Cap 15
Camila's POV
Estaba increíblemente frustrada, el cierre del vestido que compré esta tarde con Dinah se había atascado; halé con fuerza una última vez provocando que se escuchara un fuerte sonido para por fin darme cuenta que se había roto. Quité el cabello de mi frente molesta, ¿qué haría ahora?
Dinah me mataría al enterarse que lo había dañado, pero no era mi culpa, cuando me lo probé me quedaba genial, y ella lo había aprobado, pero al parecer no quería ceder esta noche. Por suerte mi polinesia amiga tomó un vuelo de regreso a Miami hace dos horas, así que no vería el desastre que soy ahora.
Me pegué una palmada en la frente, gritando para llamar la atención de Hailee que estaba en algún otro sitio de la casa.
Hailee entró a la habitación mirándome con el ceño fruncido. — ¿Todo bien? —preguntó.
No puedo hacer nada más que negar haciendo puchero y sentándome en la orilla de la cama, furiosa.
—El vestido que compré se rompió. —murmuré.
Tenía la cara de roja, estaba completamente frustrada.
—Te puedo prestar uno... tengo uno que es algo grande para mí, pero puede ser perfecto para ti. —dijo Hailee, sonriéndome.
Acepté y ella salió de la habitación. Regresó a los segundos, con un hermoso vestido negro con aperturas a los lados y en la espalda. Era suelto de la cintura para abajo, pero podría ajustarse a mi cuerpo por el torso.
— ¿Dónde lo conseguiste? —pregunté, pues no recordaba habérselo comprado. Además, conocía el guardarropa de mi hija.
—Pues... digamos que las chicas se alocaron un poco esta tarde. —respondió. Sonreí y acepté el vestido, no tenía alguna otra opción, por más inapropiado que me pareciera tendría que usarlo. Además, yo seguía siendo una mujer joven, y realmente no tenía nada mejor en mi guardarropa por ahora, pues no pensaba ser invitada tan pronto a una cena, y en su mayoría tenia ropa formal para el trabajo, demasiado formal.
Me metí al pequeño cuarto del baño para ponérmelo, a comparación del otro, este subió fácilmente. No tenía cierre, así que en menos de cinco minutos estuve lista.
Volteé mirándome en el espejo frente a mí.
Me veía linda. Me encantaba verme hermosa... en la secundaria siempre me molestaban por cómo me vestía, ahora los mismos idiotas que me molestaban, me alagaban al verme. Jamás me vestiría linda y usaría un vestido incómodo solo para agradar a los demás, siempre será para mí y para nadie más... a excepción de la linda chica de ojos verdes.
—Lauren. —susurré, ahora sabía su nombre y se sentía tan bien decirlo. Quería volver a verla.
Solté mi cabello, dejando caer los rizos de un lado. Finalmente salí, el ruido de la puerta hizo a Hailee bajar el teléfono y ahora me miraba con la boca abierta haciendo una seña con las manos, aprobando el atuendo.
—Dios, mamá. Te vez excelente, la mamá más sexy. —Bromeó, haciéndome sonrojar por el cumplido.
— ¿Ya estás lista? —Pregunté, tomando las cosas y metiéndolas a mi bolsa de mano. Me senté en la cama colocándome las zapatillas de tacón alto.
—Sip, hora de irnos. —dijo, saliendo de la habitación y dándome tiempo. Me quedé sentada, observando el papel que Lauren me había dado esta mañana.
Su caligrafía era perfecta, eran sólo números, pero eran perfectos. La pregunta aquí era, ahora que tengo su número ¿la llamaré? Metí de nuevo el papel en el bolso, y salí de mi habitación para reunirme con Hailee en la parte baja.
Llegamos en poco tiempo, nuestras casas quedaban cerca así que no era necesario ir en auto. Me sentí nerviosa... ¿Realmente tenía que estar tan nerviosa? Pero era normal en mí, pues desde siempre he sido mala para socializar, y realmente eso no ha cambiado para nada con el pasar de los años.
La puerta se abrió segundos después de tocar y supe en ese momento que no habría marcha atrás. Clara nos había recibido gustosa con un beso en la mejilla y un abrazo a ambas, diciendo lo feliz que está por esta noche y lo sorprendida que su hija estaría al verme.
Sonreí tímidamente, conocer fans de mis libros es interesante... hoy la había pasado genial en la firma, aunque mi mano dolía, el saber que mis libros habían ayudado a algunas personas a comprenderse a sí mismas me hacía feliz.
