A la mañana siguiente, Bianca se levantó muy apagada y sin ganas de ir a trabajar, y para colmo iba a tener a una nueva abogada pegada a ella todo el santo día. Eso sí iba a ser tedioso para ella. 

Esa mañana se puso unos jeans ajustados, con una blusa de seda muy fina y una chaqueta informal, con unas buenas botas con tacón. Se pusiera lo que se pusiera, siempre llamaba la atención. Se puso algo de maquillaje y se recogió el cabello en una coleta alta.

-Vaya mamá, luces espectacular. ¿Estás segura que vas a trabajar?- Le preguntó Diana cuando vio aparecer en la cocina a su madre.

-Claro que voy a trabajar, ¿A dónde te crees que voy a las ocho de la mañana?- le contestó Bianca sonriendo a su hija. 

-Lo sé, pero hoy aunque vas algo más informal que de normal, vas muy guapa. 

-Gracias hija, pero ya será para menos. Hoy empieza una nueva abogada. La ha contratado el abuelo. Así que hoy estaré entretenida explicándole cómo funciona todo. 

-¿Entonces llegarás tarde?

-No lo sé. Espero que no. Tengo ganas de hacer cosas contigo. 

-Y yo. Bueno, me voy a duchar y a vestirme, que he quedado en una hora con Valeria en la cafetería de la facultad.

-Bien cariño, yo me voy. Luego nos vemos, y saluda a Valeria de mi parte -Ojalá fuera ella la que viera a Valeria y pudiera saludarla a la cara. Se le estaba haciendo cuesta arriba el saber que la joven la rehuía. 

-Claro mamá. Descuida. 

Bianca llegó antes al bufete. Quería saber más cosas de la nueva abogada, ya que su padre no había contado con ella para la búsqueda de un nuevo abogado porque sabía que su hija estaba hasta arriba de trabajo y como estaba a punto de jubilarse y había delegado todo el trabajo en su hija, él podía encargarse perfectamente de las nuevas incorporaciones y contrataciones. 

Cuando Bianca leyó el currículum de la nueva abogada, quedó gratamente sorprendida. Era una mujer de treinta y tres años con una formación bastante amplia y con una experiencia perfecta para lo que ellos estaban buscando, además tenía unas buenas recomendaciones y un expediente inmaculado.

A las nueve iba a llegar la nueva abogada. Eran las ocho y cuarenta y cinco cuando la secretaria de Bianca la llamó por teléfono para indicarle que la nueva abogada había llegado. Bianca le dijo que la hiciera pasar. Ya era un punto positivo para la mujer el llegar antes de hora acordada.

La abogada tocó en la puerta de Bianca, y ésta la hizo pasar. 

Cuando Bianca la vio entrar, no pudo evitar mirarla de arriba abajo. Era una mujer muy guapa, con una bonita melena rubia y unos ojos azules preciosos. Iba vestida con un traje caro de chaqueta y pantalón, y estaba claro que le gustaba vestir bien. Era una mujer muy femenina. 

Pero para la abogada, Bianca también le llamó la atención, pues le resultó una mujer muy atractiva y además denotaba mucha seguridad en sí misma. Y eso a ella le encantaba. 

-Hola, soy Noelia, la nueva abogada. Encantada, Bianca- Noelia le tendió la mano y Bianca le devolvió el saludo dándole la mano. A Noelia le estremeció el contacto de ambas manos. Las dos mujeres se miraron a los ojos más tiempo del debido. A las dos les costó retirar la mirada. 

Bianca la hizo sentarse y le explicó un poco por encima cuales iban a ser sus funciones en el bufete. Su padre ya le había explicado las condiciones laborales y a Noelia le parecieron correctas. 

Después de llevar toda la mañana juntas, Bianca quería ser amable con Noelia, por lo que la invitó a comer con ella, y ésta no podía estar más contenta. Estaba claro que a Noelia le había gustado mucho Bianca, y si ésta la invitaba a comer, ella no le iba a decir que no. Le agradaba la idea de pasar tiempo con Bianca fuera del bufete. Ella era lesbiana y estaba soltera, y Bianca estaba de muy buen ver. Tendría que descubrir si su nueva jefa tenía los mismos gustos que ella, aunque siempre había tenido claro que no quería involucrarse con alguien del trabajo, y menos si se trataba de su jefa. 

Bianca pensó en llevarla al restaurante donde trabajaba Valeria ya que lo tenía a diez minutos de su despacho andando. Total era mediodía y Valeria trabajaba los fines de semana y sólo daba cenas. Así que no tendría por qué verla. Lo que ella no sabía ni se podía esperar que justo la habían llamado del restaurante porque una compañera se había puesto enferma y necesitaban que ella la cubriera. 

Valeria se arregló para ir a la universidad como siempre y cuando estaba saliendo de su casa, recibió una  llamada del restaurante pidiéndole que fuera a trabajar ese mediodía porque una compañera suya estaba enferma. Valeria necesitaba el dinero por lo que dijo que sí sin pensárselo. Llamó a Diana para decirle que al mediodía se saltaría algunas clases porque tenía que trabajar y ésta le dijo que no se preocupara que ella le pasaría los apuntes. Así que la joven tenía todo bajo control.

La mañana pasó rápida para las abogadas, entre papeleos y llamadas que tenían que hacer. Bianca ya había hecho una reserva para dos en el restaurante, puesto que sabía que se llenaba y había que reservar. Justo antes de salir con Noelia de su despacho, recibió una llamada de Aitana. Ésta le dijo que por la tarde se pasaría por el bufete y a Bianca le pareció buena idea, ya que tenía ganas de hablar con su amiga. 

Bianca y Noelia fueron andando hasta el restaurante. Hacía buena tarde y a las dos mujeres les gustaba caminar a pesar de llevar ambas tacones. Ya estaban más que acostumbradas a ellos. 

Noelia había estado toda la mañana pegada a Bianca y ya sabía que se sentía atraída por ella. Además se fijó que no llevaba alianza, por lo que seguramente estaría soltera. Ahora sólo le faltaba saber si tenía pareja y si era lesbiana también. Eso intentaría descubrirlo en la comida.

Las dos mujeres se dirigieron al restaurante hablando de forma animada. Parecía que se habían caído bien. Y a Bianca le venía bien tener compañía para no tener que pensar en Valeria constantemente.