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Mitos. ¿Qué es un mito? Si me lo preguntan a mí, es una historia que la gente cuenta para dar explicación a lo que desconocen o para dar lecciones entre nosotros, incluso unos cuentos de hadas que les contamos a los pequeños para entretenerlos; pero sólo eso, nada que jamás haya existido... O al menos, eso era lo que creía.
Fue cuando la reina llamó a sus mejores exploradores y guerreros, yo entre los primeros, dijo que era una emergencia la cuál nos contaría en su sala real. Cincuenta personas llegamos frente al trono de la reina, intrigados sobre qué misión nos encomendaría, pues jamás había requerido a tantas personas para una misma misión, aunque todas nuestras dudas fueron resueltas cuando decidió hablar finalmente.
- Se preguntarán para qué os he llamado aquí. Como ya habrán notado, el clima aumentó drásticamente, y muchos de nosotros ni siquiera pueden salir a la calle sin sudar de manera excesiva, corriendo el riesgo de deshidratarse.
Eso era cierto, el calor se había vuelto impresionante y muchos ancianos y jóvenes eran incapaces de salir a la calle sin sufrir daños quizás hasta mortales.
- Disculpe señora, si ése es el caso, ¿Para qué nos ha llamado? ¿Qué quiere que hagamos por eso?
Preguntó uno de mis compañeros, hablando por todos nosotros al hacerlo, pues no sabíamos cómo solucionarlo. Entonces, la reina habló nuevamente, contestando las preguntas que le habíamos hecho.
- Tienen que buscar al Antiguo, él nos ayudará, tiene que hacerlo, nos lleva protegiendo desde que existe el reino y la primera dinastía. -
- ¿El Antiguo? ¡Eso es simple mito, una leyenda inexistente!
Reclamé en voz alta, no iba a arriesgar mi vida para buscar a un ser de cuentos de hadas; pero, tras pensarlo un poco, me dí cuenta que probablemente sería la única manera, pues no había otra alternativa más que aquella, por lo que guardé silencio y, tras unos instantes, todos aceptamos la misión, algunos con esperanza, y otros con desesperación. Aunque uno de los guerreros decidió preguntar a la reina
- ¿Y cómo sabemos que el Antiguo nos ayudará? ¿No somos muy insignificantes para él?
- Él protege el reino desde hace tiempos inmemorables, a muchos Grandes no solemos importarles, pero éste ha sido amigable con nosotros por mucho tiempo. No puede dejarnos atrás, no cuando más lo necesitamos.
Respondió ella completamente segura de que el Antiguo existía, y más aún de que nos ayudaría en estos momentos de desesperanza. Yo soy ateo, y por lo tanto es que no creo en ningún dios, pero al ver la seguridad de la reina sobre lo que decía, además de que era una orden de la realeza, no podía rechazar la misión encomendada.
La reina nos había dado un lugar en dónde buscar, si de verdad lográbamos encontrar al tan llamado Antiguo, creo que jamás volvería a salir de mi casa siquiera. Tuvimos una semana entera para prepararnos, además de aprovecharla para eso, me despedí de mis familiares y amigos, sobretodo a mi madre, a quien abracé como nunca antes en toda mi vida. La semana había pasado y ya teníamos que salir. Antes de irme le dí un beso en la frente a mi mujer, y me despedí de mi hijo de apenas dos años, porque quizás jamás los volvería a ver.
Me acerqué al grupo y revisamos que no faltara nadie, para que, luego de algunos minutos, todos partimos a un destino desconocido, sabiendo que las posibilidades de no volver eran muy altas y que, si llegábamos, quizás no encontraríamos nada.
Caminamos juntos por lo que fueron cuatro días hasta llegar a nuestro límite conocido, sabíamos que, si pasábamos el mismo, ya no habría vuelta atrás, pero ya llegamos muy lejos como para retornar. Muchos nos vimos entre nosotros, el riesgo y el miedo eran altos, y la realidad de que el Antiguo no exista lo era aún más. Muchos de los presentes rezaron a los dioses de sus respectivas creencias y religiones, mientras que otros intentaban relajarse diciéndoles a ellos mismos y a los otros que todo estaría bien al final. Varios minutos pasaron, y, como nadie más lo haría, me ví obligado a ser el primero en salir de las fronteras del mundo conocido. Poco a poco, todos los demás fueron pasando los límites de lo que conocíamos y, listos para encontrar el Antiguo, o morir en el intento, avanzamos hacia el horizonte, probablemente sin manera de regresar.
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