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Capítulo 96. Diana acepta la situación.

Cuando Diana y Pamela entraron en la cocina, se encontraron con las miradas sorprendidas de Bianca y Valeria. No entendían qué hacía Pamela con Diana, pero estaban a poco de saber qué estaba pasando ahí. Se quedaron estáticas en el sitio cuando las vieron aparecer a las dos juntas. La primera en hablar fue Diana. 

-Hola mamá, hola Valeria. ¿Cómo habéis pasado el día?- preguntó la joven muy sonriente. Pamela tenía también muy buen semblante. Cómo para no tenerlo. Ella sabía que Diana iba a aceptar la relación que su madre tenía con Valeria. Sólo quería verlas a las dos felices. Habían pasado todo el día juntas y a parte de pasar un buen día una con la otra, ya habían hablado largo y tendido de Bianca y Valeria. Y las dos estaban más que encantadas de que por fin esas dos mujeres iban a poder hacer pública su relación. 

Bianca miró a los ojos temerosos de Valeria y ésta le devolvió la mirada como pudo. Pero enseguida la abogada la relajó con su mirada, puesto que a la joven se le veía hecha un manojo de nervios por no saber qué iba a salir de ahí cuando las dos le contaran a Diana lo de su relación. Bianca tomaría las riendas de la situación, no quería que fuera la joven la que hablara primero, así que sin pensarlo dos veces, comenzó a hablar. 

-Hola cariño, ¿cómo fue tu día?Hola Pamela, la verdad es que no te esperaba por aquí, y menos con mi hija. 

Diana se acercó a su madre y la abrazó, lo mismo hizo con Valeria. 

-Pues veréis, Pamela y yo hemos pasado todo el día juntas. Y por cierto, hemos pasado un día estupendo. 

-Vaya, no sabía yo que os llevarais tan bien.- Dijo Bianca. Quería saber por qué las dos jóvenes habían pasado el día juntas. 

-Mamá la verdad es que yo la llamé esta mañana porque quería hablar con ella de algo muy importante.

-Ah, bueno. ¿Y de qué querías hablar con ella?

-De vosotras dos, mamá.

Valeria tragó saliva. Ella ya se olía que Diana sabía algo. Esperó pacientemente a que hablara la abogada. Seguro que ésta se enfrentaría a la situación mejor que ella. Además Pamela miró a su hermana con una mirada totalmente tranquilizadora. No quería que su hermana lo pasara mal pensando lo que no era acerca de Diana. 

-Bien, cariño, tú dirás - le contestó Bianca.

Valeria estaba de los nervios. No sabía por dónde iban a ir los tiros y eso la estaba consumiendo. 

-Mamá, ¿desde cuando estáis juntas, Valeria y tú?

Ahora sí no había vuelta atrás. 

-Diana, la verdad es que yo amo a Valeria. El primer día que la trajiste a casa, algo en ella me llamó imperiosamente la atención. Yo intenté no darle importancia a lo que ella despertó en mí cuando nuestras miradas se cruzaron. Cuando ella estaba mirando nuestras fotos colgadas en la pared, me acerqué a ella y sin saber por qué, mi cuerpo se estremeció. Aún así no le presté demasiada atención a lo que mi cuerpo me estaba advirtiendo. Pero poco a poco, conforme la ibas trayendo todas las tardes a casa, mi corazón comenzó a latir muy bravo por ella. Así de simple. Hasta que me di cuenta que me había enamorado de Valeria sin remedio y sin poder volver atrás. Y cuando me di cuenta que Valeria me correspondía, qué quieres que te diga, hija, ahí es cuando me di cuenta de lo mal que lo iba a pasar por ella y por ti. Porque pensaba que nunca aceptarías que tu madre saliera con una amiga tuya. 

Valeria estaba a punto de echarse a llorar. No sabía que la abogada ya sintiera mariposas en su estómago desde el primer momento que sus ojos se cruzaron. O que ésta se estremeciera cuando se colocó detrás de ella. Esa mujer era una completa caja de sorpresas. Joder, de haber sabido que Bianca sintió algo por ella desde el primer momento que se vieron, seguramente ella se hubiera dejado llevar mucho antes por lo que sentía por la abogada, puesto que lo que había descrito Bianca, era lo mismo que ella había sentido cuando la conoció.

