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Capítulo 102. Ardiendo en el portal

Bianca y Valeria se dirigieron al coche. Estaban las dos algo cansadas. Era la una de la madrugada pasadas y las dos mujeres querían pasar un rato a solas antes de que Valeria fuera a su casa.

Cuando se subieron al coche, a Bianca le era imposible no mirar los muslos de su chica. El vestido que la joven llevaba era bastante corto y le mostraba a la abogada unos muslos de escándalo, sobre todo ahora que la joven estaba sentada y el vestido se le había subido un poco. A Bianca no le importaría para nada perderse con el coche por ahí y luego perderse en esas piernas tan kilométricas y perfectas. Cuando estaba con Valeria, parecía una chiquilla con las hormonas totalmente descontroladas. Y sentir esa sensación tan placentera la hacía sentirse muy viva. Desde luego nunca era demasiado tarde para dejarse llevar por lo bueno que le ofrecía la vida. Aunque también le daba algo de miedo el sentirse tan feliz con la joven. A veces le costaba creerse que hubiera encontrado por fin a la mujer que la hacía sacar todo lo mejor de ella misma. Ahora era otra Bianca diferente a la de antes. No tenía nada que ver la una con la otra.

Bianca le dio la mano a Valeria entrelazando sus dedos con los de ella, y se dirigieron en silencio a casa de la joven. La abogada buscó un sitio para aparcar ya que quería acompañar a Valeria hasta el portal.

-Bianca, amor, no es necesario que aparques. Podemos darnos unos cuantos besos aquí en el coche, y yo ya irme.

-No cariño, quiero acompañarte hasta el portal porque no sólo me bastan unos cuantos besos. Lo siento. No me provoques todo lo que me provocas.

-Ah, bueno, entonces acompáñame. Yo necesito exactamente lo mismo. Por cierto, ¿lo pasaste bien esta noche?

-Sí Valeria. Me hace muy feliz poder juntar a mi hija, con mis amigas y con mi chica. No puedo pedir más. Además hasta Noelia se ha unido y parece que se lleva muy bien con Aitana.

-Tienes razón, quién nos iba a decir que Diana se lo iba a tomar tan bien. La verdad que tienes una hija que vale mucho. Tiene unos valores espectaculares.

-Lo sé. Algo tendrá que ver su mamá, ¿no crees?- dijo Bianca riéndose.

-Sí claro. Tienes mucho que ver, a decir verdad.

Las dos mujeres se bajaron del coche, se dieron la mano y se dirigieron al portal de Valeria. Cuando las dos entraron, a Bianca le faltó tiempo para acercarse a la joven y empotrarla contra la pared en un hueco fuera de las miradas de los transeúntes que podían pasar por la calle. Aunque era de madrugada y a esas horas la calle estaba desierta. Mejor para ellas, porque Bianca se moría por hacer suya a Valeria.

Bianca comenzó a besar a Valeria por el cuello, muy suavemente mientras la joven se estremecía. Luego la abogada la agarró del muslo izquierdo mientras con la otra mano le subía el vestido, y cuando vio lo que le mostró Valeria, los ojos casi se le salen de las órbitas.

-¿No llevas bragas?¿Cuando te las quitaste?joder, ¿Quieres matarme, Valeria?

-Umm, amor, quería jugar un poco contigo y me las quité en el servicio del pub.-Lo que tampoco sabía la abogada que Valeria se las había metido en su bolso, quería que la mujer se llevara una grata sorpresa cuando llegara a casa y mirara en el interior del bolso. Además quería que tuviera "algo" de ella.

-Joder, ¿en todo el trayecto has ido sin bragas? sí, definitivamente quieres que muera joven. Porque todavía soy joven. -la abogada pegó su cuerpo al de su chica, rozando ambas intimidades, una con la otra, mientras con una mano le subía más el vestido y luego cogía a Valeria de los muslos, pasando sus piernas por su cintura.

El pantalón de la abogada enseguida se humedeció con la abundante humedad de Valeria. Estaban las dos más que cachondas.

Esta vez la abogada sentía tanto deseo por Valeria que no midió su fuerza y se dejó llevar por la pasión que su novia le provocaba.

-Valeria...Quiero follarte.

