Calma antes de la tormenta
- Shinobu-Sama, los mizunoto ya se encuentran en posición, esperamos órdenes - preguntaba el Tsuchinoto a la chica.
- Que se dirijan al objetivo por el oeste, así podrán acorrarlo y yo iré por el este.. -.
- Shinobu-Sama ¿Irá usted sola? -.
Sin responder, Shinobu partió camino al encuentro.
Últimamente se encontraba a cargo de las misiones más arriesgadas que los cazadores que no fueran pilares podían tomar, y no es de extrañarse, en 5 meses la chica mariposa se había vuelto bastante fuerte, se notaba a lo lejos que sus capacidades eran estupendas y nadie cuestionaba la efectividad de sus ataques, los cuales, para el asombro de muchos, jamás incluían el cortar la cabeza de un demonio.
Si, cinco meses ya habían transcurrido desde el momento en que su corazón y alma habían sido pisoteados.. ¿Que si lloró? Bastante, pareciera que se había secado por dentro de tanto llorar por las noches, pero ella no es de las chicas que se echan a morir por un rechazo, al contrario, las malditas palabras que Tomioka le dijo la última vez que habló con él calaron tan profundo en sus huesos que la nutrieron para cada día desquitar ese odio matando demonios.
Lo odiaba, lo odiaba con lo profundo de su alma, no solamente rompió su corazón si no que además le hizo parecer una chica fácil y jugó con sus ilusiones. Lo odiaba tanto que si le tocara llegar a tener que curarlo, no le importaría dejarlo morir... O eso quería creer ella.
De lo único que estaba segura es que cada vez que aquellos negativos recuerdos venían a su mente.. su caza de demonios saldría estupenda.
Shinobu se volvió una chica hiriente sin darse cuenta, sus palabras generaban mucho pesar en las personas. No lo hacía con mala intención, simplemente le salían de forma natural. Pero todo era diferente con sus hermanas, ellas significaban todo en su vida, sobretodo Kanae, quien cada noche corría a abrazarla cuando la descubría llorando, la que siempre había estado para recordarle lo fuerte que es y la única que reconoció su esfuerzo y su talento cuando todos la habían desechado. Su vida giraba en torno a su hermana..
- ¿No crees que esta noche está preciosa para morir? - dijo atravesando al demonio con su Katana - ¿No? ¿No te parece? -.
Se había vuelto muy cruel.
(....)
- Tomioka-kun por favor come algo... - decía Makomo a través de una puerta cerrada, pero no obtenía respuestas.
La vida de aquellos chicos no había cambiado mucho, lo único que le importaba a Sabito lo resolvió hace cinco meses atrás, cuando un chico con patética actitud entró a casa arrastrando los pies y con los ojos llenos de lágrimas le dijo "Ya no te preocupes, jamás volverá".
Los últimos días habían sido de un duro entrenamiento para los chicos, en dos semanas debían dirigirse a rendir la selección final y ambos querían salir victoriosos, por lo que Urokodaki-sama les estaba cargando con pesado entrenamiento.
Habían semanas en las que por varios días Giyuu se encerraba en su cuarto desde que llegaba del entrenamiento hasta que amanecía. En un comienzo todos se mostraban preocupados e intentaban sacarlo a la fuerza, pero después de tanto tiempo transcurrido ya solo Makomo continuaba insistiendo..
- Giyuu por favor, déjame entrar - podía escuchar una especie de sollozos desde el otro lado de la puerta - solo por esta vez.. Por favor.. -.
Rendida y resignada iba a comenzar a caminar con la bandeja de vuelta a la cocina, hasta que el sonido del seguro de la puerta siendo quitado le hizo mantenerse en aquel lugar.
- Mako-chan, sumimasen, odio que me veas así - Tomioka apareció en la puerta, sus ojos se encontraban hinchados, unas oscuras ojeras se dibujaban bajo aquellos azules y se veía muy débil físicamente.
- ¿Puedo pasar? -.
Con un gesto le hizo entender que tenía permiso para hacerlo, Makomo entró con la bandeja que tenía el alimento preparado, la coloco junto al futón mientras veía como su amigo volvía a colocar seguro a la puerta.
Este se dejó caer en el futón frente a ella, sentándose con las piernas cruzadas esperando que su visita no fuera muy extensa ya que odiaba que lo vieran en un estado tan débil.
- Antes de hablar cualquier cosa, come lo que te he preparado por favor - le suplicó.
