Capítulo 26. Abriendo los ojos a Bianca.
La mañana del lunes Bianca se esmeró en arreglarse más de la cuenta. Buscó un traje de falda con una blusa de seda blanca. Tenía por la mañana el juicio del cliente que tenía que defender porque había causado un accidente de coche y lo habían demandado por daños y perjuicios, y debía dar muy buena impresión si quería ganarlo. Pero además estuvo pensando en las palabras de Aitana. Si debía o no hablar con Valeria, y si no pudo hacerlo la noche del sábado, lo haría ese mismo día, cuando acabara de trabajar. Llamaría a Diana para ver si Valeria estaba con ella en su casa, y si no estaba, se presentaría en casa de la joven. Lo tenía ya todo bien pensado. Sólo que iba a necesitar mucho valor para presentarse en casa de Valeria, así por así. Sólo esperaba que Pamela no estuviera y que Valeria estuviera receptiva.
Por la mañana a Bianca le fue bien el juicio, aunque tuvo que emplearse a fondo para conseguir lo que ella quería. Por lo que finalmente acabó la mañana con un buen dolor de cabeza. Ésta le iba a explotar y estuvo a punto de irse a su casa a descansar, pero había quedado con Aitana para comer y seguro que si tomaba algo para el dolor de cabeza al final se le pasaría. Necesitaba que su amiga le diera ánimos para hacer lo que iba a hacer cuando saliera del trabajo.
-Vamos, Bianca, que te la vas a comer con patatas. Deja los nervios a un lado. Sólo hay que ver con que seguridad te contoneas por el estrado. No me jodas. Y te vas a poner nerviosa ante una chiquilla, muy guapa, eso sí, pero no fastidies.
-Aitana, ella no es una chiquilla cualquiera. Ella es Valeria, la joven que me tiene enamorada. Asi que no la trates como a una simple chiquilla.
-Claro, sí, tienes razón. Perdona. Entonces, ¿Qué vas a hacer?
-Pues iré a trabajar unas horas al despacho,luego llamaré a mi hija a ver si está sola, y si Valeria no está con ella, iré a su casa a verla. Sólo espero que me abra la puerta. No sé si va a querer verme porque me consta que me rehúye. Lleva días sin aparecer por casa. Cuando últimamente venía todos los días. Y además creo que se avergüenza de donde vive, así que veremos.
-Vaya, ¿Y te vas a presentar de esa guisa donde ella vive? ¿Vive en una mala zona?
-Sí, se podría decir que en una buena zona no vive, pero teniendo en cuenta que tiene veinte años y está sacando ella sola adelante a su hermana pequeña, creo que bastante está haciendo, ¿No crees? Y sí ¿Qué pasa? Voy a ir directamente del trabajo a su casa, así que iré vestida así. Además, así no le tengo que dar explicaciones a Diana si paso por casa de a dónde voy.
-Pues vas demasiado elegante para meterte en una zona así. Y sí, tienes toda la razón, esa chica tiene un par de ovarios bien puestos si está sacando a su hermana ella sola adelante.
-Eso la hace muy especial para mí. Su hermana se llama Pamela, sólo tiene quince años y me dijo Valeria que era algo problemática.
-Claro, y también tendrá que ver que la joven es guapísima y tiene un cuerpo que te dice "cómeme".
Bianca se rió por la ocurrencia de su amiga. Tenía razón con lo que había dicho ésta, Valeria era un conjunto de muchas cosas. No sólo era un cuerpo bonito o un rostro precioso. Y desde luego ese conjunto de tantísimas cosas que la atraían a ella, la volvían completamente loca.
La tarde pasó lenta para Bianca. Y sabía el por qué. Miraba su reloj de muñeca y la hora en el móvil cada diez minutos y solo quería que pasara rápido el tiempo. Se estaba desesperando.
