Cap. 5 - La primera palabra de Luz
—Aquí viene el avioncitooo... —canturreó Eda, moviendo la cuchara de un lado a otro, jugando con Luz para que abriera su boca.
— ¿Qué es un avión? —preguntó King, también hipnotizado por el juego.
—No lo sé, pero el libro recomienda que le diga eso.
Primero, Luz le robó toda la atención que tenía Eda sobre él, y ahora se apropia de su cómoda silla alta que usaban para comer. King tiene un mal presentimiento de que la pequeña es un ser malvado y egoísta.
—Ma... —balbuceó la bebé, después de tragar la comida, para asombro de todos los presentes.
Tomó unos segundos más para que completara la palabra más bonita que una bruja de 26 años como Eda pudiera escuchar.
—Ma-má. ¡Mamá!
Eda se quedó tiesa de la cara para abajo, con una sonrisa temblorosa por tal histórico momento en su vida. Lloraría de felicidad, ya que su hija, su pequeña, ¡había dicho sus primeras palabras!
— ¡Sí, soy tu mamá!
Eda no pudo contener la emoción, sentía que estaba haciendo un gran trabajo y que Luz, de cierta forma, se lo estaba recompensando. Cargó a la pequeña y empezó a dar vueltas junto con ella mientras algunas lágrimas se escapaban por sus mejillas.
— ¡Me has hecho la bruja más feliz del mundo!
— ¿Puedes repetirlo? —comentó King, con las mismas emociones de su amiga—, pero esta vez pronuncia "rey de los de-mo-nios" —deletreó para molestia de Eda, que lo apartó de su hombro con un hechizo.
—Vamos, amor. Dilo de nuevo. —Invocó su pergamino, esta vez inmortalizaría el momento en video, luego se lo compartiría a su hermana—. Ma... má. Mami. Mamá.
—Ma...
¡Levántate es tarde! ¡Hoot, hoot!
— ¡Eda, Eda!
Entre llamados, King meció a la bruja con brusquedad. Ella dormía profundamente en el nido de la habitación que compartía junto a Luz. La menor tenía su propio nidito a un par de metros de su madre. Con flojera, Eda abrió un ojo y atrajo su pergamino móvil solo para percatarse de que era más tarde de lo usual, casi las 10 am, y Luz requería de su habitual papilla. La bruja bostezó de manera exagerada.
— ¿Qué día es hoy? —preguntó antes de ir con su pequeña. King se quedó distraído por ver a Luz y no le respondió, detalle que luego cobrará relevancia.
La bebé estaba despierta desde hacía unos minutos, jugando con un pequeño demonio de peluche similar a King, tejido a mano, hasta que vio a su madre y estiró ambos bracitos para que la cargaran. Era un nuevo día en la casa búho. Ya era costumbre aquella rutina, y como no, si ya habían pasado 8 meses después.
—Cariño, abre la boquitaaa —canturreó Eda; Luz obedeció alegremente para que su madre "aterrice" otra cucharada de papilla a base de leche y papa verde—. Como te iba diciendo, estoy segura de que hablará en los próximos días. —Limpió a la pequeña con su babero.
—Tus sueños no son la cosa más precisa del mundo —recordó King.
El demonio sacó una pequeña hoja del cabello de la bruja con todos los fallos en los sueños premonitorios que tuvo durante el último año. Las estadísticas no mienten
— ¿Recuerdas la vez que soñaste que te casabas con tu cantante favorito?
—Estamos casados, solo que él no lo sabe —se jactó—. Igualmente ya es tiempo de que Luz diga "ma-má."
— ¿Ma...? —balbuceó la menor, ignorando la cucharada que su madre apuntaba a su boca.
—Oh, cielos. —Eda quitó el plato de la mesa de bebé. De prisa, encendió su pergamino—. ¡Grabaré esto! Mi hermana también tiene que verlo.
—Shhh —siseó el demonio.
