Capítulo 77. Una bonita sorpresa.
A Valeria se le hizo algo larga la tarde. Tenía ganas de ver a Bianca pero imaginó que ésta saldría tarde de trabajar. No quería presentarse en su trabajo para no crearle ningún problema, pero estaba contando las horas para poder verla. Finalmente decidió irse a su casa cuando salió de la universidad porque Diana había quedado en tomar algo con su abuelo.
Bianca no paraba de mirar su reloj constantemente. Quería irse ya a casa. Bueno, en realidad quería ver a Valeria. Y no se le ocurrió otra cosa que ir a su casa a verla. Necesitaba sentirla, olerla y besarla. Además Diana había quedado con el abuelo para tomar algo y seguramente llegaría tarde a casa.
La abogada se paró en una floristería, cogió un ramo de rosas y se dirigió a casa de Valeria algo nerviosa pero muy contenta a la vez.
Cuando Valeria llegó a casa, su hermana ya estaba esperándola.
-Hola Val, por fin solas. Bueno, cuenta, ¿Fuiste a ver a Bianca por la noche?
Las dos hermanas se sentaron juntas en el sofá. Pamela necesitaba saber cómo estaban las cosas entre Bianca y su hermana.
-Pues...Te hice caso, y fui. Y ha sido la segunda mejor noche de mi vida, Pamela. Sé que lo que esa mujer me hace sentir, no lo voy a sentir nunca por nadie. En serio, pero me cuesta creer que con sólo veinte años haya conocido al amor de mi vida.
-Bueno, Val, Bianca lo ha conocido con treinta y siete. Pero, no dormisteis juntas, ¿No? Eso ya sería arriesgar mucho y tentar a la suerte.
-¡Qué más quisiera yo que haber dormido con ella! No, estuvimos un par de horas juntas y ya me fui, muy a mi pesar, a dormir contigo. No podemos arriesgarnos tanto, tienes razón.
-¿Y cuándo se lo vais a decir a Diana?
-Cuando haya pasado todo lo de Pablo y ella esté completamente bien. No queremos desestabilizarla más. Pero tarde o temprano se lo vamos a decir. No veo el momento de que ese día llegue.
-Es lo que toca. Pero, os puede ir mal, como os puede ir bien, Valeria.
-Lo sé, la verdad que no he pensado en si Diana se lo toma muy mal. No sé qué haríamos. Imagino que iríamos Bianca y yo cada una por su lado. Tenemos claro lo importante que es Diana para las dos.
-Claro, Valeria, yo sólo espero que lo acepte, porque hacéis una pareja preciosa. Aunque sé que es difícil que tu madre esté saliendo con una amiga tuya de tu edad. En fin, Bianca me encanta para ti.
-Lo sé, si es perfecta, cómo no te va a encantar.
Cuando las dos hermanas reían, el timbre sonó sorprendiéndolas a las dos. No esperaban a nadie ninguna de las dos. Por lo que Valeria se levantó del sofá y fue a abrir la puerta. Cuando la abrió y vio a Bianca con un precioso ramo de rosas, sólo pudo abalanzarse sobre ella. A Bianca casi se le cae el ramo, pero le dio exactamente igual. Sólo quería abrazar a la joven y besarla. Desde luego si iban a acabar así las sorpresas que quería darle a Valeria, tendría que pensarse en darle más sorpresas más a menudo.
Valeria la besó con una ternura desmedida, y Bianca creyó derretirse en los brazos de la joven. Cuando por fin se separaron, a Bianca le sorprendió la reacción de Valeria si estaba su hermana en casa.
-Vaya, cariño, si sé que me vas a recibir así siempre que venga a verte, creo que voy a venir todos los días después de trabajar.
-Ummm, Bianca, yo estaré encantada de recibirte. Y el ramo de rosas, de verdad, gracias pero no era necesario.
-Claro que era necesario, no voy a venir a verte con los brazos vacíos. Te mereces ésto y mucho más.
-Gracias Bianca. ¿Y cómo es que te has animado a venir?
-La respuesta ya la sabes, pero igualmente te la diré. Me moría de ganas de verte. No lo he podido evitar. Estoy como una quinceañera conociendo a su primer y único amor.
Valeria volvió a besar a la abogada. Estaban las dos cegadas por el amor que se procesaban una a la otra. Le dio la mano a Bianca entrelazando unos dedos con otros.
-¿Entramos?-Preguntó Valeria.
