Cap 9
Lauren's POV
—Hogar dulce hogar. —dijo Hailee a mi lado. Habíamos llegado al vecindario después de llevar a Kendall, Keana y Vero a sus casas pues mi hermano regreso en su auto junto a Lucy, Megan y Alexa, por lo que suponía que mis hermanos y mis primas ya deberían estar en casa.
—Gracias Laur. —suspiró mi nueva amiga sacándose el cinturón. —La pase genial, tus amigas y tu novia son estupendas, y me cayeron muy bien.
—A ellas también les caíste bien, créeme. —le dije. —Me alegro. —dijo ella.
—Bien H. —susurré. —Nos vemos otro día.
—Vale. —sonria animada, acercándose para encerrarme en un abrazo. —Nos vemos Laur. —dijo saliendo del auto.
—Bye. —me despedí para después acelerar y llegar a mi casa. *
—Buenas noches madre. —saludé entrando en el comedor donde ella estaba. — ¿Y esa felicidad?—Preguntó mi madre mientras ayudaba a Cristina, nuestra cocinera, poner los platos en la mesa.
—Estuvo todo el día pegada con Kendall, mamá ¿Qué más puede ser?—Dijo Patrick entrando en el comedor y acercándose a nuestra madre — ¡Woow! Eso se ve delicioso Cristi. —le sonrió a la vieja mujer.
Ella era como una abuela para nosotros, la adorábamos pues de pequeños nos consentía haciéndonos galletas en la noche, aunque aún lo hacía.
Mi mamá y Cristina rieron.
— ¿Patrick piensas seguir comiendo?—pregunté al recordar lo que había comprado a la salida del cine.
—Claro, no comimos dentro del cine y esas hamburguesas de McDonald's no me llenaron. —dijo mientras tomaba asiento.
—Eres un tragón. —gruñí acercándome a la mesa.
—Iris in trigin. —me remedó sacándome la lengua. Iba a contraatacar, pero mamá me envió su mirada de advertencia.
—Ustedes dejen de pelear, iré a llamar a sus primas, a Meg y a su padre. —nos señaló antes de desaparecer del comedor.
A los pocos minutos estábamos todos, en la mesa, incluida Cristina, quien daba gracias por los alimentos esta noche.
—Amén. —dijimos a coro cuando ella culminó para después persignarnos y empezar a comer.
Y sí, mi familia es de esas familias católicas, pero gracias a Dios, de mente abierta, y eso es lo que amo de ellos. En todas las comidas hacemos la oración antes y cada quien tiene su turno. Hoy por ejemplo, le tocó a nuestra querida nana.
— ¿Cómo te llevas con Hailee?—me pregunté, pero Lucy se adelantó a responderle.
—Ella es fascinante tía Clara. —dijo y yo asentí apoyándola. —Nos llevamos muy bien con ella, todos.
—Lucy tiene razón mamá, es genial como se acoplo fácilmente a nosotros, incluso pareciera que lleváramos años siendo amigas. —aporté.
—Me alegra, su madre estará feliz que ella no inicie su año escolar sola, mucho menos cuando es una nueva ciudad.
—Sí, tienes razón.
La cena continuó como siempre, todos hablando de su día. Mamá les dijo a Alexa y Lucy que sus uniformes para este año habían llegado y estaban en sus habitaciones. Ellas eran hermanas y de mi edad, perdieron a sus padres hace unos años en accidente aéreo cuando ellos estaban de regreso en un jet privado de sus vacaciones –mi padre me dijo que había sido debido a mal clima que se les presento aquella noche de repente- y desde entonces ellas se mudaron con nosotros.
Mis padres aceptaron gustosos a mis primas. Mis tíos habían dejado escrito que si algo les sucedía, ellos confiaban planamente en mis padres para cuidar de sus hijas. Por ende, papá tuvo que empezar a ocuparse de la parte que pertenecía a mi tío en la empresa y que para cuando Lucy y Alexa sean mayores se hicieran cargo, para su suerte otro de mis tíos, Augusto, lo ayudaba, pues mi papá sólo no podía abarcar tanta responsabilidad en la empresa.
