Capítulo 67. Intentando cambiar las cosas.
Valeria pasó muy mala tarde en la universidad. No se concentró lo más mínimo en las clases. No podía quitarse a la abogada de la cabeza. Sabía que debía disculparse con ella, por lo que estuvo pensando en cómo lo podía hacer. Además Camila no se separó de ella en ningún momento, llegando a agobiarla.
Esa tarde Diana no la invitó a su casa, por lo que decidió pasarse por el trabajo de Bianca y sorprenderla antes de que se fuera a celebrar con Noelia que ésta había ganado el juicio. Sabía que tenía que relajarse y confiar en la abogada. Aunque a decir verdad, Bianca sí le había dicho que le encantaba toda ella, pero en ningún momento habían hablado de tener algún tipo de relación entre ellas. ¿Y si Bianca sólo se quería divertir con ella?para una mujer madura seguro que era muy goloso acostarse con una chica de veinte años. Eso lo tendría que dejar claro con Bianca, porque ella no sólo quería eso con la abogada, en realidad lo quería todo.
Valeria por fin se quitó de encima a Camila, y ya en el parking acompañó a Diana hasta su coche. Ésta quiso acercarla a su casa pero Valeria le dijo que tenía que hacer unos recados. Se despidieron con un abrazo y Valeria se fue directamente a una floristería que había cerca del campus a comprar una rosa para Bianca ya que quería disculparse con ella y seguro que si le regalaba una rosa la abogada la perdonaría. O eso esperaba ella. Valeria guardó la rosa en su bolso ya que no quería avergonzar a Bianca, y menos en su lugar de trabajo.
Valeria cogió un autobús que la dejó en el centro de la ciudad. Ella sabía donde estaba el bufete de Bianca porque Diana se lo dijo un día. No le costó nada encontrarlo.
Cuando estaba ante la puerta del edificio, de repente se puso muy nerviosa, tenía miedo a la reacción de Bianca. No sabía si ésta estaría enfadada o no, por cómo se había ido ella de su casa. Estaba a unos minutos de averiguarlo.
Valeria entró en el hall y fue directamente a preguntarle a la mujer de recepción por Bianca. Valeria se identificó como amiga de la hija de la abogada, por lo que la recepcionista, en vez de llamar a Bianca para ver si la dejaba pasar, dio por hecho que la abogada no tenía ninguna cita en ese momento y le dijo en qué planta se encontraba ésta y cuál era su despacho. Valeria le dio las gracias y se dispuso a coger el ascensor.
Cuando las puertas del ascensor se abrieron, salieron varias personas trajeadas y bien arregladas, y Valeria se sintió mal al momento. Ella iba vestida de cualquier manera y desentonaba mucho en ese lugar. No quería ridiculizar a Bianca, sólo esperaba que la mujer estuviera sola en su despacho.
Salió del ascensor y buscó el despacho de Bianca. Cuando se fue acercando a éste, su corazón comenzó a latir con cierta rapidez. Iba a tocar a la puerta cuando se dio cuenta que ésta estaba algo abierta. Así que sin hacer ruido se asomó para ver si estaba la abogada. Y lo que vio allí dentro la dejó totalmente hundida.
Bianca se encontraba con Noelia. Estaban ellas dos solas. La abogada estaba dándole un masaje en los hombros a Bianca mientras las dos mujeres no paraban de reírse. Luego se fijó cómo Noelia se curvó sobre Bianca, poniéndole los pechos en la espalda de la mujer y dejando caer su bonita melena sobre el hombro de ésta.
De repente la ira se apoderó de Valeria, y como no quería montar una escena de celos, se dio media vuelta y se marchó corriendo. Y antes de salir del edificio, en la primera papelera que vio tiró la rosa que había comprado para Bianca.
Valeria salió del edificio hecha una furia. Necesitaba descargar la ira que llevaba dentro, pero lo único que pudo hacer fue echarse a llorar. De repente sintió como su corazón se hizo añicos. Nunca antes había sentido una sensación tan dolorosa, sólo la superó cuando se enteró que sus padres habían fallecido. La joven necesitaba desahogarse y hablar con alguien, y como Diana no era la más indicada, se fue corriendo hacia su casa. Seguro que Pamela la escucharía y aunque ésta fuera una cría, siempre le daba buenos consejos porque para la edad que tenía era bastante madura e inteligente.
Mientras en el despacho de Bianca, cuando Noelia le estaba dando el masaje, ésta se curvó un poco para decirle algo a Bianca en el oído, lo que aprovechó para besarle en el cuello. A Bianca ese beso la pilló desprevenida, y aunque tuvo que reconocer que le gustó mucho a pesar de ser éste breve, se levantó rápidamente de su silla separándose de Noelia.
-Perdona Noelia, creo que has confundido las cosas. Pero la culpa es mía por haber dejado que ésto avanzara. No debería haberte permitido que me dieras el masaje, joder, no paro de meter la pata.
-Vamos, Bianca, somos las dos mujeres adultas. No pasa nada porque te haya dado un masaje. Estás muy tensa y lo sabes. Si lo piensas, no ha pasado nada en realidad.
-Sí, lo sé. Pero también sé cuáles son tus intenciones conmigo y no está bien de mi parte darte esperanzas cuando las dos sabemos que no va a pasar nada entre nosotras.
-Bueno, eso es lo que piensas tú. Ya veremos si tiene que pasar algo entre tú y yo.
-Noelia, vamos a dejarlo aquí, por favor, deja ya de insistir - Bianca estaba a punto de perder la paciencia con la abogada.
-Pero nos vamos ahora a tomar una copa, ¿No? Recuerda que tenemos que celebrar que gané el juicio. Habíamos quedado en eso.
-Bueno, yo ya te di la enhorabuena, así que no, yo me voy a casa. Necesito ver a mi hija, llevo todo el día fuera de mi casa.
-Está bien, Bianca,tú ganas. Yo sí me voy a tomar una copa así que si finalmente te animas, llámame. Las dos podemos pasar una noche inolvidable. Y lo sabes.
-Sí, lo sé. Pero no quiero. Eso también lo sabes tú -¿Cómo podía ser la abogada tan persistente?
-Lo dicho, llámame si cambias de opinión.
Noelia salió del despacho de Bianca enfadada. No entendía cómo Bianca podía rechazarla una vez tras otra. Ella albergaba la posibilidad de que finalmente Bianca cayera, pero ésta parecía que tenía las cosas demasiado claras. Aunque ella seguiría intentándolo. No era mujer de tirar la toalla a la primera de cambio y creía que tarde o temprano su jefa se rendiría a sus encantos.
Bianca miró el móvil y tenía una llamada de Diana. Le hubiera encantado también tener un mensaje de Valeria, pero no tenía nada de ella. Llevaba sin saber de la joven desde que se despidieron en su casa y a decir verdad ya la estaba echando mucho de menos, por lo que tenía pensado hablar con Diana para invitar a cenar al día siguiente a Valeria y a Pamela en su casa, y esperaba que las dos dijeran que sí. Necesitaba ver a Valeria y besarla en los labios. Éstos eran como una droga para la abogada y no dejaba de pensar en ellos ni un segundo. Se los imaginaba bien húmedos mientras la lengua de Valeria los humedecía lentamente, joder, cuando pensaba en eso todo su cuerpo se estremecía, y esa sensación era sumamente placentera. De repente tenía ganas de masturbarse en su despacho, pero sabía que debía irse de allí rápidamente e ir a su casa para ver a Diana. Y es lo que hizo, recogió todas sus cosas y se fue directamente a su casa, dejando de lado la calentura que llevaba encima por estar pensando en Valeria.
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