Capítulo 103. Epílogo (parte 1)
El cumpleaños vigésimo segundo de Valeria llegó. La joven llevaba algo más de un año y medio de relación con Bianca y mejor no les podía ir, a ninguna de las dos. No podían estar más felices.
La joven había madurado mucho al lado de Bianca. Ahora tenía las cosas mucho más claras y sabía perfectamente que la relación que había forjado con la abogada era inquebrantable. O así lo veía ella. Al lado de Bianca era una mujer totalmente nueva y sobre todo, fuerte. Bianca le había enseñado a valorarse y a quererse así misma.
Mientras Valeria ya había finalizado sus estudios, Pamela los comenzaba, y como ella ya había dicho con anterioridad, se había matrículado en derecho sin dudarlo ni un sólo segundo. Ella tenía claro que iba a ser como Bianca, ya que era su modelo de mujer a seguir.
Eran las doce de la noche del sábado y el cumpleaños de Valeria había llegado. La joven estaba trabajando, pero era su último día en el restaurante. Ahora que había terminado sus estudios quería trabajar de lo suyo y dedicarse a ayudar a personas vulnerables y necesitadas.
Bianca quería que fuera un cumpleaños muy especial para la joven, como cuando la invitó a pasar dos días en París cuando ésta cumplió veintiún años, ya que también consiguió que la joven no olvidara ese cumpleaños. Pero esta vez quería compartir el día tan especial de Valeria junto con las demás, puesto que para la abogada había llegado el momento de dar un paso más en su relación y quería que todas fueran partícipes de lo que tenía que decirle a la joven. Así que con ayuda de Diana y de Pamela, le iban a preparar a Valeria un cumpleaños que no iba a olvidar nunca. La idea de Bianca era ir a buscarla al trabajo, llevarla a su casa, dormir con ella y hacerle el amor durante casi toda la noche. Luego al día siguiente irían a comer con Diana, Pamela, Aitana, Noelia y Lola a un restaurante al que la abogada ya había hecho una reserva. Esa noche Diana iba a dormir en casa de Valeria, con Pamela, así Bianca y Valeria tendrían la casa para ellas solas y podrían dar rienda suelta a lo que ambas sentían y necesitaban exteriorizar.
Valeria no se esperaba encontrar a Bianca esperándola en la entrada del restaurante, y cuando la vio con un precioso ramo de rosas entre sus manos, casi se le escapa alguna lágrima. La abogada llevaba ya media hora esperando a que la joven saliera y estuvo a punto de entrar al restaurante e ir a buscarla, para darle el ramo de rosas delante de todos los allí presentes, pero no sabía cómo se lo podía tomar Valeria y no quería que sintiera vergüenza, así que finalmente decidió quedarse afuera.
-Bianca, ¿qué haces aquí?-Cuando vio a Bianca no pudo disimular la alegría que la embargaba.
-Felicidades preciosa. Toma, ésto es para ti-Le contestó la abogada con una sonrisa resplandeciente.
Valeria cogió el ramo de rosas y besó con mucha pasión a la abogada.
-Bianca, muchas gracias. ¿Me llevas a mi casa?
-No cariño, hoy duermes conmigo. Vamos a pasar todo tu cumpleaños juntas. No me voy a separar de ti ni un solo segundo. Si tú quieres, claro. Y por cierto, espero que haya ido muy bien tu último día en el restaurante.
-¿En serio?¿Y Diana? Sí, tenía ya muchas ganas de dejar el restaurante, la verdad- la joven no se lo podía ni creer. Se moría de ganas por dormir con Bianca- ¿No es una broma, Bianca?
-Diana duerme hoy en tu casa, con Pamela. Y mañana comeremos en un restaurante, con Aitana, Pamela, Noelia y Lola. Pero ahora la noche es toda para nosotras. ¿Vamos?- Bianca no podía esperar más para estar a solas en su casa con Valeria. Esa noche iba a ser muy especial para las dos.
Hicieron todo el trayecto en coche cogidas de la mano. Ninguna de las dos podía soltar a la otra. Para ambas era una necesidad el tocarse y sentirse de la forma que fuera, y así lo demostraban siempre que estaban juntas. Cada día que pasaba, estaban más enamoradas la una de la otra.
Cuando llegaron a casa y aparcó el coche Bianca, la mujer suspiró. Era consciente de la noche tan especial que le esperaba junto a su chica. Esa noche estaba segura que no la iban a olvidar ninguna de las dos. Y Valeria también lo sabía, conociendo a Bianca como la conocía, seguro que la mujer iba a hacer de esa noche una noche para no olvidarla nunca. No iba nada mal encaminada.
