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Capítulo 53. El estado de Diana

Un tiempo ya pasado los exámenes, volvieron las clases a su normalidad. Y Valeria quería adaptarse rápidamente a la rutina de siempre. Sabía que a Diana le habían ido mal los exámenes, y no entendía bien el por qué. Aunque podía olerse que tenía bastante que ver el acoso que estaba sufriendo por parte de Pablo.

Esa mañana, en la universidad, Valeria notó muy distraída y apática a su amiga, por lo que comenzó a preocuparse por ella. Esa no era la Diana de siempre, y le daba miedo ver en lo que se estaba convirtiendo su amiga en el mes que había pasado. Valeria estuvo pensando qué hacer para ayudar a su amiga, pero antes tenía que saber a ciencia cierta qué era lo que le pasaba. Y aunque tenía claro que no quería hablar con Bianca, sabía que entre las dos podrían ayudar a la joven. Así que Valeria estaba muy confundida por lo que debía hacer con respecto a Diana. En caso de ser necesario, tendría que anteponer a su amiga a sus propias necesidades, pero esa opción, para Valeria, se tomaría en última instancia de ser totalmente necesario para el bienestar de Diana.

-Diana, oye, sé que te fueron mal los exámenes, y bueno, me gustaría invitarte a tomar un café. Hace mucho que ya no voy a tu casa, ni quedamos, ni nos vemos. Y yo te he echado mucho de menos. ¿Qué dices?

-Gracias Valeria. Sí, me han ido mal los exámenes. Creo que sólo he aprobado uno. Pero ahora mismo es lo último que me preocupa. Aún no se lo he dicho a mi madre. No sé si pondrá el grito en el cielo, espero que me deje tranquila. Lo que menos necesito ahora es que ella me atosigue con las malditas notas.

-Bueno, vamos a la cafetería y me cuentas, ¿Vale?

-Valeria, me gustaría irme a casa. Hace mucho que no piso la cafetería.

-Vamos, Diana, me gustaría hablar contigo. Llevamos mucho tiempo sin hacerlo, ¿No crees?-Valeria necesitaba saber por qué su amiga estaba tan sumamente apagada. Además físicamente estaba más delgada y su rostro lucía unas ojeras considerables, las cuales no eran por no dormir un par de noches, sino que eran producto de muchas noches en vela y de un insomnio permanente.

-Está bien. Vamos.

Las dos jóvenes se dirigieron a paso ligero hacia la cafetería de la facultad, bajo la controladora mirada de Camila.

Esta vez fue a pedir las bebidas Valeria, mientras Diana se sentaba, y para su suerte, la camarera era una mujer de mediana edad. Valeria se relajó, no quería perder el tiempo hablando con la camarera mientras ésta le tiraba los trastos. Cuando la camarera le sirvió, pagó, y se dirigió con las bebidas donde estaba su amiga esperándola.

-Bueno, Diana, cuéntame qué ha pasado durante todo este mes que apenas nos hemos visto.

-Yo...Valeria, te he echado de menos.

-Lo sé, Diana. Yo también - Valeria se estaba empezando a sentir mal por haberle dado de lado a su amiga, poniéndole excusas para no ir a su casa y así no ver a su madre. Joder, ¿Cómo podía ser tan miserable? Había descuidado completamente a su amiga, y encima cuando ésta más la había necesitado. Tenía ganas de llorar y de encerrarse en su habitación. Pero más valía tarde que nunca, y sabiendo que Diana la necesitaba, no iba a salir corriendo. Se arrepentía de no haber estado ahí para su amiga. Sabía que el daño ya estaba hecho pero quería enmendar el error tan garrafal que había tenido con su amiga.-¿Por qué estás así? Te noto muy decaída.

-Y lo estoy en realidad. Me he encontrado muy sola todo este tiempo. Y Pablo no ha parado de llamarme y escribirme, pero he llegado a la conclusión de que creo que me lo merezco.

-¿Qué?¿Lo dices en serio?¿Cómo te vas a merecer que alguien te acose de esa manera? Eso no se lo merece nadie -Valeria no podía creer lo que estaba oyendo decir a su amiga. Esa chica no podía ser hija de Bianca. Si la abogada se enteraba de lo que su hija iba contando acerca de Pablo, seguro que se llevaría una gran decepción, conociéndola como la conocía, como también se echaría la culpa de no haber apoyado a su hija ahora que la necesitaba.

-Ya no estoy segura de nada, Valeria. Si él hace eso conmigo, será porque yo lo he provocado. Y bueno, perdóname si digo tonterías, pero llevo mucho tiempo durmiendo muy mal. Sufro de insomnio, Valeria. Entonces...Me cuesta mucho concentrarme en lo que hago, por eso me han ido mal los exámenes.

-Y tu madre no sabe nada, ¿Verdad?-Le preguntó Valeria muy angustiada.

Diana dirigió la mirada ausente hacia el suelo. Le costaba hablar de su madre, pero con Valeria quería ser sincera.

-Pues...No. Ella no sabe nada. Porque la conozco y sé cómo puede reaccionar si se entera que Pablo está haciendo lo que hace conmigo. Y no quiero que Pablo la pague con ella y pueda hacerle algo. En realidad no sé de lo que es capaz. Pero a mí ya me ha amenazado varias veces. Así que no quiero meter a mi madre en problemas.

-Pero Diana, ¿No ves que tu madre ya está metida en problemas, se lo digas o no? Si a ti te están haciendo daño, tu madre ya tiene un problema. Y estoy segura que ella querrá solucionarlo de la mejor forma posible.

-Entonces, Valeria, ¿Piensas que debí decírselo?

-Sí, es lo más sensato. Diana. Aún estás a tiempo. Tu madre y yo te vamos a ayudar a salir de esta mierda, ya lo verás. No puedes seguir así, Diana. Tú no eres como te estás mostrando ahora. Tú eras una chica feliz, alegre y peleona, y ahora te veo una chica con miedo y muy asustadiza.

Diana no pudo evitar echarse a llorar. Sabía que Valeria tenía razón en todo lo que había dicho. Y sabía que necesitaba ayuda externa. Ella sola no podía con el problema.

Valeria se levantó de su silla y se acercó a su amiga para abrazarla.

-Diana, cariño, vamos a buscar la solución para tu problema. Lo haremos juntas, ya lo verás -Y Diana, por fin, se sintió arropada y acompañada por su amiga. Todo este tiempo atrás la había echado mucho de menos, por no decir también todo lo que la había necesitado, pero ella sabía que Valeria era una joven con obligaciones y no quería ser un estorbo para su amiga.

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