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Capítulo 33. Humedad en la piscina.

Cuando Bianca apareció en la piscina, Valeria tuvo que disimular para que Diana no viera las ganas que le tenía a su madre. Para la joven Bianca parecía toda una diosa. Estaba perfecta y muy sexy con esa fina bata. Sólo esperaba no perderse el momento de cuando la abogada se la quitara y quedara en traje de baño. No se lo podía perder por nada del mundo. 

Bianca saludó a las dos chicas y se tumbó un rato en la hamaca. Decidió que aún no se quitaría la bata. Sentía la mirada intensa de Valeria por todo su cuerpo pero la quería hacer sufrir. Lo bueno se hacía esperar, y quería ver la cara que ponía Valeria cuando se retirara la bata.  

La joven se estaba impacientando, pero intentó dejar de mirarla y se dispuso a sumergirse con Diana donde más cubría. Cuando Valeria era pequeña sus padres le enseñaron a nadar, a ella y a Pamela, así que no tenía ningún problema a la hora de meterse en cualquier parte de la piscina.

La que sí que estaba disfrutando de las vistas era Bianca. Para ella Valeria tenía un cuerpo perfecto. Le encantaba su tez morena. Sus pechos no eran muy grandes pero para ella eran de un tamaño más que adecuado. Estaba recordando cuando metió sus dedos por debajo de la camiseta de la joven y tocó lo que pudo de uno de sus pechos. Nada le gustó más que tocarlo. Fue perfecto para su tacto. Y desde luego se moría por repetir esa experiencia tan placentera. Luego dirigió su mirada al abdomen plano de la joven. Le encantaría pasar su lengua por todo ese abdomen tan estupendo que se gastaba Valeria. Y si ya le miraba los glúteos, eso sí sería un divino manjar el poder besarlos, acariciarlos y apretarlos, por qué no. Bianca estaba a esas alturas muy cachonda, imaginándose a Valeria encima de ella y sus ágiles manos sin dejar de tocar ese escultural cuerpo. Pero es que también le volvían loca las piernas de la joven. No le cambiaría absolutamente nada. Ni su carácter dócil a veces y otras malhumorado. La trastocaba y la ponía a mil por hora. 

Bianca comenzó a notar su propia humedad entre sus piernas, lo cual era más que normal con las vistas que tenía. Supo que había llegado el momento de darse el baño y para ello quitarse la bata. Se la quitó de una manera muy sensual, y mientras, los ojos escrutadores de Valeria se centraron sólo en ella. Cuando vio a la mujer con ese precioso trikini, menos mal que estaba ya metida en el agua porque de seguro que en ese momento debía estar bien mojada de ver a Bianca como la estaba viendo. No podía quitar sus ojos de ese cuerpazo maduro. Para Valeria la abogada tenía unos pechos grandes y turgentes,pero muy bien puestos. Se le veía parte del abdomen y era todo un espectáculo para la joven. Joder ese trikini le quedaba que ni pintado al dedo. 

Diana se percató de que Valeria no quitaba la mirada del cuerpo de su madre. Y a pesar de que sabía los gustos de su amiga, prefirió quitar hierro al asunto. Era imposible que su amiga pudiera sentir algo por su madre, aunque estaba claro, por cómo la miraba, que le había llamado la atención verla en ropa de baño. Igualmente ella ya se lo esperaba. Sabía que su madre siempre daba muy buena impresión, además en las distancias cortas siempre ganaba, y mucho. Así pues era totalmente normal para ella que su amiga mirara con esos ojos a su madre. 

Bianca finalmente se metió en la piscina con su hija y con Valeria. Diana se ofreció para ir a preparar una limonada. No habían bebido nada en todo el tiempo que llevaban en la piscina y ella estaba sedienta. Así que se dirigió a la cocina a prepararla. 

Cuando Valeria se quedó a solas con Bianca, de nuevo no pudo evitarlo y se puso muy nerviosa. 

-Vaya, Valeria, ahora he sido yo la maleducada por no haberos ofrecido nada para beber. Lo siento. 

-No pasa nada, señora, yo estoy bien. 

-Sé que estás bien. De hecho te veo muy bien en realidad -le dijo Bianca pícaramente. Valeria sonrió con lo que había dicho la abogada. 

-¿Cree que estoy muy bien, de verdad?- Era el momento de jugar. Si no lo hacía ahora, menos lo haría delante de Diana.

-Sí, estás muy bien. Estás perfecta diría yo…

-¿Perfecta?¿Para qué estoy perfecta?-Preguntó Valeria. Ya no era el momento de cortarse. Si no espabilaba en ese instante, se arrepentiría de no haberlo hecho. Y si se llegaba a arrepentir de algo, no sería por eso. 

-Estás perfecta para mí, Valeria. No te cambiaría nada de nada.  

Valeria se quedó con la boca abierta. ¿Había oído bien? ¿Esa mujer tan perfecta la veía a ella misma perfecta? Seguro que se estaba quedando con ella. 

-Oiga...Ayer…Bueno yo...Siento lo que hice ayer con usted.

Bianca se quedó algo sorprendida. Porque ella para nada lo sentía. Al revés, se moría de ganas por repetirlo y llegar todavía más lejos. 

-Valeria, ¿Sientes lo que pasó ayer entre nosotras?¿Te arrepientes de haberme besado?

-Yo... Señora...No, no me arrepiento de haberla besado…

-Sabes Valeria, no sabes lo que tu lengua me hizo sentir cuando me lamiste los labios. Y si te soy sincera, me muero de ganas de que tu lengua vuelva a introducirse entre ellos.

Valeria se quedó de piedra cuando Bianca soltó esas palabras. Joder, ella también se moría de ganas no sólo de besarla de nuevo, sino de sentir el cuerpo desnudo de Bianca pegado al de ella. Quería poseerla y hacerla completamente suya. Y ahora que sabía que Bianca deseaba lo mismo, no veía el momento de intimar con la mujer. 


Al rato Diana regresó con la limonada. Estuvieron riendo y conversando las tres mujeres hasta que Valeria dijo que se tenía que ir. 

-Valeria, ¿No quieres cenar con nosotras?

-No señora. Pamela me ha escrito para decirme que estaba ya en casa. Así que me iré a cenar con ella.

-Claro. Entonces, Diana, prepara la cena, me doy una ducha rápida y acompaño a Valeria a su casa. Me dejé unos archivos importantes en el despacho y quiero pasar a recogerlos. 

-Ah, bien, mamá, ¿A ti te viene bien, Valeria?-Preguntó Diana aún sabiendo que a su amiga no le importaba que la acompañara su madre. 

-Sí, mientras no sea una molestia.

-No, Valeria. Una vez que cojo el coche ya me da igual hacer más kilómetros, tranquila- Le respondió la abogada con una pícara sonrisa.

-Gracias, señora -Valeria también fue al baño a cambiarse y vestirse. Ya estaba excitada de sólo pensar que Bianca la iba a acompañar. Bianca estaba parecido, como una adolescente con las hormonas totalmente desatadas. Necesitaba estar con la joven a solas, y ese momento iba a llegar en breve.

Bianca tardó quince minutos en ducharse y vestirse con ropa casual y cómoda, mientras Valeria se encontraba esperándola en la cocina con Diana. 

Bianca apareció en la cocina y Valeria sólo pudo mirarla de arriba a abajo. Hasta con ropa informal estaba guapa. 

Valeria, muy animada, se despidió de su amiga y se fue con Bianca al garaje. 

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