Capítulo 45. ¿La nueva ilusión de Bianca?.
Valeria acabó su jornada laboral y se dirigió hacia la universidad, aún le daba tiempo de dar las dos últimas clases del día. Además necesitaba los apuntes de Diana de las clases a las que no había podido ir.
La joven tenía ganas de irse directamente para su casa. No quería ver a nadie, y menos encontrarse con Camila. Simplemente la aborrecía. Sólo tenía ganas de pensar en cómo la había cagado una vez más con Bianca. Gracias a la abogada se había librado o de una buena bronca o de un posible despido, al tirarle la bebida encima. Y mientras, ésta lo único que hizo fue ayudarla, ella le contestó mal y a la abogada no le gustó la contestación que le dió. De eso ella ya se había dado cuenta. Cómo podía ser tan poco agradecida. Ahora se aborrecía a ella misma.
Las dos clases pasaron más o menos rápido, y cuando acabaron, Diana la invitó a su casa a tomar algo o a cenar, pero Valeria no quería volver a ver a Bianca después de cómo la había tratado en el restaurante, así que le dijo que esa tarde se encontraba cansada por haber trabajado.
Justo cuando se iban a despedir en el parking, apareció de la nada Camila.
-Hey chicas, ¿Ya os vais? Si apenas nos hemos visto hoy. Valeria, faltaste a las clases del mediodía.
-Sí, me llamaron para trabajar.
-Vaya, pensaba que te habías ausentado por otra cosa. Pero bueno, todo lo que sea trabajo, imagino que a ti te vendrá muy bien.
-Sí, así es. Bueno chicas, os dejo, me tengo que ir. Mañana nos vemos por aquí - dijo Camila mirando a Valeria.
-Sí, mañana nos vemos- le contestó Diana. Ésta necesitaba hablar con Valeria por el tema de Pablo ya que las amenazas de éste se estaban endureciendo, y ella cada vez tenía más miedo. Necesitaba el apoyo de Valeria para sobrellevar dicho acoso. Ya que le estaba afectando al sueño y en la alimentación. Ahora no era capaz de dormir cuatro horas seguidas y había días que se saltaba alguna comida.
Las tres chicas se despidieron y se fueron cada una por su lado. Camila no sabía si creer a Valeria con la excusa que había puesto del trabajo, pero a decir verdad no podía saber qué había hecho para no acudir a las clases, teniendo en cuenta que Valeria no se saltaba ninguna clase. Tendría que poner más atención en los futuros movimientos de la joven.
Valeria llegó a su casa cansada y disgustada. Tenía que recoger un poco la casa, hacer la cena y copiar los apuntes de Diana, y esa tarde no tenía cuerpo para nada. Pero tuvo que reconocer que lo mejor era estar ocupada, para no tener constantemente a Bianca en su cabeza. Ya estaba dudando si la mujer se estaba convirtiendo en una obsesión para ella, porque como nunca había experimentado algo igual, no veía normal pensar a todas horas en Bianca.
Mientras hacía la cena y esperaba a que llegara Pamela, comenzó a tener claro que necesitaba poner distancia con la abogada. El verla y tener que tratarla de cualquier manera, no era sano para ella. Luego se quedaba peor de lo que ya estaba. Pero sabía que lo tenía muy difícil siendo Diana su hija. Porque a Diana sí quería seguir viéndola como hasta ahora. No quería cambiar la relación de amistad que tenía con ella. No podía alejar a la única amiga de verdad que tenía. La necesitaba, y sabía que Diana también la necesitaba a ella.
Bianca llegó a su casa y lo primero que hizo fue saludar a su hija. Ésta se encontraba haciendo la cena.
-Hola cariño, umm, huele muy bien.
-Mamá, vete a cambiar mientras termino de hacer la cena. ¿Cómo fue tu día? El abuelo me ha dicho que hoy has estado todo el día con una nueva abogada.
-Sí, así es. Hoy no me he aburrido.
-Me alegro. ¿Es buena, mamá?
-Sí lo es. El abuelo tiene buen ojo a la hora de contratar a la gente. Sabes, comí con ella en el restaurante de Valeria. Y bueno, vi a tu amiga. No pensé encontrármela.
-Sí, hoy tuvo que sustituir a una compañera. El dinero ya sabes que le viene muy bien. ¿Y cómo es que comiste con la nueva abogada allí? ¿Acaso te gusta? Porque nunca haces eso. Nunca invitas a un abogado a comer el primer día.
-Diana, no veo por qué no puedo invitarla. Reconozco que Noelia, que así se llama la abogada, es guapa. Es rubia y tiene unos ojos muy bonitos, pero cariño, ya sabes lo que pienso de mezclar lo laboral con el placer. Además, yo soy su jefa.
-Lo sé mamá, sé cómo eres y me parece bien. Pero tampoco pasaría nada por echar una canita al aire. ¿No crees?- A Diana de repente le dieron ganas de conocer a esa abogada nueva. Si su madre reconocía que era guapa, quizás podría tener algo con ella y así su madre podría disfrutar un poco aparte de estar todo el día trabajando. - ¿Y has visto algún atisbo de que ella sea lesbiana?
-Diana, no todas las mujeres son lesbianas o todas se sienten atraídas por tu madre, pero, a decir verdad, puede ser que ella se sienta un poco atraída por mí, porque a veces la he pillado mirándome de una manera, que sí, que cabe la posibilidad de que yo le guste un poco. Vamos, creo que sí le gustan las mujeres.
Diana se alegró por lo que acababa de decir su madre. Si la nueva abogada se sentía atraída por su madre, y a su madre le parecía guapa, quizás con el paso del tiempo podría surgir algo entre ellas. Así que dejaría al tiempo hacer de las suyas.
Bianca se fue a cambiar de ropa mientras Diana ponía la mesa y acababa de preparar la cena. A la abogada le apetecía mucho compartir tiempo con su hija, y le iba a venir muy bien para distraerse y para dejar la mente en blanco. Que era lo que realmente necesitaba.
Las dos cenaron mientras conversaban de unas cosas y otras. Luego, Diana le dijo a su madre de ver juntas una película y a Bianca le pareció muy buena idea, por lo que eligieron una película que a las dos les apetecía ver.
Mientras estaban viendo la película, el teléfono de Diana no paraba de sonar. Diana palideció cuando vio que era Pablo de nuevo, y conociéndolo no iba a dejar de insistir, así que acabó silenciándolo. A Bianca no le pasó desapercibido el nerviosismo de su hija cuando silenció el teléfono.
-Vaya, Diana, la persona que te está llamando es muy insistente. ¿No?
-Tranquila mamá, son mis amigas - Diana le mintió a su madre. Aunque sabía que su madre no se creía tal mentira. Sólo quería que dejara de preguntarle.
-Bien. Pero…¿Está todo bien con ellas?,¿Especialmente con Valeria?
-Sí, claro. Tranquila. Hoy vino a la universidad después de trabajar y cuando acabaron las clases le pregunté si quería venir a cenar a casa pero me dijo que estaba cansada.
-Ya. Bueno, mientras esté todo bien con ella…
-¿Seguimos viendo la película? Si nos ponemos a hablar se nos hará tarde.
-Claro. Tienes razón.
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