Capítulo 20. El carácter de Valeria
Bianca necesitaba volver a verla y estaba segura que la joven iba a hacer lo posible por no atenderlas más. Así que les dijo a sus amigas que iba a ir al baño, y se fue a buscarla.
Se dirigió a la otra sala y cuando creyó verla de lejos, se fijó en cómo otro cliente la tenía cogida de la muñeca, por lo que fue directamente hacia ellos.
-¡Oye!¡Suéltala ahora mismo!- le bufó Bianca al cliente.
-Vamos, usted no se meta, sólo le pedí el número de teléfono y ella me dijo que no. Sólo le pido eso, nada más.
-Si te ha dicho que no, es no. ¿Qué es lo que no has entendido?
-Joder que asco dais las mujeres - dijo el cliente cuando soltó a Valeria y se fue de la sala hecho una furia.
Bianca se acercó a una Valeria más nerviosa que nunca. La joven estaba bloqueada. Por lo que Bianca la cogió de la mano suavemente, entrelazando sus dedos con los de ella, y se la llevó a otro sitio más apartado.
Para las dos mujeres ese toque de manos las alteró todavía más de lo que estaban ambas, pero era otro tipo de nerviosismo diferente al que acaban de vivir por culpa de ese hombre. Era un nerviosismo que a las dos les gustó mucho. Ninguna de las dos quería soltar a la otra. Valeria porque se sentía segura con Bianca y porque le gustaba a rabiar, y Bianca porque estaba muriéndose de amor al tener a Valeria tan sumamente desprotegida y vulnerable. Y encima Valeria confiaba en ella ciegamente. Bianca era la mujer más feliz del mundo en ese mismo instante.
Bianca le cogió el brazo delicadamente para mirar si el hombre la había dejado marcada. Y pasó sus dedos muy suavemente por la muñeca de la joven. Valeria se bloqueó todavía más de lo que ya estaba. Ese tacto, en comparación con el apretón del hombre, le pareció divino.
-Cariño, ¿Estás bien?¿Te ha hecho daño?- le preguntó Bianca con la voz más dulce y cariñosa que la joven había oído jamás.
-No...No se preocupe, señora...Yo...Yo.. Debo seguir trabajando. Perdone...
-Valeria, el trabajo puede esperar, ¿No crees?¿A qué hora terminas de trabajar? Les diré a mis amigas que se vayan. Yo esperaré a que acabes.
-¿Qué? No, no me espere. Usted váyase con sus amigas.
-No quiero dejarte sola.
-No se preocupe, ya quedé con Diana, Camila y Eva en que iban a venir a buscarme para tomar algo.
-¿Estás segura? No quiero que te vayas sola a casa -Bianca quería ser la que se quedara con ella, pero si se iba con Diana y sus amigas, ya se quedaba tranquila. No quería que la joven se fuera sola. Aunque a decir verdad, no le hacía ninguna gracia que saliera con Camila. Lo que le faltaba.
-No se preocupe por mí. De verdad. Estoy bien. No es el primer cliente que se pasa.
-Joder, pues no deberían de hacer eso. Tú estás para lo que estás. Para nada más.
-Lo sé, pero es lo que hay. Bueno... Muchas gracias por lo que ha hecho, señora.
-No me las des. Y por cierto, podrías hacer como hace Camila y llamarme por mi nombre, ¿No crees?
-Sí, podría, pero sabe, yo no soy Camila. Además, la última vez que la vi le recuerdo que me llamó la atención por ser una maleducada, y ahora me pide que la tutee. A ver si se aclara. Disculpe, me tengo que ir.
Valeria se soltó del agarre de la mano de Bianca dejando a la mujer estática en el sitio. Bianca no se esperaba esa contestación por parte de Valeria. Joder, si la muchacha no era tan tímida y callada cómo ella pensaba. Pero daba igual, a Bianca también le gustaba que sacara las garras con ella. Le excitaba mucho verla de esa manera. Y lejos de sentarle mal la contestación que le dio la joven, aún sintió que la amaba más si cabía.
Tal cual Valeria dejó plantada de esa manera a Bianca, se arrepintió al momento de cómo había tratado a la abogada. Se había pasado mucho con ella, puesto que Bianca había intercedido para que ese hombre la dejara en paz, y ella le había pagado contestándole de mala manera.
Así que cuando terminó de recoger unas mesas que le quedaban, estaba tan arrepentida de cómo había tratado a Bianca, que decidió acercarse donde estaban las tres mujeres para poder hablar con ella en privado y disculparse. Pero cuando se animó a hacerlo, Bianca y sus amigas ya se habían marchado. Mierda, ahora se sentía peor de como estaba antes.
Cuando acabó su jornada laboral, se quitó la ropa de trabajo y se puso un vestido veraniego con unas sandalias con plataforma a juego con el vestido. Se quitó la coleta dejándose la preciosa melena suelta. Se despidió de sus compañeros y salió del local. Ya estaban sus amigas esperándola.
-Hola chicas, gracias por venir a buscarme.
-No nos las des. Así salimos las cuatro- le dijo Diana - por cierto, mi madre y sus amigas están en un local de por aquí. Me ha mandado un WhatsApp mi madre para decírmelo.
-Ah, vaya, pues yo tenía que hablar con tu madre, Diana.
-¿Por qué? Podemos pasarnos a verla si no os importa.
-Porque ella y sus amigas vinieron a cenar al restaurante. Un hombre se sobrepasó conmigo y tu madre me ayudó. Entonces me gustaría darle las gracias.
-¿Qué? ¿Cómo es que se sobrepasó contigo un cliente?-Le preguntó Camila enfadada-¡Vaya cabrón!
-Tranquila Camila. Quería mi número de teléfono y me negué a dárselo. Sólo fue eso.
-Vaya Valeria, siento que hayas pasado por una situación así y me alegro que mi madre te haya ayudado.
-Gracias chicas. Bueno, vamos a ver a tu madre, Diana, y luego si queréis nos tomamos algo por ahí - dijo Valeria. En parte necesitaba disculparse con ella pero también necesitaba verla. Cuando Bianca le dio la mano, entrelazando sus dedos con los de ella, a pesar de lo que le había hecho ese hombre, creyó estar en el mismísimo paraíso. Cogida de la mano de esa mujer sintió una seguridad infinita. Una seguridad que a ella le faltaba y que seguramente se debía a la temprana partida de sus padres. Tuvo ganas de llorar pero supo cubrir esas ganas siendo borde con Bianca. Además, estuvo a punto de pedirle un abrazo. Pero menos mal que no acabó pidiéndoselo porque hubiera acabado desmoronándose. Y no quería que Bianca, una mujer tan fuerte, luchadora y triunfadora como ella, la viera frágil, endeble y poca cosa.
A los diez minutos de estar andando las cuatro amigas encontraron el local donde estaban Bianca y sus amigas.
Pero de haber sabido lo que Valeria se iba a encontrar en ese garito, nunca hubiera dicho de ir allí para hablar con Bianca.
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