Capítulo 29. Pensando en ella.
Valeria se metió en su habitación mientras Pamela y Raquel preparaban algo para cenar. Necesitaba estar a solas para asimilar lo que acababa de pasar con Bianca. ¿Acaso había sido todo un efímero sueño? Ya la visita de Bianca era difícil de creer. Pero sí, había ido a verla. La mujer iba preciosa, como siempre. Era una mujer que para Valeria era despampanante y muy llamativa. Y que esa mujer hubiera ido a su barrio, sólo para verla a ella, era algo que le costaba digerir y asimilar. Ella nunca se arreglaba para llamar la atención de nadie. Iba por la vida haciendo sus quehaceres y preocupándose de sus responsabilidades, olvidándose de vivir. Y una mujer como Bianca, tan exitosa y maravillosa, que sintiera lo más mínimo por ella, no era fácil de reconocer. ¿Qué habría visto en ella? Si siempre iba vestida de cualquier manera. Ni en eso se parecían. Eran totalmente opuestas. Su historia le recordaba un poco a la película Pretty woman, solo que ella no era prostituta, como Julia Roberts, y Bianca era mujer. Pero así se sentía Valeria, como una princesa en un cuento de hadas. Y eso que ella odiaba todo lo relacionado con las princesas.
Valeria ya empezaba a tener más claro que Bianca sentía algo por ella. Su hermana tenía razón cuando le dijo que sus cuerpos hablaban por ellas. Esa misma tarde era lo que habían hecho ambos cuerpos. Se necesitaban tanto uno al otro que se habían acabado juntando por pura necesidad y por puro deseo. Y sin lugar a dudas, era lo más maravilloso que le había pasado en su vida.
El tener esos preciosos ojos grises tan cerca de los suyos, y los labios carnosos y pintados de rojo pasión de Bianca, pegados a sus propios labios, había sido una experiencia única, muy estimulante y totalmente increíble. No quería hacer otra cosa en su vida que repetirla y recrearla, por lo que acabó tirándose en su cama y sólo pudo cerrar los ojos para volver a sentir esos magníficos y únicos labios pegados a los suyos. Hasta que Pamela tocó a su puerta, arruinando el increíble momento que estaba viviendo la joven.
Cuando Bianca llegó a su casa, Diana la notó más contenta que de normal. Y no era para menos, la mujer estaba exultante.
-Hola mamá, vaya, qué contenta vienes hoy. ¿A qué se debe tanta alegría?
-Ummm...¿Alegría? Estoy como siempre, Diana - le mintió a su hija. Tenía razón Diana cuando dijo que estaba muy alegre. Cómo no estarlo después de haber besado a Valeria y de haber tocado su espalda, parte de sus nalgas y su abdomen.
-¿Te fue bien el juicio, no?
-Sí, cariño, me fue muy bien. Ya te lo dije. Y bueno, sí, estoy feliz. No sé por qué, pero lo estoy. No has cenado ya, ¿Verdad?
-No, de hecho te estaba esperando para cenar contigo. Porque últimamente sales antes del trabajo. Y yo estoy encantada de que lo hagas.
-Perfecto que me esperes. Salgo antes porque necesito hacer más cosas a parte de trabajar, Diana, no solo soy una mujer trabajadora. Por cierto, ¿Y Pablo?¿Has vuelto a saber de él?
Diana se enderezó. No quería hablar con su madre sobre él. Si su madre se enteraba que aún seguía llamándola y mandándole mensajes despectivos porque ella no quería volver con él, se responsabilizaría de la situación y ella no quería meter a su madre de por medio. Quería arreglarlo ella sola. Pensaba que Pablo se cansaría de molestarla si ella seguía pasando de él. Pero la verdad era que aún seguía acosándola. No sabía cuándo acabaría por dejarla en paz. No se esperaba para nada que Pablo fuera así. Ella sabía que de seguir con él, acabaría siendo una mujer maltratada. Y Diana tenía muy claro que su madre y sus abuelos se habían esforzado mucho por darle una buena educación como para acabar arruinando su vida con un hombre así.
-No mamá...¿Cenamos ya?- intentó cambiar de tema. No quería que su madre insistiera más.
-Sí, claro, cenemos. Luego me pongo el pijama. Ah, ¿Y Valeria va a venir a casa o es que la has asustado y no piensa volver más? -Preguntó Bianca para ver si Diana sabía si la joven iba a volver a casa o no. Se moría de ganas de verla de nuevo. Lo que daría por tenerla en ese momento enfrente de ella.
-Pues mira, justo ahora estábamos chateando y sabes qué, ella misma me ha dicho si la invito mañana a bañarse en la piscina. ¿Te lo puedes creer?
Bianca no se lo podía creer. ¿Valeria se había auto invitado para ir a su casa? Y encima a bañarse. ¿Se habría quedado con ganas de más, al igual que ella? Estaba claro que sí, que la joven tenía las mismas ganas de volver a verla que ella. Entonces tenía pinta de ser mutuo lo que sentían. Bianca estaba que rebosaba felicidad. Iba a volver a ver a Valeria en su casa y más concretamente en su piscina, en bikini. Joder, esa noche ya sabía qué imagen la iba a visitar en sus sueños conscientes más húmedos. Pero tendría que intentar salir temprano del trabajo. No se iba a perder por nada del mundo el espectáculo de ver a Valeria en bikini. Tenía pensado recorrer con su mirada cada centímetro del cuerpo de la joven y lo iba a memorizar como si fuera una nueva ley, o mejor todavía, no pensaba sacar esa maravillosa imagen de su memoria en la vida.
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