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Capítulo 50. Cena entre amigas.

Bianca salió algo tarde de trabajar pero le dio tiempo de llegar a la hora acordada con sus amigas para cenar. Habían quedado en un restaurante al que solían ir con asiduidad. Era algo caro pero esa noche le tocaba elegir a Lola. A Bianca y a Aitana les daba igual lo que se gastaran mientras disfrutaran juntas de la noche. 

A Bianca le hubiera gustado mucho cenar en el restaurante de Valeria, pero sabía que esa noche la joven no trabajaba. Le estaba costando mucho esfuerzo el no verla ni saber de la joven, pero eso ya no dependía de ella, y lo único que quedaba era respetarla. 

Cuando Bianca llegó al restaurante, sus amigas ya estaban esperándola sentadas y tomando una copa de vino. 

-Vaya, Bianca, me ha contado un pajarito que tienes a una abogada nueva que está buenorra, ¿No te habrás entretenido con ella mientras nosotras estamos aquí esperándote?-Dijo Lola muy animada. Quería fastidiar un poco a su amiga. 

-¿Qué estás diciendo? No digas tonterías. Vaya Aitana, te falta tiempo para contarle. Y para vuestra información, hoy casi no la vi. Ya le he asignado un despacho para ella así que cada una está donde tiene que estar. 

-Pero, ¿Está buena o no? Vamos, sé sincera- siguió insistiendo Lola.

-Sí, está bien, se llama Noelia, además es guapa, y le gusto. Pero ya sabéis que no pienso hacer nada con alguien que trabaja conmigo. 

-En eso estoy de acuerdo, Bianca. Es mejor no mezclar las cosas - espetó Aitana.

-Sí, eso es. Que sea el bufete de mis padres no me da derecho para saltarme las normas. Yo soy su jefa y tengo que dar ejemplo. 

-Vaya vaya, Bianca, pero ¿qué pasa si echáis una cana al aire? No se tiene por qué enterar nadie- preguntó Lola.

-A ver, Lola, no estoy tan desesperada. A mí no me vale cualquiera. Ya lo sabes.

-Bueno, perdona, hasta ahora sí te valía cualquiera, pero el hecho de que estés enamorada de esa tal Valeria hace que no quieras follarte a todo lo que se menea. En realidad, la joven te ha hecho cambiar de parecer, Bianca. 

-Puede ser, Lola, no te digo que no. No puedo quitármela de la cabeza, hace días que no la veo y para mí está siendo un maldito suplicio.

-Joder, ¿En serio? ¡Quién te ha visto y quién te ve! Nunca antes habías estado así. No me lo esperaba de ti, la verdad. Aunque a decir verdad, a tu edad ya te tocaba saber lo que es pasarlo mal por amor. 

-Ni yo, Lola. En el amor no podemos elegir, creo. Me he ido enamorando de ella poco a poco. Cada rato que la he visto en mi casa me iba robando un trozo de mi corazón. Hasta ahora, que le pertenece completamente. Es algo que ojalá pudiera evitar, pero qué va, no puedo. Y os tengo que ser sincera, sólo pienso en trabajar para no pensar en ella. Así de mal estoy. En fin, ¿Pedimos?

-Joder Bianca, si estás mal. Tranquila, como con Noelia no quieres hacer nada porque trabajáis juntas, luego nos vamos a tomar unas copas y verás como se te pasan todas las penas cuando conozcas a alguna mujer deseosa de tenerte entre sus piernas.

-Conmigo no contéis. Ceno y me voy para casa. Estoy molida. En serio. Estoy teniendo unos días de locos. 

-Vaya, espero que no estés poniendo una excusa. 

-No, no la estoy poniendo, ¿A estas alturas no me conoces?

-Bueno, ven a tomar una copa y luego ya te dejamos tranquila, anda.

-Ya veremos. Vamos a pedir.

Las tres amigas estuvieron hablando sobre todo de temas de trabajo. Luego hablaron de temas diversos. Hasta que llegó la hora de pagar la cuenta. 

-Bueno, Bianca, ¿Te animas o no, a una copa?- preguntó Aitana pensando que su amiga finalmente iba a decir que sí. 

-Chicas, de verdad. Si me voy ya seguramente pillaré a Diana despierta. Además os dije que estoy cansada - Bianca sabía cómo acababan sus amigas cuando salían de copas y ella no estaba por la labor, de por lo menos esa noche, acabar como ellas. 

-Bueno, está bien, doña muerma. Ya nos divertiremos nosotras por ti. Quién te mandaría a ti ser madre con diecisiete años, en buena hora. 

-Lo sé, Lola, lo sé, no me lo mandó nadie pero sabes lo feliz que me hace tener a Diana, de hecho si volviera a tener diecisiete años la volvería a cagar de la misma manera, que lo sepas.  

-Si, lo sé. Anda, vete, dale un beso de nuestra parte.

-Gracias chicas, pasarlo bien y mañana me contáis. 

Bianca fue directamente a su coche y cuando se subió a él, pensó en lo bien que se lo había pasado con sus amigas y en lo mucho que las necesitaba. Había conseguido pasar un rato agradable y había pensado menos en Valeria. Eso era buena señal, o así lo creía ella. Hasta que llegó a su casa. Nada más abrió la puerta y fue para la cocina, enseguida percibió un olor a un perfume muy conocido por ella, que además la atraía y la envolvía en unas ganas inmensas de abrazar a la dueña de dicho perfume. De besarla y hacerla suya. Joder, había estado Valeria en su casa mientras ella estaba cenando con sus amigas. Se sintió muy frustrada. Ella quería verla pero estaba claro que, o hacía ella por verla, o eso no iba a ocurrir nunca. 

-Hola Diana, ¿Qué tal pasaste la tarde, cariño?

-Ey mamá, pensé que vendrías más tarde. Hoy tuve una buena tarde. Vino Valeria y pasamos un rato muy agradable. Sabes, ya la estaba echando de menos. Y se quedó a cenar. Se ha ido hace una hora o así. 

Joder, por una hora no la había visto. Y para colmo se había quedado a cenar. Esa chica no quería verla. A Bianca ya le había quedado claro. Tendría que comenzar a controlar sus sentimientos si no quería sufrir innecesariamente. Para esa chica ella no era importante. Sería un capricho para ella y poco más, y cuánto antes abriera los ojos, menor sería el golpe que se iba a acabar llevando.

-Cariño, si te parece me voy a cambiar y te cuento. Necesito quitarme esta ropa.

-Claro, mamá, me cuentas y ya me voy a dormir, que los ojos se me están empezando a cerrar. 

-Bien. Ahora vengo. 

Bianca se fue para la planta de arriba, directamente a su habitación. Y cuando entró en ella se quedó petrificada. Su habitación también olía a Valeria. ¿Acaso había bebido más de la cuenta y se imaginaba sentir el olor de Valeria por toda la casa?¿o era real que la joven sí había estado en su habitación? Y de ser así, ¿por qué Valeria se metería en su habitación? Joder, ahora sí estaba totalmente perdida. No sabía qué pensar ni qué hacer. Pero tenía que ser cierto, ya que apenas había bebido en la cena. De hecho estaba sobria.

Bianca se sentó en la cama, puso los codos en sus muslos y se tapó el rostro con las palmas de sus manos mientras suspiraba. El día que volviera a ver a la joven, le preguntaría por qué se metió en su habitación sin estar ella en casa. Sólo esperaba que la joven le dijera la verdad.

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