— Pero ¿qué hacen ahí? Pasen, pasen. Mike y los demás las estamos esperando. —dijo, haciéndose a un lado y dejándonos pasar.
Nos guio al comedor. La mesa estaba perfectamente decorada con un hermoso mantel blanco, las vajillas doradas, copas transparentes, un centro de mesa con flores hermosas.
Esto era inigualable.
—Tú debes ser Camila, un placer, soy Michael Jauregui. —saludó, acercándose y dejando un beso en mi mejilla, al igual que a mi hija.
—Un placer, señor Jauregui. —saludé alegremente. —Dime Michael, por favor. —pidió, sonriente.
—Claro. —asentí, devolviéndole la sonrisa tímidamente.
—Estos son mis hijos...—señaló al par de chicos que se acercaban. —Esta es mi preciosa Megan, mi hija mayor, y este es mi muchacho, Patrick.
—Mucho gusto, señora Cabello, no sabía que Hailee tenía una madre tan guapa y joven. —Patrick tomó mi mano y la besó delicadamente.
—Gracias. —me sonrojé, halagada.
—Es un placer conocerla Camila, ¿puedo llamarte así? —preguntó Megan.
—Claro, no hay problema. —respondí.
—Me alegra... mi hermana está obsesionada por tus libros y aquí entre nosotras, entiendo por qué, eres muy buena escritora. Ella piensa que no los he leído, pero está equivocada, solo que no los paso releyendo a cada momento como ella. —comentó. —Mi favorito es Voces, me encanta el suspenso y misterio de la historia, es genial... sería una excelente película.
—De hecho... tan pronto como termine de redactar el guion, empezaran con la elección de elenco. —dije.
— ¿Qué? —preguntó.
—Universal compró los derechos para hacerlo película. —dijo Hailee. —Y le propusieron a mamá redactar el guion... ha estado trabajando en eso y en poco terminará, así que pronto se hará la película.
— ¡Eso es genial! Mi hermana se morirá. —chilló Megan.
—Ya era hora... los libros realmente no son lo mío, a menos que sea un comic, prefiero las películas... y Megan dice que este es muy bueno. —dijo Patrick.
—Te pierdes de mucho. —dije. —Los libros son como entrar a otro universo en donde tú puedes ser muchas cosas.
—Puede que tome el consejo. —sonrió.
Asentí, relajándome. Estos chicos eran divertidos, ya veo por qué a Hailee les caía tan bien.
— ¿Dónde están las demás? —preguntó Hailee a Patrick.
—Laur fue a recoger a su novia y a las chicas... Alexa y Lucy la acompañaron. —respondió el chico.
Escuchamos como un auto se estacionaba fuera de la casa.
—Ya llegaron. —dijo Megan.
—Mamá ¿Los Jenner vendrán? —preguntó Patrick a Clara, que entraba al comedor junto a una mujer mayor, dejando la comida sobre la mesa.
—No cariño, tuvieron que viajar a Canadá por unos asuntos de la empresa. —respondió Clara.
—Okay. —asintió.
La puerta de entrada se abrió y varias voces de chicas se escuchaban acercándose, seguramente serían las nuevas amigas de Hailee, pues ella había corrido a penas escuchamos el auto.
Mi mandíbula casi toca el suelo cuando la vi, de todos los lugares de New York, tenía que estar aquí. Lauren caminaba de la mano de su novia, la misma chica del zoológico, mirando las llaves que metía en su bolsillo.
Esperaba que mi Lauren del aeropuerto, no fuera la misma Lauren de los Jauregui, después de todo, New York era enorme, y existirían varias Lauren de dieciséis años en esta ciudad, pero mi suerte no era la mejor, y como todo en la vida, nada me salía bien... excepto Hailee, por supuesto.
Seguramente ahora estaba completamente sonrojada.
Y fue entonces cuando alzó la mirada, estaba segura que mi sonrojo había aumentado, podía sentir mis mejillas arder, todo mi cuerpo ardía bajo la atenta mirada de sus ojos verdes, aquellos que había estado extrañando.
Estuvimos mirándonos a los ojos por casi cinco segundos, que se sintieron eternos. Sus ojos bajaron lentamente por mi cuerpo, detallando cada parte de mi piel, cada parte de mí.
No pude evitar hacer lo mismo con ella, lo haría una y otra vez.
Nuestro contacto se perdió cuando una mano tomó la suya; se perdió cuando unos labios besaron los suyos, unos labios que no eran los míos.
—Mi amor, ¿no dirás nada? ¿Que no es tu escritora favorita? —preguntó la chica, emocionada, pero yo sólo pude concentrarme en la manera que se dirigió a ella.
Mi amor, Aquello, aunque me lo negara a mí misma dolió.
—Yo... yo, no sabía que usted iba a venir, creí que sólo la mamá de Hailee y ella vendrían. —dijo, nerviosamente.
—El punto es que, Lauren... ella es mi mamá. —dijo Hailee, detrás de la ojiverde. Lauren abrió la boca, sorprendida y frunció el ceño hacia Hailee.
— ¿Por qué mierda no me lo habías dicho?
— ¡Lauren! —sus padres regañaron mientras sus hermanos se reían. Ella tapó su boca, disculpándose con una sonrisa.
Volvió su mirada a mí y me sonrío. Traté de hacer lo mismo, realmente lo hice, pero sólo me salió una mueca torcida. Cerré los ojos y pasé una mano por mi frente, sobándola lentamente al ver a la novia de Lauren abrazarla de lado.
— ¿Se siente mal? —Preguntó Lauren preocupada. —Perdone por mi emoción, pero es como la quinta vez que la veo, y.... sigue sorprendiéndome lo hermosa que es. —susurró, acercándose a mí después de soltarse del abrazo de su novia.
No quería, realmente no quería. Me negaba rotundamente a sonreírle, pero simplemente no podía evitarlo.
—Muchas gracias. —dije secamente, logrando que ella frunciera el ceño. Hailee se acercó con las demás chicas, sonriéndome.
—Mamá, te presento a mis nuevas amigas... ellas son Alexa y Lucy. —apuntó a un par de chicas.
Sonreí y me acerqué para dejar un beso en su mejilla.
—Un gusto, ustedes deben ser las sobrinas de Clara. —dije, pues Hailee me había estado contando un poco de sus amigas.
—Sí, es un gusto conocerla señora Cabello. —dijo una de ellas.
—Ellas son Vero, Keana y Kendall, la novia de Lauren. —señaló una por una. Sonreí a las otras tres chicas, después de todo Kendall no tenía la culpa de ser
una chica joven y guapa... había llegado tarde a la vida de la ojiverde, no podía reclamar nada... ¿En qué estoy pensando? ¡Basta! Era una mujer adulta con una hija de quince años, eso era.
—Un placer verla de nuevo. —Kendall estiró su mano, saludándome amablemente.
Hailee estaba feliz, le alegraba que por fin pudiera conocer a sus amigas. —La cena esta lista. —chilló Clara, llamando nuestra atención.
Todos pasamos al comedor y ocupamos nuestros lugares, para mi mala suerte, Lauren decidió sentarse frente a mí.
—Mamá ¿tu sabías que Camila Cabello es la madre de Hailee? —preguntó Lauren a su madre, mientras nos servían la comida.
—Si cariño, las conocí el día que se mudaron. —sonrió.
— ¿Por qué no me lo habías dicho? —volvió a preguntar, con el ceño fruncido.
—Quería que fuera una sorpresa para ti. —respondió encogiéndose de hombros.
—Vaya que fue una sorpresa. —suspiró.
—Debes estar feliz cariño... tu madre ha invitado a tu escritora favorita a cenar. —dijo Kendall.
—Ya quisiera que mi madre llevara a Ariana Grande a casa. —suspiró Vero.
—Ni se te ocurra Iglesias. —gruñó una de las sobrinas de Clara, haciéndonos reír a todos.
—Solo digo.
—Además hermanita...—dijo Megan, llamando la atención de la ojiverde. —Camila me contó que harán una película de Voces. —chilló emocionada.
— ¿Desde cuando lees sus libros? —preguntó Lauren.
— ¡Hey! Que a mi si me gusta leer, solo que no los releo como tú. Además, ese es mi favorito.
—Claro. —giró los ojos. —Pero... ¿es enserio? —preguntó, mirándome. Asentí tímidamente.
—Si, en poco terminaré de redactar el guion.
— ¡Woow! Eso es genial.
