Capítulo 7. Sentimientos hacia ella
Bianca intentó no pensar más en la joven pero teniéndola en su propia casa y en bikini, sabía que eso iba a ser imposible.
Preparó la limonada como pudo y volvió de nuevo al jardín. Las dos jóvenes estaban tumbadas en las hamacas hablando de la fiesta del jueves. Bianca tragó saliva. Fue directa a dejar la limonada en la mesa y puso la excusa de los informes para marcharse de allí rápidamente. Y es lo que hizo, irse deprisa del jardín. No aguantaba ni un minuto más sin poder mirar a la joven como a ella le gustaría mirarla. Se estaba volviendo loca.
Se dirigió a su despacho y cerró la puerta. Sacó su portátil y lo encendió. Abrió el primer informe e intentó concentrarse pero le resultó imposible. Sólo tenía en su mente el joven cuerpo de esa chica.
Bianca llevó sus manos a su rostro. Mientras cerró los ojos intentó dejar la mente en blanco. Pero eso también era una tarea imposible. Joder, en buena hora Diana se había echado de amiga a esa joven. ¿Cómo iba a hacer para no sentir nada por ella? ¿Y qué es lo que ella sentía por esa joven? ¿Podía sentir algo tan pronto por otra persona, y más siendo una chica de veinte años? Su cabeza comenzó a hacerse una pregunta tras otra. Pero lo peor de todo es que no tenía respuesta para ninguna de ellas. La cabeza le comenzó a doler. Así que se levantó y se acercó a la ventana. Y cómo no, no fue buena idea ya que lo primero que vio fue a Valeria lanzarse a la piscina. Sin quererlo ella, inconscientemente tenía unas ganas irrefrenables de meterse en la piscina con esa maldita joven. De nuevo comenzó a sentir cierto cosquilleo entre sus piernas y eso la alarmó. Por lo que finalmente decidió darse una ducha. Tenía que parar lo que sentía por esa chica cuanto antes, si no quería acabar mal. Y además perjudicando a su hija. Diana era lo más importante que tenía en su vida y por nada en el mundo quería hacerle ningún daño. Y sabía que si seguía así iba a acabar haciéndoselo.
Al rato las jóvenes salieron de la piscina. Estaba anocheciendo y Valeria tenía que marcharse. Por lo que se dirigió directamente al baño para quitarse el bikini y vestirse. Iba pensando en sus cosas y sin darse cuenta casi chocó con Bianca.
Ésta tuvo que echarse para atrás al ver que la joven no la había visto y estuvo a punto de acabar encima de ella.
-Ups, perdone, señora...-Le dijo Valeria nada más levantó los ojos y vio que casi se dio de bruces con la mujer. De repente su cuerpo se volvió a tensar de sólo tener cerca a Bianca.
-Tranquila, Valeria. ¿Disfrutaste con Diana de la piscina?
-Sí, la verdad, no sabe cuánto lo he disfrutado. Así que muchas gracias por permitirme usarla.
-No tienes que dar las gracias, puedes venir cuando tú quieras. Diana está encantada de tenerte en casa. Y yo también lo estoy.
Las dos mujeres se miraron a los ojos. Les costó retirarse la mirada hasta que Bianca se dio cuenta que Valeria iba a acabar cogiendo frío si no se quitaba ese bikini y se vestía. Sin querer sus ojos se posaron unos segundos en los pechos de la joven, y ésta cuando sintió esa mirada gris puesta sobre sus pechos, sintió que todo su cuerpo ardía.
-Perdona Valeria, ve a cambiarte si no quieres coger frío.
-Sí...Señora. Y gracias.
-Por cierto, ¿Quieres quedarte a cenar con nosotras?
-No... Señora. Iré a cenar con mi hermana.
-Está bien... ¿Te llevo hoy también a tu casa?
-No será necesario. Prefiero irme con mi bicicleta, así mañana iré en bicicleta a la universidad- La joven se moría de ganas de que la mujer la llevara, pero sabía que se iba a poner tan nerviosa que era mejor evitar esa situación. No quería que Bianca pensara que era una joven tonta e inmadura.
-Ah, claro. Por supuesto. Entonces corre, cambiate. Iré a ver a Diana.
Bianca por fin consiguió dejar de mirarla y fue donde estaba su hija, mientras Valeria se metió en el baño para cambiarse.
-Hola mamá. ¿Acabaste ya los informes?- le preguntó Diana a su madre nada más la vio.
-No cariño, esta noche me va a tocar ponerme. No he conseguido concentrarme.
-¿Y eso? ¿Qué pasa? ¿Algún caso difícil?
-No, Diana. Nada de eso. Sólo que estoy cansada.
-Umm. ¿No será que tienes a alguien en la cabeza?
-No, no tengo a nadie. Sólo necesito descansar.
-Ya, descansar y salir. Hace tiempo que no sales, mamá. Y tienes treinta y siete años.
-Tú sólo quieres verme emparejada con alguien. Y sabes que eso no va a ocurrir. Tengo demasiadas cosas en la cabeza para estar ahora pensando en eso.
-Sí, tienes razón. Pero sé que nadie te va a aguantar. Entonces, sólo nos queda aguantarnos mutuamente. Pero vamos, que porque salgas a divertirte de vez en cuando no te va a pasar nada.
-Lo sé, hija. Este jueves o viernes igual salgo por ahí con Lola y Aitana. Pero sabes en qué plan salen ellas, y a mi no me gusta salir así.
-Bueno, no te pueden obligar a hacer algo que tú no quieres. ¿No crees?
-Sí, por supuesto. Ya te contaré al final qué hago. Si ganamos el próximo juicio que tenemos ellas querrán salir.
-Pues sal con ellas, mamá.
Justo apareció Valeria, y Diana y su madre la miraron las dos a la vez.
-Hola...Ya me cambié. Y bueno, yo ya me voy.
-Valeria, ¿Quieres que te acerque?- le preguntó Diana.
-No, tu mamá ya se ofreció. Pero prefiero irme con la bicicleta.
-Ah, claro. Vale. Pues cuando llegues a casa escríbeme, ¿vale?
-Si, por supuesto. Adiós. Nos vemos mañana.
La joven se despidió de las dos mujeres y salió de la casa apresuradamente. Necesitaba coger su bicicleta y ponerse a pedalear sin parar. Sólo así tal vez dejase de pensar en la madre de su amiga. La había visto especialmente guapa con ese traje que llevaba y esa camisa desabotonada, dejándole ver el comienzo de su bonito escote. Lo que haría por ver a esa mujer en ropa interior. Eso sí sería hacer realidad uno de sus mejores sueños. Pero sabía que sólo quedaría en eso, ya que si pensaba en su amiga no podía ni soñar en tener algo con su madre.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro