
Capítulo 61. Felices a pesar de todo.
Eran las cinco y media de la mañana cuando Bianca abrió los ojos y miró la hora en su reloj de muñeca. Era hora de irse. La noche era húmeda pero la tormenta había dado una larga tregua en la madrugada.
Bianca necesitaba darse una ducha y cambiarse la ropa. Además, su hija la tenía que ver en casa cuando ésta se despertara. Así que después de mirar a Valeria desnuda y dormida durante un buen rato, por fin consiguió separarse de ese cuerpo tan perfecto y amoldable a ella. Se levantó de la cama y se vistió. Luego buscó un papel y un bolígrafo para dejarle a Valeria una nota, donde le decía:
"Preciosa, de tu debilidad me ha cautivado la fuerza de tu mirar. Esa sonrisa inocentemente perfecta que me sueles dedicar, la dulce voz que posees y el carácter que te mandas. Nunca te vi como a una niña, sino como a una mujer que anhelaba. Y para serte franca, es la primera vez que me pasa, que con el sólo toque y roce de nuestras manos, mi alma en paz se siente. Mi cuerpo tiembla y la felicidad por cada poro de mi piel se libera. Gracias por compartir conmigo la noche más especial de mi vida. Me muero por repetirla. Nuestros cuerpos se amoldaron uno al otro a la perfección. Me he ido a mi casa a ducharme y a ver a Diana. A las ocho y media vendré a recogerte para ir juntas a la comisaría y recoger a tu hermana. Nos vemos en un rato. Bianca."
Sólo le faltó decirle que la quería, pero si le escribía eso a Valeria, ésta podría asustarse, y esa no era la intención de Bianca. Aunque la abogada tenía muy claros sus sentimientos hacia la joven y sabía que a esas alturas ya la quería.
Bianca salió de casa de Valeria feliz por haber pasado la mejor noche de toda su vida, y algo triste porque le dolía separarse de ella. Además se fue sin darle un beso, pues no quería despertarla. Necesitaba tener el cuerpo desnudo de esa joven abrazado a ella. Había dormido unas pocas horas pero al haberlo hecho junto a Valeria, había sido igual que dormir ocho horas seguidas de tirón.
Bianca llegó a su casa y fue directamente a su habitación. Su hija aún seguía durmiendo, así que aprovechó a darse una ducha. Y mientras el chorro caliente caía por todo su cuerpo, comenzó a excitarse pensando en el cuerpo de Valeria. Ese cuerpo era perfecto y muy estimulante para ella. Y fue empezar a pensar en el cuerpo de Valeria, que Bianca ya estaba a punto de tener un orgasmo. Llevó su mano derecha a sus partes íntimas y con un poco de rozamiento con sus dedos, la mujer consiguió tener un orgasmo de órdago. Joder, en la vida había disfrutado tanto sexualmente hablando. Valeria la iba a llevar a la perdición, pero a ella le daba exactamente igual. Sólo quería disfrutar de estar con la joven, y si Valeria quería lo mismo, no sería ella la que se alejara de la joven.
Al rato consiguió salir de la ducha. Decidió ponerse unos jeans ajustados con un suéter también ajustado de manga corta. Se miró al espejo y le gustó mucho lo que vio. La ropa ajustada le quedaba muy bien puesto que le marcaba las curvas tan llamativas que tenía. Y sabía perfectamente que a Valeria esas curvas la hacían perderse.
A las siete de la mañana, Bianca bajó a preparar el desayuno. Y cuando ya lo tenía todo listo, iba a llamar a Diana justo cuando ésta apareció por la cocina.
-Hola mamá. Vaya, hoy tan temprano luces espectacular. Estás cómo...¿Exultante?
Era verdad que la abogada irradiaba felicidad por todos los poros de su piel.
-Umm, esos son los ojos con los que me miras, hija. Vamos a desayunar juntas - Bianca quería sacar el tema de Pablo con su hija, pero sabía que debía de buscar el momento idóneo para hacerlo. No quería que su hija se cerrara en banda. Lo que ella no sabía era que su hija necesitaba sacar el tema con ella cuanto antes.
-No mamá. Sabes que para la edad que tienes estás de muy buen ver. Te diría que estás mejor que yo. Por cierto, ¿Cómo fue lo que te salió ayer a última hora?
Bianca se tensó. Decidió decirle a su hija la verdad porque tarde o temprano se iba a enterar por Valeria.
-Cariño, siéntate, por favor. Verás, ayer cuando estaba a punto de salir del despacho me llamó Aitana y me dijo que su clienta había denunciado a Pamela por agresión. Así que sabiendo que a Pamela le iban a designar un abogado de oficio, le dije a Aitana que yo la defendería. Imaginé que Valeria lo estaría pasando mal. Así que decidí ayudarlas.
-Vaya mamá, ¿Y por qué no me lo habéis dicho ninguna de las dos? Sé que tú te bastas sola, pero a mí me hubiera gustado estar al lado de mi amiga. Pero conociéndote habrás estado con ella a su lado en todo momento -Si Diana supiera que sí, que literalmente no se había separado de ella en toda la noche...
-Lo sé, Diana. Pero por eso no te preocupes, pasó todo muy rápido. Pero Valeria se quedó tranquila. Yo estuve todo el tiempo con ella. Quédate tranquila tú también. Además, he quedado con ella en que iría a buscarla a las ocho y media para ir a ver a Pamela. Tengo que hablar con Aitana pero quiero pensar que la denunciante acabará quitando la denuncia, ya que ella también agredió a Pamela. Y además Aitana iba a interceder para que la quite.
-Entonces seguro que la retiran. Sois las mejores, mamá. Estoy muy orgullosa de ti. Pamela está en muy buenas manos.
-Lo sé, hija. Y sí, voy a sacar a Pamela de ahí, y si hay que pagar algo, lo pagaré yo.
-Gracias mamá. No esperaba menos de ti.
-Por cierto, cariño. Ayer te noté más animada que estos días atrás. Hoy estás desayunando todo lo que te he puesto. ¿A qué se debe ese cambio tan repentino? Llevabas tiempo casi sin comer...
Diana sabía que había llegado el momento de hablar con su madre. Así que se animó a contarle todo. Sabía que a ésta le iba a sentar mal el que no hubiera contado con ella, pero no sabía cómo hacerlo. Así que ahora era su oportunidad de cambiar las cosas.
-Verás mamá, no sé por dónde empezar. Ayer hablé con Valeria y me hizo ver que tenía que contar contigo. Así que, sé que es tarde, pero he necesitado sentirme segura para compartir mi problema contigo. Todo este tiempo atrás he estado sufriendo acoso por parte de Pablo. Hasta el punto de sufrir ansiedad y otras cosas más. Así que, creo que voy a necesitar ver a un psicólogo. Lo siento, mamá, siento todo lo que ha pasado y siento que te enteres ahora.
Bianca se levantó de la silla y fue a abrazar a su hija.
-Cariño, me hubiera gustado que me lo hubieras dicho antes, pero te doy las gracias por decírmelo. Eres muy valiente. Por lo menos has buscado el momento adecuado para compartirlo conmigo. Y por supuesto que vas a ir a un psicólogo. Creo que la prima de Aitana es psicóloga y tiene su propia clínica, ¿Quieres que hable con ella? Porque creo recordar que Aitana me dijo que era buena en los casos de estrés postraumático.
-¿Me harías el favor de hablar con ella?
-Por supuesto, hija. Y en cuanto a Pablo, creo que ha llegado el momento de hablar con él, ¿No te parece?
-Sí, pero sabes, lleva unos días que no sé nada de él. ¿Qué te parece si esperamos a que él vuelva a ponerse en contacto conmigo? Y si lo hace, yo te lo comunico y vas a hablar con él. Pero por si acaso, igual se ha decidido a dejarme tranquila, entonces es mejor no molestar a la bestia.
-Bien cariño, si así lo quieres, así lo haremos. Sabes que puedes contar conmigo para todo.
-Lo sé mamá. Y por cierto, no te enfades pero los exámenes me han ido muy mal. No tenía la cabeza para centrarme y estudiar.
-Me lo puedo imaginar. Tranquila, lo primero es lo primero. Ya aprobarás en septiembre. No hay problema con eso.
-Gracias, sí, cuando me recupere, sé que voy a volver a ser la de siempre y sé que en septiembre aprobaré todas las que he suspendido.
-Verás que sí. Bueno hija, vete a la universidad mientras yo voy a buscar a Valeria y vamos juntas a la comisaría. Hoy ella no irá a clases, ya le pasarás los apuntes.
-Vale. Igualmente ahora le escribiré a Valeria para decirle que cuente conmigo.
-Claro, hija. Hazlo. Yo le diré también que he hablado contigo. Bueno, que vayan bien las clases - Bianca volvió a abrazar a su hija. Por fin Diana se había abierto con ella y le había contado todo. Y ahora que sabía todo lo que su hija había estado pasando, sola, no pensaba separarse de ella ni un sólo instante. Ese hombre no iba a volver a hacerle más daño a lo que más quería ella. Le hervía la sangre de sólo pensar que Diana había tenido que pasar por tanto sola.
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