Sonreí y posé mi mirada en mi comida, tratando de tranquilizarme mientras escuchaba a los demás continuar la conversación, Hailee parecía estar bien y eso era lo que me importaba. Conversamos tranquilos durante la cena, en todo momento sentí la mirada de Lauren, pero yo la evitaba después de ver pasear la mano de Kendall por el muslo de la ojiverde.
Sentía celos, estaba ridículamente celosa de algo que no me pertenecía.
—Camila, ¿planeas escribir otro libro? —Preguntó de repente Lauren, interrumpiendo la conversación y ganándose otro regaño de sus padres.
—No se preocupen...—tranquilice a Clara y Michael. —Y, Lauren, contestando a tu pregunta, por ahora no. —respondí, continuando la conversación.
Lauren bajó la mirada por mi tosca respuesta.
Así pasó la noche, Lauren interrumpiendo y después apenándose, Michael y Clara regañándola, sus hermanos riéndose de ella. Hailee continuando la conversación con sus nuevas amigas y sonriéndome de vez en cuando, tratando de tranquilizar mi nerviosismo. Aunque estos no eran por la cena, sino por la presencia de Lauren.
Al terminar agradecimos. Me ofrecí a levantar la mesa y después de pelear un rato con Clara, finalmente cedió, pero mandando a Lauren a hacerlo conmigo.
Para mi suerte, Kendall estaba distraída en la conversación con Hailee y las demás, ya era muy difícil haberla visto besar o acariciar a Lauren en toda la cena, no me creía capaz de aguantarla detrás de Lauren mientras recogíamos los platos.
—Camila, ¿pasa algo? —preguntó Lauren. Su voz casi inaudible.
—Lauren... no, no pasa nada. —negué, sin mirarla.
Yo seguía en lo mío, sabía que, si la veía a los ojos, iba a caer ante su verde mirada. Sé que me comporté como una idiota inmadura, simplemente actué como una celosa de mierda.
—Las otras veces me trataste tan bien, ¿por qué ahora no? ¿Hice algo mal?... Si te hice algo, discúlpame de verdad. —susurró, arrepentida.
—No te disculpes, es sólo que... me dolía la cabeza. —me excusé falsamente.
—Si pasa algo puedes decírmelo. —dijo, buscando mi mirada. Pero yo no iba a ceder. Asentí y seguí con lo que hacía, ella se acercó a mí.
—Llámame alguna vez. —me susurró al oído.
Y me dejé llevar, cedí a su mirada, pero ella esperó uno segundos para irse y dejarme allí con millones de sentimientos embargándome por su acercamiento.
Todo estaba claro: yo me encontraba total y completamente, jodida.
***
Lauren's POV
Ella nunca me llamó, y eso me dolía. Me moría por escuchar su voz. Por verla. Ver sus hermosos labios curvarse en aquella sonrisa que me volvía loca. Saber que se trataba de la madre de mi amiga hacia la cosa más difícil quizás, sin embargo eso no impedía que yo pensara en ella.
Estaba jodida, demasiado jodida.
Camila's POV
No había podido dormir en toda la noche, pensando en la cena. Lauren Jauregui, la hija de mi vecina Clara, y quien se había convertido en la mejor amiga de mi hija, resulto ser la misma Lauren del aeropuerto, mi fan, la chica que había logrado confundirme en poco tiempo, y que había logrado crear en mí, sentimientos inexplicables.
Como todas las mañanas, y sin importar el día que fuera, Hailee se levantó enérgica y más que feliz, pues iríamos a casa de los Jauregui para una barbacoa a petición de Clara, y como siempre, no pude negarme.
Debía aprender a decir que no, definitivamente.
—Mamá ¿Qué tal este? —me pregunto Hailee, mostrándome un nuevo conjunto de traje de baño que había comprado con sus amigas el día anterior.
—Ese se ve genial. —sonreí. Estaba completamente nerviosa por lo que podría ocurrir este día.
—Bien, iré a ponérmelo... ¿Qué preparas? —preguntó interesada.
—Una torta de leche... la llevaré para el postre. —respondí, continuando con mi trabajo.
— ¡Delicioso!... Me encantan tus postres, ma'. Estaré en mi habitación... —Claro, cariño. —me despedí y ella rápidamente corrió escaleras arriba.
En menos de una hora, tenía listo el postre que llevaría y a Hailee colgando de mi brazo, preguntándome a cada momento que usaría. Estaba completamente nerviosa, y no pensaba en meterme a la piscina, por lo cual descarté el traje de baño. Estábamos en invierno y aunque fuera climatizada, andar con poca ropa frente a aquellas personas, me causaba una terrible ansiedad.
