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Capítulo 99. La felicidad se palpa.

Los días fueron pasando y Bianca y Valeria no podían estar más felices. Eran una pareja más ante los ojos de todos y las dos estaban viviendo un sueño. Además Valeria iba casi a diario a casa de Bianca cuando salía de la universidad con Diana. Y muchas tardes Pamela se unía a ellas. Les gustaba pasar tiempo juntas. 

Bianca quería celebrar una tarde noche dicha felicidad con las personas que le importaban, así que quedó con Lola y Aitana, y con Valeria y Diana en un pub para tomar algo todas juntas después del trabajo. Ya había hablado con sus amigas sobre lo de Valeria, y éstas estaban muy felices por ellas dos. Querían ver feliz a Bianca y nunca antes la habían visto tan contenta. 

Diana le comentó a Valeria de ir juntas al pub, pero Valeria le dijo que iría antes a ver a Bianca al bufete, pues le quería dar una sorpresa a la abogada, y ya se irían juntas al pub. A Diana le pareció buena idea. Nunca antes había visto a su madre tan feliz. Y dicha felicidad se debía a Valeria. Ella lo tenía muy claro. 

Cuando acabaron en la universidad, Valeria fue directamente a su casa. Quería ir muy guapa a la quedada con todas, para llamar la atención de Bianca. Y quería darse una buena ducha antes. Cuando llegó a casa, estaba Pamela merendando mientras estudiaba.

-Hola Valeria. ¿Hoy sales con Diana y Bianca? Lástima que sea menor de edad, si no me apuntaba con vosotras. 

-Hola Pam, sí, hoy salimos. Y sí, es una pena pero ya sabes que eres invitada de honor en casa de Diana y de Bianca. Estoy muy feliz de haberlas conocido a las dos, la verdad. Son dos mujeres increíbles. He tenido mucha suerte de haberlas conocido. Sabes, yo creía que Bianca, con el porte que tiene y su estatus, era una mujer arrogante y estirada. Y resulta que es la mujer más sencilla y dulce que he conocido nunca. Estoy muy enamorada de ella, no lo puedo negar. Es una mujer con unos valores excepcionales.

-Tienes razón, me gusta hasta a mí, Valeria. Creo que es una mujer perfecta para ti. Ella también está loca por tus huesos y sé que nunca te haría daño. Y luego está Diana. La verdad que nos llevamos las cuatro muy bien. Es como un sueño ésto que estamos viviendo. 

-Lo sé Pam, quizás nos lo merezcamos, ¿no crees? Bueno, me voy a duchar, y me tengo que poner guapa. Quiero que Bianca me coma con la mirada. 

-Y te comerá, tranquila. Sabes que siempre lo hace. Igualmente quiero verte, así que esperaré a que te arregles para darte el visto bueno. 

-Gracias hermanita. Por cierto, ¿acaso estás estudiando?

-Sí, me he vuelto responsable. Quiero dar lo mejor de mí, y sé que voy a aprobar todo con la mejor nota. Me cansé de dar tan poco de mí misma. 

-Me alegro mucho por ti, Pam, eres una niña que vale mucho y sé que vas a ser lo que tú quieras ser. Y si te esfuerzas,mejor. Nadie regala nada. 

-Lo sé, Valeria. Tienes razón. El haber conocido a Bianca me ha hecho ver las cosas de otra manera. Ya te dije que quiero ser como ella. Y lo voy a ser. Quiero ser una mujer de éxito. 

-Sigue así y lo serás. Bueno, me voy directa a la ducha que si no se me va a hacer tarde.

Bianca estaba algo liada con Noelia en un caso algo complicado. Pero sabía que con ayuda de la abogada sacarían el caso adelante. Hacían buen equipo las dos juntas. Aún con ello, no paraba de mirar el reloj de su muñeca porque se moría de ganas de ver a Valeria. Ya estaba pensando en besar sus suaves y ricos labios, y en abrazarla. Cuando la tenía entre sus brazos se olvidaba de todo completamente y sólo se centraba en ellas dos. Y era un momento totalmente mágico para ella. 

Cuando Valeria salió ya arreglada de su habitación, Pamela se quedó pasmada. Su hermana parecía una modelo profesional. Tenía que reconocer que era muy guapa y tenía un cuerpazo. Llevaba un vestido muy ajustado a su perfecto cuerpo, con unas sandalias con unos tacones de unos ocho centímetros por lo menos y teniendo en cuenta que la joven ya medía un metro setenta y dos, parecía una modelo de pasarela. Además tenía una melena negra que llamaba la atención. Tenía muy claro que Bianca no iba a poder quitar la mirada de su preciosa hermana.

-¡Qué! ¿Cómo estoy?¿estoy guapa? Dime que sí, por favor. No tengo ganas de volver a cambiarme de ropa. Llevo media hora probándome vestidos. 

-Joder, Valeria, no, no te cambies más. Estás preciosa. Y no creo que sólo llames la atención de Bianca. Vas demasiado guapa, que lo sepas. 

-Seguro que lo dices porque eres mi hermana.

-Para nada, sabes que no es así. Si pareces una modelo. No tienes nada que envidiar a esas modelos famosas. 

-Bueno, pues gracias. Me voy a ir rápido que quiero pasar por una floristería y quiero comprarle una rosa a Bianca.- De repente se acordó de aquella tarde que le compró por primera vez una rosa a Bianca y acabó tirándola en una papelera porque vio a Noelia dándole un masaje a la abogada. Sólo esperaba que esta vez no viera nada raro en el despacho de su novia. 

-Pásalo bien, Valeria. 

Valeria salió de casa muy animada y feliz. Paró en una floristería cercana al bufete de Bianca y una vez que compró la rosa, la guardó en su bolso como hizo la otra vez. Fue directamente al bufete. Aún con todo, estaba algo nerviosa sin saber el por qué. 

Cuando entró en el edificio, fue directamente a la mujer de recepción. Le dijo que quería ver a la abogada y la recepcionista decidió llamar a Bianca, por si ésta estaba ocupada. 

Cuando Bianca recibió la llamada de la recepcionista y ésta le dijo que había una chica llamada Valeria preguntando por ella, de primeras se sorprendió mucho puesto que no esperaba que la joven se pasara por su despacho, y de segundas se alegró por la sorpresa que le había dado la joven. Y como ya casi había acabado con Noelia de hablar sobre el caso, le dijo a la recepcionista que la hiciera pasar. Además, ella también recordó lo que pasó la vez que la joven la fue a ver. Así que era el momento perfecto para hacerle ver a Valeria que no tenía nada de qué preocuparse estando Noelia trabajando con ella, puesto que pensaba poner a la joven en su sitio.

La recepcionista hizo subir a Valeria al despacho de Bianca, y la joven estaba feliz pero también algo nerviosa a la vez. No sabía con lo que se iba a encontrar, ni sabía si a Bianca le iba a sentar bien el que ella se presentara en su trabajo y sin avisar. Veríamos cómo se lo tomaba la abogada, porque no quería cagarla con ella. 

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