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Capítulo 35. Un dulce beso, y más (25/2).

Una vez ya dentro, Bianca cogió de la mano a Valeria y tiró de ella, hasta conseguir pegar el cuerpo con el de la joven. 

-Valeria, me muero porque hagas lo que hiciste ayer.

-¿Y qué hice ayer, señora? Porque a decir verdad, no lo recuerdo- le contestó una Valeria muy cachonda. 

-Umm, para empezar llámame Bianca, por favor. Y para continuar, ¿Estás segura que no lo recuerdas? Entonces yo te lo recordaré - Bianca empotró a Valeria contra la pared, como había hecho la tarde anterior, y volvió a acercar sus labios a los de la joven, mientras le decía con un tono de voz muy bajo -¿Empiezas a recordarlo,Valeria?

-Sí, claro que recuerdo, Bianca- Mientras le decía eso a la abogada, chupó con la punta de su lengua los expectantes labios de la mujer. Esos labios eran pura delicia para Valeria y quería recrearse en ellos todo el tiempo que fuera necesario. 

Bianca estaba como nunca de agitada. Todo lo que su cuerpo podía sentir con una simple lamida de la lengua de Valeria. Esa chica era capaz de hacer magia con cualquier parte de su cuerpo. Y Bianca era muy consciente de ello. 

La abogada se atrevió a besar a la joven con una excesiva pasión, pero era lo que Valeria le provocaba, ni más ni menos. Juntó su cuerpo con el de la joven, aprisionándola contra la pared. 

Mientras no dejaban de besarse con un deseo que no podían controlar ninguna de las dos, Bianca llevó sus manos a los muslos de Valeria. Empleó todo el tiempo necesario, hasta que fue subiéndole el vestido poco a poco. Juntó sus jeans a las bragas de Valeria, hasta que ya no pudo más y dirigió sus dedos a las partes íntimas de la joven. 

-Valeria, ¿Cómo puedes estar tan mojada?-Todavía la prendió más cuando sus dedos notaron las bragas mojadas de la chica. Nunca había tocado unas bragas así. Bianca lo atribuyó a lo joven que era la chica. Desde luego era algo exquisito para ella. 

-Ummmm...Bianca, estoy así de mojada por ti. Nunca me había mojado tanto como ahora. ¿Acaso no te gusta?

Cuando Valeria le preguntó eso de forma burlona, Bianca le sonrió mientras no paraba de besarla. 

La abogada no podía besarla ya con más ganas ni con más pasión. Esa chica la volvía completamente loca.

-Me encanta saber que provoco tanto en ti, preciosa - Mientras le dijo ésto, Bianca hizo círculos con sus dedos rozando el pequeño cuerpo carnoso y eréctil de la chica sobre sus bragas. Valeria comenzó a gemir. Ya estaba fuera de sí. 

Bianca cogió la pierna de Valeria con la otra mano mientras apretaba el muslo de la chica y lo pegaba a su propia cadera. 

Estaba a punto de meter, por fin, sus dedos por debajo de las bragas de Valeria, cuando escucharon el ascensor bajar. Joder, se habían olvidado por completo las dos de dónde estaban. 

Bianca se separó como pudo de Valeria mientras ésta se acomodaba el vestido e intentaba controlar su errática respiración. 

Al minuto el ascensor se paró y salieron de él dos jóvenes. Éstos se sorprendieron de ver a una mujer como Bianca ahí, pero no le dieron la mayor importancia y siguieron su camino.

Cuando se quedaron de nuevo solas, Bianca juntó su rostro con el de Valeria, pegando su frente a la de la joven y rozando ambas narices.

-Valeria, no sé qué me pasa contigo, pero tengo que reconocer que me vuelves loca. No puedo evitarlo. Deseo estar contigo y verte a todas horas. Y eso no sé si es bueno, más bien creo que es algo malo. 

-Bianca, yo siento exactamente lo mismo. Y sí, desde luego no está nada bien ésto que sentimos. 

-¿Y qué hacemos entonces? Yo no puedo poner freno a ésto que siento. Nunca en la vida me había sentido tan viva. Hasta ahora, lo único que he hecho es estudiar y trabajar para ser una buena abogada. Pero sabes, ha sido conocerte a ti y me he dado cuenta que necesito hacer más cosas que trabajar. Quiero vivir y necesito dejarme llevar por ésto que estoy sintiendo por ti. Siento que lo necesito. 

-A mí me pasa igual, Bianca. Yo tengo muchas responsabilidades para lo joven que soy, y el haberte conocido también me hace sentirme feliz y muy viva. Pero tengo miedo, no quiero perder a Diana.

Las dos mujeres sabían que estaban jugando con fuego y que acabarían por quemarse. Pero ya habían llegado demasiado lejos para poner freno a lo que las dos sentían la una por la otra y ya no sabían cómo retroceder ni poner fin a lo que acababan de comenzar. Sólo les restaba dejarse llevar por lo que ambas sentían hasta que eso acabará por explotar. Porque tarde o temprano es lo que haría, explotarles a las dos. 

Bianca le dió unos cuantos besos más a Valeria hasta que por fin consiguió separarse de la joven. Si fuera por la abogada, no se separaría nunca de ella, pero Diana la estaba esperando y no era cuestión de que su hija la volviera a llamar porque ésta estaba tardando en regresar.  

Las dos mujeres consiguieron despedirse, y Valeria cogió el ascensor mientras sentía que estaba volando de lo feliz que estaba. Bianca salió del portal, también como en una nube, y se dirigió a su coche. Cuando puso el coche en marcha, en todo el camino no dejó de sonreír y de pensar en Valeria. 

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