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Lástima

- ¿Hoy tampoco ha llegado nada? - preguntaba Shinobu con la última luz de esperanza en sus ojos a las damas.

- Lo sentimos Kocho-Sama, ningun cuervo ha venido desde la dirección del hogar de Urokodaki-sama -.

- Ya veo.. -

Un mes y medio había pasado desde la última vez que vio a Giyuu, y si, aquella última vez que le vio es la misma que ustedes están pensando..
Después de aquella noche jamás había vuelto a verle.

De primera, Shinobu creyó que el chico volvería aquel mismo día a verle. "Quizás no quiere que piense que es muy intenso, seguro viene mañana".. Pero tampoco apareció.
Lo esperó a la semana siguiente, pero nada.
Pasaron dos semanas.. Y nada.
Y así se sumaron los minutos, las horas, los días, las semanas, el mes.. E íbamos por el segundo.

- ¿Shinobu-chan? - su hermana apareció en la puerta del laboratorio - ¿Hay algo que pueda hacer para ayudarte? -.

- No te preocupes neesan - miró con seriedad - prometo que pronto esto dejara de afectarme -.

Mintió. No lograba dejar de preguntarse que había pasado. Creyó que aquel momento había sido bello para ambos, que ambos asi lo habían querido y no fue solo algo de sus pensamientos.

- Ya veo... Iré a prepararte un rico postre - dijo con una sonrisa en su rostro.

"Madre.. ¿Que hubieras hecho tú en este caso?"

Poco se hablaba de esto en la finca, pero Kanae era sólo una adulta joven, muy joven, y por el terrible hecho ocurrido hace años atrás debió tomar el cargo de señora que le correspondía a su madre. Todas las obligaciones, desiciones importantes y bienestar de sus hermanas, de las damas y de todo aquel que habitaba en el lugar recaía sobre ella, y muchas veces, se veía sobrepasada.
No sabía si estaba haciendo las cosas bien, no podía asegurar que estaba dando los mejores cuidados a su hermana Shinobu, ni tampoco podía saber si le estaba brindado una buena vida a su hermanita Kanao, a la cual amaba como si fuera sangre de su sangre. Pero aún con ello, seguía esforzándose para dar lo mejor de sí, como señora, como hermana y como pilar.

(....)

Hacía horas que todo había oscurecido, debían de ser como las 3 o 4 de la mañana. Tomioka había despertado de golpe como muchas noches le ocurría, pero esta vez había algo diferente..

- Kocho.. - la chica misteriosa, de la cual solo puede ver su silueta rodeada de bellas mariposas y escuchar el sonido suave de su tierna voz y cálidas palabras habían vuelto a aparecer en sus sueños, o pesadillas, no sabía bien cómo describirlo, pero después de tanto tiempo, su nombre había vuelto a su mente.
Recordó sus discusiones con Sabito cuando estaba delirando y sonrió, "si le menciono nuevamente aquel nombre a Sabito seguro que me golpea".
Acomodó la ropa del futon y volvió a dormir, no sin antes, con sus pensamientos y mucha tristeza, recordar a aquella chica de la cual se había apartado de golpe...

"Buenas noches... Shinobu".

(.....)

Ya casi amanecía y la pequeña mariposa no había podido pegar un ojo en toda la noche. Necesitaba cortar eso de raíz y solo había una forma posible.

"Iré a buscarlo, necesito que me explique por si mismo que está pasando".

¿Suena sencillo no? Pero no lo era, primero debía tragarse su orgullo, y en aquella edad Shinobu era una chica de un carácter terco, regañona y bastante orgullosa, y segundo y más importante.. No era bienvenida en aquel lugar, y ella lo sabía.
Pero por su salud mental debía hacerlo, no podía pasar cada día con la vista pegada al cielo a ver si algún cuervo mensajero se asomaba.

Terminó de desayunar junto a sus hermanas y aprovechó de contarle sus planes a Kanae, ya que aquella chica más que ser el pilar de la flor era el pilar de su vida, quien la ayudaba a mantenerse firme de pie ante todo.

- ¿Necesitas que te acompañe? - preguntó con su ternura característica y su cálida sonrisa.

- No es necesario Neesan, pero por favor, esperame con un postre al volver.. -.

"Prepararé uno de más ya que uno nunca sabe.." pensaba mientras asentía.

Shinobu recogió sus cosas, preparó su nichirin (después del encuentro con la luna superior aprendió que jamás debe salir desarmada, ni siquiera en una cita) y salió camino a aquel lugar que hace unos años atrás tanto había amado.

El camino era bastante bello, la naturaleza rodeaba completamente aquel sector y se podía apreciar plenamente la vida que ese lugar entregaba. Pajaros cantando, mariposas revoloteando, una que otra liebre corriendo.. Hacía un lindo día aquella mañana.

Después de una hora de camino, a lo lejos pudo divisar aquella casa, empezaron a temblarle las piernas pero ya no podía echarse atrás ¿o si?

Definitivamente no, necesitaba respuestas y estaba ahí para conseguirlas. Ya estaba a unos pasos de llegar a la puerta cuando está de repente se abrió, y la persona que menos esperaba encontrar apareció frente a ella..

- ¿Qué crees que haces aquí, Kocho? - podía ver la ira en los ojos de Sabito, pero no se dejaría intimidar.

- No tengo asuntos contigo así que por favor no armes discusiones innecesarias Sabito-San - dijo intentando mantener la calma, lo cual con su temperamento era bastante complicado.

- Vete de este lugar antes que sea demasiado tarde -.

- No pienso hacerlo, no me iré sin hablar con Giyuu - no podía evitarlo, ya no era la pequeña niña fácil de intimidar, le haría frente a aquel chico.

La expresión en el rostro del chico lo decía todo, no podía creer lo que estaba escuchando..

- Creí que fuimos bastante claros contigo, tienes prohibido acercarte a esta casa y a Tomioka, el mismo Urokodaki-sama habló contigo -.

- Me dejaras entrar a aquella casa ya sea por las buenas o por las malas - Shinobu desenvainó su katana, venía preparada para cada situación ya que mientras pensaba durante la noche sobre todos los posibles escenarios en los que se podría encontrar, precisamente este era uno de los ya imaginados...

- Esto se pone interesante.. - Dijo con un aire de superioridad mientras cogía su katana de entrenamiento con ambas manos.

Sus respiraciones se sentían tensas, era como si el momento se hubiese detenido solo para ellos, Sabito no podía perdonarle el dignarse a aparecer en aquel lugar, y Shinobu no pensaba irse de ahí sin hablar con Giyuu.

En cosa de un segundo, ambos estaban corriendo en dirección hacia el otro dispuestos a atacarse, hasta que..

- ¿¡Qué está sucediendo aquí!? - Tomioka había llegado siendo jalado del brazo por Makomo, quien al presenciar por la ventana desde el inicio lo que estaba ocurriendo no encontró otra solución más que ir a buscar a su amigo.

- Nada de que preocuparse Tomioka, vuelve a la casa, está mujer tiene prohibido acercarse a este lugar.. - reclamó Sabito.

- Tomioka-san...Necesito hablar contigo - los ojos de ambos se encontraron silenciosamente dentro de tanta agitación, perdiéndose completamente uno en el otro..

- Shi..nobu-san..-.

- Debe de ser una broma Giyuu.. Dime que es una broma - dijo arrojando con fuerza la katana contra el piso - esta chica no puede ser la tal Shinobu de la que me hablaste -.

- Sabito, danos un momento a solas por favor - dijo Tomioka mientras se acercaba a la chica, aprovechando de recoger la katana y extendersela a su amigo - por favor.. -.

Sabito aceptó con frustración la Katana que su amigo le extendía y se dirigió dentro de la casa junto con Makomo que lo esperaba en la puerta, a la cual no le dirigió más palabras que un frío "Tú siempre lo supiste".