El dinero de las chicas era administrado por mi padre, aunque algo que él adoraba de mis primas era que no derrochaban el dinero, así que no tenía que regañarlas por grandes cuentas en el supermercado. Bueno, no siempre.
Por otra parte, tanto sus abuelos maternos, como nuestros abuelos paternos, les depositaban una generosa cantidad cada dos o tres meses. Ellas habían aprovechado las vacaciones para pasarla en Puerto Rico con la familia de su madre, y ciertamente en ese tiempo me hicieron mucha falta.
Pronto me encontré siendo despertada de mis pensamientos por los sonidos de risa en la mesa. Patrick al parecer había contado algo gracioso que hizo reír a los demás.
— ¿Y cómo van las cosas con Kendall?—preguntó mi padre de repente. Él siempre se preocupaba de mi relación.
—Bien, todo bien. —respondí. —Me alegra. —dijo mi mamá.
—Sí, bueno. Sus papás quieren que tengamos una cena antes de ingresar a clases. —les comenté.
—Eso sería bueno. Tal vez este sábado que la mamá de Hailee vendrá. —comentó mi madre sonriente, ella estaba realmente emocionada con la mamá de Hailee.
—Bueno... ellos en realidad querían una cena solo entre nuestras familias. —le dije.
—Pero quizás podríamos hacer una cena con los padres de tus amigas. —apoyó
mi padre. —Así conocen a la mamá de Hailee, ya hemos cenado entre familias, será mejor una cena con amigos. Coméntales eso, podemos hacer la cena entre los Jenner y nosotros en otro momento.
—Bueno, está bien. —asentí. —Yo se los diré.
Pronto estuve en mi habitación después de la cena. Tendría que ir a ducharme pero quería ver algo antes. Caminé hasta la repisa donde estaban mis libros y tomé el que acababa de leer hoy. Me acosté en mi cama con tan solo la luz de mi pequeña lámpara iluminando la habitación.
Entonces la vi, sonriente al reverso del libro donde estaba su biografía. Ella era hermosa, no podía dejar de pensar eso. Curiosamente en internet no podía encontrar mucho de ella a pesar de ser sus obras de las más conocidas últimamente, pues todas eran best-sellers. En su biografía no había mucho, y eso me decía que era una persona a la que le gustaba guardar su vida privada, por lo cual tampoco existe mucho sobre ella en internet.
Lo poco que sabía de ella era que tenía treinta y un años, una hija de no sé qué edad, ni mucho menos el nombre. Pero para mi suerte, no era casada. También sabía que era una amante a la cocina y que sus pasatiempos eran sin duda leer y pasar una agradable tarde con su hija. Le gustaban diferentes tipos de música, pero uno de sus favoritos era el español Alejandro Sanz. Pero eso lo había leído en una página de fans.
Suspiré mientras acariciaba su foto, tenía tantas ganas de volver a verla. Quería poder tomar su mano esta vez, o quizás acercarme un poco más a ella, poder sentir su aroma de cerca... poder besarla.
—Laur...—Megan irrumpió en mi habitación, trayéndome a la realidad. — ¿Qué sucede?—pregunté, dejando el libro sobre mi pecho.
—Kendall te está llamando. —apuntó a mi teléfono.
— ¿Qué?—pregunté mientras tomaba celular. Estaba apagado. —Está llamándote. —asintió, para después salir de la habitación.
Suspiré y me levanté de la cama, dejando el libro sobre mi almohada. Conecté mi celular y esperé a que encendiera mientras me acostaba nuevamente con el libro abrazado a mi pecho.
—Hola...—escuché la voz animada de mi novia una vez la llamé. —Hola, bonita. —saludé. Y esa era mi realidad, porahora
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