Capítulo 6. Unas vistas increíbles.
La mañana se les hizo algo larga a las dos jóvenes. Valeria se pegó toda la mañana pensando en el baño que se iba a dar en casa de su amiga. Para ella era algo muy excitante y estimulante. Y si se paraba a pensar, le encantaría que Bianca estuviera con ellas. Pero sabía que la mujer trabajaba mucho y eso iba a ser imposible. Además, si ella llegaba a estar con ellas, seguro que haría el ridículo como lo hizo el día anterior mostrándose tan tímida ante la mujer. Y seguro que ésta tenía una mala opinión de ella. Para colmo la vería en bikini, y no tenía ninguna gana de que esa mujer la viera sin ropa. Se iba a morir de vergüenza si eso ocurría. Mejor sería no pensar en eso, porque ahora ya se le estaban quitando las ganas de ir a bañarse con Diana.
Cuando acabaron las clases, las dos jóvenes se dirigieron al coche de Diana. Valeria no sabía que su amiga tuviera coche, pero si lo pensaba bien, su amiga no era la típica que iba en autobús o andando a la universidad. Y cuando vio el Mini que tenía Diana, tampoco le sorprendió, así que sin decir nada se subió al coche de su amiga.
Diana condujo en dirección a su casa. Aparcó el coche y las dos entraron en la casa.
-Valeria, por cierto, ¿Te queda bien el bikini? Puedes ir a ponértelo al baño, si quieres, porque imagino que no lo llevas encima.
-Gracias Diana, sí, ahora me cambio. Y ahora me dirás si me queda bien o no. Nos vemos en la piscina.
Diana se fue a cambiar a su habitación. Había salido una tarde muy calurosa y Diana sabía que iban a disfrutar mucho de la piscina.
Primero llegó Diana y cuando vio aparecer en bikini a su amiga, se quedó con la boca abierta.
-Vaya, Valeria, te queda perfecto, pareces una modelo. Recuérdame que no invite a Pablo cuando tú vengas a la piscina.
-Pero si a mí no me gustan los hombres, Diana. Por eso no te preocupes.
-Ya lo sé. Pero estoy segura que tú a él sí le vas a gustar. Es verdad que la ropa te queda divina, pero es que en bikini tienes un cuerpo precioso, en serio.
-Pues gracias, Diana. Pero por favor, deja ya de mirarme y vamos a bañarnos.
Las dos mujeres se lanzaron a la piscina como chiquillas. Se echaron sus risas e intentaron hacerse aguadillas una a la otra. Pasaron un buen rato dentro del agua hasta que ya estaban apoyadas en el borde de la piscina, cuando Valeria le preguntó a Diana:
-Oye, Diana, por cierto, ¿Qué edad tiene tu madre? Porque yo pensaba que ella era más mayor. Ayer me sorprendí cuando vi que era tan joven.
-Mi madre tiene treinta y siete. Me tuvo a los diecisiete. Un chico de su clase la dejó embarazada. Y bueno, por lo que sé mi madre estuvo pensando en abortar, pero mis abuelos le dijeron que ellos se harían cargo de mí con la condición de que ella siguiera estudiando para ser abogada. Y ella aceptó el trato de mis abuelos. Así que yo me he criado con mi abuelos en realidad, mientras mi madre se sacaba los estudios. Luego como ha estado siempre tan agradecida con mis abuelos, ella se esforzó mucho por sacarse los estudios con muy buenas notas. Y lo demás ya lo sabes. Ella está trabajando con mi abuelo en el bufete de la familia. Les va muy bien. Mi abuelo quiere que mi madre se haga cargo del negocio familiar.
-Claro, es lo suyo. Por cierto, me alegro que tu madre no tomara la mala decisión de abortar.
-Y yo... Sino ahora no estaríamos aquí bañándonos juntas. Y por cierto, ¿A que mi madre es muy guapa?
Valeria no se esperaba esa pregunta de su amiga. Pero le contestó lo más sincera que pudo.
-Sí lo es...Tienes una madre muy joven y muy guapa, la verdad. Si mi madre viviera, ella tendría ahora cuarenta y dos años. Me tuvo con veintidós- de repente Valeria se puso triste. Como tuvo que responsabilizarse de tantas cosas con dieciocho años, no le dio casi tiempo a aceptar la muerte de sus padres y por eso tenía pesadillas con ese dichoso accidente que le arrebató lo que ella más quería.
-Eh, Valeria, no te pongas triste. Sabes, esa tristeza se quita con una buena aguadilla...Verás. - Diana se acercó a su amiga, la cogió por detrás e intentó sumergirla hasta el fondo de la piscina.
Las dos jóvenes estaban disfrutando tanto que ninguna de las dos se percató de la llegada de Bianca.
Bianca había llegado temprano a casa porque esa semana tenía todo el trabajo del despacho bajo control. Y como sabía que pasaba poco tiempo con Diana, le apetecía verla y hacer algún plan con ella. Se hubiera bañado con su hija de no haber sido porque ésta ya estaba con su amiga Valeria en la piscina.
Dejó el maletín de trabajo en una silla y se dirigió hacia la piscina, mientras se quitaba la chaqueta de su traje y se desabotonaba un par de botones de la camisa que llevaba, ya que de repente comenzó a sudar sin saber por qué. Y cuando vio de lejos a Valeria salir de la piscina con ese cuerpazo de infarto, comenzó a sudar más si cabía. Joder, no era normal lo que la visión de esa chica le estaba provocando. Además sin ella quererlo sintió un cosquilleo en sus partes íntimas. Por lo que se sintió avergonzada al instante. No podía sentir algo así por una chica de sólo veinte años y amiga de su propia hija. ¿Cómo podía ocurrirle algo así? Si siempre había sido dueña de sus pensamientos. Pero es que esa chica tenía un cuerpo que era perfecto para su vista. Tenía unas marcadas caderas sin ser demasiado anchas, con una fina cintura y unos pechos que incitaban a ser observados durante horas si fuera necesario. Y mientras la mujer la miró de arriba a abajo, la joven la pilló mirándola y rápidamente se llevó inconscientemente los brazos a los pechos. De repente se sintió desnuda delante de la madre de su amiga. Y Bianca, ruborizada completamente, tuvo que desviar la mirada y dirigirla a su hija, mientras se estaba acercando a la piscina para saludar a las jóvenes.
-Hola chicas...Vaya, veo que estáis disfrutando mucho de la piscina. Además hace un calor asfixiante- dijo Bianca intentando no mirar a la amiga de su hija.
-Mamá, sí hace calor. ¿Por qué no te bañas con nosotras? El agua está perfecta.
-No cariño, os dejaré a solas. Yo tengo que mirar un par de informes, así que aún no he acabado de trabajar.
-Ah, bueno, pues terminalos. Aquí estaremos.
-Muy bien, por cierto, ¿Os traigo algo para beber?¿Una limonada?
Ambas jóvenes dijeron que sí a la limonada. Así que Bianca salió todo lo rápido que pudo del jardín y se dirigió hacia la cocina. Cuando ya se encontraba sola, soltó todo el aire que estaba reteniendo por los nervios que estaba pasando al tener a esa joven tan cerca de ella. No era posible que se pusiera así por ver o tener a esa chica cerca de ella. Y no era normal que se dejase provocar de esa manera por la amiga de su hija. Eso estaba muy mal y ella debía poner freno a ese sentimiento sin sentido.
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