- Tomioka-san - dijo con alegría al verlo acercarse a ella intentando abrazarlo, pero este utilizó su brazo para impedirlo.

-Shinobu-San, por favor acompáñame - y sin esperar su respuesta, caminó rumbo al valle que se encontraba en el monte.

El camino se sintió largo y silencioso, ninguno emitía palabra alguna, simplemente se podían oír los pasos de ambos y una que otra ave trinar en los árboles.
Cuando por fin llegaron a la cima Shinobu reconoció de inmediato aquel lugar, los árboles de glicina, los arbustos, todo seguía tal cual.

Con un gesto el chico le invitó a sentarse a su lado, ella accedió y se ubicó junto a él.

- Mereces una disculpa de mi parte - comenzó aquel - simplemente desaparecí sin darte aviso obligandote a tener que venir al monte.

- Nunca volviste Tomioka-san, ni siquiera para evaluar las heridas de tu espalda.. -.

- Mis heridas están bien, lo que más me importa ahora es saber que ocurrió entre Sabito y tú - intrigado no encontraba una respuesta para ello por si solo.

- Yo.. No soy la indicada para responder eso, solo puede respondertelo aquel al que llamas maestro - respondió mirando el pasto bajo sus piernas.

Quedaron en silencio un momento, ambos sabían que debían hablar sobre lo sucedido más ninguno lo hacía, pero Shinobu había ido ahí por respuestas, y las conseguiría sea como sea..

- Tomioka-san.. ¿Tú m.. - comenzó a decir pero fue interrumpida.

- Dejemos de vernos, Shinobu -.

Aquella frase le fue arrojada como un balde de agua fría en la cabeza "¿Hice algo que le molestó? ¿Fui muy cargante?"

- Lo he pensado bien, y la verdad no hay ninguna razón para lo que ocurrió aquella noche entre nosotros - continuó - quizás me comporté diferente por algún efecto de la medicina, espero que no lo malinterpretes -.

- Tomio..- no se le permitía hablar.

- Que quieres que te diga Shinobu, soy un hombre igual que todos los otros, hay algunas necesidades que afloran por simple instinto -.

- Tomioka-san ¿Tu me quieres? ¿Sientes algo por mi? - cómo pudo, logró interrumpirlo y por fin poder hacer la pregunta que a ella tanto le aquejaba..

- Lo que siento.. Por ti.. - Miles de respuestas vinieron a la mente de Tomioka, para finalmente decir - en este momento, creo que lástima.. -.

Y ahí lo escucho, algo se quebró dentro de ella y resonó como mil cristales.. "¿L..lástima?".

- Debes dejar de ser tan ingenua o muchos otros hombres jugarán contigo.. -.

"¿Ingenua?.. Ellos.. Jugarán?"

-Aunque eres bastante atrevida, pensar que me llevaste a tu casa donde no había nadie más que nosotros, seguro estabas buscando que.. -.

Listo, no alcanzó a terminar aquella frase, una gran bofetada había resonado en su mejilla, impactado, al subir su mirada, lo único que pudo observar fueron aquellos ojos violeta que tanto amaba envueltos en ira y llenos de lágrimas.

-No vuelvas a acercarte a mi, jamás -.

Corriendo y apenas viendo por donde pisaba con la vista nublada por las lágrimas, Shinobu descendió a gran velocidad aquel monte, claro, buscando otra ruta, ya que evitaría volver a cruzarse y ver la cara de satisfacción de aquel chico con cabello color salmón.

Corrió, corrió, y siguió corriendo, ya no era aquella chica débil que se cansaría a mitad de camino, no, era Shinobu Kocho, tsuguko de la pilar de la flor, esto no podría detenerla; pero la verdad... Su alma estaba destrozada.

"Odiame, odiame con todas tus fuerzas y llega muy alto, que no entorpezca tu camino algo como el amor... Sumimasen, Shinobu-San"

Fue lo último que pudo pensar con claridad antes de caer de rodillas, roto, en un mar de lágrimas...

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