La risa de mi alma me mantiene feliz, pero hoy mi felicidad se ha apagado y ha sido llevada a un profundo abismo dentro de mi desolado lugar.

Hoy quiero llorar porque todo aquello que me ha hecho feliz a lo largo de mi vida ha sido robado, hurtado de la peor forma.

Las personas que se suponía debían alimentar la risa en mi interior fueron las que la robaron. Las que me apartaron de mi felicidad, las personas a las que se suponía debía amar más, me quitaron lo más preciado que mi joven y dulce corazón puede tener, la felicidad.

Se han llevado mis melodías, mis sonrisas, mis salidas, mis amores, mis premios, mis sentimientos, mi vida.

Apagaron cada chispa de amor y felicidad en mi alma, las destruyeron. Tomaron mi corazón como una vieja baratija de madera y la apretaron con todas sus fuerzas hasta destruirme y quemarme hasta mis cimientos. Cenizas se logran ver desde mis aposentos, dónde la última brasa de vida vive.

Hoy vengo a protestar, gritar, pelear y desgarrar el alma de las personas que me ven, porque lo han hecho conmigo. Hoy vengo a levantar un grito a los cuatro vientos por la vida que se me ha arrebatado cruelmente. Estas personas han sido las únicas villanas lo suficientemente fuertes como para que mi salvador sea anulado y cruelmente apartado: torturado.

Hoy, feliz, la niña se sentaba en sus suaves plumas mientras escuchaba la más melodiosa voz que jamás haya podido escuchar en su joven vida.

Hoy, amargado, el ogro apareció detrás de la más fina y bella chica; arrebatando sus anhelos y risas, destrozando su alma y dejándola sin ganas de comenzar, sin ganas de seguir y sin ganas de finalizar. Se ha comido cada sedoso y lechoso trozo de piel, dejando a la dulce criatura llena de violáceos moretones y grandes marcas dentro de su alma, cuerpo y memoria.

Suave, desde el paraíso, la dulce criatura llora recordando lo que una vez vivió.

Dulcemente sonríe entre lágrimas sabiendo que ahora es solo un lastimoso recuerdo.

Nunca más.

Sus bellas plumas han crecido, son fuertes y pueden sostenerla; protegerla. Ella puede salvarse y lo sabe. Esa es la fuerza en la armadura de la fina dulzura.