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Capítulo 9: Recuerdos

— Ehhh Kirishima-kun, déjame probar esa nueva técnica contigo. -Mina agitaba de los hombros a Eijiro, quien estaba cansado de ella-. Se llamará "llave doble invertida".

Todos estaban en la oficina del director. Sero dormía, Kendo estaba entrenando sus movimientos junto a Monoma, Iida limpiaba su pequeña colección de lentes, Kaminari y Uraraka estaban junto a Shinsou quien sonreía y luego volvía a su cara sin expresiones porque habían gatitos de juguete.

— ¿Estamos en la primaria? No veo más que puros niños. -Eijiro se quejaba-.

— ¿Me hablas a mí? -Shoto leía un libro y lo cerró para responderle al pelirrojo-. Estás ante la presencia de Dios.

— ¿Vas a seguir con eso? -preguntó cansado el pelos de incendio-. ¿Después de abrazar a Midoriya y llorar como bebé?

¿Quién lloró? -Todoroki se acercó con un ojo abierto para intimidar a Eijiro-. El único que va a llorar eres tú. Piensa en lo útiles que son los ganchos para ropa. Date cuenta de lo útiles que son y de lo inferior que eres en comparación. 

El presidente interino tenía los ojos rojos, con la vista fija en Kirishima, quien estaba asustado e hipnotizado. Volteó a ver un gancho de ropa que estaba en la mesa de la oficina.

— Ganchos de ropa... ganchos... Sujetan la ropa para que no se caiga. Son maravillosos... También sirven como clips... SON TAN VERSÁTILES... ¿QUÉ PUEDO HACER YO?

— Oe, no abuses de tu hipnosis. -llegó Midoriya y jaló de la parte de atrás del cuello de Shoto para levantarlo-.

— Midoriya-san, ohayo gosaimasu. -contestó Shoto con una sonrisa-.

— ¿Qué le hiciste a Kirishima-kun?

— Él empezó. Solo encontré una solución pacífica. -el heterocromático se justificó-.

— ¿Qué tiene de pacífico esto? Lo dejaste llorando como un bebé que perdió su juguete.

— Midoriya-kun, Todoroki-kun. Tenemos que hablar, acompáñenme por favor. -pidió Momo desde la puerta de entrada de la oficina-.

Yaomomo llevó a ambos a un salón de profesores que estaba vacío, para así tener privacidad. Cuando ella cerró la puerta, se le quedó viendo a ambos, que estaban confundidos, luego ella tomó la palabra.

— Todoroki-kun, ayuda a Midoriya-kun a recuperar sus recuerdos.

— ¿Crees que puedes darme órdenes? ¿Quién te crees que eres? -Shoto estaba enojado-.

Al escuchar esas palabras, el pecoso levantó la mano para darle un sape algo fuerte al bicolor para calmarlo.

— Ella es tu líder, tu jefa. Portate bien... Espera, ¿mis recuerdos? -preguntó perplejo el peliverde a Yaoyorozu-.

— Así es... La hipnosis de Todoroki-kun es auténtica. Podría ayudarte a recuperar tu memoria.

— Entiendo, me encantaría ayudarlo a él. -decía el bicolor con una pequeña sonrisa-.

— Oigan, esperen. No decidan esto sin mí. -el ojiverde se molestó-.

— ¿Qué pasa? ¿O prefieres seguir amnésico y sin recuerdos? -preguntó Momo seria-.

Claro que quiero recordar, pero ¿por qué estoy tan nervioso? ¿Y si mi vida aquí terminara por culpa de esos recuerdos? -se preguntaba Midoriya en su mente-. Me gusta vivir aquí con todos. Pero si recuerdo mi pasado, ¿podré continuar igual? Aún así...

— Midoriya-kun... -se acercó Yaoyorozu-.

— Hai... lo haré. -contestó el peliverde no muy convencido-.

