Capítulo 3.
—¿Puedo cambiar de opinión?— Pregunto Vanessa, se dio cuenta que le daba la oportunidad de escapar, así que las palabras con las que la atrajo le parecieron reales, no la iba a lastimar, solo era un cachorro lastimado una y otra vez, que ahora estaba arrinconado a punto de explotar contra el primero que le causara daño.
—¿Te quieres bajar?
—No, estamos muy lejos todavía y el taxi cobra una barbaridad, así que te ofreciste ahora me llevas... Me refería a la pregunta que me hiciste si mataría a alguien por amor, creo que sí, pero no a una persona que le esté haciendo daño a la persona que amo, sino a la persona que amo, si estuviera pasando por una situación muy difícil por causa de una enfermedad y no hacer nada al respecto por causa de esto... Entonces sí, mataría a alguien por amor.
—¿Matarías a la persona que amas para que deje de sufrir?
—Sí, eso creo, bueno es lo que digo en estos momentos, seguro sería diferente si lo estuviera viviendo, pero hasta donde lo creo, sí.
—Eso se llama suicidio. No asesinato ¿Además cubre enfermedades mentales tu teoría asesina benevolente?
—¿Enfermedades mentales? ¿Cómo cuales?
—Bueno, es tu especialidad no la mía... Yo que sé, depresión grave crónica, paranoia o cosas así, no sé cual es tan grave como un cáncer terminal, o una enfermedad degenerativa... Tampoco soy bueno en esa área.
—Ya lo noté— Ella sonrío, él era muy tierno a pesar de su dolor —Ni biología, ni psicología, entendido... ¿El alma? El único tema con respecto a las personas que manejas ¿No?
—Tampoco, sé expresar lo que siento y ponerlo bonito para que la gente se sienta identificada, también sé contar lo que otros suelen callar y eso es todo... No hay interpretaciones de dolor ajeno, a menos que le compre su dolor a alguien que lo haga sonar bonito.
—Haces que suene aburrido y demasiado superficial.
—Probablemente en mi caso si lo sea, en el de otros quizás si haya sentimientos de por medio y el desnudar el alma con algunos versos, no soy de esos.
—Eso es porque probablemente no te has enamorado. Bueno, tienes a alguien, pero no significa que estés enamorado... Ya me cayo, creo que ya metí la pata.
—Sí tengo una chica, y estoy muy enamorado de ella— Ella sintió un pequeño peso en su corazón —Pero no es un amor tan terrenal, de deseo y lujuria, la amo porque es una gran persona, tiene tanto que dar por el mundo, aunque lo niegue es una excelente persona que no duda en defender a los que no tienen voz.
—No estoy segura de que estés enamorado realmente, suena más como admiración o incluso adoración.
—Yo creo que las tres, la amo, la admiro y la adoro.
—Eso lo resume todo ¿Matarías por ella?
—Claro que sí, a cualquiera sin dudarlo— La mirada de tierno cachorro se había transformado en la de una bestia feroz que podría atacar en cualquier momento.
—¿Y a ella?
—No soporto a que alguien le haga daño ¿Cómo podría seguir viviendo mientras sé que le quité la vida?
—Ahora me preocupa que tu obsesión por esa chica haga que la encapsules en una burbuja o la congeles para hacer tu propia versión de Blancanieves.
—Tendría que congelarla con todo y familia, así que no mucho trabajo...— Su mirada había cambiado de nuevo, Vanessa lo analizaba intentando llevar el ritmo cambiante de su personalidad. Mientras Nate analizaba sus propias palabras, y llegaba la conclusión de hasta donde podría llegar por su hermana.
—Muy gracioso— La chica bostezó, estaba agotada.
—Ey, ya casi llegamos podrás descansar cuando llegues, no te voy a llevar hasta tu cama ya estás grandecita, y si he de entrar a tu casa por primera vez, tienes que estar consiente y preferiblemente animada.
—¿Tienes novia y aún así coqueteas conmigo?
—No coqueteo contigo... Y por eso, no quiero una demanda por acoso, cuando ni siquiera he fijado mis ojitos en tus piernas bajo esa falda sin medias...— Ella le causó gracia hasta que se dio cuenta que su falda se había levantado y estaba gran parte de sus muslos descubiertos.
El silencio los invadió hasta que llegaron a la casa de ella, un poco avergonzada por la dirección de sus pensamientos se bajó rápidamente del auto y corrió adentro al refugio de su casa, mientras él se dirigí nuevamente a su propio hogar.
—¿Hola?—La voz al otro lado del teléfono contestó al primer tono.
—Hola amor, ¿Aún despierta?
—¿Crees que iba a poder dormir? Cuéntame qué sucedió, por qué Alex te llamó.
—Nathan tuvo una crisis cerca de la media noche por una de sus pesadillas, así que por eso fue que los Thompson llamaron a la psicóloga, y por ende llamarón a Alex para que se encargara del asunto, gracias por llamar al juez y permitir que se quede más tiempo.
—Imaginé que era algo grave para que llamaran de la oficina de la psicóloga, es una suerte que mi profesor de cátedra sea el jefe a cargo del caso.
—Porque no te hacer cargo tu de la defensa de Alex, es obvio que puedes acabar con esa mujer y además tienes todos los recursos para sepultarla bajo escombros.
—Necesito un poco más, además quiero que cuando se hunda no sepa quién le pego, disfruto de mi privacidad.
—¿Tienes miedo de que los que causaron el accidente vuelvan para lastimarte o incluso lleguen a lastimar a Nathan?
—En parte, no lo puedo negar, solo quiero mantenernos a salvo.
—Ok, entiendo... Voy para el apartamento, no me esperes despierta, debes descansar y si me preguntas, no es tu culpa que Nathan se haya puesto así después de tu visita, al contrario seguro que tu compañía lo sacó de una peor.
—No me puedo dormir, logré que adelantaran el juicio por la salud física y mental de Nathan, será en dos días las dos partes que faltan. Además tengo hambre... ¿Puedes traerme algo?
—No sé porque, pero me lo imaginaba... Serán dos días muy locos, y en cuanto a tu comida no creo que encuentre algo saludable, así que te llevaré algo muy grasiento y crujiente— Nate no lo sabía, pero Step se le hacía agua la boca de solo imaginarse comiendo lo que sea que le trajeran con esas características, ahora su ansiedad había subido al límite y trabajaría a mil para poder dispersar la mente fuera de la comida.
—No te demores, te espero.
—Ok— Colgó, mientras pensaba en que parte de la ciudad iba a encontrar comida callejera para una loca embarazada a las tres de la mañana.
—Por fin se durmió— Nate arropó a Step después de despegarla del escritorio y llevarla alzada a su cama —Me preocupa que le hagas daño al pequeñín que llevas adentro, negarlo mentalmente no va a hacer que desaparezca.
La besó en la frente y se acostó a su lado, también estaba muy cansado, ella llevaba día y medio preparando su parte del juicio, el As bajo la manga por si el abogado principal fallaba, mientras él tenía que dividirse entre el trabajo, cuidarla y su tiempo personal.
Nate después de asegurarse que su hermana dormía, se dirigió a su habitación para cambiarse de ropa, por una más discreta a la que usaba regularmente, al salir tomó su auto nuevo, no era precisamente nuevo por tenerlo de fabrica, sino por ser el ultimo en llegar a su garaje, el modelo y diseño del auto parecía rechinar con el lugar, sobre todo porque los demás eran autos caros, algunos incluso de colección, en cambio el que iba a manejar era tan común y económico que cualquier persona con suficientes ahorros podría comprarlo. Nate lo había comprado de segunda y de oferta, para poder pasear por la ciudad sin llamar la atención.
Por fin había llegado a su destino, el lugar era muy rústico, el edificio se caracterizaba por tener paredes gruesas de hormigón. Nate entró a lo que se podía describir como la recepción del sitio, era una sala pequeña, donde había un gran escritorio de madera, varios computadores y teléfonos y un par de sofás para los visitantes.
La rubia frente al escritorio lo volteó a verlo porque la campana sonó cuando este cruzó el umbral, al reconocerlo le dedicó una sonrisa.
—Bienvenido Señor Santiago—Ella cambió su posición frente al computador para que él pudiera verla mejor, se sentía fuertemente atraída por ese hombre y estaba dispuesta a conquistarlo, pero con delicadeza y femineidad, sin perder la compostura y la dignidad —Lo esperábamos más tarde.
—Hola Kate, decidí adelantar mis horas el día de hoy, no sé si mañana o lo que queda de semana pueda venir, así que sí hay un espacio, me gustaría ocuparlo.
—Claro que sí, déjeme revisar— Ella se dirigió al computador —Por suerte alguien canceló hace unos minutos, y hay un espacio libre, le recomiendo Señor Santiago que en la próxima ocasión nos llame con antelación para que no pierda su tiempo, sabe usted que en las noches solemos estar más ocupados, además si avisa con poco tiempo temo que tendremos que aún facturar su turno.
—Entiendo, entonces voy a cancelar de una vez, no vendré lo que queda de semana.
—Listo Señor Santiago, le reasignare un espacio para la próxima semana.
—Por cierto, para la próxima semana me gustaría comenzar con armas de mediano calibre— La rubia levanto la ceja demostrando sin querer el interés que esa petición le causaba.
—Por supuesto, le recomiendo que antes de comenzar la sesión de la próxima semana, ya que este tipo de armas tienen una reacción opuesta severa y puede terminar lastimado.
Ella se levantó, después de oprimir un botón desde el computador que cerraba la puerta principal se marchó y él la siguió, entró a una habitación larga, era un campo de tiro compacto, allí le entregó la pistola 9mm que había sacado de su cajón y varios proveedores.
—Cuando lo veo de cerca, creo que se parece mucho al cantante— Dijo ella mientras cargaba el arma sin siquiera mirarla.
—Todos los días me dices lo mismo, voy a empezar a creérmelo, iré por ahí repartiendo autógrafos y cuando me pidan que cante, entonces descubrirán que no lo soy— Sonrío, ella le devolvió la sonrisa, mientras probaba el arma disparando al blanco sin mirarlo.
—Bueno, ya está todo... Sí le das al blanco yo misma te enseñaré la próxima semana.
—A veces me pregunto como una mujer que inspira tanta ternura como tú, puede ser tan fuerte y tan buena tiradora.
—Eso es porque una cosa no tiene que ver con la otra, además todos tenemos secretos Señor Santiago, y a veces esos secretos nos hacen ser fuertes, aunque seamos débiles.
La rubia se dirigió a la salida para ocupar su lugar mientras el descargaba con rabia el proveedor en la diana, había mejorado mucho en poco tiempo y todos los tiros habían quedado en el centro.
—Tiene razón, mis secretos me harás suficientemente fuerte para protegerlos— Disparó nuevamente, dando justo en el blanco.
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