Así pasaron un momento en silencio, Makomo se sentía un poco mejor al ver que después de 3 días había logrado que Tomioka comiese al fin. Los entrenamientos a los que estaba sometido no eran compatibles con la nula alimentación que llevaba y la chica lo sabía muy bien, ya que como solía encargarse de la cocina podía notar si su amigo se alimentaba o no.
Cuando terminó de comer Makomo comenzó a interrogarlo..
- ¿Estas así por la selección final? -.
- No.. -.
- ¿Has estado pensando mucho en tu hermana?-.
- No del todo.. -
Sus respuestas eran demasiado breves y cortantes, pero eso no era suficiente contra ella.
- Extraño al Giyuu que podía confiar en mí, el que me contaba desde sus más grandes temores hasta la felicidad que le producía su comida favorita - dijo mientras le miraba tiernamente a los ojos - ¿Podría quizás aquel chico volver por solo 15 minutos? -.
- Makomo.. -.
Los ojos del chico brillaron y la pequeña entendió que había dado en el clavo, sólo esperaba poder ayudar un poco a aquel chico a sentirse mejor.
- Makomo, he hecho cosas muy malas en la vida - Tomioka comenzó a relatar muchas travesuras que hizo de pequeño y de como sus padres lo regañaban, su amiga no entendía a que punto quería llegar hasta que el prosiguió - pero hace unos meses hice algo que me atormenta cada noche, a veces el sentimiento de culpa es tan intenso que no puedo dormir o comer bien -.
- ¿Quieres hablar de ello? - dijo preocupada de no poder subirle ánimo.
- No se si recuerdes a Shinobu.. La chica que hace unos meses estuvo a punto de enfrentarse con Sabito - Makomo asintió - le he hecho algo horrible.. -.
Tomioka le contó a su amiga todo lo que había sucedido en aquel monte, el cual tras lo ocurrido dejó de frecuentar, y podía ver como la decepción se iba apoderando de su rostro.
- Todo lo que estoy sintiendo ahora lo tengo merecido.. Solo espero que ella se encuentre bien.. - suspiró - Hay noches en las que me recuesto muy agotado, y cuando despierto puedo verla, está frente a mi, con aquellos ojos llenos de lágrimas, tal cual los vi la última vez, me mira con sus hermosos ojos violeta cargados de odio, comienzo a pedirle perdón pero ella simplemente me ignora, si intento acercarme Kanae-Sama aparece de la nada y se interpone, entonces me doy cuenta que estoy viviendo nuevamente la misma pesadilla, de la cual llevo meses sin poder escapar, y siento que jamás podré hacerlo -.
- ¿Despues de ello jamás volviste a ver a Shinobu-San? -.
El chico negó con su cabeza.
Su temor se había cumplido, no tenía como consolar a su amigo.
- Tomioka-san, ¿Quieres a Shinobu? -.
No pasaron muchos segundos y este nuevamente tenía los ojos vidriosos, su respiración respiración se volvió entrecortada y apretando los puños finalmente susurró..
- Yo.. la quiero.. -.
Makomo abrazó firmemente a su amigo y sintió como este se desmoronaba en lágrimas acurrucado en sus brazos, nunca, pero nunca, le había visto tan débil, tan vulnerable, tan.. humano.
- Tomioka quiero que te acomodes, necesito comprar muchas cosas para la despensa y necesito de un chico fornido que me ayude a traerlas - le dijo con una sonrisa intentando sacarlo un poco de esa habitación para que se distraiga.
- Hai.. - Dijo incorporándose dispuesto a ayudar a su amiga - arigato.. Makomo, se siente bien haber hablado con alguien -.
(....)
- Shinobu-chan últimamente no paras en la casa - unos tristes ojos la miraban fijo.
- Neesan, fuiste tú quien me sugirió solicitar más misiones para matar el tiempo - dijo mientras colocaba dentro de un bolso unos kilos de diversas frutas.
- Pero jamás creí que tomarías tantas - un puchero se dibujo en su rostro, buscó dentro de su pequeña bolsa ceñida a la cintura y pagó por la fruta al mercader - ya te olvidaste de la tierna Kanao y de mi -.
- Baaka, sabes que eso jamás sería posible - le dedicó una sonrisa, una cálida sonrisa que últimamente solo su familia podía apreciar - en vez de hacer estos berrinches espero que me hagas un rico postre de frutas - sacando la lengua de forma juguetona le guiñó el ojo.
- Ara ara ¡Shinobu-chan es tan linda! - con una gran sonrisa en el rostro se arrimó al brazo de su hermanita y comenzaron a caminar hacia la finca.