King, que trepó al hombro de la bruja, también se encontraba expectante por los constantes movimientos de cabeza que Luz realizaba, como si estuviera canalizando el gran momento. Era el momento madre/hija más importante hasta ahora. Cero interrupciones.
—Vamos Luz, tú puedes —animaron ambos.
Parecía como si Luz se atoro en su gran intento por vocalizar, hasta su carita se puso roja. Balbuceó unos segundos más, en idioma bebé, pero finalmente sin resultado alguno más haya de decir "Awasasawa".
—Hoot.
Un ulular fue lo que las largas orejas de Eda captó. Rememoró la pesadilla que tuvo hace poco y se pellizcó los cachetes, comprobando lamentablemente que eso no era un sueño.
—Soy yo, ¡Hooty! —saludó el búho, entrando por la ventana de la cocina. Segundo después vomitó una carta sobre el cabello de Eda—. Tu correo diario. Hoot, hoot.
La bruja suspiró aliviada que su pesadilla no se haga realidad. Tiró la carta a una pila de papeles y documentos en desorden del fondo de la cocina. El correo se le acumuló durante los últimos meses y estaba tan acostumbrada a ello que le daba pena tirar ese montonal.
El "ma-má" será en otra ocasión. La pequeña alzó sus brazos en dirección a su madre, quería salir de la silla de bebé donde la tenían de prisionera.
— ¿Quieres ir a curiosear por el mundo? —le preguntó Eda.
Eda limpió los restos de comida del suelo, le dio un rápido cambio de pañal con ayuda de magia y la puso en los recién encerados tablones de madera del suelo para que explore toda la casa. Justo ayer fue cuando Luz aprendió a gatear. Eda estaba muy ocupada con las labores domésticas, creando pociones en el patio de la casa y ordenando los objetos que traía del mundo humano, actividad muy relacionada con su trabajo en el mercado del pueblo, por lo que encargó la misión de vigilarla un par de horas a King y Hooty, para diferentes ocasiones. En otro momento, Lilith se encargaría de vigilar a Luz.
King era el protector de Luz dentro de casa, además de jugar y dormir como un peluche a su lado por si un animal salvaje se la quería llevar como el primer día que llegó a las islas. Por otro lado, Hooty jugaba con ella, montándola en su lomo y picándole con su pico en la pancita. El estruendoso búho fungía como el cuidador principal para cuando la pequeña estuviera en el patio, a su vez distrayéndola con su inacabable parloteo. Definitivamente, crearon un equipo funcional en torno a las nuevas necesidades de su nueva huésped
—Oye, ¿Lilith vendrá hoy? —preguntó King.
—No lo sé, es sábado de flojeraaa... Uf. —bostezó Eda escandalosamente, recogiendo con magia los trastes de la mesa mientras con flojera se dirigía al sofá para seguir descansando.
—Hoy es martes.
Ni bien King corrigió la fecha, Eda tecleó en su pergamino y se lo pegó a su puntiaguda oreja. A la tercera timbrada le contestaron.
—Hola, hermanitaaa... —canturreó Eda felizmente, esperando ganarse un favor de último minuto.
—Adivinaré, pensaste que era domingo —contestó Lilith del otro lado.
—Sábado —aclaró—. Ya sabes que estoy un poco perdida por el sueño. Por favooooor, tienes que venir hoy para cuidar a Luz. Olvidé que tengo un comprador interesado en esa copa humana llamada Santo Grial. Por favor, hermanita, cuida de tu sobrinita —reiteró en un puchero.
—No lo sé, estoy demasiado cansada. ¿Sabes cuánto papeleo me dejaron esta semana? He dormido como cinco horas en cinco días —dijo Lilith.