Lo sé, tenía claro lo joven que aún era y que mi cuerpo no estaba mal. De hecho, mis amigas no paraban de molestarme cada vez que íbamos a la playa o pasábamos una tarde en la piscina de mi casa, decían que con los años, mi cuerpo se había moldeado a la perfección y no parecía de más de veintidós años. Pero el caso era que Lauren estaría ahí, obvio que lo estaría, y me vería. Definitivamente no estaba preparada para eso.
Finalmente, estaban los señores Jauregui, ellos eran siquiera unos quince años mayor que yo, y no encontraba adecuado el pasearme con poca ropa frente a ellos. Si bien seguía siendo joven, mi momento ya había pasado, este era el momento de mi hija, y dejaría que ella lo disfrute al máximo, mientras yo socializaba con los adultos que estarían en la barbacoa que no serían más que los Señores Jauregui, aunque Hailee había mencionado algo sobre las madres de sus demás amigas, supongo que tal vez estarían presentes también.
— ¿Lista mamá? —preguntó Hailee, apareciendo en la puerta de mi habitación. —Lista, cariño. —asentí.
Ambas salimos de la casa, llevando las cosas necesarias. No tardamos casi nada en llegar, pues vivíamos relativamente cerca.
Al tocar el timbre de la casa, en menos de un segundo, nos recibió Lauren, con una enorme sonrisa. Podía apostar a que nos estaba esperando, o más bien, me estaba esperando.
—Hey, hola. —saludó, dándole un abrazo a Hailee, quien rápidamente entró en la casa. —Camila, hola. —me sonrió dulcemente.
Ese simple gesto provoco en mi interior un remolino de emociones, algo que jamás había sentido. Cuando era joven, soñaba con encontrar a mí 'príncipe azul' y tener de esos finales de cuentos de hadas, pero pronto mi sueño se desvaneció. Yo no fui alguien que se dio a notar en la secundaria, a menos no hasta que quedé embarazada, y ciertamente, en esos tiempos, me describía como alguien sin gracia, yo era la nerd del instituto y nadie se fijaba en mí.
Pero ahora las cosas cambiaron mucho, las veces que me he encontrado con viejos compañeros de mi promoción, han quedado estupefactos por mi apariencia y hacían bromas, como aquella típica del patito feo convertido en cisne. Y el que una adolescente, sienta atracción por mí, me hace sentir deseada de una manera que jamás había sentido.
Ciertamente tuve uno que otro encuentro con hombres en mi pasado, e incluso en la Universidad me acosté con uno que otro chico, pero jamás había sentido esa ansiedad por ser tocada por alguien, mucho menos por una chica una década menor a mí.
—Hola, Lauren. —logré responder a su saludo, desviando mi mirada de sus brillantes ojos.
—Sera mejor que pases. —señaló el interior de la casa.
Asentí y entré en la casa. Enseguida ella tomó el postre de mi mano y lo llevó a la cocina, regresando a los pocos segundos. Caminamos juntas hasta el jardín de la casa, donde se encontraban todos.
— ¡Camila! Hasta que llegaron, Lauren estaba ansiosa y no se apartaba de la puerta. —contó Clara, haciendo sonrojar a su hija.
¡Bingo! Eso ya me lo imaginaba.
—Es la primera vez que conozco a alguien que ame tanto mis libros, y que se emocione por verme. —sonreí tímidamente, regresándole el saludo a Clara.
—Sí, mi hermanita es muuuy fan tuya, Camila. —dijo Patrick, acercándose y dejando un beso en mi mejilla.
Él era muy atractivo, pero no sentía nada de lo que sentía cerca de Lauren. Nadie me provocaba siquiera una mínima reacción, como lo hacia esa chiquilla con tan sola una mirada de sus hermosos ojos verdes.
—Es bueno saberlo.
Rápidamente, Hailee arrastró a Lauren con los demás chicos en la piscina. Pude ver que había otros chicos aparte de las invitadas de anoche a la cena. Megan se acercó a nosotros de la mano de un hombre.
—Hola Camila. —me saludó felizmente, dándome un pequeño abrazo. —Te presento a Ryan, mi novio.
—Mucho gusto, he oído mucho de usted, principalmente por Lauren. —comentó, haciéndonos reír a todos.
