Capítulo 23. Pensando bien las cosas.
Valeria se despertó antes de que sonara el despertador. Había pasado mala noche. No había soñado con sus padres pero sí lo había hecho con Bianca. Ésta se daba el lote con la mujer de la barra y para colmo salían de la mano del local. Lo que hizo que Valeria se despertara de golpe y luego le costara volver a conciliar el sueño.
La joven se levantó de la cama porque necesitaba hacerse un café bien cargado. Y mientras lo estaba haciendo, de la nada apareció Pamela.
-Hola Val. Has dormido poco o mal, por lo que veo, porque vaya ojeras llevas.
-Lo sé, y sí, han sido ambas cosas. Dormí mal y poco.
-¿Has vuelto a tener pesadillas?
-No, Pam. Bueno, no con los papás, pero sí con Bianca.
-Ah, bueno. Pues entonces no sé qué es peor.
-Sí. Ayer coincidimos con ella y dos amigas suyas en un pub. Y la pillé con una mujer.
-Valeria, es normal que esté con alguien. ¿No?
-Sí, claro que es normal, pero eso no quita para que a mí me duela. Sabes, creo que estoy enamorada. Cuando vi a esa mujer besarle en el cuello casi me da ahí mismo un síncope. Tuve que irme a los servicios.
-Si te dolió tanto, sí estarás enamorada. Así que lo siento, estás más que jodida.
-Lo sé. Pero sabes, pensé en lo que tú me dijiste. Y te voy a hacer caso. Voy a dejar de ir a casa de Diana. Aunque al final ésta se dará cuenta y me preguntará por qué no voy a su casa como hacía antes. Pero necesito dejar de verla. Me voy a volver loca si sigo así. No puedo verla con otra mujer, y tarde o temprano la voy a ver. Eso me duele mucho. Y tengo que poner remedio.
-Eres inteligente, Valeria.
-Cuesta serlo, pero si no quiero seguir sufriendo, es lo que debo de hacer. Mejor pasarlo mal ahora que no ahora y después.
-Entonces ánimo. ¿Desayunamos?
-Claro.
Mientras en casa de Bianca, ésta también se había levantado temprano y lo primero que hizo fue ponerse el bañador e ir a darse un chapuzón. Estuvo un buen rato en la piscina hasta que empezó a tener frío y decidió desayunar algo.
Cuando estaba preparándose el café, apareció Diana en la cocina.
-Hola mamá, vaya, ¿Ya te has bañado?
-Sí cariño. Me he levantado pronto y necesitaba darme un baño.
-Me parece estupendo. Por cierto, ¿Te importa si invito a Valeria a comer a casa?
Bianca se puso nerviosa cuando escuchó a su hija nombrar a Valeria.
-No, Diana. Claro que no me importa. Puedes invitarla cuando tú quieras.
-Vale. Le voy a mandar un WhatsApp.
Diana escribió a su amiga y ésta aún tardó unos minutos en contestarle. Valeria, cuando vio que le había escrito su amiga, se tensó inexplicablemente. Y cuando leyó el mensaje su corazón comenzó a latir más rápidamente. La estaba invitando a comer. Se moría de ganas por ir, pero ella había quedado consigo misma en algo y si quería dejar de sufrir a corto plazo, tenía que ser consecuente con lo que había decidido. Así que, muy a su pesar, le dijo a su amiga que no.
"Perdona Diana, hoy me quedaré en casa. Pasaré la tarde descansando y de paso estaré con Pamela. Luego por la noche tengo que ir a trabajar".
Cuando Diana leyó el mensaje de su amiga, no supo cómo interpretarlo. ¿La estaba rehuyendo?¿No podía sacar un rato en todo el sábado para verse? Definitivamente Valeria estaba muy rara. Y Diana no pudo evitar hablarlo con su madre.
-Vaya, mamá, Valeria me ha dicho que no a la comida. No sé, yo la noto rara. Algo le pasa. Pero ya no sé si yo tengo algo que ver - le dijo Diana a su madre algo preocupada.
-¿Pero por qué piensas eso?-Bianca también estaba preocupada. Pero era otro tipo de preocupación. ¿La estaba evitando? Estaba claro que le debió doler verla con esa mujer. Si Aitana tenía razón con lo que le dijo de Valeria, lo más probable era que la joven sí la estuviera evitando. Joder, y ahora iba a perjudicar también a Diana. Bianca pensó que debía hacer algo al respecto. Y estaba dispuesta a ir a su casa para hablar con ella. Bueno, en realidad no sólo era por hablar con la joven, también se moría de ganas por verla, y eso que solo habían pasado unas horas que hacía que no la veía.
-Bueno, hoy la dejaré tranquila. Mañana le volveré a decir de vernos. Espero que me diga que sí.
-Eso es hija, si ves que mañana te dice que no, habla con ella. De todas formas es una chica que para la edad que tiene, tiene muchas responsabilidades. Así que no pienses mal, será que tiene cosas en las que pensar.
-Lo sé mamá. Y tienes razón.
El móvil de Diana volvió a sonar. Pero ahora era Pablo el que la estaba llamando. De pronto Diana se puso nerviosa. Las llamadas y mensajes de Pablo la estaban incomodando e incluso se sentía agobiada. Pero no sé lo diría a su madre porque sabía que ésta tomaría cartas en el asunto. Así que silenció el móvil y lo dejó en la encimera mientras se sentó en la mesa con su madre para desayunar juntas. Intentó no pensar más en él y para ello debía olvidarse del móvil.
Cuando terminaron de desayunar, decidieron que pasarían toda la mañana en la piscina. Bianca quería dedicarle la mañana a su hija. Necesitaba pasar tiempo con ella.
Valeria pasó el día en casa con Pamela, por lo que aprovechó a hacer limpieza de toda la casa. Prefería estar activa para no estar pensando constantemente en Bianca. Sabía que luego iría cansada al trabajo, pero mejor era eso que no quitarse a la abogada de la cabeza.
A decir verdad, pasó un mal día de sábado. Le hubiera encantado estar con Diana en su casa. Ella disfrutaba mucho de estar con su amiga. Sólo esperaba no distanciarse de ella por el hecho de no querer ver a Bianca. Una cosa era alejarse de la abogada y otra muy distinta perder a Diana.
Llegó la hora de irse al trabajo. Se maquilló un poco y se puso directamente la ropa de trabajo, puesto que tenía pensado cuando acabara de trabajar ir a casa directamente.
La jornada de trabajo le resultó tediosa, como siempre. No le gustaba trabajar de camarera pero no le quedó otra que trabajar de eso, puesto que no estaba en condiciones de poder elegir. Aún así estaba contenta de que con ese trabajo y las ayudas que recibía, su hermana y ella podían salir adelante.
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