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Capítulo 52. Pasado un mes...

Pasó justo un mes sin que Bianca y Valeria se vieran ni coincidieran en alguna parte. Cada una hacía su vida aún a pesar de seguir echándose de menos mutuamente.

Para ambas había sido un mes muy difícil, y se les había hecho muy largo, pero tenían que seguir con sus vidas. No podían anclarse en el pasado ninguna de las dos. Aunque a decir verdad, Bianca aún albergaba la esperanza de encontrarse en su casa a Valeria. Siempre que entraba por la puerta de su casa cuando llegaba de trabajar, su corazón comenzaba a latir con más fuerza, hasta que se daba de bruces con la realidad cuando veía que sólo estaba en casa Diana y la más completa decepción se apoderaba de ella.

En cuanto a Valeria, había ido esquivando día tras día el ir a casa de Diana poniendo de excusa a Pamela y los futuros exámenes. Y por lo menos estaba más tranquila sin el acoso de Camila en la universidad. Mientras pasara de Bianca y no la viera, pensaba que las cosas estarían tranquilas con su compañera, porque sabía que ésta la estaba vigilando. Y más de una vez Camila le dijo de salir juntas a tomar algo, pero Valeria se negó en rotundo. No quería quedar a solas con ella porque lo veía totalmente innecesario, además no quería darle esperanzas de ningún tipo. Y Camila, de momento, quería darle su espacio, pero se estaba empezando a cansar de tanto esperar, y para ella todo tenía un límite.

Valeria también notó rara a Pamela. Estaba muy irascible cuando intentaba hablar con ella, y ésta la esquivaba cuando Valeria quería saber cómo le estaba yendo en el instituto. Así que el tema del instituto se convirtió de la noche a la mañana en un tema tabú para las hermanas. A Valeria le frustraba estar estudiando trabajo social y no tener aún las herramientas necesarias para poder apoyar y ayudar a su hermana en caso de que ésta la necesitara. Pero Pamela no quería decirle lo que estaba viviendo en el instituto porque sabía que Valeria tenía muchos problemas de los que hacerse cargo, y ella no quería ser un problema más para su hermana. Bastante tenía Valeria con tanta responsabilidad, y además impuesta. Pamela pensaba que tenía bajo control todo lo que le estaba pasando en el instituto, pero en realidad estaba muy equivocada.

Y aunque Valeria lo estaba pasando mal tanto por Bianca como por su hermana, no todo iban a ser preocupaciones. También tenía la alegría de haber aprobado todas las asignaturas de ese cuatrimestre y con buena nota, por lo que la beca no peligraba. Pero ahora que habían terminado la época de los exámenes, se olía que Diana iba a volver a invitarla a ir a su casa, y no estaba mal encaminada. Valeria no sabía si sería capaz de seguir rechazando las invitaciones de su amiga, porque ella no era de piedra, y muy en el fondo de su cerebro, se moría por ver a la abogada aún sabiendo que era totalmente contraproducente para su salud mental.


Pablo se relajó algo con el acoso hacia Diana. Decidió espaciar las llamadas y mensajes a la joven, porque por mucho que la acosara, él no iba a conseguir lo que quería, que era volver con ella. Aún con todo, Diana estaba siempre en alerta. Le daba miedo encontrárselo por la calle o por la universidad, o incluso donde ella vivía, y comenzó a tener pesadillas con él. Diana empezó a desarrollar una actitud asustadiza, tenía dificultad para concentrarse, lo que le repercutió negativamente en los exámenes que hizo del cuatrimestre. Tenía sentimientos de culpabilidad, como también ansiedad, vergüenza, estrés y depresión. Y sólo salía de su casa para ir a la universidad. Ya desistió de invitar a Valeria para que fuera a su casa. Llegó un momento que prefería estar sola. Pero de eso Valeria aún no se había dado cuenta, por todo lo ocupada que había estado durante ese mes.

Bianca estaba muy preocupada por su hija, porque la veía más nerviosa de lo normal y estaba comiendo menos, pero cuando intentaba hablar con ella, ésta se cerraba en banda y no había manera de que soltara prenda. Bianca se culpabilizaba por estar trabajando tantas horas y no poder servirle de apoyo a su hija, y es que, en parte trabajaba tanto para estar siempre ocupada y no pensar tanto en Valeria. No quería dejar la mente en blanco porque rápidamente venía la joven a ocupar todos sus pensamientos.

Bianca estaba tan preocupada por su hija, que estaba pensando en que la joven fuera a un psicólogo. La abogada tenía claro que su hija lo necesitaba. Así pues, a Bianca se le sumó a la preocupación que tenía por su hija, la tristeza que le daba el no saber nada de Valeria. Tenía ese maldito beso que se dieron en casa de la joven incrustado en su cabeza. Además recordaba perfectamente cómo fue la joven la que dio ese primer beso profundizándolo, sintiendo en su estómago mil mariposas moviéndose y chocándose unas con otras. Y eso a Bianca la llenaba de orgullo, al saber que Valeria quería lo mismo que ella. Cuando cerraba los ojos siempre se imaginaba a Valeria acercar sus labios a los de ella mientras la lengua de la joven chupaba sus labios esperanzados y hambrientos. Además, muchas noches le venía a la cabeza cuando vio a la joven con esa camiseta de tirantes, que no dejaba nada a la imaginación, sin brasier, y mostrándole parte de sus nalgas tan bien formadas. Con ese pensamiento, Bianca solía relajarse cuando ya estaba en la cama preparada para dormir. No podía ni llegar a imaginarse si algún día llegaba el momento de juntar su cuerpo con el de la joven, haciéndolos uno sólo y gozando una con la otra. Estaba segura que si algún día tenía la oportunidad de hacer el amor con ella, no podría evitar echarse a llorar de la emoción que la embargaría por llevar tanto tiempo esperando a que eso sucediera. Pero sabía que, a pesar de ser una mujer madura y experimentada, con Valeria se sentiría una mujer torpe e indecisa. Y a Bianca la aterraba el pensar que se podía bloquear ante Valeria. Con la seguridad que mostraba en su día a día.

La abogada también tuvo que lidiar todo ese mes con las provocaciones e insinuaciones de Noelia. En el bufete se solía comportar, pero cuando salían a comer o a tomar algo con otros compañeros, Noelia era más descarada, pero nunca llegó a acosarla. Noelia era una mujer inteligente y sabía perfectamente donde estaban los límites, además de tener en cuenta que Bianca era su jefa, y por supuesto, no quería que Bianca la llegara a despedir. Pero Bianca ya no sabía qué hacer con ella. De momento estaba aguantando bien el tirón. Sabía que podía despedirla, pero reconocía que Noelia era muy buena abogada y se había adaptado a la perfección al bufete. Así pues, era necesaria para el bufete y no quería acabar despidiéndola por ese motivo.

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