-Sí, está Pamela, ¿verdad? La saludo y ya me voy, tendréis cosas que hacer las dos.
-¿Qué?¿Aún no has entrado y ya te quieres ir?
-No cariño, no me quiero ir, pero sí os quiero dejar a solas por si queréis hablar de vuestras cosas.
Las dos mujeres entraron en el apartamento, pero mientras entraban, Bianca intentó zafarse del agarre de la mano de Valeria. No quería que Pamela las viera porque no sabía que la joven supiera lo de ellas. Pero le sorprendió cuando Valeria aún la agarró más fuerte. No la iba a soltar por nada del mundo, y la abogada se tensó por no saber cómo iba a reaccionar Pamela cuando las viera de la mano.
Cuando las miradas de Pamela y de Bianca se cruzaron, Pamela le sonrió y se dirigió a ella para abrazarla. Bianca no se lo podía creer. La joven ya sabía lo que había entre su hermana y ella y parecía que estaba feliz por ello. Mejor no podían ir las cosas. Esa joven tenía solo quince años pero Bianca tenía muy claro que era una niña muy madura para la edad que tenía.
-Eh, Pamela, ¡Qué rico abrazo! Teniendo en cuenta que nos hemos visto esta mañana.
-Hola Bianca. Me alegro de verte en casa. Y me alegro de lo que tenéis tú y mi hermana. Sólo quiero que lo sepas.
Bianca se quedó muy sorprendida por las palabras de Pamela.
-No sabes lo feliz que me hace que nos aceptes, Pamela. Eres una niña muy respetuosa y muy madura. Yo quiero mucho a tu hermana y tengo la intención de seguir con ella, siempre que ella quiera seguir a mi lado, claro está - le dijo la abogada a Valeria, apretando suavemente el agarre de sus dedos con los de la joven - ahora sólo falta que Diana se lo tome igual que tú.
-Lo sé, Bianca. Veréis que lo tomará bien cuando llegue el momento de decírselo. Bueno, yo me voy a ir a mi habitación a escuchar algo de música. Os dejaré a solas. Gracias por venir, Bianca.
Pamela quería dejarlas a solas, porque sabía que su hermana se moría por besar a la abogada y sabía que estando ella delante no se atrevería a hacer nada con ella.
Cuando Pamela se metió en su habitación, Bianca se acercó más a Valeria. Le dolía no tenerla pegada a ella. La abrazó por la cintura mientras pegó su cuerpo al de la joven y comenzó a darle suaves besos por el cuello, erizando la piel de Valeria al instante.
-Ummm...Bianca... Qué rico besas, me pongo a mil si te tengo conmigo.
-Lo sé, Valeria. A ver si te piensas que tú no provocas nada en mí. Me gustaría ir ahora a tu habitación.
-¿A mi habitación? Está Pamela al lado, Bianca.
-Valeria, cariño, podemos ser muy silenciosas. Necesito hacerte mía.
-¿Ahora mismo lo necesitas?
-Ahora y siempre, ya lo sabes.
Valeria pasó por la puerta de la habitación de su hermana y en efecto se oía la música alta. Por lo que cogió de la mano a Bianca y la llevó a su habitación. Su hermana, tal y como tenía el volumen de la música, no escucharía nada si intimaba con Bianca. Ella también tenía muchas ganas de tener un orgasmo con la ayuda de la abogada, así que fueron directamente a la habitación de la joven.
Bianca quería tumbarse en la cama y que Valeria se pusiera a horcajadas sobre ella, pero la joven tenía otros planes.
Valeria empotró con cuidado a Bianca contra la pared. A ésta le sorprendió ese movimiento de la joven. Luego, ésta, mientras no dejaba de besar suavemente a Bianca, dirigió sus finos dedos a los botones de la blusa de la abogada y comenzó a desabrocharlos, mientras rozaba con sus nudillos la piel de Bianca. Ésta se mordió el labio para no comenzar a gemir. Cuando tenía su blusa abierta y sus pechos expuestos, Valeria comenzó a pasar su lengua por el canalillo de la mujer mientras apretaba un pecho con otro. Bianca, a esas alturas, estaba a punto de tener su primer orgasmo del día.
Valeria le subió la falda a Bianca y cuando vio las medias de encaje que ésta llevaba, creyó que la vista se le estaba nublando. La joven le levantó un muslo pasando la pierna por su cintura y apretándolo contra ésta. Lo acarició primero suavemente para luego apretarlo con cierta fuerza.
Bianca tuvo que hacer mucho acopio para no gemir como una loca, porque era lo que necesitaba hacer, dejarse llevar por la excitación que tenía encima. Igualmente las dos mujeres escuchaban la música de Pamela, por lo que ésta no estaría oyendo nada.
Valeria llevó sus dedos al interior del muslo de Bianca, y sin más preámbulos metió debajo de sus bragas la punta de sus dedos. Estaba fascinada con la humedad que percibió allí abajo.
La joven quería hacer sufrir un poco a Bianca, por lo que rozó sus genitales imperceptiblemente. Y luego retiró su mano de las bragas de Bianca.
-Valeria, por favor, vuelve a meter tus dedos de nuevo…-Le dijo Bianca susurrándole al oído.
-Ummm...Bianca, lo bueno se hace esperar.
-No cariño, yo no puedo esperar, me voy a correr ya mismo y necesito tus dedos ahí abajo, por favor.
No le quedó más remedio a Valeria que volver a meter los dedos debajo de las bragas de la abogada. Comenzó a acariciar en círculos sus genitales, dejándole los dedos empapados completamente, y antes de que Valeria introdrujera tres dedos en el interior de Bianca, ésta acabó mordiendo el cuello de Valeria para evitar así gritar cuando por fin llegó al clímax. Fue totalmente inevitable. La vagina de Bianca estaba palpitando a todo palpitar por lo que acababa de sentir en ese preciso instante al sentir los dedos de la joven rozar su propia piel.
-Joder Valeria, ¿Qué es lo que me estás haciendo? Un día de éstos vas a matarme. Ven amor, ahora te toca a ti.
-¿Yo? Tranquila, también tuve mi maravilloso orgasmo, lo que tú no te diste cuenta.
-Si no te toqué.
-Lo sé. No olvides que tengo veinte años y las hormonas totalmente descontroladas.
-Ya veo entonces -Bianca abrazó a Valeria posesivamente. Si pudiera ya estaría viviendo con ella. Se le hacía cuesta arriba no vivir con ella y estar viéndola a ratos durante el día. Era un suplicio ver a Valeria tan poco. Pero había que aguantar porque no quedaba otra - Valeria, cariño, creo que necesito decirte algo.
Valeria se tensó. No sabía qué le quería decir Bianca y le daba miedo que le dijera de no verse más. Aunque a decir verdad, Bianca se le veía muy feliz a su lado.
-Yo...Mis sentimientos han cambiado hacia ti.
-¿Qué?¿Qué significa eso, Bianca?
-Significa que mis sentimientos van a más. Y que a estas alturas de la película puedo decir que te quiero- le dijo Bianca mirándola a los ojos directamente. Esos ojos era imposible que fueran más expresivos. Y para colmo se bañaron de repente en lágrimas. -Eh, cariño, lo siento, pero es la verdad. Te quiero y es algo que ni puedo ni quiero evitar - Bianca levantó el mentón a la joven, puesto que esta lo bajó cuando comenzó a llorar. No quería que Bianca la viera emocionarse.
-Bianca, creo que es mutuo. Yo…. también te quiero.
Las dos mujeres se abrazaron durante unos largos segundos. No querían separarse, pero a Bianca se le estaba haciendo tarde. Así que no les quedó otra que romper ese precioso y tierno abrazo.
-Bueno cariño, hoy me toca hacer la cena a mí. Diana aún está con su abuelo. Así que, me tengo que ir. Ojalá no tuviera que separarme de ti…
-Y yo Bianca. Yo tampoco quiero separarme de ti. Sólo espero que el tiempo pase rápido y podamos mostrar nuestro amor delante de todo el mundo.
-Eso es lo que más deseo en esta vida.
Las dos mujeres se volvieron a abrazar y a besar. Les costaba un mundo entero separarse. Pero finalmente es lo que hicieron.
Bianca tocó a la puerta de Pamela. Quería despedirse de ella. Cuando la joven la vio en la puerta, se acercó a ella para abrazarla, y a la abogada le encantaba que Pamela la abrazara de esa forma. Esa niña era un amor y ya se estaba empezando a encariñar mucho con ella.
Cuando salió de esa casa, salió con una sonrisa totalmente triunfante. Sabía que tarde o temprano se llevaría a su casa a las dos hermanas. Esa era su intención. Y cuando se proponía algo, casi siempre lo conseguía. Sería cuestión de tiempo.
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