Llevaban caminando juntas unos cuantos metros aún tomadas por el brazo, charlando de las ultimas misiones y recordando algunas anécdotas de su infancia cuando de pronto..
- ¡Shinobu-chan! Ha pasado un largo tiempo! - Makomo había salido de un puesto de verduras que se encontraba en toda una esquina, el rostro de la chica mariposa se iluminó al verla después de tanto tiempo, en el momento en que iba a soltar el brazo de su hermana para poder abrazar a su amiga, ve aparecer a Tomioka tras de ella, cargando con el bolso de compras.
Los ojos de Shinobu volvieron a perder el brillo y la sonrisa desapareció de su rostro, aquella faceta era bastante intimidante.
- Sh...shinobu - en voz baja y entre suspiros con dificultad pudo pronunciar ese nombre aquel chico.
- Espero que tengas un bello día Mako-chan, fue agradable volver a verte después de tanto tiempo - le dijo con una sonrisa - Mi hogar queda por esta calle derecho hasta el fondo, aproximadamente a 10 minutos de camino, seré feliz de recibirte si algún día quieres venir a verme - después de hacer unas señas en señal de despedida, se retiró junto con su hermana.
- Shino-chan ¿estas bien? -.
- ¿A qué te refieres neesan? -.
- Es la primera vez que vez a Tomioka después de tanto tiempo... -.
- No conozco a nadie con ese nombre.. -.
En el rostro de Kanae se pudo observar claramente su preocupación, temía que su hermana se pudiese convertir en un ser indiferente y que ella no pudiera evitarlo, quería traer de vuelta a la pequeña niña que siempre sonreía a todos, que era amable con todos ¡hasta con los insectos! La que estaba caminando a su lado no podía ser su hermana, claro que no...
(....)
- To.. ¿Tomioka-kun, estas bien? -.
Makomo se sentía culpable, muy culpable. No podía creer que justo el día que por fin su amigo había aceptado salir tuviera que encontrarse directamente con la raíz que generaba amargura en su vida.
- Vamos a casa - se limitó a decir el chico mientras emprendía su camino de regreso al hogar, su amiga caminó en silencio a su lado.
"Fue como si yo no existiera.. Como si jamás hubiese estado ahí.. Esos fríos violetas por primera vez jamás se posaron en mi.."
No quería pensar mucho en ello, pero podía fácilmente darse cuenta que su plan se estaba cumpliendo a la perfección, aunque la verdad jamás creyó que dolería tanto..
"Tsk, no seas idiota, ya deberías tener claro que el amor no es más que una debilidad, ella ya lo superó ¿acaso tu jamás lo harás?"
Su propia conciencia le pesaba, quería que la vida fuera más fácil y colocar pausa a sus pensamientos pero eso era imposible, sólo le quedaba enfrentarse a ellos esperando volverse más fuerte, el mismo recordó el porqué había decidido cortar con esto, no podía volverse débil ahora, menos cuando la selección final estaba a la vuelta de la esquina.
Encontrarse con Shinobu y verla bien era lo que necesitaba para aterrizar de sus mediocres pensamientos y tomarse en serio su entrenamiento. Aún no habían partido por la mitad aquella roca, pero no pasarían otro año sin rendir el examen, claro que no, concentraría toda su mente y su cuerpo en ello.
-Arigato, Makomo - dijo cuando llegaron a la casa - ya me siento mucho mejor -.
- ¿Qué? - no podía creer lo que escuchaba, ni siquiera era posible.
-Ver a Shinobu me ayudó a entender muchas cosas, así que disculpa que te deje sola en este momento, me iré a entrenar con Sabito - le respondió mientras recogía su katana y se alistaba para ir con su amigo, el cual seguro, estaba intentando partir la roca.
- Así qué al fin te dignas a venir - Sabito le brindó una sonrisa burlona al verlo llegar.
- Espero que estés preparado para ser humillado Sabito.. - respondió Tomioka imitando la sonrisa de su amigo.
Sabito pasó uno de sus brazos por los hombros de su amigo y le sonrió, pero esta vez lo hizo tiernamente, con una cálida y sincera sonrisa.
- Me siento feliz de tenerte aquí, Tomioka, terminemos esto juntos.. -
Ambos chicos se quedaron entrenando y riendo durante toda tarde, Makomo preparaba la cena y las hermanas mariposas pasaban una bella tarde familiar, las cosas marchaban de forma perfecta, de forma tan perfecta que ninguno estaba preparado para lo que ocurriría.
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