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Capítulo 82. La gran decepción.

Cuando Bianca llegó a su despacho, más asqueada que otra cosa, dejó el portátil en su escritorio y lo encendió, mientras sacaba unos informes de su bolso. Esa mañana no tenía ninguna gana de trabajar. Si fuera por ella no se hubiera levantado ni de la cama, pero no era de las que se enfrentaban a los problemas quedándose entre las cuatro paredes de su habitación.

Lo primero que solía hacer nada más llegaba al trabajo era mirar el correo. Lo llevaba todo al día. Y ese día no iba a ser diferente. Eso sí, antes llamó a su secretaria para que le trajera un café bien cargado. Necesitaba despejarse y estar totalmente despierta para una reunión que tenía en unos minutos, ya que era ella la que tenía que hablar en dicha reunión.  

Tenía una docena de emails nuevos, y había uno con un destinatario que no conocía de nada, pero el título del email le llamó la atención. Ponía "fotos comprometidas". Decidió abrirlo el primero, y cuando comenzó a ver las fotos que había en ese correo, palideció al instante mientras le temblaban hasta las piernas. Justo cuando su compañero Carlos llamó a la puerta. 

Bianca estaba totalmente desencajada, pero aún así hizo pasar a Carlos. 

-Hola Carlos, buenos días - le saludó la abogada como pudo. Estaba bloqueada por haber visto las fotos de ese email. Solo esperaba que el abogado no notara nada en su propio rostro, porque este debía ser un poema en ese mismo instante. 

-Bianca, tenemos ahora la reunión, te estamos esperando en la sala de juntas.  Y quería recordarte que cuando acabemos la jornada me gustaría que vinieras a tomar unas copas.

-Claro, Carlos. Pero, ¿Te importa ir yendo tú a la reunión? Comenta que llegaré unos minutos tarde. Tengo que contestar un email muy importante.

-Sí, tranquila, te veo ahora.

Carlos salió del despacho de Bianca y cerró la puerta. Bianca se llevó las manos a su rostro, apretando las sienes con ambas manos. No se podía creer lo que sus ojos habían visto. De hecho volvió a mirar foto por foto de nuevo para cerciorarse que la que salía en esas fotos en ropa interior y dormida era Valeria. Joder, ¿Para eso se había quedado a dormir en casa de Eva? Encima de acostarse con Camila ésta la había humillado mandándole a ella fotos de Valeria durmiendo en ropa interior. ¿Pero a santo de qué esa chica le había mandado esas fotos?¿Y si no se las había mandado ella? A Bianca le iba a explotar la cabeza. Su cerebro iba a mil por hora. Si esa chica se había acostado con Valeria, no entendía por qué le había mandado a ella esas fotos. ¿Acaso Camila sabía algo sobre lo que tenían ellas y quería boicotear esa relación? Lo que Bianca sí tenía claro es lo que sus ojos habían visto en esas fotografías. Estaba muy decepcionada con Valeria, tanto que no le apetecía ni verla, porque de tenerla en frente de ella seguro que le soltaría algún improperio. Joder, le había roto el corazón. ¿Ahora cómo se iba a presentar en esa reunión con el corazón hecho añicos? Si era incapaz de pensar en lo que tenía que hablar en la reunión. Sólo podía pensar en el golpe que le había asestado Valeria acostándose con Camila. Eso no se lo esperaba de la joven, además ellas dos estaban bien juntas. No entendía por qué Valeria había hecho tal estupidez. ¿Acaso bebió mucho alcohol y se dejó llevar con Camila? Quería descubrirlo pero a la vez no quería volver a ver a Valeria. Por lo menos en ese momento, y para colmo tenía la cabeza totalmente centrada en la joven, pero al minuto llegó su secretaria con el café. Se tomó un parecetamol y se dirigió a la sala de juntas intentando centrarse en la puta reunión. Esa reunión iba a ser, sin duda, la reunión que más le iba a costar dar a Bianca. 

Cuando Valeria llegó a la universidad, nada más ató la bicicleta al poste, no pudo esperar más y le escribió a la abogada. 

"Hola guapísima, ayer te eché mucho de menos. Tengo muchas ganas de verte y de morder tus labios". 

Cuando escribió el mensaje, lo envió y acto seguido guardó el móvil en el bolsillo de sus jeans. Sabía que Bianca estaría reunida y tardaría en contestarle. A pesar de seguir con algo de resaca, estaba contenta porque seguramente vería más tarde a la abogada. Y de sólo pensar en ver ese precioso rostro, ella se ponía como loca de contenta. No podía evitarlo. 

Cuando llegó a la tercera clase, buscó a Diana y se acercó para sentarse al lado de ella. A su amiga la notó algo seria. 

-Hola Valeria. 

-Hola Diana. Perdona, no pude venir antes. Me dormí. Y para colmo me he despertado con resaca. Ayer debí beber más de la cuenta porque no me acuerdo de nada.

-Ah bueno, pero, ¿Dormiste en tu casa?

-No Diana. Hoy cuando abrí los ojos estaba en casa de Eva. En serio, no me acuerdo de nada. No entiendo qué hacía durmiendo en casa de Eva. 

-Ya veo, Valeria. Ya me contarás qué es lo que te traes con Camila, porque sé que no la aguantas pero sin embargo pasas tiempo con ella. No entiendo nada. 

Valeria tragó saliva. No sabía que decirle a su amiga para que no sospechara nada. Pero tenía razón Diana, parecía que ella le estaba ocultando algo. 

-Diana, tienes toda la razón. Sé que le gusto, sólo quiero que no se meta en mi vida. Eso intento, Diana, nada más. Y la única manera que tengo de que no se meta, es prestarle más atención de la que se merece por mi parte. 

-Ya. No lo sé, Valeria, sí es verdad que se nota a distancia que ella te va detrás. Pero también te digo que me resultó muy raro que te quisieras quedar con ellas ayer por la noche. Fíjate que hasta a mi madre le sorprendió.

Valeria se quedó pasmada cuando Diana le dijo eso. 

-¿A tu madre también le ha sorprendido?

-Sí, Valeria. Es que es raro. Lo normal era que te vinieras conmigo, y luego te lleváramos a tu casa. 

-Lo sé, Diana. Pero ella me está agobiando un poco. Y sólo quiero que me deje tranquila.

-Vaya, no lo sabía, Valeria. ¿Pero en qué sentido te está agobiando? ¿Puedo ayudarte?-Le preguntó Diana muy preocupada.

-Dame tiempo para decírtelo, ¿Vale? Cuando encuentre el momento adecuado, te lo diré, de verdad -Para Valeria aún no había llegado el momento de hablar con su amiga sobre lo que tenía con Bianca. Eso sí, tenía un nudo en el estómago por querer contarle todo a su amiga con pelos y señales y no poder hacerlo. 

-Está bien Valeria. Puedes contar conmigo siempre, ya lo sabes. 

-Sí, lo sé. Tranquila. Es mutuo.

El profesor llegó y comenzó la clase. Valeria sabía que Camila y Eva no iban a ir ese día a la universidad, por lo que esa mañana sí se relajó en parte, por no tener que verlas, pero le dejó preocupada que su amiga pensara que tenía algo que ver con Camila. Sólo esperaba poder decírselo pronto. Ya no podía más con tanta mentira y por no poder contar con Diana.

Cuando por fin acabaron las clases, Diana invitó a su casa a Valeria. Ésta le dijo que sí. Así podría ver a Bianca. Cuando acabó la última clase, miró el móvil y no tenía ningún mensaje de Bianca. Eso ya era muy raro, porque por muy ocupada que estuviera, seguro que podría haber sacado un minuto para contestarle el mensaje. Así que

Valeria se quedó pensando en por qué la abogada no le había contestado. 

-Gracias Valeria por decirme que sí, vamos a estar solas porque mi madre me acaba de escribir diciéndome que se iba a tomar algo con sus compañeros y que seguramente vendría tarde a casa. 

Valeria no se lo podía creer, joder, le acababa de escribir a Diana pero a ella no le había contestado el mensaje. ¿Estaría Bianca enfadada por algo que había hecho ella?¿O acaso ya se había cansado de lo que tenían las dos? La verdad es que no entendía nada de por qué Bianca había actuado de esa manera, porque estaba claro que el mensaje lo había leído pero no quería contestarle. Además la abogada iba a salir con sus compañeros, eso incluiría a Noelia. Cojonudo.

-A mí también me va a venir bien estar contigo. Lo que avisaré a Pamela. Pero a las ocho entro a trabajar.

-¿Quieres que la vayamos a buscar y así está con nosotras? No te preocupes, que a las ocho en punto estarás en tu puesto de trabajo. 

-No, tranquila, hoy cenaba Raquel en casa. Por lo menos Pamela no estará sola. 

Las dos jóvenes se dirigieron a casa de Diana, una en coche y la otra en su bicicleta. No tenían mucho tiempo para pasarlo juntas pero algo era algo, y a las dos amigas siempre les venía bien pasar todo el tiempo que pudieran una con la otra.

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