—Camila, te presentare a las madres de las chicas. —dijo Clara, guiándome hasta donde se encontraban dos mujeres reunidas, todas parecían tener unos diez años más que yo.
—Por cierto... ¿y el señor Jauregui? —pregunté, al darme cuenta de su ausencia.
—Está en la cocina terminando de aliñar la carne con el padre de Verónica.
—respondió, sin dejar de sonreír, mientras nos acercábamos a las mujeres. —Señoras, les presento a Camila Cabello, ella es la madre de Hailee. —dijo Clara.
—Mucho gusto. —sonreí tímidamente.
—Eres muy joven. —dijo una de las mujeres, levantándose y escaneándome.
—No me malinterpretes, pero a diferencia de nosotras, tu eres una joven preciosa, debo recalcar. Soy Mariana Iglesias. —se presentó.
—Es un gusto conocerla, señora Iglesias.
—Tu hija es un encanto de señorita. —comentó una de las mujeres, sonriendo, encantadoramente. —Issabela Issartel. —se presentó extendiendo su mano.
—Muchas gracias, y un gusto conocerla, señora Issartel.
—El gusto es mío, y llámame Issabela, me hace sentir más vieja de lo que ya soy.
—Siéntate con nosotras, Camila... nos gustaría conocerte mejor, ya que al parecer nos veremos muy seguido. —dijo Mariana, regresando a su lugar.
Tímidamente me senté en una de las sillas, quedando frente a ambas mujeres, mientras, Clara se sentaba a mi lado.
—Y... ¿a qué te dedicas? —preguntó interesada Issabela.
—Soy escritora. —respondí. —Actualmente estoy trabajando como jefa de redacción en el New York Times.
—Eso es estupendo. —sonrieron.
—Gracias.
— ¿Y el padre de Hailee? ¿Ustedes están juntos? —preguntó Mariana.
—No, estamos separados. Como ya notaran, tuve a Haiz a una muy temprana edad... Andrew, el padre de Hailee, vive en Londres ya que su padre le dio el mando de una de sus empresas en Inglaterra. Pero eso no ha arruinado nuestra relación, ni la de ellos. Él sigue siendo mi mejor amigo y un gran padre para Hailee.
—Es bueno que sea así, muchas veces los problemas entre los padres, afectan a los chicos de una forma desagradable... ellos son los que más sufren en esos casos. —dijo Issabela. —Soy psicóloga y he tenido muchos casos de chicos que han pasado por cosas así, sus actitudes cambian y los padres se piensan que únicamente es su etapa de rebeldía cuando realmente es debido a lo mal que la pasan dentro de su propia casa, que es el lugar donde deberían sentirse protegidos...—la interrumpí.
—Por eso buscan cubrir esa falta con cualquier cosa, y son víctimas fáciles para los vendedores de drogas, o muchas veces se integran en pandillas. Buscan ser parte de una familia, buscan ser parte de algo donde se sientan útiles y sobre todo, donde sientan que les importan a los demás. —dije, entendiendo perfectamente a lo que se refería.
Issabela asintió.
—Exacto, es bueno que tengas lazos con tus hijos... y que, por las dos partes, las cosas funcionen bien.
—Hailee es como mi mejor amiga. —sonreí. —Nos contamos todo, y viéndola crecer me duele... pero ahora, verla sonreír y disfrutar con chicos de su edad sanamente, me llena de orgullo. Me hace feliz que haya podido ser completamente valiente para superar las cosas del pasado. —suspiré. —En uno de sus anteriores colegios, ella fue víctima de Bullying, y el venirnos a New York y tener nuevos aires, le ha sido de mucha ayuda... ella está volviendo a ser mi pequeña Haiz.
—Lo único que los padres queremos, es que nuestros pequeños sean felices... cuando Lauren me contó que le gustaban las chicas, enloquecí, pero luego recordé que sin importar sus gustos, ella seguiría siendo mi hija y eso era lo único que importaba. Seguía siendo mi Lauren, y me alegraba que ella haya tenido toda esa confianza conmigo como para contármelo... yo le prometí que nada haría que dejara de quererla, es mi hija y si ella confió en mí, lo menos que podía era aceptarla tal y como era. —dijo Clara, sollozando.
Le sonreí, imaginando a una Lauren temerosa de mostrarse a su madre como verdaderamente era.
—Eso y que te regañamos. —dijo Mariana riendo.
