Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 4 - El maleficio.


Una chica de pelo blanco con destellos plateados paseaba por los pasillos del interior del castillo. Sus pestañas, casi transparentes, adornaban unos hermosos ojos negros como la noche. Los sirvientes y sirvientas que se cruzaban con ella la admiraban por su belleza, pero ella no prestaba atención en ese momento. Sus pasos delicados parecían poco apresurados y tranquilos, pero su cara se arrugaba por momentos de la ira que sentía.

—El príncipe... Necesito ver al príncipe... ¡Necesito ver a mi Leonardo!—

Agarró violentamente por el brazo a una criada que pasaba por ahí, y le gritó:

—¿¡DÓNDE ESTÁ MI LEONARDO!? ¿DÓNDE SE ENCUENTRA EN ESTE MOMENTO?

—¡N-no lo sé, señorita Drummond, créame por favor!

—¡Siempre sois una pandilla de inútiles! ¿Cómo no podéis saber dónde está vuestro amo? ¡Inútiles! ¡Lo buscaré yo misma!—

Soltó a la criada, y avanzó imponente por los pasillos del castillo. Al mirar por la ventana que daba al jardín, se detuvo.

¿Ese es Leonardo? ¡Puede serlo! ¡Puedo verlo! Él va a ese laberinto a descansar todos los días ... Haré que me oiga.

Abrió las ventanas y le llamó:

—¡Príncipe Leonardo! ¡Príncipe Leonardo!—

El supuesto príncipe ni siquiera se movió de su sitio. Ni siquiera le dirigió una mirada. La ignoró completamente.

Ni siquiera se ha dado la vuelta, como si no me hubiera oído. Siempre ha sido así: él me ignora, y yo sufro por su culpa. Siempre... ¡YA NUNCA MÁS!

—¡MALDITO! ¡Todos estos años, sufriendo, gracias a ti! ¡No te lo perdonaré! ¡¿Jamás, te enteras?!—

Los gritos desesperados despertaron a Owen, quien habían confundido con el príncipe heredero. Se incorporó, y miró cautelosamente hacia arriba. Vio que, desde una de las plantas más altas del castillo, una joven le gritaba mientras que lloraba lágrimas de rabia con una cara aterradora. Por puro instinto, volvió a esconderse. Ella no le había visto, pero ¿por qué estaba enfadada con él?

¿He hecho algo malo? No creo que se ponga así nada más porque he dormido en este jardín, ¿no? ¿Es ella acaso alguna de las princesas? Aunque no lo creo. Creo que no hay ninguna princesa así.

—¡Príncipe, sé que me oyes! ¡Nunca perdonaré lo que me has hecho todo este tiempo!—

¿Me está confundiendo con otra persona? ¿Con el príncipe, además? No nos parecemos en nada. La furia debe de haberle vuelto ciega.

—¡Escúchame atentamente! ¡Yo... TE MALDIGO! ¡TE MALDIGO PARA QUE ALGÚN DÍA TE VUELVAS PARTE DE MI CUERPO, Y SIENTAS EL DOLOR QUE YO HE SENTIDO! ¡PARA QUE SIENTAS EN TUS PROPIAS CARNES CÓMO ES SER SIEMPRE INFELIZ, Y QUE TU ÚNICA ESPERANZA EN ESTA VIDA SEA DESTRUIDA EN PEDAZOS! ¡TE ODIO! ¡DEJARÍA QUE TU ALMA VIVIESE EN MI CUERPO PARA QUE SUFRIESES MI VIDA Y EL RECHAZO HASTA EL FIN DE TUS DÍAS!—

Owen vio por un instante una luz morada y oscura de extraños patrones en el cielo, acompañada por un gran estruendo que ensordecía. Era extraña, a pesar de que no iluminaba te cegaba con gran fuerza, sin poder abrir los ojos. Cuando desapareció, sintió una punzada por todo el cuerpo, que rebotó en su cabeza, como si se hubiera electrocutado ligeramente. Se levantó para poder observar mejor que había ocurrido, y vio y oyó a los sirvientes y criadas que gritaban cerca de una ventana.

— ¡Aah! ¡¡Llamad a un médico, la señorita Drummond se ha desmayado de repente!!—

La chica furiosa de pelo blanco yacía en el suelo muy quieta, como sin vida. Con su piel tan blanca, vestido pomposo y apariencia delicada, podría haberse pasado por una muñeca que alguien había dejado tirada en el suelo.

De pronto, Owen sintió un segundo pinchazo, aún más fuerte. Se cayó al suelo, paralizado, y cerró los ojos sin resistencia.

***

—¿Estás despierto?

—No. ¿Dónde estoy? ¿Dónde estás?

—A mí me gustaría saber primero quién eres. Mi nombre es Vivienne Altaira Drummond. ¿Y tú?

—Quiero saber dónde estás.

—Al lado tuya.

—No veo nada.

—Yo tampoco, pero puedo sentir que estamos uno al lado del otro. Escucha: creo que estamos en una especie de forma espiritual. Y por alguna razón, he acabado con un mierdas como tú.

—Espera. ¿Tu apellido es Drummond?

—Sí, te sonará, obviamente.

—No, pero creo que sé quién eres. ¿Eres esa chica de pelo blanco que estaba gritando por la ventana? (Aunque ahora parece más calmada).

—¿Eh? ¿Cómo lo sabes? ¿Eres un espía, una cotorra, o solo te estás metiendo conmigo?

—No. Para que lo sepas, soy el del jardín, a quien estabas gritando.

—¡¿Qué?! No es posible, tú no eres el príncipe.

