Capítulo 14 - Declaración de intenciones.
—¿Ya estás consciente? ¿Puedes oírme?—.
Owen abrió los ojos, pero no encontró mucha diferencia a cuando los tenía cerrados. Todo estaba demasiado oscuro para ver algo, y solo veía una luz suave oscilante, que debía de ser una vela. Intentando adaptar su visión, recordó lo que había ocurrido.
¿Qué... Oh, mierda. Antes me dejé llevar por ese canto. Mi cuerpo me ha arrastrado a algún sitio, ¿no? Joder.
Asustado, intentó moverse. Sentado en alguna clase de silla, fue incapaz de salir huyendo de esa misteriosa situación. Alguien había atado sus manos y piernas a la silla.
Joder. Joder. ¿Por qué estoy atado? Esto no es nada bueno, tengo que irme de aquí.
Intentó romper las cuerdas, pero eran demasiado resistentes para su escuálida fuerza. Procedió a tumbar la silla balanceándose, chocando su cabeza de golpe contra el duro y frío suelo.
—Oye, no hagas eso. Te harás daño.—
Instintivamente, Owen retrocedió en el suelo junto a la silla. Ni siquiera se había dado cuenta de que, entre la negrura, había otra persona. La silueta apenas visible estaba justo delante suya, sentada.
Buscando algo con lo que protegerse, se arrastró como una serpiente por el suelo, todavía cargando con la silla. Chocó contra varios muebles en el proceso, pero no podía encontrar ningún objeto potencialmente peligroso que mantuviese alejada a la misteriosa presencia.
—Tranquilízate, ¿quieres?—volvió a hablar la silueta. Una escalofriante sensación invadió el espíritu del pobre chico: aquella voz femenina emergente, tan melodiosa y embriagadora como fría, era la misma que había cantado en sus oídos. Aquella odiosa voz vibrante que escuchó en su habitación, aquella que le había conducido a un vacío aterrador, donde ni siquiera sus pensamientos existían.
Su pecho latió con fuerza, y el oxígeno se escapaba a trompicones por su boca. Quien le había llamado y engatusado para caer en su trampa estaba a pocos metros de él. ¿Qué podía hacer contra algo como eso? ¿Cómo podría huir de alguien tan misterioso y poderoso?
Notando su agitación, la voz femenina intentó calmarle:
—No te preocupes, no haré nada. No tienes que ponerte así—. Estas palabras llenaron de aún más desconfianza a Owen, que tuvo el coraje suficiente para responder.
—Dime quién eres y qué hago aquí—reclamó. La silueta femenina soltó un suspiro.
—Creo que ya deberías de saber la respuesta a una de ellas... Oh, espera, encenderé otra vela—la silueta se incorporó aparatosamente, y agarró una caja de cerillas. Parecía hablar consigo misma sobre asuntos triviales.—Ya es bien entrada la noche, casi no se ve nada. Además, hoy hay luna nueva, y me estoy quedando sin cerillas. Debería de racionarlas mejor... Ah, sí, sigues ahí. ¿Ahora puedes verme?—. Otra suave luz se encendió en la estancia, sobre una mesita baja en el centro de la habitación.
Apresurado por ver la cara de la misteriosa mujer, Owen echó un vistazo a la silueta, ahora mejor definida. No pudo evitar reflejar su sorpresa en voz alta.
—¡¿Qué?! ¡Eres la...
—...¿Mujer de tu sueño? Sí, lo soy. Y sí, sé que no he cambiado nada en estos últimos años, por lo menos físicamente—se sentó de nuevo, en el mismo sillón blanco que había aparecido en ese extraño recuerdo. Aunque ahora estaba lleno de una capa de polvo, y en la habitación se olía la humedad concentrada.
Era verdad que la madre de Vivienne no había cambiado nada: su misma tez de leche sin ni una sola arruga y sus ojos joviales que reflejaban la luz amarillenta eran la prueba. Sin embargo, su pelo estaba mucho más largo y enmarañado, y la ropa elegante que vestía antes había sido reemplazada por unos harapos que en algún momento fueron un vestido. A través de él, su constitución huesuda y frágil se marcaba.
Todavía con la boca abierta, Owen tenía muchas preguntas, pero no era capaz de formular ninguna. Todo era tan inverosímil que no sabía por dónde empezar. ¿Qué hacía ahí la madre de Vivienne? ¿Por qué estaba vestida así? ¿Dónde estaban? ¿Por qué le había llevado allí? ¿Cómo podía parecer tan joven si habían pasado años desde ese recuerdo de Vivienne? ¿Cómo sabía ella que había aparecido en su sueño?
—Primero que nada, levántate del suelo, por favor. Hay muchas cosas de las que hablar.
¿Cómo se supone que me levante si estoy atado a una puta silla?
—...Mis piernas y manos están atadas.
—Eso no debería de ser un inconveniente—puntuó con su mirada indiferente, mientras que agarraba con delicadeza una taza de té vieja de la mesa.
Tengo otra pregunta: ¿por qué cada vez que hablo con alguien de la familia Drummond siento un poderoso deseo de erradicar su linaje? Respuesta: ¡porque todos son unos capullos!
Se arrastró de mala gana hacia la mesa, utilizando toda la energía que le quedaba en intentar volver a su posición inicial. Aún con su lamentable espectáculo, la señora no le ayudó. Simplemente observó hasta que dejó de retorcerse y se dio por vencido, desplomándose de nuevo sobre el suelo, justo al lado de la mesita.
—Antes de empezar... ¿quieres una taza?—preguntó, mientras que ofrecía una de las tazas de su colección polvorienta. Ella parecía estar bebiendo de una.
—No, no me gusta el té. Y tampoco puedo sujetarla con mis manos atadas por detrás de mi espalda...
—Oh, ya veo—sonrió la mujer. Aún así, ignoró su comentario y colocó con delicadeza la taza en la mesa, justo delante de sus narices. Cuando Owen intentó examinar el contenido de la taza, pudo observar con sorpresa que no había nada en ella.
—...¿Esta vacía?
—Claro. Te he ofrecido la taza, no el té. ¿En serio crees que podía tener algo como té en esta habitación desierta?—se burló, mientras que llevaba el borde de su taza a sus labios, como si estuviese bebiendo.
—Entonces, ¿qué estás bebiendo tú?
—Nada, por supuesto. ¿Qué más podría ser? ...Eres demasiado joven para entenderlo.—
Genial, está como una cabra.
—Mmmm... En este momento, no parece que tengas muchos más años que yo, señora...
—Pues, la última vez que conté, tenía... ¿ciento seis años? Eso fue hace varias décadas, por lo que habría que sumarle treinta o veinte años más... ¿Por qué me miras con esa cara? ¿Piensas que estoy loca, muchachito imberbe?
—Pues sí, la verdad es que pienso que estás demente, completamente desequilibrad-... ¡Espera! ¿¡Cómo mierda sabes eso!? ¿Cómo sabes que soy un hombre?
—Eso de hombre es aspirar a mucho... Pero sí, sé que eres un muchacho. ¿Cómo no lo iba a saber? ¿Crees que podría confundir a mi propia hija con un... —repasó con la mirada a Owen— ...con alguien como tú?
—Ese comentario contiene varios puntos que me ofenden... Pero no responde a mi pregunta. ¿Cómo lo sabes? Puede que notes que soy algo diferente a tu hija, ¿pero cómo sabes que soy una persona completamente diferente? ¿Has utilizado alguna clase de técnica sobrenatural, como esa extraña canción chirriante? ¿Tú hiciste eso, verdad?
—Tu comentario también me ofende profundamente. "Esa extraña canción chirriante" no es ningún tipo de técnica sobrenatural. Se llama "canto de sirena", y se utiliza para atraer presas, particularmente animales de gran tamaño. De todas formas, ha funcionado en ti, aunque he gastado mucha energía en ello.
—¿Qué quieres decir con eso? ¿Por qué utilizaste ese "canto de sirena" para traerme aquí? ¿Acaso no había un método menos agresivo y traumático para mí, tu "presa"?
—Vamos, no te enfades. Aunque he tenido que utilizar el canto dos veces porque la primera no funcionó, ya estás aquí. Eso es lo importante. Verás, niño: necesitaba que estuvieses aquí a cualquier costo, porque tenía que explicarte lo que te voy a explicar ahora. Pero recuerda: no hagas preguntas, porque no te voy a dar más información que la que necesitas oír—declaró con seriedad, acomodándose en el sillón polvoriento.
—Entendido.
—Bien. ¿Recuerdas el sueño que tuviste hace varias horas, cierto? No tenía nada que ver con tus pesadillas habituales. Como supongo que habrás conseguido deducir con ese diminuto cerebro tuyo, era un verdadero recuerdo de Vivienne, de cuando era pequeña. No ha sido casualidad que soñaras con eso: yo he sido quien ha implantado esa escena en tu cabeza, para que pudieras oír lo que dije aquel día.
—Sé que probablemente no era un cuento común, ¿pero era tan importante esa historia para niños?
—He dicho que nada de interrupciones... Pero sí, muy importante. Quizás más importante que tu existencia. Ese "cuento" era una historia verdadera, lo que de verdad pasó entre las brujas y los humanos. Y la joven bruja que fue secuestrada por los humanos... soy yo—. Hizo una pausa, como tomando aire por el esfuerzo que hacía. Parecía que realmente no quería revelar todo eso a Owen. —Eso quiere decir que quien fue maldecido por mi familia fue el duque, e indirectamente mis posibles hijos con él—tomó un "sorbo" de la taza vacía.
—¿Qué? Entonces, ¿cómo ha...—fue interrumpido por la mirada agresiva y destructiva de la bruja, que le ordenaba que se callase—...Lo capto.
—Mejor así. ¿Preguntabas "cómo ha sobrevivido Vivienne durante años si estaba maldecida"? ...Eso es más difícil de explicar. Cuando mi familia, desde la ciudad de las brujas, maldijo a mis futuros hijos con ese hombre, hicieron lo que creyeron correcto. Al fin y al cabo, el único que saldría herido psicológicamente de eso sería el duque, puesto que a mí no me deberían de importar los hijos que tenga con ese asqueroso humano. ¿Por qué iba a apreciar a un ser vivo nacido del odio y el desprecio? ¿Por qué razón podría agradarme un engendro medio humano que parasitaba mi cuerpo en contra de mi voluntad?
Eso es lo que mi familia pensó, y yo también pensaba así. Odiaba a los humanos. En mi opinión, eran los seres más repugnantes y egoístas que habían pisado alguna vez este mundo. Eso creía cuando llegué a esta maldita casa, me forzaron a casarme con el duque Drummond, y me trataron como una salvaje por ser de otra civilización distinta. Esos días los pasé sola en mi habitación, aunque se me estaba permitido salir y hacer lo que quisiese. Un día, entre esos momentos de soledad y resentimiento hacia todos los que me rodeaban, llegó un humano que cambió visiblemente mi opinión sobre su especie; él era amable, respetuoso y atento. Disfrutaba de su compañía, y todos los días hablábamos durante horas y horas en mi habitación. Pero cometí un error irreparable: le conté mi pasado y mis verdaderos orígenes, algo que solo sabía un número de humanos muy selecto. Aquel hombre sintió compasión por mí, y nos volvimos aún más cercanos. Aunque fueron momentos felices en aquel entonces, supe después que ese tiempo había sido el punto de no retorno. Un par de años después, el duque se enteró de nuestra relación y sintió unos celos enfermizos. Cuando ocurrió eso, me quedé embarazada del duque, y prohibieron que aquel hombre, un sirviente, se acercase a mí.
Vivienne nació, y ella presentaba más rasgos humanos que de bruja. Aunque se parecía mucho más físicamente a mí, seguía perteneciendo a otra especie. Pensé en dejarla de lado, ya que como he mencionado antes, "no debería de importarme". Sin embargo, comprendí pronto que, como me había enseñado aquel sirviente, realmente no importa si eres bruja o humano; todos tenemos el mismo valor al nacer...—su mirada se perdió en la habitación, como si estuviese viendo transcurrir momentos pasados frente a sus ojos. De repente, su mirada triste y nostálgica cambió a una seria.
—Mientras que Vivienne crecía, noté algo: cada día estaba más débil. Hasta ese momento, no reconocí el sello mágico de una maldición de mi familia en la pequeña niña. Supe que si no hacía algo, ella moriría. La maldición impuesta drenaba su energía mágica a ritmo acelerado, haciendo que sufriese continuamente, muriendo poco a poco. La única solución que pude hallar fue... enviar constantemente mi energía mágica a ella, para que nunca estuviese falta. Por supuesto, era una cantidad pequeña la que le enviaba diariamente, que no causaría ningún problema para mi salud. Creí ingenuamente que mientras yo estuviese viva, ella también. Que podía contrarrestar yo sola los efectos de la maldición. Pero... había un gran inconveniente, del que no me di cuenta hasta que desarrollé la técnica de "lectura del destino"—.
Owen estuvo a punto de preguntar qué era eso, pero ella le detuvo. La mujer parecía saber todo lo que le pasaba por la cabeza.
—"La lectura del destino" es una técnica transmitida por generaciones en mi clan, el clan Windssklet, de la ciudad de las brujas. Todos los del clan la poseen, y la capacidad para utilizarla suele surgir en la juventud o adultez. Aunque es una técnica muy poderosa, hay pocos que se sientan orgullosos de obtenerla—frunció el ceño, mientras que daba vueltas a la taza vacía en sus manos. —De hecho, es más un peso con el que hay que cargar durante toda la vida. "La lectura del destino" te permite ver el pasado y futuro de cualquier persona que veas, excepto a ti mismo. Cada vez que ves a alguien, es como si un enorme libro se desplegase hacia a ti; las páginas anteriores redactan el pasado con mucho detalle, mientras que las páginas próximas describen el futuro o destino que le aguarda a esa persona si el orden de las cosas se mantiene en su curso.
—¿Por eso sabes quién soy?
—Sí, algo así. Pero esta habilidad es terriblemente peligrosa y aterradora.
...Por ejemplo, imagina que un día te encuentras hablando con tu familia o alguien cercano a ti, y de repente lees algo desagradable en su futuro; como un accidente, o incluso su muerte. ¿Qué harías?
La mayoría intentarían incidir en su futuro para evitarlo. Puesto que saben el curso de acciones que llevaría, pueden cambiar con facilidad lo que ocurrirá, ¿verdad?
No es así.
En el clan Windssklet existe una norma: "el orden de las cosas es sagrado, y aunque tengas el poder para verlo, no tienes la capacidad para enfrentarlo". Esto significa que si intentas cambiar algo de ese futuro trágico, solo empeorará las cosas. Al fin y al cabo, ¿quién se cree una insignificante bruja para combatir contra el poder del destino?—se quedó en silencio, con una sonrisa irónica en su cara. Cuando volvió a hablar, su tono estaba lleno de un furioso arrepentimiento:
—Esa situación me ocurrió a mí. Cuando la habilidad despertó, vi un horrible futuro en Vivienne: cuando Vivienne estuviese a punto de cumplir dieciocho años, mi energía mágica ya se habría acabado completamente, y yo moriría. Por lo tanto, Vivienne moriría también al cabo de pocos días, dado que no tenía ningún sustento de la energía que tanta falta le hacía.
Me horroricé ante este triste destino; un destino en el que yo me quedaba sin reservas demasiado pronto, y mi hija moría por ello.
Fui estúpida, e intenté buscar una manera de mantenerla a ella con vida por mucho más tiempo. Estuve meses pensando en una respuesta. ¿Qué podía hacer para no quedarme sin energía mágica si tenía que transferirla todos los días? ¿Cómo podía aumentarla para que durase más tiempo? La realidad es que era algo imposible. En tierra de humanos, no hay forma de aumentar tu energía mágica. Supe que todo el asunto estaba fuera de mis manos, pero conocía a quien podía mantener a la niña con vida: los habitantes de la ciudad de las brujas.
—¿Querías enviar a Vivienne a ese sitio? ¿No dijiste que las brujas ya no querían tener nada que ver contigo?
—Sí, y lo sabía. Sabía que si yo iba, me echarían de allí. Pero si existía una mínima posibilidad de que aceptasen a un híbrido humano-bruja en su ciudad, confiaría en ella. ...¿Ya he dicho que era estúpida? Para seguir con mi plan, incumplí el tabú de mi clan: no hice caso a las enseñanzas sobre incidir en el futuro de otra persona, y le conté a la pequeña Vivienne de cinco años quiénes eran las brujas. De ahí viene el recuerdo de tu sueño. Después de eso, pensé que todo iría bien, ya que cuando miraba a mi hija su futuro estaba borroso, como manchas emborronadas de tinta en el libro de su destino. Quizás eso significaba que algo había cambiado para bien; otra vez me equivoqué. Su futuro cambió para mal.
De alguna manera, el duque oyó lo que le había contado a Vivienne, y me apartó de ella y del mundo diciendo públicamente que yo era "una neurótica que le enseñaba conocimientos satánicos a su hija". Me encerró en esta habitación, en el lugar más remoto del ducado, y no permitió a nadie entrar desde entonces. Diecisiete años, casi dieciocho, han pasado desde que vi a una persona. Ni siquiera los sirvientes se pasan por aquí: despidió a todas mis criadas y mayordomos, y solo cada dos días permite venir a alguien para traerme comida a través de ese agujero en la puerta.
Después de tanto tiempo sepultada entre todo este polvo y cosas rotas, reflexioné sobre todos los errores que había cometido: si no hubiera entrado a territorio humano, nunca me hubiera casado con el duque. Si nunca me hubiese acercado a aquel sirviente, nunca lo habrían arrebatado de mí. Si nunca le hubiese conocido, nunca habría sentido afecto por los humanos, y nunca me habría encariñado con mi hija. Si nunca hubiese ignorado las enseñanzas de mi clan, todavía podría ver a mi hija, o a cualquier otra persona.
Decidí que tomaría la opción correcta: dejaría al destino seguir su propia voluntad. Yo ya no interferiría, puesto que solo empeoraría las cosas. Como estaba marcado en el destino de Vivienne, yo le administré energía todos los días, y según veo en tus memorias, parecía bastante sana y enérgica. Guau, hasta la gente la reconocía como una posible futura reina...
—¿Puedes dejar de leer mis memorias, pasado, o como se llame? Me pone nervioso.
—Ah, sí. Es que hace mucho tiempo que no utilizó la habilidad, puesto que no había visto a nadie... Pero continuemos con la historia: hace casi un mes, noté algo raro... Al intentar enviar mi energía como todos los días, no le llegaba. Eso nunca había pasado antes, por muy lejos o dormida que ella estuviese. Pensé que algo iba mal, que alguien le había hecho algo. No estaba muerta, pero rechazaba mi energía como si no la necesitase. Después de casi una semana así, volvió a la normalidad... o a una relativa normalidad. Lo que había cambiado era lo que ya te puedes imaginar: tú—le dirigió una mirada despectiva—...Por lo que sé al verte, puedo ver lo que ocurrió para que algo así pasase. Aún así, hay ciertos puntos que no llego a entender dentro de todo esto, que tú ni siquiera te has planteado todavía. ¿Por qué Vivienne tenía tal nivel de energía mágica concentrada en su cuerpo que pudo lanzar una maldición? Yo nunca transmitiría tanta cantidad, ya que sé que una sobrecarga en el cuerpo de un humano o semi-humano nunca es beneficiosa. Si no fui yo, ¿quién podría haber sido? ¿Y por qué? Solo se me ocurre alguien, y no es alguien en quien se pueda confiar...—mordiendo sus largas uñas, parecía más preocupada aún.
—¿Quién podría ser ese alguien? Sé que no te gustan las preguntas, pero esto me incumbe.
—No, no te incumbe. No debes de saberlo, o podría alterar tu destino.
—¡Pero quiero saber quién es el que me metió en todo este lío!
—No insistas. No te lo diré. Eso no es importante ahora. Lo que debes saber es una de las cosas por las que te llamé aquí. Como sabes, estás atascado en el cuerpo de Vivienne desde aquel día, pero ella en el tuyo no.
—No sé qué pasó en ese momento, pero hablé con ella en una especie de estado incorpóreo, o algo así. Supongo que ese era el momento en el que nuestros dos espíritus estaban en el mismo cuerpo, y ella... se marchó.
—Sí, se marchó. Como su cuerpo ya estaba ocupado y expresó mal su maldición, su alma no tenía lugar donde quedarse.
—Espera... ¿me estás diciendo...
—Sí. No sé cómo no has reparado sobre ello antes, pero... la verdadera Vivienne Altaira Drummond está muerta. Eso es lo que ocurre cuando alguien interviene en tu destino. Aquel que le envió esa cantidad inmensa de energía fue el causante de todo—dijo secamente. No había rastro de arrepentimiento en su rostro; parecía que había asimilado hace mucho tiempo que no podía haber evitado su muerte.
Sin embargo, Owen estaba algo sorprendido. Sabía que Vivienne había ido a algún sitio, que no habitaba en su cuerpo, pero nunca había pensado profundamente sobre lo que ocurrió en ese entonces. Nunca reflexionó sobre ello. No se habría dado cuenta de que su cuerpo actual era el de una joven fallecida.
—Y, aunque ella ya esté muerta, su cuerpo sigue aquí, contigo. El problema actual que debemos enfrentar es que la maldición sigue habitando ahí, por lo que ahora te afecta a ti, el ocupante.
—¿Eso quiere decir que sigues gastando tu energía en mantener vivo a este cuerpo?—preguntó Owen, desconcertado.
—Sí, y el tiempo que durará mi energía es el mismo, no ha cambiado. Cuando el cuerpo de Vivienne esté cerca de cumplir dieciocho años, mi energía ya se habrá acabado por completo. Eso quiere decir que lo más probable según el futuro que veo en ti es que yo muera en unos meses. A partir de ahí, es incierto.
—Un momento... en vez de mantener con vida a este cuerpo hasta que te mueras ¿por qué no me envías de vuelta a mi verdadero cuerpo ahora con la energía restante?
—Eso no es posible, al menos para mí. La única manera de retirar una maldición es acabar con la vida de quien la conjuró. Aunque, claro, en este caso es una excepción. La persona que lo conjuró ya está muerta, pero la energía mágica que utilizó para la maldición era prestada, de esa persona misteriosa. Volvemos a lo mismo, a ese extraño que revolvió el destino.
—Si hay que matar a esa persona para deshacer la maldición... ¿habría que encontrarla primero, verdad? Es por eso que necesito que me digas quién es. ¿Cómo lo voy a saber si no?
—No tienes que saberlo por ahora. Cuando sea estrictamente necesario, revelaré su identidad. Si supieras quién puede ser, estarías en peligro, por lo que por ahora seguiremos el primer plan.
—¿Qué primer plan? ¿El de morirte en un unos meses?
—Sí, ese. No sé cómo se desarrollará después de eso, pero es el futuro que parece más definido en tus páginas del destino.
—¿Y qué me pasaría a mí después de que la fuente que mantiene viva a mi actual cuerpo desaparezca? ¿Que ocurrirá después de que mueras? ¿Este cuerpo desparecerá y yo volveré al mío?—preguntó, con el miedo floreciendo poco a poco por la posibilidad de escuchar una respuesta desagradable.
—Puede que sí, puede que no. Quizás pase eso, que vuelvas a tu cuerpo... No sé cómo funcionan este tipo de maldiciones complejas...—su expresión se suavizó. Tanteando la taza y bebiendo aire de ella, afirmó algo perturbador que se quedó grabado en el subconsciente de Owen—...O, lo que es más probable, la maldición no se rompe, y tú dentro de varios meses, junto al cuerpo de Vivienne...
...mueres.—
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