Capítulo 57. Dejándonos llevar.
Justo cuando llegó a la calle dónde vivía Valeria, había un sitio para aparcar el coche, y la abogada, ni corta ni perezosa, es lo que hizo, aparcarlo. En ese mismo momento le dio un poco igual lo que pudiera pensar Valeria. Ella quería subir a casa de la joven y necesitaba que ésta la invitara.
Una vez ya el coche aparcado, Bianca tenía su mano derecha apoyada en la palanca de cambios, cuando de repente notó cómo el cálido muslo de la joven rozaba sus nudillos suavemente, y Bianca, sin querer, soltó un breve gemido, además de que su cuerpo se tensó irremediablemente. No se esperaba que la joven hiciera ese movimiento. Y para colmo, Valeria, a pesar de haber tocado con su piel los nudillos de Bianca de forma consciente, no retiró la pierna. Bianca comenzó a respirar entrecortadamente y Valeria se percató de ello. Por lo menos la joven no era la única hecha un manojo de nervios. Pero, ¿Estaría la abogada incómoda con ella? Valeria no quería molestarla por nada del mundo, pero se sentía tan bien tocando con su muslo los dedos de Bianca, que no quería mover todavía su pierna, además, a decir verdad Bianca no quitó la mano de la palanca. Eso tenía que significar que le estaba gustando el contacto, o por lo menos no le estaba incomodando.
-Bueno, Bianca, me tengo que ir…
-Sí, lo sé…-Le contestó la abogada sin retirar los ojos de los muslos de la joven. Ahora era ella la que estaba bloqueada.
A ninguna de las dos les salían las palabras correctas. Los nervios se apoderaron de las dos mujeres. Y Valeria seguía sin mover su pierna y sin salir del coche. Pero a Bianca no le importó, al contrario, estaba dispuesta a si la joven salía del coche, ella la cogería del brazo y no la dejaría marcharse. Se moría por robarle un beso.
Como Valeria seguía tocando los dedos de la abogada con su muslo, Bianca lo entendió como que a la joven le estaba gustando el roce. Así que retiró con cuidado la mano, y se animó a mover lentamente sus dedos sobre la piel de Valeria. Y ésta se erizó al instante de sentir los dedos de la abogada acariciándola.
Bianca estaba tan sumamente fascinada con lo que estaba pasando en ese mismo instante, que su mano se posó directamente en el muslo de Valeria. Y ésta lejos de retirar la pierna, aún la acercó más a la mano de Bianca.
Estaban las dos totalmente hechizadas. Mientras las dos mujeres no podían retirar sus lascivas miradas de la mano de Bianca, deseando las dos que ésta se diera vida, finalmente es lo que hizo la mano de la abogada. Comenzó a moverse sutil y suavemente por todo el muslo de la joven, comenzando por la rodilla, hasta ir subiendo por el interior del mismo. Valeria acabó abriendo las piernas. Sólo con ese contacto con la mano de Bianca iba a tener un orgasmo épico.
La mano de Bianca se estaba acercando peligrosamente a los jeans de la joven. Sus dedos juguetones llegaron a meterse debajo de éstos, hasta que con la punta de los dedos consiguió tocar las humedísimas bragas de Valeria. Y ahora no sólo era la joven la que iba a tener un orgasmo como pocos. Valeria abrió más las piernas y comenzó a gemir sin poder evitarlo. Bianca creyó estar enloqueciendo cuando sintió sus dedos húmedos acariciando los labios hinchados de la joven debajo de las bragas ya empapadas. La abogada los rozó suavemente para luego hacerlo con un poco más de fuerza puesto que necesitaba palpar esa carne hinchada sin ningún miramiento. Se moría por meter sus dedos por debajo de las bragas de Valeria, y justo cuando lo iba a hacer, escucharon a unos vecinos pasar por la calle, por lo que Bianca retiró su mano rápidamente. Las respiraciones de ambas estaban completamente agitadas. Pero Valeria necesitaba acabar lo que habían empezado, así como Bianca, por lo que se envalentonó y se animó a invitar a su casa a la abogada.
-Bueno... Yo...Bianca...Me preguntaba, si, si...Querrías que te invitara a tomar algo en mi casa…-Soltó Valeria de carrerilla y hasta tartamudeando un poco. Joder, ya estaba metiendo la pata con la abogada, y eso que aún no habían bajado ni del coche, pero, ¿qué más podía hacer estando como estaba?