—Y poco después, la pequeña Lauren, se enamoró de esa linda chica. —apoyó Issabela.
En esos momentos, yo me empezaba a sentir incómoda. Lauren tenía novia, y yo no tenía nada que ver en eso. Una relación era de dos, y yo no podía intervenir en eso.
—Sí, Kendall es una dulzura de chica. —asintió Clara.
Mi vista se fijó en el grupo de jóvenes en la piscina, concretamente, en la joven de ojos verdes. Lauren se encontraba dentro de la piscina, con Kendall sobre su espalda, quien dejaba besos en su mejilla tiernamente. Eran una pareja muy linda, y sin importar lo mucho que esa chica me hacía sentir, yo debía alejarme.
Pero entonces volvía a suceder, y jamás pararía. Ella me miró con sus hermosos ojos verdes, que sin importar la distancia, pude ver como brillaban. Se mordió los labios levemente, mientras escaneaba lo poco que podía de mi cuerpo.
Mi sangre hirvió en mi interior, y sentí un cosquilleo recorrerme y concentrarse en mi parte más íntima. No podía creer que, con solo una mirada, esta chica lograra excitarme, pero así era. No sabía si podía luchar contra esto, estaba cayendo lentamente sin saberlo, me estaba enamorando y ya no había vuelta atrás.
***
Lauren's POV
Ella era tan hermosa, era imposible negarme lo que estaba sintiendo. Sin embargo, ella parecía estar en una batalla interna. Sabía que lo deseaba, lo deseaba tanto como yo. Y yo quería complacerla, o complacerme a mí misma, no lo sé. Lo único que tenía claro es que mis labios picaban por tomar los suyos, y mi lengua se moría por acariciar la suya. Deseaba
probarla. Nunca había sentido las ganas de besar a alguien, de la manera que me muero por besarla a ella.
Esto no me pasaba con Kendall, y me sentía mal de solo pensar en hacerle daño, sin embargo, cuando estaba frente a esa morena preciosa, todo se me olvidaba, y solo podía pensar en los suaves que serían sus labios y en cómo se sentiría su cuerpo pegado al mío.
Suspiré con fuerza, temblando levemente de la excitación. Sabía que era una mujer mayor, pero ella era preciosa y me importaba poco o nada su edad, yo solo la quería. La deseaba.
Y pasara lo que pasara, sin importar quien se interpusiera, ella sería mía. Camila Cabello sería mía.
Camila's POV
La tarde en casa de los Jauregui había sido excepcional, las miradas entre Lauren y yo no habían parado, podía sentir como me desnudaba con la mirada. Ella me deseaba de la misma manera que yo a ella.
Ya lo había aceptado, me había enamorado de una chica, pero ese no era el problema... el problema era que le llevaba quince años. Esto era una locura, esto no podía ser.
Pero no podía luchar contra mis impulsos, definitivamente ella creaba demasiadas sensaciones que me abrumaban y me imposibilitaba pensar como la mujer adulta que era.
Ahora, Hailee y yo estábamos exhaustas, al día siguiente tenía trabajo, y ella clases, así que apenas entramos a casa, ella y yo nos despedimos con un beso y un abrazo de buenas noches, y nos encerramos cada quien en nuestras habitaciones.
Me había encerrado en mi baño, relajándome en la tina mientras pensaba en lo que había sucedido en estas semanas, sobre todo en las sensaciones que me abrumaban desde que Lauren había aparecido en mi vida.
Quería dejar de pensar en todo eso, quería dejar de pensar en ella, pero sabía que no sería sencillo, o al menos lo creía... jamás había pasado por esto.
Esa noche, no pude dormir, pensando en si sería correcto escribirle a Lauren para que así ella tuviera mi número... pero enseguida descartaba la sola idea. No debía avanzar más, estaba jugando con fuego y tarde o temprano me iba a quemar.
Cuando mi alarma sonó, yo había podido dormir tan solo una hora. Rápidamente busqué la ropa que usaría ese día en mi closet, una vez estuvo listo mi atuendo, lo dejé sobre mi cama y me metí en mi baño para asearme.
Media hora después, me encontraba en la cocina preparando mi desayuno y el de Hailee, quien no tardó en llegar. Como siempre, y sin importar lo hora que fuera, mi hija se encontraba con muchas energías para empezar su día.
—Buenos días mamá. —saludó sonriente.
Tuve que fingir una pequeña sonrisa, pues no me encontraba nada feliz de empezar esa semana.
