Capítulo 32. Con ganas de bañarse.
Estuvieron una hora en la cafetería. Luego tenían dos clases más y por fin, la última clase finalizó. Valeria no se lo podía creer. Comenzó a ponerse nerviosa. Y a sudar, cómo no. De sólo pensar en que iba a ver a Bianca, su cuerpo actuaba por sí solo. Qué más quisiera ella controlar esos nervios y estar relajada, pero eso era totalmente imposible.
Las dos amigas se despidieron de Camila y de Eva en el hall de la facultad y se dirigieron al parking de la universidad.
-Valeria, oye, ¿Viniste en bicicleta?
-Sí, ¿Por qué?
-Déjala si quieres y luego te llevamos a casa mi madre o yo, ¿Te parece?
-¿No es mucha molestia para vosotras?- Preguntó Valeria. Tenía muchas ganas de que la llevara Bianca a casa, pero igual le venía mal llevarla, o no le apetecía.
-Para nada, Valeria. En coche no cuesta nada, tranquila.
-Pues perfecto. Gracias Diana.
Ya en el coche, Diana quiso sacar el tema de Camila con Valeria. La había notado muy rara y quería saber qué opinaba su amiga al respecto.
-Valeria, por cierto, ¿No has notado rara a Camila?
-¿Rara? Eso es decir poco. Sí, me preguntó si quería irme a tomar algo con ella después de las clases. Le dije que ya había quedado contigo. Y yo creo que le ha sentado mal.
-Vaya. Pero luego ¿Preguntarme si tenía la cabeza para conocer a alguien? Vale que no sabe todo lo que me está pasando con Pablo, pero esa pregunta ha estado fuera de lugar.
-Totalmente de acuerdo contigo. Algo trama esta mujer. Tendremos que estar atentas.
-Valeria, a Camila le gustas. Y yo me atrevería a decir que mucho. Así que, vete a saber. No sé qué estará pasando por su cabeza, pero estoy segura que tiene que ver contigo.
-Veremos, Diana.
Bianca no hacía más que mirar el reloj. El corazón se le iba a salir del pecho. Pero últimamente ya estaba más que acostumbrada a que eso le pasara. Así que tenía bajo control que su corazón hiciera lo que hacía cuando iba a ver a Valeria.
Por fin se hicieron las cinco de la tarde, por lo que apagó su portátil, cogió su bolso y se dirigió al despacho de su padre para despedirse de él. El abogado se alegró de ver tan feliz a su hija. Esa felicidad la atribuía a que iba a juntarse con Diana e iba a pasar el resto de la tarde con ella. Si él supiera…
Bianca se dirigió más rápido que de normal a su casa. Estaba como una adolescente en su primera cita. No se podía creer cómo una joven de veinte años podía provocarle tales nervios.
Cuando Diana aparcó el coche, a Valeria le costó bajarse del coche. Estaba hecha un flan. Pero tenía que intentar que no se lo notara Diana.
-Valeria, ¿Traes el bikini puesto?
-Sí, no tengo que ir al baño.
-Muy bien, espérame si quieres en el jardín y ahora voy yo, que yo sí me tengo que cambiar.
Valeria se dirigió al jardín. Se sentó en el borde de la piscina. Prefería esperar a su amiga para meterse juntas en el agua.
Y mientras estaba esperando y mirando lo bonito que tenían el jardín Bianca y Diana, vio aparecer a Bianca resplandeciente. Menos mal que la joven estaba sentada, porque de haber estado de pie hubiera vuelto a hacer el ridículo. Lo que no sabía que Bianca estaba exactamente igual o más nerviosa que ella.
Bianca se acercó a la joven sin dejar de sonreírle. Valeria se iba a derretir.
-Hola Valeria. El agua no te va a absorber, ¿No crees?
-Hola... Señora, lo sé. Sólo que estoy esperando a Diana. Se está poniendo el traje de baño. Prefiero bañarme con ella.
Bianca no podía dejar de mirar a la preciosidad que tenía delante de sus ojos. Era hermosa a rabiar. A Bianca le daban ganas de lanzarse con ella al agua y comérsela a besos en la piscina. Y luego, cómo no, de hacerle el amor ahí mismo. Joder, ¡qué estimulante podría llegar a ser ese pensamiento!.
Bianca se puso de cuclillas para estar a la misma altura que Valeria. Y ésta se quedó pasmada cuando sintió esos preciosos ojos grises que la miraban toda entera con tanto deseo.
-Por cierto, Valeria, no sé si te lo ha dicho Diana, pero tengo la intención de bañarme con vosotras. ¿Te parece bien?
Valeria tragó saliva. Estaba totalmente hipnotizada por esa penetrante mirada gris.
-Eh...Perdone...Me parece estupendo que usted se bañe con nosotras.
-Me alegro que te parezca estupendo. A mi también me lo parece, a decir verdad. Creo que vamos a disfrutar mucho las vistas que vamos a tener, las dos, ¿No crees?
-Pienso lo mismo que usted.- Valeria ya había perdido completamente el norte con esa mujer tan bella. Todos sus sentidos estaban a merced de Bianca. Y ya sólo faltaba que no se comportara erráticamente como solía hacer de normal.
Las dos se estaban comiendo con la mirada cuando Bianca vio aparecer a su hija en bañador.
-Hola cariño, ya llegué. Le estaba preguntando a Valeria si le importaba que me bañara ahora, y no tiene problema. Así que nada, chicas, me voy a cambiar y ahora vuelvo.
-Bien, mamá, aquí estamos. No nos moveremos, tranquila.
-Ahora vengo - Bianca se fue a paso rápido a su habitación a quitarse la ropa y ponerse el trikini. A decir verdad le quedaba espectacular. Le realzaba unos exuberantes pechos que seguro que llamarían la atención de Valeria. Y era lo que ella quería. Que Valeria disfrutara de las vistas que Bianca le iba a proporcionar. Ella sola se estaba comenzando a excitar de sólo pensar que iba a estar en la piscina con Valeria.
Bianca estuvo mirándose en el espejo con el trikini ya puesto. Quería estar perfecta para la joven, y vaya si lo estaba. Bianca lo sabía perfectamente. Sólo pudo esbozar una bonita y triunfante sonrisa. Se puso una fina bata de piscina y se dirigió al jardín sin pensárselo. Ella sabía que cuando quería algo, iba a por ello sin darle vueltas al asunto, y ahora no iba a ser menos.
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