— Sin importar ese pasado, no pierdas de vista quién eres...  Pase lo que pase, siempre podrás contar conmigo. -Shoto le tomó la mano y se le quedó viendo sonriente al pecoso-.

— ...

— Dime algo, por favor. -Todoroki estaba nervioso-.

— Puedes contar conmigo, tranquilo ¿sí? -Yaomomo también lo dijo-.

— Arigato, me siento mejor. -el peliverde sonrió y volteó a ver a la líder-.

— NANI? ¿Por qué a ella sí? -se quejó Shoto-. No importa, por favor toma asiento. Vamos a comenzar.

Los ojos de Todoroki se pusieron rojos, el lugar se oscureció hasta quedar solo Midoriya en el trance.

/Flashback/

POV: Midoriya

Era un día soleado, pocas nubes en el cielo y los girasoles en la ventana estaban más vivos que nunca. Era día de visitas en el Hospital de Hosu e hice mi parada habitual, mi momento más tranquilo del día.

— Izuku onii-chan, ¿es divertida la escuela? -me preguntó ella con su sonrisa tan tierna, tan pura-.

— La verdad no, no te lo recomiendo. -le dije con la mayor sinceridad del mundo-.

— Pero podrías divertirte si tú quieres. -me contestó ella mientras estaba acomodándose en su cama del hospital-.

— Si tuviera un don, tal vez... Pero soy mukosei, la escuela suele ser para gente con poderes.

— ¿Pero no sería divertido estudiar? -yo veía que ella de verdad quería vivir-.

— Tal vez, pero sin un quirk no...

— ¿Y tus amigos? ¿Juegas con ellos?

— Prefiero ver la tele o jugar videojuegos yo solo. -agaché la cabeza-. La gente es dura contigo si no eres como ellos.

— ¿De verdad? Yo no aguanto por ir a estudiar. También quiero hacer amigos... -envidio mucho ese deseo, ella sí es especial-.

— Es verdad, casi lo olvido. -busqué en mi bolso un paquete envuelto en papel kraft-.

— Ohhhh, arigato Izuku onii-chan. -le gustó mucho el obsequio-.

Tenía 16 años, trabajaba todos los días bajo el ardiente sol como gestor de tráfico para una obra en construcción. Era un empleo bastante ingrato, molesto, estresante porque los conductores me insultaban, pero la paga era suficiente para poder comer. Desconozco el significado de vivir o de tener una vida con sentido. Nací sin un don que me hiciera especial, mi madre murió por depresión al no poder haber hecho algo por mí, mi padre nunca estuvo con nosotros y tampoco nos envió dinero para sobrevivir. Antes de morir, oka-san había dado a luz a una pequeña que nació con problemas congénitos del corazón. Pasar los días así era suficiente para mí. A pesar de todo, siempre visitaba a mi hermanita. Le compraba revistas de manga con lo poco que tenía. Como siempre tomaba lo primero que veía, no sé si le compraba las mismas, puede que siempre leyera series diferentes y no pudiera seguir el hilo de ninguna historia, pero...

Arigato, Izuku onii-chan... -ella abrió el paquete que le di-.

Siempre me decía lo mismo. No sé porqué se alegraba tanto... Ella no era como yo. Esperaba mucho de la vida y seguramente encontraría su razón de ser. Sin embargo, pasó los últimos dos años de su corta vida hospitalizada. Es lamentable... cambiaría su lugar con ella. Pues no pienso ni sueño hacer nada con mi vida. La lástima que sentía me hacía visitarla... Cuando llegó el invierno, trabajar era un desafío mayor que en verano. Sientes que los dedos se te caen por el frío. Pero seguí trabajando para sobrevivir. ¿Pero con qué fin? No debería pensar en ello. Si lo hago, podría acabar renunciando, como lo hice a ser un héroe... Necesito este trabajo para comer y comprarle regalos para mi hermana... Ya sé, hablaré con su médico para que le permita salir en navidad. ¿Funcionarán las sillas de ruedas sobre la nieve? Si no, la cargaré tan lejos como ella quiera. Luego le compraré lo que ella quiera. También me gustaría invitarla a comer pastel a un buen lugar. Tendré que ahorrar mucho...