Bajaron las dos del coche y enseguida Bianca buscó a la joven, para cogerla de la mano y darle un tórrido beso en el cuello.
-Bianca, amor…Aún no hemos entrado en la casa y ya estoy cachonda perdida. Y todo es por tu culpa.
-Umm, aún no hice nada. Espérate y verás. Ven conmigo.
Bianca se dirigió con Valeria cogidas de la mano al interior de la casa. Estaban todas las luces apagadas. Bianca dio la luz de la entrada.
-Cariño, ¿quieres tomar o comer algo?
-No, cené en el restaurante, pero gracias.
-Bien, porque tienes que hacer hambre, me tienes que comer a mí, enterita.
-A ti te como con o sin hambre, tranquila.
-Lo mismo te digo. Oficialmente eres un año más mayor así que ya te considero completamente adulta para que hagamos según qué cosas juntas, aunque ya lo fueras hace cuatro años. Por lo que hoy vamos a avanzar en la cama, ¿te parece?
Valeria se quedó algo sorprendida.¿A qué se estaba refiriendo Bianca? Estaba claro que iban a hacer algo que no habían hecho antes. Y de sólo pensar en eso comenzó a excitarse más sin poder evitarlo. Siempre era la joven la que quería dar un paso más en las relaciones sexuales que mantenía con Bianca, pero ésta no quería correr con Valeria porque seguía considerándola muy joven. Esa noche por fin había llegado el momento para las dos para dar un paso más en sus relaciones.
-¿Y no me puedes decir qué vamos a hacer?
-Ummm, mejor dicho qué voy a hacer yo. Tú solo tienes que relajarte, cariño, la que cumple años eres tú. Y aunque sigues siendo muy joven para mí, creo que ya ha llegado el momento de que demos el siguiente paso. Confía en mí, ¿vale?
-Está bien. Estoy ansiosa de saber qué me vas a hacer.
-Ahora lo vas a saber.
Las dos mujeres subieron las escaleras sin soltarse de la mano, y fueron directamente a la habitación de la abogada. Pero antes de entrar, Bianca le pidió a la joven que la esperara un minuto afuera. Bianca entró en su habitación mientras la joven la esperaba, para encender unas cuantas velas aromáticas que había dispuesto por toda su habitación. Cuando la mujer se dio por satisfecha por cómo estaba su habitación, salió a buscar a Valeria. Ésta la estaba esperando muy nerviosa y contenta a la vez.
-Vamos, preciosa.
-Bianca, no sé qué habrá en tu habitación, pero me tienes de los nervios.
-Ahora lo vas a ver.
Cuando las dos mujeres entraron, a Valeria se le escapó una lágrima detrás de otra. Sobre la cama de Bianca ponía "Feliz veintidós cumpleaños amor, te amo" con pétalos de rosas. Luego la habitación era tan grande que para que quedara alumbrada tenuemente, la abogada tuvo que poner unas cuantas velas distribuidas por toda la habitación. Quería crear un ambiente lo más romántico posible, y para Valeria, Bianca lo había conseguido de sobra.
-Bianca, yo…No me merezco todo ésto. No sé cómo he podido tener tanta suerte al encontrarte. Eres la mujer de mi vida.-Le dijo la joven abrazándose al cuello de Bianca mientras no dejaba de llorar- Es la primera vez que alguien hace algo así por mí.
-Mi amor, quédate tranquila porque a partir de ahora yo seré la que haga siempre este tipo de cosas por ti, porque te lo mereces y porque eres, junto a Diana, lo mejor que me ha pasado en la vida. Tú también eres la mujer de mi vida y soy yo la afortunada al permitirme salir contigo.
Las dos mujeres se abrazaron de la forma más tierna que se habían abrazado nunca. Si fuera por ellas no romperían nunca ese abrazo, pero a pesar de que la noche era larga, querían aprovecharla al máximo, por lo que después de unos segundos, Bianca se separó como pudo de Valeria, y se dirigió a abrir un champán Armand De Brignac Brut gold, para servirlo seguidamente en dos copas que había sobre una de las mesitas auxiliares de noche.
La joven no se lo podía ni creer. Conociendo a Bianca tenía claro que en esa botella se había dejado bastante dinero, pero para Bianca esa ocasión lo merecía. Así que a Valeria no le quedó más remedio que darle las gracias a su novia y no decirle nada por lo que se debía de haber gastado. Lo mejor era disfrutarlo, y qué mejor que con ella.
Pero esa no era la única sorpresa que le esperaba a la joven. La noche prometía más de lo que Valeria se pensaba y Bianca tenía muy claro que esa noche las iba a dejar marcadas a las dos.
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