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Capítulo 3: Miradas atrayentes

Diana y Valeria comenzaron con el trabajo que tenían que hacer. Aunque a Valeria le costaba concentrarse teniendo la piscina delante de ella y además imaginándose a la diosa de Bianca dándose un refrescante baño delante de ella. Se imaginaba a la mujer contoneándose en bikini por el césped que había alrededor de la piscina. Sumergiéndose como una sirena en la piscina y luego saliendo de ella toda mojada con el pelo empapado y las gotas de agua deslizándose entre sus pechos...Y sin ella quererlo sintió cierta humedad entre sus piernas, lo que la avergonzó al instante al sentir la mirada de su amiga sobre ella.

-Valeria, hoy estás muy despistada. No sé qué te pasa pero te noto muy dispersa.

-¿Qué?¿Dispersa? No...Perdona. Es que la piscina me está despistando. Lo siento, Diana...Para mí una piscina es todo un lujo y aún no me creo que mañana me vaya a bañar contigo.

-Sí nos vamos a bañar mañana. Dalo por hecho. Eso sí, te quiero lejos de mí.

Justo cuando habló Diana, apareció en el jardín Bianca y escuchó lo que su hija dijo.

-¿Os vais a bañar mañana? ¿Y por qué quieres lejos de ti a Valeria?- Preguntó Bianca con una media sonrisa y queriendo saber a qué se refería su hija con esas palabras.

Valeria tragó saliva y de nuevo se puso nerviosa como un flan. Desde luego si eso era tener a esa mujer al lado de ella, mejor sería irse. Así que sin saber cómo, la joven se levantó y se fue a despedir de su amiga y de Bianca.

-Bueno, yo creo que me debo de ir, así que nos vemos mañana en la universidad, Diana-Dijo Valeria de carrerilla.

A Bianca no le pasaron desapercibidos los nervios de Valeria. Y sabía que la pregunta que le había hecho a su hija de por qué quería tener lejos a Valeria de ella en la piscina, tenía mucho que ver.

-Valeria, no te vayas así. Si aún no hemos acabado la parte que teníamos para hoy.

Bianca no podía quitar sus ojos grises de la joven. Y ésta no pudo evitar paralizarse.

-Yo...Me tengo que ir. Mi hermana está por llegar a casa. Y se me ha hecho tarde.

-Esta bien, Valeria, pero te acerco a tu casa, es tarde para que vayas tú sola por ahí andando o cogiéndote un autobús.

Valeria, en ese momento, se alegró muchísimo de haber ido a la universidad en bicicleta. Ahora tenía la excusa perfecta para no ir con esa mujer, a solas, en su coche.

-¿Qué? No es necesario, vine en bicicleta.

-¿En bicicleta? Bueno, se me ocurre que la dejes en casa, yo te llevo, y mañana como vendrás a bañarte con mi hija, te puedes ir en bicicleta. ¿Te parece?

-Vamos, Valeria, hazle caso a mi madre. Tiene razón. Ella te lleva encantada.

A Valeria le daba mucha vergüenza que esa mujer la llevara a su casa. Seguro que cuando viera dónde vivía le diría a su hija que dejase de ser su amiga. Y eso le daba pavor.

-Yo...es que...

-Vamos Valeria, que te llevo. Ya está decidido.

Y a Valeria no le quedó otra que ceder ante la insistencia de la mujer. Estaba más que perdida. Se iba a meter en un coche con esa mujer y encima ésta la iba a llevar a su casa.

Las dos mujeres se dirigieron hacia el garaje. Y cuando Valeria vio el coche al que se iba a subir, todavía le dio más vergüenza. Sabía que su amiga tenía dinero pero no se imaginaba que tuviera tanto. Estaba claro que la familia de su amiga era una familia muy pudiente. Aún no sabía qué hacía ella con una chica como Diana.

Valeria se subió con cuidado al Mercedes de Bianca. No quería por nada del mundo dañar el coche.

Bianca lo puso en marcha y comenzó a dar marcha atrás para sacarlo del garaje. Mientras daba marcha atrás, no pudo evitar mirar los muslos de Valeria. Tenía unas piernas muy bonitas. Y sin saber por qué, de repente le dieron ganas de poner en uno de sus muslos su mano, pero se abstuvo de hacer semejante tontería. No venía a cuento y no quería molestar a la joven ni ponerla más nerviosa de lo que ya estaba.

Valeria directamente evitó mirar hacia el lado de la mujer. Y Bianca se dio cuenta de ello. Por lo que intentó mantener una conversación con ella para que ésta consiguiera relajarse.

-¿Y hace cuánto os conocéis mi hija y tú, Valeria?

-¿Qué?

-Vamos, Valeria. Te he hecho una pregunta muy simple. ¿Por qué estás tan nerviosa? Relájate, no te voy a comer.

Valeria todavía se puso más nerviosa. Y sí, claro que deseaba que esa mujer se la comiera, pero a la vez la ponía tan nerviosa que ella misma se bloqueaba sola.

-Sí, perdone. Llevamos conociéndonos desde comienzo de curso. Su hija fue muy amable conmigo. Yo soy nueva en la universidad. Y bueno, en la ciudad- Ahora fue Valeria la que miró fijamente a Bianca, y ésta cuando sintió esa mirada penetrante de la joven, fue ella la que por primera vez se puso nerviosa.

-No sabía que fueras nueva. ¿Y te gusta vivir aquí?

-Bueno, sí. Sabe... Vivo con mi hermana de quince años. Mis padres fallecieron hace dos años y he tenido que espabilarme yo sola.

Bianca paró el coche al escuchar esa confesión. Necesitaba mirar a los ojos a esa joven con tantas agallas.

-¿Qué? ¿Tú sola sacas a tu hermana adelante?

-Sí, hago lo que puedo. Por eso que no se asuste cuando vea donde vivo.

A Bianca le sentó mal ese comentario. ¿Cómo se iba a asustar por eso? Esa joven denotaba mucha madurez y mucho valor para estar viviendo con su hermana, ellas dos solas, en una nueva ciudad.

-Valeria, que te quede claro que no me voy asustar. Me da igual donde vivas. Lo que si te digo que tienes mucho valor por sacar tú sola a tu hermana adelante.

-Bueno, no lo estaré haciendo tan bien cuando ha salido muy rebelde.

-Quizás está enfadada con el mundo y lo paga contigo. Ha perdido a sus padres a una edad muy mala, Valeria. Pero que te quede claro que lo tuyo tiene muchísimo mérito.

Valeria no quería seguir hablando de su vida con esa mujer. No quería que sintiera lástima por ella. Por lo que dirigió la mirada a su ventana y con ello Bianca se percató de que Valeria no quería seguir hablando. Buena táctica, pensó Bianca.

Valeria le dio la dirección a Bianca y está la buscó por Google Maps. En diez minutos llegaron a su domicilio. Y tenía razón la joven, donde Valeria vivía no tenía nada que ver con la zona dónde vivían ellas. Y al momento se avergonzó de la diferencia que había entre ellas.

-Oiga, marchese rápido de aquí. Su coche llama la atención por esta zona.

-No me iré hasta que te vea meterte en tu portal, Valeria. El coche me da igual.

Valeria se quedó muda.¿Había oído bien? ¿Era más importante ella que el coche para Bianca?

-Está bien. Gracias por traerme, señora.

-De nada, Valeria.- cuando Bianca vio que Valeria iba a bajarse del coche sin despedirse de ella, la mujer la agarró suavemente del brazo y le dijo- perdona, ¿Pero no te vas a despedir?

-¿Qué? Claro...Yo ... .-Entonces Valeria sin pensarlo dos veces acercó sus expectantes labios a la mejilla de esa mujer que la estaba trastocando tanto, y le plantó un beso húmedo que a Bianca le supo a gloria.

-¿Satisfecha, señora?

-Sí, estoy satisfecha,Valeria. Ahora sí te puedes marchar-Le contestó la mujer con una sonrisa que se le quedaría a Valeria marcada en su memoria.

Bianca, cuando vio a la joven meterse en su portal, arrancó por fin el coche y se marchó sin poder quitar de su cabeza a esa joven tan enigmática y tan especial a la vez. De hecho, sin darse cuenta, llevó sus dedos a la zona de la mejilla donde la joven la había besado. A decir verdad, estaba muy contenta de que su hija tuviera una amiga como Valeria. Estaba orgullosa de su hija al ver que ésta valoraba antes a la persona que su condición social.

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