—Buenos días, cariño. Siéntate, ya te pongo tu comida. —le respondí, tratando de que no notara mi bajo ánimo.
Pero claramente, no lo logré. Hailee me conocía bastante bien y sabía que no me encontraba para nada bien. Agradecía que el día anterior, ella estuvo demasiado ocupada para darse cuenta de las miradas entre su amiga y yo.
—Está bien. —asintió.
Después del desayuno, llevé rápidamente a Hailee a su escuela. Cuando mi hija bajó, pude notar a su grupo de amigas reunidas unos metros más adelante. Lauren estaba ahí.
Los ojos verdes se clavaron en los míos, haciéndome estremecer. No dejamos de
vernos hasta que decidí que era momento de dirigirme a mi trabajo. Lentamente salí del estacionamiento de la escuela, para establecerme en la autopista, y dirigirme a mi destino.
El trabajo fue abrumador ese día, y mis pensamientos seguían en los ojos de aquella chica, escaneándome por completo y desnudándome con la mirada cada vez que podía.
Llegué a mi casa a las cinco de la tarde, por suerte no hubo mucho tráfico y logré llegar en un tiempo record.
Hailee ya estaba en casa, encerrada en su habitación, haciendo sus deberes.
A penas llegué, me fui directamente a mi despacho, aunque amaba cocinar para mi hija, había decidido que pediría algo de chino. Necesitaba continuar con la redacción del guion, y si bien aún tenía mucho tiempo para entregarlo, varias ideas habían surgido en mi cabeza. Ciertamente, en las películas no se cuenta toda la historia que se narra en los libros, lo que significa que debemos adaptarlo adecuadamente para que exista un balance en el tiempo que se presentará en la pantalla, y yo intentaba que se pudiera abarcar la mayor parte posible del libro y que los espectadores no se perdieran de mucho.
Lo primero que hice fue releer lo que tenía hasta el momento y continuar. Estuve aproximadamente dos horas en ello, hasta que Hailee apareció en mi despacho y acarició su estómago. Fue entonces cuando me di cuenta, que yo también moría de hambre.
—Pediremos sushi, o lo que sea cielo. Estoy trabajando en la redacción del guion. —me excusé.
—Está bien, yo haré el pedido. —me sonrió, saliendo del despecho.
Media hora después la cena había llegado y ambas nos encontrábamos cenando y disfrutando de nuestra conversación. Hailee me contaba lo bien que le iban las clases y que en la tarde había hablado con Drew por video chat mientras él estaba en la oficina. Para suerte de ella, su pequeño hermano Jake estaba ahí, lo que hizo que la plática se extendiera por mucho tiempo.
—Yo recojo mamá, debes estar cansada. —dijo Hailee, una vez terminamos de cenar.
—Gracias cariño. —le sonreí. —Iré a ducharme y continuaré mi trabajo.
—Ma' sé que no dormiste anoche, por favor, dúchate y descansa. —pidió,
mirándome seriamente.
Sonreí, que tan bien me conocía mi hija.
—Está bien, iré a guardar el archivo para no perderlo. —acepté, acercándome a ella y dejando un beso en su cabeza.
—Descansa mamá. —Tú también cariño.
Tras guardar los archivos y apagar mi portátil, me dirigí a mi habitación y tomé una relajante ducha. Esa noche las dudas no asaltaron mi cabeza, estaba demasiado cansada para ponerme a pensar en la batalla contra mis sentimientos y simplemente me dejé llevar por el sueño apenas toqué mis sábanas.
***
Lauren's POV
Era realmente difícil estar tan cerca de ella y no poder hacer nada. Estuve a
punto de escabullirme a su habitación e intentar hablar con ella, ya que al parecer, ella no tenía la intención de llamarme, sin embargo descartaba esa idea. Quizás todo estaba en mi cabeza y ella simplemente me veía como una adolescente de dieciséis años más, como la mejor amiga de su hija, mientras yo no podía parar de pensar en ella y en lo bien que se sentiría besarla.
Suspiré mientras observaba mi celular, eran las once de la noche y nada, ella no me llamaba. Dejé de mirar por la ventana y descarté nuevamente mi idea de escabullirme a su habitación. Apagué la luz y me acosté en mi cama, sintiendo mi corazón romperse.
Sin embargo me lo había propuesto a mí misma, y es que Camila sería mía, sin importar lo que me tarde.
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