—Es que en ningún momento has estado hablando con el príncipe. Yo estaba durmiendo en el jardín, y me has confundido con él.

—¿Cómo podría haber confundido al príncipe con un plebeyo? ...¿Y por qué estabas en el jardín?

—Eso no importa ahora. Centrémonos,debemos de salir de aquí.

—Todavía no me has dicho tu nombre. . .

—Me llamo Owen Field.

—Ja, lo sabía. Un plebeyo.

—¿No eres un poco. . . pesada?

—¿Yo? ¿Me estás insultando?

—Ah, Dios mío. Por cierto, ¿tú tampoco puedes moverte?

—No, es como si no sintiera mi cuerpo, o como si no estuviese.

—Algo raro debe de estar pasando. Te vi desmayarte, y después lo hice yo. Quizás estemos en coma juntos.

—Improbable, ¿No crees? Pero sí que es raro eso de los desmayos simultáneos. ¿Viste algo antes de que yo me desmayase?

—La verdad es que sí. Una luz violeta y oscura apareció en el cielo, y no podía ver ni oír nada. Cuando terminó, sentí como una descarga recorría todo mi cuerpo. Al darme la vuelta, ya estabas en el suelo.

—Eso no es posible. Esas cosas no ocurren en la vida real. Semejante tontería solo la he oído en algunas historias de viejos borrachos.

—¿Qué decían?

—¿Para qué quieres saberlo? Solo son antiguos cuentos y leyendas para niños.

—En esta situación cualquier tipo de información nos vale, haz el esfuerzo.

—De acuerdo... pero no te hagas la idea de que lo hago porque tú me lo has dicho...

En algunas leyendas e historias antiguas se suelen mencionar hechizos que algunos seres conceden, dependiendo de su estado de ánimo. Por ejemplo, se decía que cuando las brujas estaban felices concedían bendiciones a los humanos, y la luz de una cálida estrella brillaba sobre ellos. Pero cuando una bruja estaba enfadada. . . Maldecía a los seres humanos que la había ofendido, haciendo que la oscuridad del abismo cayera encima suya.

—Entonces... ¿eres una bruja?

—La verdad, no sé si ese comentario también es un insulto, pero no, no lo soy. Pareces un niño inocente e incapaz de razonar creyéndote esas cosas inventadas.

—Bueno, justo antes de que te desmayaras gritabas como una posesa que me ibas a maldecir (al príncipe) y que "deseabas que él habitase en tu cuerpo para sentir tu dolor", o algo así.

—¿En serio? No recuerdo eso. . .

—Y, supongamos que al no aclarar muy bien quién era el objetivo de la maldición, fue para mí, porque en tu estado de locura pensaste que era el príncipe.

—En el caso de que eso fuera cierto, no tienes derecho a ofenderte. No es mi culpa. Yo no quería maldecirte, ni siquiera te conozco.

—Bueno, no querías, pero lo has hecho, y puedo enfadarme por ello. Yo que tú tendría más cuidado respecto a quién lanzas las maldiciones la próxima vez.

—Ni siquiera sabemos si es una maldición o no. La magia, si existiera, sería más complicada que una simple frase. Es ingenuo suponer que puedes adivinar las leyes de algo así.

—El problema ahora no es si era una maldición o no, o si siquiera es magia. El problema es el contenido. ¿¡Cómo se te ha ocurrido maldecirme para que viviera en tu cuerpo!?

—¡¡No sé!! ¡Ni siquiera estaba consciente! Y además, ¡es tu culpa por estar en el sitio equivocado en el momento equivocado!

—Lo que tú digas... Un momento... Me acabo de dar cuenta de algo...

Si la maldición era nada más que yo viviese en tu cuerpo, eso quiere decir... Que tú no podrás ir al mío, ni a ningún otro.

—Sí, supongo que sí...

—¿Entonces, te quedarás atrapada en este cuerpo conmigo?

—No creo... Desde hace rato siento que alguien me empuja fuera de aquí, como si yo no perteneciese a este lugar. Mi voz es cada vez más débil. Creo que mi cuerpo solo te pertenecerá a ti... Es una pena...

—¿Cómo que a mí? ¿Quieres decir que yo voy a tener que vivir como la Vivi-repipi Nosequé y tú desaparecerás? ¡No quiero! ¡Quédate tu débil cuerpo, yo quiero volver al mío!

—Parece que no funciona así. Ahora estás atado a esto. Me molesta bastante que el residente de mi perfecto cuerpo tenga que ser un vagabundo estúpido que ni siquiera conozco, pero buena suerte, y recuerda hacer sufrir al príncipe. De todas formas, yo no quería vivir esta vida más. Supongo que desapareceré en cuanto dejes de escuchar mi voz...

—¡Espera! ¡Ya estás hablando muy flojo, ni siquiera te escucho! ¡No te vayas! ¡No quiero quedarme con este cuerpo mierdoso!

—Si te bañas todos los días no será mierdoso. Mi cuerpo es hermoso, todo el mundo lo ansía. Y recuerda: lávate todos los días, aunque fueras un asqueroso cerdo plebeyo antes, ahora tienes que oler bien, o mi reputación caerá por los suelos. Ah, y recuerda no caer preso de ninguna seducción asquerosa, no rebajes mi antiguo yo a eso...

—¡Oye, no desaparezcas, y escúchame! ¡No quiero comportarme como una doncella glamurosa y ricachona durante el resto de mi vida! ¡No quiero la vida ajetreada de la nobleza! ¡Hija de puta histérica, no te vayas!

—No me insultes, podría mandar que te decapiten. El único histérico eres tú. Y hasta luego, cuida bien de mi cuerpo.

—¡¡¡JODER!!!

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro