánimos de prepararme algo pero, gracias por recordarme.
—No tienes que hacerlo. Ya nos prepare algo ven a comer—aclaro.
—Apuesto a que lo que sea que preparaste tiene veneno. Gracias pero estoy bien, cuando esté de ánimos me prepararé algo.
—No me des ideas Pamela. Ven a comer.
—Te dije que no, déjame en sola.
Él se acercó y se sentó en la esquina de la cama.
—Okey. ¿Que tienes, cuéntame?
—No te interesa, tú mismo lo dices, ahora déjame sola por favor.
«Si supieras que me interesa todo lo que tenga que ver contigo, pero eso es algo que no puedo decirte a ti». Pensó Christopher.
—Está bien, si no me quieres contar entiendo perfectamente, pero ven a comer algo. Te hará bien—dice en un tono amigable y para nada descortés.
En ese momento que salimos juntos de la habitación nos cruzamos con Hiuyin. Él nos observó fijamente y confundido. Pues claro yo también
pensaría cosas raras si viera a Christopher salir en la madrugada de la habitación de Hiuyin.
—Ya, me voy señor. Vuelvo mañana por la mañana.
—Perfecto, me informas de lo que te dije.
Hiuyin asintió con la cabeza y se marchó; Christopher y Pamela fueron en dirección al comedor.
—Chris ¿A dónde fue Hiuyin? —pregunté.
—Fue a visitar a su familia y a ver qué puede resolver respecto a tus cosas—respondió él.
—Ah, eso. ¿Tú crees que pueda conseguirlo?
—Si hay algo bueno en mí para ti es que todo lo que me propongo lo consigo sea como sea —confesó él seguro de lo que decía, y por supuesto igual de orgulloso como siempre.
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