-¿Estás segura que quieres que te acompañe? No quiero incomodarte - Bianca aún no sabía cómo había podido ser capaz de decir semejante estupidez puesto que ella se moría de ganas por subir con Valeria a su apartamento.
-No, claro que no me incomoda, al revés. Me gustaría que subiera conmigo.
Los ojos con las pupilas dilatadas de Valeria estaban invitando a Bianca a que subiera al apartamento de la joven sin hacer ninguna pregunta.
Bianca sólo pudo sonreír. No se lo podía creer. Entonces Valeria retiró con cuidado su pierna de la mano de Bianca, y ésta la miró a los ojos sin pestañear.
-¿Entonces?¿Te animas?
-Sí, claro que me animo. Subiré. Me tomo algo y me voy -Ni ella misma se creía lo que acababa de decirle a Valeria, porque no tenía la menor intención de tomarse algo e irse.
Las dos mujeres se bajaron del coche como hipnotizadas. ¿Eran conscientes de lo que podía llegar a pasar entre ellas? Las dos sabían que iban a estar a solas y que nadie las molestaría. Bianca se sentía muy dichosa. No sabía en realidad qué podía pasar entre esas cuatro paredes, pero por lo menos esperaba robarle aunque fuera un beso a Valeria. Seguro que la joven le correspondería. Si la había invitado a subir era por algo. Y ella muy gustosamente lo iba a descubrir. Y más con lo que acababa de pasar en el coche entre ellas. Había estado a punto de masturbar a la joven. Joder, Bianca estaba cachondísima y necesitaba bajarse el calentón que llevaba encima.
Bianca y Valeria subieron muy juntas en el ascensor. Las dos estaban muy excitadas. Hasta que salieron del mismo, y Valeria fue a abrir la puerta mientras Bianca se encontraba detrás y muy pegada a ella.
-Pasa, Bianca. Ponte cómoda. Yo me iré a cambiar. Y siento que mi casa no sea como la tuya.
-Valeria, estoy igual de a gusto aquí que en mi casa. Así que por eso no te preocupes.
Mientras Valeria fue a ponerse cómoda, Bianca se puso a mirar las fotos familiares que tenían las jóvenes repartidas por todo el salón. Salían en todas ellas con sus padres. Eran muy atractivos los dos. Las chicas se parecían mucho a su madre.
Y cuando Bianca escuchó a Valeria carraspear, se dio la vuelta y se quedó pasmada cuando vio a la joven sin los jeans, con la camiseta que llevaba antes pero sin brasier, y con su preciosa y espesa melena cubriéndole sus bonitos pechos.
-Ya me puse cómoda. No me gusta nada ir con la ropa de calle por casa. Pero, ¿Te incomoda que vaya así? Porque entonces me iré a poner algo más.
Bianca la miró de arriba a abajo, y tuvo que controlarse para no lanzarse sobre la joven. Pero a decir verdad, ahora era la abogada la que estaba paralizada, aunque su cabeza le dijera que se acercara a Valeria para besarla, su cuerpo no reaccionaba a las indicaciones provenientes del cerebro. Joder, nunca le había pasado algo semejante. La joven le gustaba tantísimo, que ella, sin quererlo se llegaba a bloquear, y ahora la quinceañera parecía ella.
-No, Valeria, si tú estás así cómoda, por mí perfecto. Diana hace igual que tú. Siempre va por casa con una camiseta y en bragas.
-Me alegro que no te incomode- le contestó la joven mordiéndose el labio inferior mientras Bianca no dejaba de mirarla. Valeria, al estar en su propio terreno, se envalentonó, porque ésta era la oportunidad que tenía de tener algo con esa espectacular mujer de la que llevaba ya un tiempo completamente enamorada. Había estado soñando con ese momento noche tras noche, y no sería ella la que hiciera por no llevar a cabo lo que llevaba soñando durante tanto tiempo atrás. Además, nunca había sentido nada parecido cuando Bianca le acarició el muslo en el coche, o cuando se besaron hacía algo más de un mes en su casa. Fueron unos momentos completamente mágicos y únicos, y quería repetirlos un millón de veces más, eso sí, siempre con la abogada.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro