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Capítulo 31. La desconfianza de Camila

Cuando acabó la clase, iban las cuatro jóvenes por el pasillo para ir a tomar algo a la cafetería. Camila iba andando a la par que Valeria, cuando le preguntó:

-Valeria, oye, ¿Esta tarde haces algo? ¿Te apetecería tomar algo conmigo?

Valeria no sabía qué contestarle. Esa pregunta no se la esperaba.¿Para qué quería tomar algo con ella a solas? Ella ya le dijo que no estaba por la labor de tener nada con alguien ahora. Lo mejor era decirle la verdad. Así que ni corta ni perezosa, le contestó:

-Lo siento Camila. Hoy iré a bañarme a la piscina de Diana. Ella me ha invitado y ya le dije que sí.

A Camila le entraron los celos. ¿Y si era Diana la que quería algo con Valeria? A decir verdad las dos pasaban mucho tiempo juntas. Y eso la desquiciaba. No podía evitarlo. Además, se suponía que Diana seguía saliendo con Pablo. Así que sin pensarlo ni un segundo, se dirigió a Diana.

-Oye Diana, por cierto, ¿Cómo vas tú con Pablo?¿Sigues saliendo con él?- le preguntó preocupada. Esperaba que le dijera que sí seguía con él. Sólo así se quedaría tranquila. 

A Diana le sorprendió que Camila le hiciera esa pregunta, pero aún así le respondió. 

-No, Camila. No quiero ni verlo. Así que no seguimos juntos. No para de acosarme y me tocará meter a mi madre de por medio. 

A Camila le saltaron las alarmas. Ahora podía ser Diana la que quisiera algo con Valeria y eso ella no lo iba a permitir. Pero no sabía aún cómo podría evitar que esas dos tuvieran algo en sus narices. Tendría que pensar qué hacer si finalmente Valeria y Diana tenían algo. 

-Vaya, lo siento Diana. Espero que deje de acosarte. Nadie se merece eso. Imagino que te darás un tiempo para poder comenzar a conocer a otra persona, ¿No? 

A Diana le pareció que Camila estaba muy rara. No entendía tanta insistencia en si ella estaba con Pablo o si ya estaba conociendo a otra persona. ¿Qué más le daba a ella?

-Camila, cariño, ¿Tú te crees que yo estoy ahora para pensar en tener algo con otra persona? Si aún no me he quitado de encima a Pablo. Te aseguro que cuando Pablo deje de molestarme, voy a necesitar un tiempo para estar tranquila y bien conmigo misma, así que de momento no, no estoy pensando en  conocer ni tener nada con alguien. 

Camila se quedó algo más tranquila con la contestación de Diana, pero aún así no iba a bajar la guardia. Ella quería que Valeria le diera una oportunidad y sabía que con perseverancia, acabaría consiguiéndolo. 


Las cuatro jóvenes llegaron a la cafetería. Esta vez le tocaba a Valeria ir a pedir a la barra mientras las otras cogían una mesa.

Cuando se acercó a la barra a pedir, se encontró con una linda camarera que no dejaba de sonreírle y de mirarla fijamente a los ojos.

Valeria se sintió un poco intimidada por la camarera. Era una chica algo mayor que ella y muy guapa, eso sí. Si no tuviera en la cabeza a Bianca no le importaría tontear con ella. Porque sabía que esa era la camarera que le pidió la otra vez su teléfono a Diana. 

-Hola guapa, por fin vienes tú a pedir. Siempre lo hace tu amiga. Parece que me rehuyes. 

Valeria tragó saliva. Sí que era directa la chica. 

-No te rehuyo porque no te conozco. Y sí, hoy me tocó a mí venir a pedir. 

-Ya era hora de que te tocara a ti. Me llamo Elena, ¿Y tú?

-Yo soy Valeria, encantada - a Valeria la camarera le parecía muy atractiva. Tenía unos bonitos ojos color azabache con una preciosa melena muy parecida a la suya. Tenía que reconocer que la chica era una preciosidad. Pero ella solo tenía ojos para Bianca. 

-Bonito nombre, Valeria. ¿Qué te sirvo?

-Dos tónicas y dos cafés con leche, por favor. 

-Ahora mismo- Elena se dio la vuelta y se dispuso a preparar los cafés. Valeria no pudo evitar mirarle el trasero a la chica. Tenía que reconocer que los jeans le quedaban muy bien. Esa chica podía gustarle a cualquiera. 

Elena le preparó las cuatro bebidas y antes de cobrarle, fue directa a lo que quería.

-Por cierto Valeria, tu amiga no me dio tu número de teléfono. ¿Crees posible que me lo puedas dar?- le preguntó de forma coqueta. 

-Lo siento, Elena. No te conozco de nada y yo no doy mi número así por así. Además, hay alguien en mi vida. Así que es mejor dejar las cosas como están.

-¡Auch! Está bien. Lo siento si te he incomodado. De todas formas, aquí seguiré. Por si algún día cambias de opinión.

-Claro. Gracias, Elena- la camarera le dio el cambio y Valeria se dirigió hacia donde estaban sus amigas. 

Camila no le había quitado el ojo de encima. 

-Vaya Valeria, ¿Fuiste al supermercado a buscar las bebidas?- le preguntó Camila en tono burlón. 

-No, Camila. Pero la próxima vez vas tú a pedirlas - Le contestó la joven enfadada. Entre la camarera y Camila se estaba poniendo de mal humor. Menos mal que cada vez le quedaba menos para ver a Bianca en su casa. De sólo pensar en eso su buen humor volvía a ella rápidamente. 

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