-Bien, fóllame, amor, yo también lo deseo.

Bianca la besó ardientemente y con furia, mientras Valeria se dejó hacer. Estaba igual que la abogada de excitada y quería exactamente lo mismo que ésta.

Mientras Valeria posaba sus brazos alrededor del cuello de la abogada, ésta hizo fuerza con sus caderas para sujetar a la joven, con la espalda apoyada en la pared, mientras la mujer le subía todavía más el vestido. Quería ver el abdomen de la joven y como el clítoris de ésta, todo mojado, se rozaba con sus pantalones. Las dos soltaron gemidos ahogados, pero lo menos intensos que podían ser, a pesar de la situación en la que estaban, ya que ambas sabían que estaban en un lugar público y se tenían que medir aunque fuera un poco, porque si fuera por Bianca, la joven ya llevaría un buen rato completamente desnuda.

Bianca no pudo más, por lo que decidió bajarle los tirantes del vestido a Valeria, dejando a la vista sus pechos y éstos chafándose con su blusa. Luego decidió agarrarle los brazos y los llevó por encima de la cabeza de la chica, mientras los sujetaba ella misma de las muñecas, y ambos sexos se rozaban con frenesí. Los pechos de Valeria bailaban al compás de los movimientos de la cadera de Bianca. Quería dominarla. Ahora sí, las dos estaban desatadas y los gemidos ya no pudieron controlarlos como antes, por lo que éstos se intensificaron y las dos mujeres se dejaron llevar teniendo ambas un orgasmo que las dejó enmudeciendo a ambas.

Bianca apoyó su rostro en el comienzo de los pechos de la joven. Estaban las dos jadeantes. Aún les costó unos minutos recuperar la respiración, mientras Bianca le soltaba de las muñecas a la joven y ésta bajaba por fin sus piernas de la cintura de la mujer.

-Joder, Bianca, quiero verte así de salvaje más veces. Me has vuelto loca.

-¿Ah, sí?¿te ha gustado? Creo que perdí un poco los papeles. Lo siento.

-No lo sientas, a mí me ha encantado, en serio. Quiero conocerte de todas las formas posibles, y ésta parte tuya la desconocía.

-Bien, entonces. Que sepas que a mí edad ni yo sabía que podía ser así. Pero es lo que tú me provocas. No sé si ha estado bien, sólo espero no haberte hecho daño.-Le dijo la abogada mientras ella misma le subía los tirantes del vestido a la joven.

-Cariño, no me has hecho nada de daño. No te preocupes por eso. Sólo quiero que me ames. Nada más. Y nos vamos a amar de mil maneras, ya lo verás.

La abogada sólo pudo sonreír, estaba enamorada de esa chica hasta la médula. Sólo quería estar con ella para amarla, protegerla y quererla. Ahora tenía la oportunidad de ser completamente feliz con su chica, su hija, sus padres y sus amigas y no iba a desaprovechar la oportunidad de vivir cada segundo de felicidad que se le estaba brindando.

-Valeria, me encantaría quedarme a dormir contigo. Me muero por volver a meterme entre tus sábanas. El día de nuestra primera vez en tu cama fue el paraíso para mí.

-Y para mí, Bianca. Pero no hemos dicho nada en casa y Diana te estará esperando.

-Sí, tienes razón. Me voy a ir. Pero mañana nos vemos pronto, por favor.

-Si, cariño.

Estuvieron un rato más abrazadas y dándose besos cuando Bianca decidió ya marcharse, muy a su pesar. Cuando ya estaba a punto de salir del portal, Valeria la llamó, y la abogada se dio la vuelta para escuchar lo que le tenía que decir la joven:

-Bianca, te quiero.

La abogada no podía estar más feliz, por lo que no pudo disimularlo y le ofreció a la joven una sonrisa de esas totalmente triunfales.

-Yo también te quiero, amor. -Le contestó la mujer saliendo feliz del portal.

Valeria estaba como en una nube y aún le costó reaccionar unos segundos. Se quedó totalmente embobada viendo marcharse a Bianca. Cuando el ascensor llegó a la planta calle, se metió en él sin dejar de sonreír ni un solo segundo, al igual que hizo la abogada. Parecían dos tontas, pero dos tontas muy enamoradas.

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