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Cap 10

Camila's POV


Hailee había llegado emocionada. No paraba de contarme lo que había hecho en la tarde junto a sus nuevas amigas. Yo estaba feliz por ella y por el hecho de que estuviera tan sonriente desde que había conocida a esa familia.

—Mamá, ve a descansar, yo me encargo de la cocina. —me dijo Hailee cuando terminamos de cenar.

—No te preo...

— ¡No!— negó, frenando mi tarea de recoger los platos. —Ve a dormir, anoche te acostaste muy tarde escribiendo y hoy te la pasaste todo el día en tu despacho. —reprochó

—Haiz, sabes como soy cuando las ideas me llegan. Debo ordenarlas y crear algo que guste. —le dije.

—Sí, pero recordando que eres mi madre. A mí me gusta verte descansada, así que ve a darte un baño y te metes a tu cama. Hoy no escribirás. —ordenó.

—Sí, y recordemos que aquí tu madre, soy yo. Así que yo doy las órdenes... —Ma'...

—Pero como bien has dicho, estoy cansada y me iré a dormir. —terminé de decir, haciendo que ella sonriera.

—Descansa ma' te quiero. —dejó un beso en mi mejilla.

—Yo también te quiero mi pequeña. —dije, dándole un beso en la frente.

Salí de la cocina y caminé en dirección a mi habitación. A veces no sabía quién era la madre, si ella o yo. Hailee solía ser muy estricta en cuanto a mis horas de sueño. A ella no le gustaba que me desvelara y verme como un zombi por la casa al día siguiente, ya nos había pasado.

Entré en mi habitación y rápidamente me lancé a mi cama. No tenía las fuerzas para ir a la ducha, ya me bañaría en la mañana, ahora solo quería dormir y recuperar mis horas perdidas de sueño.

*

— ¿A qué hora regresarás?—pregunté a Hailee que llevaba una pequeña mochila en su hombro.

Era viernes y los hijos de Clara habían planeado una pequeña fiesta en la piscina entre ellos esa tarde, y Hailee estaba emocionada, pues sería su primera fiesta con su nuevo grupo de amigos.

—No lo sé. Imagino que en la noche. —respondió, recogiéndose el cabello en una coleta.

—Está bien. —asentí, observándola.

—No te preocupes ma', estoy a un par de casas. Nada malo va a sucederme. —me dijo.

—Lo sé, es solo que...—sollocé. —Pronto cumplirás dieciséis. Estás creciendo y eso me duele.

Reí a carcajadas. Ella sabía levantarme el ánimo. Mi hija era lo mejor que me podría haber pasado en la vida, y cada día agradecía tenerla conmigo.

—Lo eres, cariño, lo eres. —suspiré, limpiando mis lágrimas. —Ahora... vete. Deben estar esperándote. —le dije.

—Me voy solo si me prometes que estarás bien y no llorarás. —pidió. —Lo haré, cariño. —respondí.

—Eso espero. —suspiró, halando las correas de su mochila. —Entonces... me voy... ¡te quiero mamá!—gritó desde la puerta.

—Yo también te quiero. —respondí, con mi voz más moderada.

La tarde la pasé recostada sobre el sillón, en la gran sala, viendo series en Netflix. Debía aprovechar ésta y la próxima semana, pues serían las últimas de mis vacaciones antes de entrar a trabajar en el New York Times.

A las cinco de la tarde decidí prepararme un sándwich, tenía mucha hambre, así que puse en pausa la película que estaba viendo: Golpe bajo de Adam Sandler, y me levanté. Fui a la cocina y como me di cuenta que con un sándwich no saciaría mi hambre, terminé preparándome cuatro de esos.

Iban a dar las ocho de la noche y Hailee aún no regresaba, imaginaba lo estaba disfrutando. En Miami ella no salía mucho, pues aunque fuera muy amiguera, y le gustara socializar como a su padre, me contaba que no tenía muchos amigos. Hasta que me enteré que en realidad ella había empezado a sufrir bullying, después de haber tenido un accidente en la cafetería, por lo cual, Andrew la cambio rápidamente de escuela.

El mudarse a New York y haber hecho buenos amigos tan rápido la tenía emocionada...

La tercera película que veía este día estaba por terminar, esta vez era una vieja de Jackie Chan; City Hunter. Amaba esta película, tenia de todo: comedia, acción... era genial.

Recogí todo mi desperdicio una vez acabo la película. Eran cuarto para las nueve y Hailee me había mandado un mensaje, avisándome que Clara les había pedido que se quedaran a cenar y tardaría un poco más pues verían una película. No le dije nada, además yo no tenía nada preparado y estaba llena de los sándwiches.

Terminé de limpiar la cocina y subí a mi habitación, hoy realmente descansé de mi trabajo y me di tiempo para mí misma.

Decidí que tomaría una ducha, entonces tomé mi toalla y me metí al baño. El agua caliente cayendo por mi cuerpo me relajaba, New York a estas horas era muy helado y aún no salía del baño cuando sentí que me congelaba.

Una vez tuve mi pijama puesto y me encontraba en la comodidad de mi cama, con el edredón hasta la barbilla, sentí el calor volver a mi cuerpo. Tomé el libro que estaba leyendo, La maravillosa vida breve de Oscar Wao de Junot Díaz y continúe mi lectura.

Habría leído la mitad de un capítulo de la primera parte del libro, cuando mi celular sonó. Era Justin, mi hermano.

—Hola hermanito. —saludé, emocionada.

—Mila...—pero esa no era la voz de mi hermano, era Selena. Y no se escuchaba nada bien.

—Sel ¿Qué sucede?—pregunté preocupada.

—Sinu está en el hospital—dijo, con voz agitada.

— ¿Qué? ¿Pero que le ha sucedido?—pregunté asustada.

—Ha tenido un infarto, la hemos traído a tiempo. —contó. —Pero ahora esta sedada y la tienen en observación. Justin me ha pedido que te llame, él está mal, igual que tu padre.

—Gracias Sel. —dije, levantándome de la cama. —Ahora mismo viajaremos Hailee y yo a Miami. —avisé.

—Está bien. —respondió.

—y Selena... no te preocupes, debes estar tranquila por el bebé. —le recordé a mi cuñada. Aunque creo que la nerviosa era yo, y no ella.

—Yo estoy bien Mila, el que me preocupa es tu hermano. Te necesita, ven pronto. —me pidió.

—En eso estoy, cariño. —respondí y colgué.

Tendría que ir a Miami, sin haber pasado ni siquiera una semana completa de mi mudanza.

Fui a mi armario y busqué mi maleta, lancé ropa al azar y luego la metí sin doblar, era lo de menos importancia ahora, debía salir rápido al aeropuerto.

Tomé mi cartera con todos mis documentos y los guardé en mi bolso de mano. Traté de tranquilizarme. Mi maleta ya estaba hecha, pero ahora debía llamar a Hailee. Suspiré con fuerza y me senté en la cama. Tomé el teléfono entre mis manos y busqué el contacto de mi hija.

Un timbre. Dos timbres.

Tres timbres, y contestó.

—Hola mamá. —dijo Hailee al otro lado del teléfono.

—Haiz, cariño...—suspiré, quedándome en silencio por unos segundos. —Chicos, ya regreso. —escuché a Hailee.

Ella sabía cuándo algo andaba mal, mi voz me delataba y ella me conocía muy bien. — ¿Qué sucede mamá?—preguntó con más seriedad.

—Yo... Selena acaba de llamarme del teléfono de tu tío. —empecé a contarle. —Bien... y ¿Qué te ha dicho?—preguntó.

—Hailee cariño... la abuela está en el hospital. —conté. — ¡¿Qué?!

—Tranquila cariño... ella ya está bien, Selena me dijo que la tienen en observación y esta sedada, pero tu tío y el abuelo están mal, iré a Miami, y no sé si tú quieras ir también, pero tampoco te puedo dejar.

—Yo...mamá... yo no quiero ir a Miami. —dijo.

— ¿Y si me quedo con los Jauregui?—preguntó.

—Tendrías que preguntarle a Clara, cariño, pero debe ser rápido. Tengo que irme al aeropuerto.

—Espérame un momento. —pidió.

Escuché unos pequeños murmullos, habrá pasado unos dos o tres minutos cuando volvieron a hablar al teléfono.

—Camila, soy Clara. No te preocupes cielo, Hailee puede quedarse con nosotros. —dijo ella.

—Clara, gracias, muchas gracias. —respondí, saliendo de mi habitación con mi bolso y mi maleta.

—No te preocupes, espero todo vaya bien. Supongo que dejaremos la cena para otra ocasión.

—Lo lamento tanto.

—No te preocupes por eso, ve con cuidado. —Claro, muchas gracias.

—Te paso a Hailee. —aviso. — ¿Y bien?—pregunto mi hija.

—Te quedarás con los Jauregui. —le dije y chilló de emoción. —Pórtate bien, por favor Haiz. —pedí.

—Yo siempre me porto bien, madre... ¡salúdame a los abuelos y a mis tíos!—dijo. —Está bien.

—Dile a la abuela que la quiero y que espero que se mejore pronto porque debe estar bien para mi fiesta de cumpleaños.

—Yo selo digo, adiós tequiero. —Tequiero mamá.

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