Capítulo 13. Antes de la fiesta
Cuando Bianca salió de la habitación de Diana, fue directamente a su habitación y cerró la puerta. Se sentó en el borde de su cama y se tapó el rostro con sus manos. Joder, estaba perdiendo la cabeza. Esa chica era una tentación imposible de rechazar. Cada día que pasaba le costaba más alejarse de ella.
En la habitación de su hija estuvo a punto de tocar con la punta de su nariz el cabello de Valeria. Necesitaba cerrar los ojos y oler ese maravilloso olor que desprendía. También estuvo a punto de abrazarla, de juntar los dos cuerpos y pasar sus brazos por el abdomen de la joven. El sentirla pegada a su cuerpo sería como un vicio para ella. O más bien comenzaba a ser una necesidad.
Necesitaba imaginarse con esa joven en otro lugar, ellas dos solas, amándose, sin tener que dar explicaciones a nadie de lo que estaban haciendo. Estuvo a punto de perder los papeles. No le quedó nada para besar a Valeria en el cuello. Darle a la joven un beso de esos que nunca se olvidan. Pero ni ella ni Valeria.
Tenía ganas de echarse a llorar. No quería contener lo que estaba sintiendo por Valeria, pero todo lo que la rodeaba iba en contra de ella. Su hija, la edad de Valeria, la amistad que las unía...Tenía que intentar quitársela de la cabeza, fuera como fuera. Y justo cuando iba a dar rienda suelta a sus lágrimas, Diana entró en la habitación de Bianca.
-Mamá, ¿Estás bien?¿Te pasa algo?- le preguntó Diana preocupada por ver así a su madre.-¿Y cuándo has llegado? Me ha dicho Valeria que habías llegado ya.
Bianca alzó su rostro y miró a su hija a la cara.
-Hola cariño, tranquila, estoy bien. Estoy cansada, sólo es eso. ¿Y vosotras? En un rato vienen tus otras dos amigas,¿No?
-Sí, mamá. Con que nos dejes en la fiesta a las nueve, bastará.
-Perfecto, mientras acabáis de vestiros y poneros guapas, yo me daré una ducha. Necesito despejarme.
-Claro. Si me necesitas estoy en mi habitación con Valeria.
-Muy bien, hija.
Diana salió de la habitación de su madre pero lo hizo preocupada por ella. Creía que su madre le estaba mintiendo en algo. No sabía en qué. Pero seguramente le estaba mintiendo para no preocuparla. Pero…¿Qué estaba ocultando? Hacía días que su madre estaba rara. Intentaría hablar con ella en otro momento. Sólo esperaba que su madre fuera sincera porque si tenía algún tipo de problema, ella quería ayudarla y darle todo su apoyo ya que era la persona que más quería y por nada del mundo la quería ver apagada como estaba en ese momento.
A Bianca le vino muy bien darse una ducha de agua fría. Se despejó sólo un poco, pero algo era algo. Cuando ya estaba vestida, con unos jeans ajustados y una blusa muy fina y femenina, se dirigió al jardín mientras esperaba a las chicas. Se preparó una copa de vino para relajar los nervios que llevaba encima y se puso a trastear con el móvil.
Tenía varios WhatsApps de sus amigas Aitana y Lola. Prefirió no abrirlos. Seguro que sería para salir al día siguiente por la noche si habían ganado sus respectivos juicios. Sus amigas también eran abogadas. Eran las tres muy diferentes pero por eso se llevaban bien. Porque se atraían de alguna manera y porque se respetaban a pesar de ser tan distintas. Mientras Lola era una mujer altiva y arrogante, Aitana era la bondad y la humildad en persona, y Bianca se veía entre medio de sus dos amigas. Igual por eso ponía tan nerviosa a Valeria. Tal vez tenía una imagen de mujer estirada como su amiga Lola y quizás por eso Valeria se ponía nerviosa delante de ella. Algún día le gustaría descubrir que sentía Valeria por ella. Si era miedo, animadversión, o qué. Porque estaba claro que algo sentía, y seguro que no era bueno.
Mientras seguía mirando el móvil, su hija y Valeria aparecieron en el jardín, y cuando Bianca las miró, torpemente el móvil se le cayó de las manos. Diana estaba preciosa con un vestido muy fino y de color negro, pero es que Valeria estaba deslumbrante. Esa chica iba a conseguir todas las miradas de los allí presentes, de eso estaba más que segura. Y para colmo la chica era tímida, una combinación que para Bianca le resultaba totalmente explosiva. Cuánto deseaba tener quince años menos y poder ir con ellas a esa fiesta. No se separaría de Valeria ni un segundo. Y por supuesto, no dejaría que ninguna mujer se le acercara. De sólo pensar en Valeria intimando con alguien se ponía de mal humor. Y no podía evitarlo aún sabiendo que ella no era absolutamente nada de Valeria.
-Mamá, ¿Cómo lucimos? Tienes que ser sincera.
-Bueno.Yo…-Bianca intentó mirar a su hija y no a Valeria pero le fue imposible no mirarla. Si era una auténtica obra de arte. Y eso que Diana también estaba muy guapa, pero lo de Valeria era algo a parte- Estáis las dos impresionantes.
-Bueno mamá, no es necesario que mientas, que ya nos conocemos. Yo estaré guapa y Valeria está impresionante.
La joven llevaba un vestido blanco muy fino y bastante escotado, que le hacía resaltar más su tez morena y su impresionante figura, con un trasero bien marcado y duro, unas piernas larguísimas, con las sandalias a juego con el vestido, y una cintura finísima que a Bianca le daban ganas de besar y de morder suavemente. Si pudiera no dejaría ni un centímetro de su cuerpo sin besar. Eso lo tenía clarísimo.
Bianca se rió por lo que dijo Diana. En realidad su hija tenía razón.
Mientras Bianca miraba embelesada a Valeria cuando ésta estaba hablando con Diana, tocaron a la puerta. Debían ser las amigas de Diana.
En efecto, eran Camila y Eva. Bianca se fijó más en Camila. Era una chica rubia, guapa y perfectamente le podría gustar a Valeria, por qué no. Además se fijó en la mirada de deseo que le echó a Valeria cuando la vio. Tenía razón Diana, esa chica estaba colada por Valeria. Hasta un tonto se daría cuenta de eso. Bianca, inconscientemente, apretó sus dedos con fuerza. Sabía que esa noche no iba a poder dejar de pensar en Valeria mientras ésta seguramente se dejaría llevar con Camila. Era algo inevitable.
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