-Mamá, estás muy equivocada. Sabes, no me puedo enfadar porque hayas encontrado a la mujer que a ti te hace feliz. Da igual que esa mujer tenga mi edad y sea mi mejor amiga. Porque a decir verdad, conociéndoos como os conozco, sé que vais a ser las dos muy felices porque os vais a llevar de maravilla. Sinceramente, aunque os lleváis muchos años, creo que estáis hechas la una para la otra. Sabes mamá, yo no quise abrir los ojos ante lo que tenía delante de mí. Pero luego me fui dando cuenta que tú estabas mucho más feliz y venías pronto de trabajar. Todo desde que Valeria comenzó a venir a casa. Y eso es lo que me vale a mí. Que seas capaz de no dedicarle toda tu vida al maldito trabajo, vivas y disfrutes lo bueno que nos da la vida. Y sé que ahora lo bueno que te ha dado ésta, es Valeria. Has cambiado mucho por ella, pero a mejor. El humor te ha cambiado, ahora sonríes mucho más y te veo más feliz. Así que si todo ello es por mi amiga, no seré yo la que te quite esa felicidad.

Bianca se emocionó por las palabras que soltó su hija por la boca. Joder, que sencillo era todo y lo complicado que parecía. Ni en sus mejores sueños se podía imaginar que su hija se lo tomara como se lo acababa de tomar. Así que fue directamente a abrazar a Diana y ésta, como no, abrazó a su madre con muchas ganas. Estaba deseando decirle a su madre que sólo le importaba verla feliz. Y por fin le había dicho todo lo que pensaba. 

Cuando Bianca soltó a su hija, ésta fue a abrazar a Valeria. Las dos se fundieron en un sincero y bonito abrazo, y Bianca creyó derretirse viendo a las dos mujeres que ella amaba abrazándose como lo estaban haciendo. 

Pamela lo miraba todo como una simple espectadora, hasta que Bianca la cogió de la mano y la llevó donde estaban las dos chicas abrazadas, para abrazarse las cuatro mujeres. Y es lo que hicieron. 

Valeria ya no pudo contenerse y se dejó llevar por la emoción, echándose a llorar con ganas. 

Ahora fue Bianca la que quiso abrazar sólo a Valeria. Acercó sus labios al oído de la joven y le dijo que la amaba por encima de todo. Cuando la joven se fue relajando poco a poco, Bianca se deshizo del abrazo y cogió de la mano a la joven, entrelazando sus dedos con los de ella. No quería soltarla. Nunca.

-Bueno, chicas, se me ocurre que ésto lo tenemos que celebrar, ¿qué te parece, Pamela?-Dijo eufórica Diana.

-Totalmente de acuerdo. Claro que tenemos que festejarlo. Yo pienso igual que tú, Diana. Yo ya sabía hace tiempo lo que había entre mi hermana y Bianca y siempre lo acepté. Yo también quiero ver feliz a mi hermana y es que amo a Bianca. Claro que la quiero para mi hermana. 

Las cuatro mujeres no podían estar más felices. Bianca tenía ganas de comerse a besos a Valeria, estaba totalmente exultante, pero tenía que relajarse delante de su hija y de Pamela. Era la mujer más feliz de la Tierra. Ahora sí. Ya no tendría que esconderse de su hija y podría invitar ella misma a Valeria a casa. Era imposible que las cosas fueran mejor de lo que habían ido. 

Bianca les pidió a Valeria y a Pamela que se quedaran a cenar con ellas, y estás aceptaron encantadas. Ese día iba a marcar un antes y un después en la vida de las cuatro mujeres. Ese día iba a ser el primero de muchos donde Valeria y Bianca iban a demostrar al mundo entero el amor que se profesaban una a la otra. Por fin iban a dejar de esconderse. Sólo faltaba decírselo Bianca a sus padres, pero conociéndolos, no creía que éstos se metieran en su vida, ya que nunca lo habían hecho y siempre respetaban las decisiones que su hija iba tomando a lo largo de su vida. De hecho cuando se quedó embarazada de Diana lejos de enfadarse con ella, enseguida buscaron una solución para que su hija pudiera seguir estudiando. Y nunca se lo echaron en cara ni se lo reprocharon. Ella siempre se sintió apoyada por los dos. Por lo que seguramente ahora sería exactamente lo mismo. 

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