Normalmente, el trabajo de Lilith en el Aquelarre del Emperador se distribuía entre: papeleo de criminales en la cárcel del Conformatorium, supervisión e inventario de materiales que usan las tropas del aquelarre y trabajo ocasional como profesora privada de magia básica para hijos de brujos de la aristocracia isleña. Sin embargo, después de que hubiera mandado a archivar los crímenes de Eda, sus superiores vieron tal acción como una falta de compromiso con la institución. No la expulsaron, sería inaudito y tonto relegar de su cargo a una bruja tan excepcional, disciplinada y con margen de mejora, así que la limitaron a un aburrido y cansino trabajo de oficina hasta nuevo aviso.
—Tía Lilith... —Hizo su voz más tierna y aguda, como si fuera un bebé.
Era el arma secreta de chantaje. Lilith renegaba de que Eda se ponga en ese plan solo cuando requería de sus servicios como niñera, pero ya pasado casi un año, era tonto negarse cuidar a su sobrina porque, para ser sincera, amaba ser parte de la vida de la niña.
—Está bien —murmuró cansada y con los ojos entrecerrados.
—GRACIAS —gritó Eda, acción que dejó un poco mareada a Lilith—. Iré a tu casa en diez minutos, queridísima tía Lilith.
—Oye, ya acepté, no trates de pedir más... —En medio de su queja, Eda le cortó.
Lilith se tumbó sobre su cama, con los brazos abiertos y el cabello suelto, forzándose a tener los ojos abiertos porque sentía que al primer pestañeo podría sucumbir al sueño. Tomó su pergamino y mandó un rápido correo de respuesta. Unos minutos antes de que su hermana la llame, recibió un correo de solicitud. Una familia de la nobleza requería de sus servicios de profesora para uno de sus niños. Por esta oportunidad, Lilith declinó. Tenía a su propia niña que cuidar y engreír.
—Aquí tienes. —Eda le entregó una pesada canasta mientras Lilith ya tenía a Luz en brazos—. Pañales, biberón, latas de leche en fórmula, su sonajero, un peluche de King y su mantita favorita. Ya sabes, le gusta que hagan jueguitos con ella mientras come. No le hagas cosquillas en la barriga, no quiero que crezca siendo un manojo de nervios. Hazle eructar antes de que se duerma o probablemente limpies mucho vómito.
— ¿No crees que es mucho? —comentó toda atolondrada al. Usualmente solo se encargaba de cambiarle el pañal y darle biberón—. Y sé como cuidarla.
— ¡Son 6 horas! —recriminó en tono alto—. ¡Una hora más de lo normal!
—Sobreprotectora —comentó Lilith burlonamente por lo exagerada que se tornaba a veces su hermana.
—Sí, sí. Lo que digas. Regresaré lo más rápido que pueda. Cuídala con tu vida, porque si no... —amenazó, pero quedó en nada.
Lilith lanzó un hechizo para cerrarle la puerta en su cara. Si bien estaba lista para cumplir su rol de tía cool, no lo estaba para ser la hermana mayor que soportara el drama de la hermana menor. Todavía tenía mucho sueño y eso ocasionaba que con Eda se pusiera más irritable de lo normal.
—Menos mal se fue —suspiró aliviada, escuchando tras la puerta como su hermana alzaba vuelo—. ¿Qué opinas, Luz, emocionada por tener un día lleno de aburrido papeleo? Tu tía quiere adelantar algunas tareas aprovechando que no dormirá hasta que la majadera de tu madre vuelva.
Luz la miraba contenta, estirando ambos bracitos para que los juegos comenzaran. Sin embargo, Lilith la bajó a la alfombra de la sala y esparció sus juguetes alrededor para evitar que se saliera de ese perímetro. Y como estaría llenando documentos en la sala, prácticamente a dos metros de ella, no la perdería de vista. Sin embargo, no pasó mucho para que los "¡Suéltalo!" "¡No te comas eso!" "¡Vuelve aquí!" abundaran en la casa. De entre tanto parloteo, no habría sido mala idea que Eda le advirtiera: "¿Sabes? Luz aprendió a gatear ayer, vigílala".
—Esta niña me volverá loca. ¡Mira este desastre! —comentó tirada boca abajo en el suelo, rendida por todos los papeles y documentos esparcidos.
Cansada. Sueño. El café se acabó. Lilith definitivamente estaba por rendirse y quedarse a dormir en la peluda alfombra, pero de reojo vio que Luz encontró un labial debajo del sofá e intentaba llevárselo a la boca.
— ¡Suelta eso! El maquillaje no es para tu edad. Podrás usarlo a la misma edad que se te permita tener pareja. O sea... nunca —aclaró estrictamente.
Fue en tono de broma, pero siempre puede haber una segundas intenciones en lo que decimos. Lilith ocultaba una ligero pena detrás de lo que dijo.
Apoyada de magia, la bruja evitó que su sobrina se enfermara con el labial. Era ya tema de vida o muerte y no podía darse el lujo de rendirse. Moviendo bruscamente la cabeza de lado a lado, espabiló y se levantó. Miró la hora en su pergamino y ya eran casi las 5, hora de la merienda.
Luego de que su tía le quitara prácticamente de la boca ese curioso objeto de dulce aroma, Luz balbuceó molesta como si quisiera preguntarle algo. Al menos Lilith, en su cansancio, eso fue lo que comprendió.
— ¿Qué? ¿Me preguntas la razón de que no puedas tener pareja? —le preguntó. Luz simplemente sonrió porque su tía tenía unos pelos de la alfombra pegados en la frente, pero la bruja lo tomó como un "Sí, responde mi gran interrogante, querida tía"—. Bueno, hija, es una muy larga historia. Tu madre y yo no hemos tenido buenas experiencias en el amor y no queremos que pases por lo mismo.
La pequeña volvió a balbucear. Lilith se lo tomó como un: "Cuéntame más".
—De acuerdo, ahí voy. —Sentó a Luz en su regazo y le entregó un sonajero que obviamente sacudió como si su vida dependiera de ello—. Te contaré algunos secretos de nuestras vidas.
O era el estrés... o se estaba volviendo loca.
—Todo empezó hace unos 5 años —empezó a narrar—. Tu madre y yo, la mejor tía de las islas, habíamos terminado la escuela hace tiempo e íbamos por caminos distintos. Edalyn empezó en el puesto de mercancía humana. Le dije que era mala idea, que debía conseguir permisos. Lo más importante, unirse a un aquelarre si no quería ser perseguida cuando cumpla 26 años. Tú la conoces, es una rebelde, obviamente no me hizo caso —rememoró aquella amarga anécdota que terminó en una pelea—. Dicho y hecho, al día siguiente de que Edalyn cumplió 26... el aquelarre comenzó a molestarla, más de lo habitual —murmuró avergonzada, ya que ella misma fue la que dio la dirección donde vivía Eda en ese entonces—. Nuestra relación se rompió... pero todo se arregló con tu llegada, Luz.
Luz lanzó unos quejidos y se empezó a mover de incomodidad porque su sonajero se cayó, pero Lilith pensó que su sobrina lloraba por enterarse de lo mal que le fue a Eda.
—N-No, pequeña. No todo fue malo en la vida de mamá Edalyn. —Le entregó otro sonajero para calmarla. Luz accedió—. Sucede que la vida de mi hermana cambió luego de que...
Lilith se detuvo antes de confesarse. No podía ni mencionar el tema sin sentir una sensación de miedo en el estómago. Si Edalyn se enterar de la verdad, de quién la maldijo en convertirse en una aterradora bestia, sería el fin.
Antes de que continúe, Lilith percibió un desagradable olor proveniente de Luz. Necesitaba un cambio de pañal urgente.
—Bueno, como te iba diciendo —continúo con el parloteo—. Poco antes de que el aquelarre empezara a acosarla, todavía manteníamos cierta comunicación. Hubo una vez que vino de imprevisto. Se le veía fatal con el maquillaje corrido por sus mejillas. Directamente entró a sentarse en mi sofá para que pueda escucharla. Yo ya lo sabía, pero tu madre confesó por primera vez en voz alta de que estaba enamorada de cierta bruja de clase alta, pero ella le rompió el corazón luego de decirle: "No quiero volver tu estúpida cara"...
El recuerdo de ver a su hermanita llorando a mares por aquella decepción, le remeció nuevamente el corazón. Terminó de cambiarle el pañal a Luz y volvió a sentarse en el sofá junto a ella, solo que en vez de darle un sonajero, la tomó en brazos para poder alimentarla con un biberón.
—Punto número uno para estar en contra de las relaciones. Mientras más te guste, peor será la caída.
"Mucho embrollo para llegar a esa tonta conclusión, debe ser el sueño", pensó.
—Ahora vamos con el punto número dos. Te contaré sobre mi experiencia, pero resumido para no aburrirte —dijo, porque mientras le daba biberón, la menor intentaba quedarse dormida.
Luz eructó; la mayor lo tomó como un: "Continúa, querida y amada tía Lilith".
—Durante mi época de escuela en Hexside, me gustaba un chico... —suspiró nostálgica—. Caballeroso, educado, inteligente y prodigio en magia de abominaciones; era alto, y cuando llegó a la juventud le salió una varonil barba que se veía tan...
La bebé terminó el contenido del biberón y tosió, Lilith se lo tomó como una señal antes de que diga cosas indebidas y la traumatizara.
—Yo era baja, aquelarre de pociones para ñoños. Usaba lentes, no era nada atlética y solo destacaba en pruebas escritas. ¿¡Era una nerd, okey!? —Cubrió su avergonzado rostro con el pequeño cuerpo de Luz, cual peluche—. Cada vez que él jugaba partidos de Grugby, tenía decenas de pretendientes coreando su nombre, pero por sorprendente que sea, no estuvo con ninguna de ellas. Raro para alguien tan... perfecto.
Después de una hora de innecesario drama estudiantil...
— ¡Le pregunté entre lágrimas si por lo menos podía saber el nombre de la bruja con la que me iba a dejar! —La bebé tenía una caja de pañuelos en su mano que le entregaron para que juegue, pero cada vez que sacaba un pañuelo, Lilith se lo quitaba para secarse la lágrimas—. No volteó a verme y se marchó... No he vuelto a saber de él.
Luz, prestando poca atención a todo el escándalo de su tía, empezó a sentir las secuelas de tomar su merienda: el sueño, que no podía conciliar por culpa de su tía. Se acercó a Lilith y jaló su blusa para intentar captar su atención. "Silencio, yo sueño", era lo que procesaba su mente de bebé.
— ¿¡Puedes creerlo!? —Lilith cargó nuevamente a la pequeña, ignorando su petición—. Yo, la nerd rarita de 25 años, casi lograr estar con el chico más guapo de las islas... ¡pero todo se fue al caño con la excusa de un matrimonio arreglado!
Luz no aguantó más, su rostro se coloró en un violento rojizo de furia para seguidamente estallar en llanto. Sin embargo Lilith pensó que aquella tristeza era desprendida por su relato y su sobrina solo estaba siendo empática con su dolor.
—Ya sé que es triste. Han pasado casi 3 años. Creí que si me concentraba en mi meta de ser líder del Aquelarre del Emperador me sentiría mejor ¡pero mírame! —Lilith alzó el tono, lo suficiente como para no percatarse de que alguien se asomaba por la puerta principal de la sala—. Estoy a medio camino de mi meta, pero no puedo sacarlo de mi estúpida cabeza.
— ¿Quién es estúpida? —preguntó una familiar voz dando un portazo.
Al oírla, Lilith se tensó hasta sus largas orejas, atinando solamente a esconder su avergonzado rostro detrás de una Luz que tenía los ojitos bien entrecerrados por el sueño.
— ¿Estás llorando? —Eda volvió a preguntar, esta vez con una sonrisa burlona.
— ¡Claro que no! —Intentó excusarse, bajando a la pequeña que rápidamente gateó hacia su madre para tener un momento de calma—. Es solo que... ¡me mordí la lengua!
—Ajá. —Curvó una ceja porque obviamente no le creyó—. ¿Y qué tal les fue?
—Lo mismo te pregunto, son más de las siete.
—Ni lo digas. Al final compró lo que le prometí, pero el tipo era un experto del regate y yo...
—Ma-má —balbuceó la pequeña, usando el vestido de Eda como soporte para pararse en dos piernas—. Ma... ma—Volvió a repetir las palabras que Eda nunca olvidará
El par de hermanas no tuvo reparo en gritar a todo pulmón.
— ¡DIJO MAMÁ!
Ignorando el hecho de que Luz se puso de pie por su cuenta, celebraron la noticia de sus primeras palabras, llenando a la pequeña con cariños y besos en la mejillas.
— ¿Sobre qué estuvieron hablando? —interrogó Eda, limpiándose los diminutos rezagos de lágrimas que cristalizaban su mirada—. ¡Enseñarme tu método para que los bebés hablen! Me volvería rica.
—Mamá.
Volvió a balbucear la menor, para alegría de Eda que olvidó grabar todo.
—Hablábamos de... lo bonito que es el amor — se excusó Lilith. Obviamente nunca le dirá que tuvo una intensa conversación con una bebé de casi ocho meses, la tacharía de loca—. Ya sabes, para cuando Luz tenga pareja y...
— ¡¿Pareja?! —interrumpió molesta—. ¡Tendrás una cuando tengas 50 años, jovencita! —Eda advirtió seriamente, en respuesta, Luz le eructó en la cara—. Con que esas te traes...
Lilith miró enternecida la escena. Quién diría que su hermana, que siempre se caracterizó por ser una gruñona, desconsiderada y molesta bruja, reinventaría su vida gracias a la presencia de la bebé humana. Eda contagiaba alegría y optimismo a donde sea que vaya. Era mucha bruja para tan poco ambiente.
—Hija, hora de irnos a casa —dijo Eda, dirigiéndose a la salida con ella en brazos—. Gracias, hermana. ¡Nos vemos pronto!
Dicho esto, Eda alzó su bastón y se fue volando junto con su pequeña. Desapareciendo en el oscuro y frondoso bosque.
La cabeza de Lilith era golpeada por un taladro debido al sueño por tanto trabajo. Después de limpiar toda la casa, se limitaría a ordenar comida para poder descansar viendo su novela favorita.
Un leve sentimiento de nostalgia invadió sus exhalaciones, rememorando el pasado por la charla que tuvo con Luz, Lilith se acercó al estante princpial de la sala. Detrás de varios libros, tomó un álbum con fotos y recuerdos de la secundaria Hexside. Estaba cubierto de polvo por tanto tiempo escondido en ese lugar. No eran recuerdos completamente gratos, pero la curiosidad de rememorarlos hizo que tomara asiento en el sofá y comenzara a pasar página por página.
Llegó a la última foto, sobre una excursión a las montañas con los alumnos de la generación donde pertenecían las hermanas Clawthorne. Eda estaba unos grados más avanzados por su prodigiosa capacidad en magia pura.
—Me pregunto qué será de su vida... —susurró con duda, fijando su mirada en la chica peliverde al fondo de la foto, que de espalda miraba disimuladamente a su hermana.
Dicho eso, el cerebro de Lilith simplemente hizo corto y se quedó dormida en el sofá. Una desagradable sorpresa se traería al día siguiente, porque debía levantarse temprano para irse trabajar, pero la sala y cocina estaban hechas un absoluto desastre.
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