— Si pudieras salir en navidad, ¿a dónde quisieras ir? -le pregunté a ella pensando en cualquier plan para pasarlo bien con ella-.

— Al centro de la ciudad. -me decía ella con su mascarilla puesta por el frío-.

— ¿Algo tan simple?

— Es que ponen luces muy bonitas en todos los árboles, ¿lo sabías?

— No, nunca he pasado por ese lugar en Navidad.

— Oí que es muy lindo y que empezaron a hacerlo el año pasado. Eso me dijo el médico. -decía ella con los ojos brillantes y alegres-.

— Muy bien, vamos a ese lugar entonces. -traté de sonreír por ella-.

— ¿Crees que pueda ir?

— Iré a pedir permiso. Si no te dejan salir, te sacaré a escondidas. -espero que podamos salir-.

— ¿De veras?

— Hai, de veras.

— ¡Qué bueno! Arigato, onii-chan.

Nunca había agradecido con tanto ánimo...  Conseguí otro trabajo, este era en un supermercado, mi casa solo era para dormir. Tener una meta me motivaba a levantarme todos los días. Pero me preocupaba algo... mi hermana empeoraba de su salud cada vez más... Naturalmente no le permitieron salir... Así que entré a escondidas después del horario de visitas y la llevé a la ciudad sobre mi espalda esa noche.

— Sugoi. ¿Puedes verlas? ¿No son geniales? -decía Izuku alegre de ver el paisaje-.

— Hai, son muy lindas. -contestó la niña algo cansada-.

— Claro que sí, son preciosas. Me alegro mucho poder verlas, todo gracias a ti... Vamos, la diversión recién empieza. Iremos a comprar tu regalo, puedes pedir lo que tú quieras. Ahorré mucho, así que no te contengas porque te voy a regalar lo que tú digas, por más caro que sea. ¿Qué te gustaría? ¿Echamos un vistazo? Hasta podríamos ir a joyerías, ¿o prefieres el centro comercial? -el peliverde estaba feliz-.

— Izuku...

— Hai?

— Arigato, ai shiteru.

— Ore mo ai shiteru... Planeé algo emocionante para después de las compras. La cena, no sé mucho del restaurante, pero reservé luego de verlo en una revista. Sirven menús completos con los ingredientes que te agraden...

Continué hablando solo mientras la cargaba... Ella se había ido de este mundo, no pude proteger la sonrisa más importante que había en mi vida. Al final tuve que abandonar muchas cosas, incluso el apartamento donde vivía. No sabía qué hacer.

— Bueno, me retiro... -le decía yo a una señora de edad madura-.

— ¿Estarás bien tú solo? -preguntó preocupada la señora-.

— Hai, no se preocupe, estoy acostumbrado.

— ¿Seguro que estarás bien? Avísame si necesitas algo. Te daré de comer cuando gustes. -insistió la señora un poco más calmada-.

— Hai, arigato gosaimasu. Ha sido de mucha ayuda en todo este tiempo.

Mi vida tenía un propósito... Mi razón de ser siempre estuvo conmigo y nunca me percaté... La manera en que me daba las gracias era lo único que necesitaba para seguir viviendo... Su gratitud y su sonrisa me hacía sentir vivo. Era feliz... Soy un imbécil, porque hasta que la perdí me di cuenta... Pese a lo mucho que ella me importaba, nunca hice nada por ella... Nunca dejó el hospital y solo leía lo que yo le llevaba... Eso era todo. ¿Pudo haber sido feliz a pesar de eso? Y ahora que la había perdido, me preguntaba si mi vida también había terminado. Estuve rodeado de felicidad sin notarlo. Pero esos días terminaron... Ya no tenía nada...

Cuando estuve pensando en qué hacer con mi vida, tal vez el destino o Dios me estuvo preparando algo. En el atardecer, pasé cerca de una clínica privada, una chica de pelo azabache, suelto, vestía de cuello de tortuga y una falda de tela escocesa con un bastón especial estaba cerca del paso de cebra. Yo le ayudé a cruzar la calle y comenzó a platicar conmigo. Ella decía que estaba ciega de nacimiento, pero que iba a terapias oculares para poder recuperar parcialmente la vista.

— A pesar de todo, soy feliz porque creo que puedo volver a ver. Pero la operación que necesito es muy costosa y no podría pagarla con lo que tengo. El Estado me ayuda, pero no es suficiente. -decía la señorita con una sonrisa, pero se notaba su melancolía-. Mi vida volvería a ser normal, podría volver a pelear por mi sueño de ser una heroína.

Puede que una simple conversación me haya guiado para encontrarle el sentido a mi vida otra vez. Podría encontrar otra razón de ser. A esta chica seguí frecuentándola, quería saber cómo podría ayudarla. Trabajé mucho en mis empleos, estudié mucho para darle forma a mi nuevo camino en la vida: ayudar a otros... que no pierdan la esperanza, yo ya no puedo pero muchos que sí y quiero que todo aquel a quien le extienda la mano pueda avanzar.

Decidí que estudiaría medicina, así que partí hacia Tokyo para la prueba de admisión a la Universidad Pública. Ya tenía mi credencial y me sentía motivado. El viaje en tren era largo, pero solo se complicaría cuando comenzó a temblar muy fuerte. Tanto que perdí mi credencial de la mano.

Todo volvió a la oscuridad...

/Fin del flashback y POV/

— ¿Lo recordaste? -preguntó Momo preocupada al ver al pecoso viendo a la nada-.

— Hai...

— Parece que no fue una vida muy buena. -dijo algo melancólica la chica-.

— Necesito un tiempo a solas...

Midoriya estaba con la cabeza baja, Yaoyorozu y Todoroki entendieron que él necesitaba reflexionar.

Viví de forma apática y rutinaria... Me diste una razón de ser y cuando la encontré, morí de camino a cumplir mi sueño... Morí sin conseguir nada... No es justo, no debí morir así... Eri...

Time skip

Midoriya estaba saliendo del salón en donde estuvo con Shoto y Momo, estaba con los ojos tristes, la cabeza baja y con muchos pensamientos confusos en su mente. Cuando llegó al cuartel (oficina del director), se encontró solo a Yaomomo y a Ochako, quienes estaban comiendo y charlando. 

— Midoriya-san... -preguntó la castaña preocupada-.

— ¿Te sientes mejor? -cuestionó Momo para acercarse a él-.

— Hai... un poco. -contestó el joven-.

— Es normal que tu corazón flaquee después de recuperar la memoria. No eres el único. -ella acercó la mano para ofrecerle la lata de café-.

— Soy muy débil, te admiro mucho por tu fortaleza. -dijo el peliverde sin voltearla a ver-.

— Me das mucho crédito... Pero dime, ¿ha cambiado algo? -Momo quería saber cómo estaba el ojiverde-.

— Pues, por ahora no sé qué sentir. Recordar mi vida no fue tan bonito, aunque no esperaba mucho. -bufó Midoriya-.

— Debiste pasar por mucho al recordar tu vida. -Ochako le dio un abrazo que el pecoso correspondió mientras volvía a llorar-.

— Midoriya-kun, créeme que no estás solo. Nos tienes a nosotros. Así que, ¿seguirás en el Frente?

— Me quedaré... no acepto mi muerte. -contestó el joven Midoriya con una sonrisa triste-.

— Ya veo, supongo que ahora tienes un objetivo. -indicó Momo con una pequeña sonrisa-.

— Hai, sigamos trabajando juntos. -el ojiverde abrió la lata para beber-.

— Será todo un honor. -Ochako extendió su lata de café para hacer un pequeño brindis entre los tres-.

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