Hasta que llegó la hora de irse del despacho. Antes de salir se fue directamente a los baños. Esperó a quedarse sola y una vez que no había nadie, comenzó a arreglarse más de la cuenta. Se puso algo de maquillaje y se echó bastante perfume. Se soltó un botón más de la blusa y ahora sí, se miró al espejo y estuvo contenta con el resultado. Así que con paso decidido, salió de los baños y se fue directamente al parking.
Bianca llamó a su hija para cerciorarse de dónde estaba Valeria.
-Hola cariño, ¿Cómo ha ido tu día?
-Hola mamá, pues fue bien -Diana omitió decirle que Pablo la estaba acosando. Ese mismo día la había llamado sin parar. Diana ya no sabía qué hacer. Se estaba empezando a desesperar -¿Y tu día?¿El juicio?
-El juicio al principio no las tenía todas conmigo, pero ya me conoces y no tiro la toalla tan fácilmente. Así que me ha ido bien.
-Eres la mejor, mamá.
-Gracias hija. Por cierto, ¿Esta tarde sales? Para saber si vas a estar en casa cuando acabe.
-No mamá, estoy ya en casa y no salgo. Valeria me dijo que tenía cosas que hacer, que quedaríamos mañana a tomar algo.
-Ah, muy bien entonces. Pero ayer te fue bien con ella, ¿No?
-Sí, ya te lo dije. Tengo que entender que es una chica que para la edad que tiene, tiene demasiadas responsabilidades.
-Tienes razón. Ella va a otro ritmo.
-Bueno mamá, te dejo que tengo que estudiar. Te espero en casa.
-Muy bien Diana, te quiero.
Las dos se despidieron y Bianca suspiró antes de poner el coche en marcha. No le hacía mucha gracia ir a casa de la joven porque era terreno que ella no controlaba, y no sabía cómo iba a reaccionar la chica. Le daba pavor que la pudiera echar de su casa. A Bianca le gustaba tenerlo todo bajo control, y cuando no controlaba algo, se ponía de muy mal humor.
Por fin puso el coche en marcha y más nerviosa que nunca, se dirigió a casa de la joven.
Consiguió aparcar el coche más o menos rápido y bien. Era verdad que su coche desentonaba completamente con los coches allí presentes. Pero eso a Bianca le importaba un comino. De hecho cuando se dirigió al portal de Valeria, algunas miradas curiosas se centraron en ella como si fuera algo digno de observar, por lo que Bianca sintió esas miradas escrutadoras sobre ella y eso la hizo andar más estirada si cabía.
Por fin había llegado el momento de enfrentar a Valeria cara a cara. Bianca tenía la necesidad imperiosa de verla. Llevaba días sin hacerlo y ella se había sentido muy apagada y triste por ello. Necesitaba saber por qué Valeria la rehuía de esa manera. Según como fuera todo, Bianca estaba dispuesta a abrirle sus sentimientos a la joven. Veríamos cómo ésta los recibía.
Bianca tocó a otro timbre para que le abrieran. Ella ya sabía en qué piso vivía la joven, ya que el día que la acompañó hasta el portal, cuando la joven se fue, ella miró en los buzones para saber en qué piso vivía Valeria. Quería subir hasta el piso de la joven para que a ésta le costara más echarla, ya que Bianca se imaginó que si Valeria la veía cara a cara cuando le abriera la puerta, a la joven no le quedaría otra que dejarla pasar.
Cuando abrieron y ella entró en el portal, se cruzó con unos vecinos de Valeria y éstos la miraron de arriba abajo. A Bianca no le importó. Sabía perfectamente que llamaba la atención por el porte que llevaba y por cómo iba vestida. Tuvo que darle la razón a Aitana. Se sintió algo incómoda por ello pero eso no iba a ser motivo para que ella cesara en su empeño de conseguir lo que quería.
Llegó al rellano donde vivía la joven. Buscó la letra A, y antes de tocar al timbre, hizo varias respiraciones profundas, hasta que se armó de valor, y por fin, tocó al timbre.
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