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Cap. 4 - Tía Lilith

Eda se encontraba nerviosa frente a una gran puerta de fino roble, adornada con tallados de cuervos en cada esquina. El motivo: ella no sabía cómo reaccionaría su hermana cuando le presentara a la bebé.

¿La usaría como método de chantaje para que se uniera al Aquelarre del Emperador? No lo sabía, veía poco probable que su hermana sea tan bruja como para hacer tal cobarde acto.

La puerta se abrió lentamente, dejando ver a una bruja adormilada, de la misma altura y tono pálido de piel que Eda. La diferencia radicaba en los lentes, además de un largo y desarreglado cabello azul marino.

—Hey... dormilona —saludó tímida. 

Eda pensó que su hermana, como miembro del aquelarre del emperador, se levantaría más temprano y tendría un mejor aspecto. La imagen de dama perfecta que tenía en mente al ser recibida se esfumó, lo que creó un aura de mayor confianza para ella.

—Edalyn... han pasado algunas semanas —bostezó Lilith.

La dejó pasar, dando un vistazo por los alrededores asegurándose de que nadie las viera y cerró rápidamente la puerta. La reputación era clave en su creciente carrera en el Aquelarre del Emperador, y que la vieran con una súper delincuente traería unos cuantos inconvenientes

—Supongo que trajiste el desayuno. 

Lilith trató de adivinar, refiriéndose a la canasta cubierta con una manta de cuadros blancos y rojos que Eda trajo. Parecía una canasta de picnic, esa era la intención de imitar.

—No exactamente.

Sin perder el tiempo, Eda reveló el contenido: una dormida y tierna bebé de tez morena vestida con ropita amarilla y guantecitos aguamarina. La menor hizo una mueca de incomodidad ante la repentina exposición a la luz que entraba por la ventana de la sala.

—Ella es Luz... Luz Clawthorne.

La mayor, Lilith, escupió toda la sangre de manzana que recién acababa de tomar. ¿Su hermana, madre? No lo creía. Aunque sabía de la activa vida que llevaba, no la veía criando una niña a sus 26 años. Otra duda llegó a su mente, esta vez relacionada con el demacrado aspecto que presentaba Edalyn. Ojeras y cabello despeinado, nada que ver con su estilo.

— ¿Quién fue el bastardo que te hizo eso? —preguntó Lilith con ahínco. Eda sabía que su hermana preguntaría al respecto, así que señaló directamente las redondas orejas de su bebé. El hecho disipó toda duda sobre un tóxico ambiente familiar—. Es humana... —murmuró anonadada—, ¿pero por qué tu cara está así?

—Linda manera de decir que no duermo desde hace más de tres días.

Eda tomó a Luz en brazos y se sentó en el elegante sofá de la sala, que tenía portavasos en cada brazo lateral.

— ¿Quieres explicarlo? —preguntó Lilith, sentándose a su lado.

—La encontré en una cabaña del mundo humano. Llevaba una nota consigo que tenía su nombre. —Eda dibujó un círculo en el aire para proyectar la recreación de la historia con magia de ilusión—. No tuve corazón para dejarla. Sin mi ayuda habría muerto en unas horas.

La recreación mediante imágenes fue tan fiel a lo dicho por su hermana, que Lilith no pudo evitar soltar un suspiro de orgullo. Edalyn salvó una inocente vida. Aquel gesto fue hermoso, se lo iba a llegar a saber, pero fue interrumpida por un quejido de la bebé.

—Shh... —Eda meció la canastita. Ya era toda una experta en el tema—. No querrás molestar a tu tía Lilith, ¿cierto?

— ¿T-Tía Lilith? —Mentiría si dijera que esa frase no le calentó el corazón.

—Al parecer, tiene hambre.

—Déjame traer algo de fórmula y un biberón —ofreció Lilith amablemente.

—No es necesario... —Desvió la mirada, cohibida ante la idea de hacerlo frente a otra persona—. Date la vuelta, aún no me acostumbro.

Lilith entrecerró los ojos, confundida, pero cuando vio que su hermana descubrió uno de sus hombros, la idea de hacer una pequeña broma llegó a su mente

— ¡Voltéate! 

—Buena madre, ¿eh? —expresó con tono burlón, obedeciendo la petición al darles privacidad.

—Tu pan está duro —quejó Eda con la boca llena.

Pasó casi media hora de visita hasta que Lilith propuso el desayuno. Eda tenía a Luz sentada en sus piernas, lo que hacía que la curiosa menor tratara de quitarle el pan que su madre se llevaba a la boca.

—Es muy activa —comentó Lilith ante la cómica escena frente a ella—. ¿Cuántos meses tiene?

—No tenía más de una semana de nacida cuando la adopté hace un mes. Así que... —Eda realizaba algunos cálculos matemáticos mientras masticaba otro pedazo de pan— ...poco más de un mes.

— ¿Has pensado en registrarla? —preguntó, a sabiendas de que su hermana odiaba el papeleo.

— ¿Y qué todo el mundo se entere de que tengo una hija?

Eda daría la noticia a su debido tiempo, para estar preparada ante cualquier ataque de terceros.

—Tarde o temprano se van a enterar. Es tonto tenerla escondida por mucho tiempo. 

La conoce desde hace menos de una hora, pero Lilith, desde el primer segundo con Luz frente a ella, tomó su rol de tía mandona muy en serio.

—Lo sé, un chillón ya me lo dijo —rememoró la conversación que tuvo anoche con King—. Tengo mis razones, pero no te preocupes, la llevaré de paseo. Probablemente la oculte con un hechizo de ilusión y envuelva en una burbuja.

— ¡Ja! ¿Quién lo diría? Eda, la dama búho, la autoproclamada bruja más poderosa de todas las Islas Hirvientes... es una sobreprotectora mami adoptiva de la bebé humana —dramatizó burlonamente cómo cree que su hermana se presenta ante cualquier desconocido.

—Quítale lo adoptiva y queda perfecto —corrigió Eda.

— ¿Quieres decir que no le dirás que es una humana adoptada? 

—No lo sé... —musitó Eda cabizbaja.

 ¿Qué se supone que le diga al crecer? "Hey, tus padres no te querían y te abandonaron a morir. Por cierto, eres una humana de otro mundo sin magia, jamás podrás hacer magia como nosotras y por eso eres inferior". Debía reformular para revelarlo es una forma menos chocante. La mentira de que un grifo la trajo y dejó en su puerta asomaba como la salida fácil.

—Supongo que se dará cuenta sola. Ya sabes, piel, cabello, ojos... orejas. —Eda contemplaba que a leguas notaría la diferencia.

—Se ve que no tienes la menor idea que será de ustedes en el futuro.

Lilith soltó una risilla. Intentaba una pequeña broma que rompa el hielo, pero el acto no fue acompañado por su hermana. Metió la pata en un terreno muy delicado.

—Lo siento...

—No, tienes razón —interrumpió con serio tono—. Lo único que he podido hacer por ella ha sido darle de lactar, aparte de asearla y sanarla.

Una gran ansiedad y cientos de dudas comenzaron a invadirla, provocándole un leve sollozo que alarmó a su hermana e hizo entender por la dificultades que ella pasó en silencio.

— ¿Qué pasará cuando crezca? Me comenzará a hacer preguntas. Mami, ¿por qué no puedo ser normal como los otros niños? Mami, ¿por qué tienes una gran orden de captura enmarcada en la sala?

—Espera, ¿qué? —Desviada del tema, Lilith no esperó que alguien tuviera eso en casa.

— ¡MI MALDICIÓN! —A este punto, la voz de Eda llegó a una mezcla agridulce de enojo, tristeza y desazón—. Esta... ¡maldita cosa con la que he vivido más de 10 años!

Era de las pocas veces que Lilith presenciaba a su hermana sufrir, sin transformarse, por una maldición que fácilmente pudo ser evitada. El sentimiento culpa y repulsión propia la carcomía viva, pero no podía hacer nada al respecto para calmar su dolor. Tampoco quería ser odiada.

—La he podido controlarla tomando un elixir por semana, pero ¿qué tal si empeora? Han pasado años desde la última vez que me transformé. Ahora soy más poderosa, ¿qué tal si le hago daño a ella? —Vio dormir tan plácidamente a su tierna pequeña, a pesar de todo lo que gritó—. No lo soportaría...

—Edalyn...

No era un buen momento en el que sus habilidades fraternales brillaran. Lilith solo atinó a abrazarla para que dejara salir, en forma de lágrimas y jadeos desde su pecho, un poco de su preocupación y estrés.

—También está lo del dinero.

Eda intentó cambiar de tema, calmándose un poco al suspirar y acariciar el corto cabello de su niña. Para ese punto, siente que Lilith no se merece una hermana como ella. Hizo lo que quiso en su juventud y recibió su merecido en forma de maldición. Lilith la ha apoyado tanto, a pesar de a veces querer convencerla de unirse a un aquelarre, pero ya no quería involucrarla más en su cárcel personal de vida. Esta sería la última cosa con la que pediría su ayuda. Lilith sería bienvenida en su vida nuevamente, y si quiere... con todo cariño le permitiría quedarse.

—Por lo general gano bien en un día de trabajo, pero he tenido que quedarme más tiempo en casa por cuidar de Luz. No me arriesgaré a sacarla a pasear, las islas son lugares asquerosos y ella puede enfermarse.

—Entonces, ¿quieres que te dé una pensión de madre o algo? —preguntó Lilith nerviosa, disuadiendo el tema de la maldición.

—Quiero que la cuides —interrumpió Eda—. Cuatro horas cada dos días, no te pido más. Te la entregaré ya alimentada, máximo tendrás que cambiarle el pañal.

"Tengo que compensar mis errores de alguna manera", pensó la mayor.

—Vamos... necesito un apoyo —insistió Eda, golpeando donde más duele en una bruja poco sentimental como su hermana—. Hazlo por la bebé, tía Lilith.

Esas palabras tocaron la fibra más débil de su corazón. Por fuera, Lilith desprenderá un aura de misterio, elegancia y rectitud. Sin embargo, el hecho de ser bautizada como la nueva tía de Luz, puso en jaque todo lo previo que se pensaba de ella.

—Bien, lo haré, pero no es porque me caigas bien o algo.

Lilith aceptó de buena gana, la pequeña broma era prueba de ello. De igual forma, no dejaría de lado el juramento que se le estableció como forma de tatuaje en su brazo derecho. Aunque fuera de su horario laboral, Lilith seguía siendo miembro de un aquelarre, contrario a su hermana.

—Sabes que algún día te obligaré a unirte a un aquelarre, ¿cierto?

—Blegh. —Eda balbuceó, no todo iba a ser tan bueno.

—Pero no lo haré por el momento. 

Lilith dibujó un círculo en el aire, el cual usó para invocar y quemar uno de los carteles del aquelarre del emperador que tenía en la sala con el nombre de Eda.

—Esta casa es un lugar seguro para ustedes, no soy tan cruel como para separar a una pequeña de su madre.

—Y yo pensando que lo hacías porque me querías como tu hermana —comentó sarcásticamente Eda, haciéndose la ofendida.

—Además, iré a tu casa con la excusa de convencerte de unirte, pero en cambio, dejaré algunos regalos que le servirán a la niña.

Ser una miembro del Aquelarre del Emperador se traduce poseer jugosos premios materiales, como por ejemplo: mucho dinero.

— ¿Escuchaste eso linda? —Eda preguntó; Luz se le quedó mirando, como si entendiera lo que su madre trataría explicarle—. Parece que tía Lilith es mejor tía que hermana y dice que te pagará la universidad.

Eda esperaba algún reproche por parte de su hermana, pero en cambio, ambas echaron a reír juntas como si fueran unas adolescentes. Una sensación que no se había repetido desde aquel incidente.

— ¿Crees que se verá raro que no captures a tu hermana delincuente? —preguntó Eda, temerosa de alguna represalia contra su hermana por sus constantes visitas a una criminal como ella.

—Preocúpate por cuidar a la pequeña. Ya pensaremos en algo —sentenció la mayor—. Aunque no creas que siempre estaré apoyándote. Mi meta es ser líder del Aquelarre del Emperador. No tiraré al tacho toda mi carrera. Hice muchos sacrificios...

—Cambiar el color de tu cabello es una prueba de ello —mofó Eda, a la par que terminaba de cambiarle el pañal a Luz—. No te ves más "intimidante", sino más tonta. Te quedaba mejor tu naranja natural.

—Tengo muchos pretendientes que dicen lo contrario. —sonrió pícara, ondeando su cabello a propósito en la cara de su hermana—. Todos caen rendidos ante mi nuevo look.

—Y esa es la razón por la que a tus 28 años, todavía sigues virgen... de labios. —Río escandalosamente, cayendo hasta de la silla para vergüenza de una sonrojada Lilith que solo se cubrió los labios.

—A-Aún no encuentro al indicado, es todo —excusó tímida.

Ella quería que su primera vez fuera como en los libros de fantasía y romance que tanto amaba leer.

—Oh, vamos, no te pongas triste por ese tonto. Hay más peces en el mar. 

Con la idea, Eda tocó otra fibra sensible, pero de esas que te quieren hacer llorar por perder a alguien especial. Rodeó el cuello de su Lilith con un brazo, mientras que con el otro invocó su pergamino. Quería animarla, a su manera, para que deje de ser tan cohibida en el amor y tenga más confianza en ella.

—Te recomiendo esta app, aquí conseguí la mayoría de mis parejas. —Sonrió pícara—. Regístrate con datos superficiales y te crearé un perfil. Te tomaré una foto y...

—Solo usas esa cosa para tratar de olvidar a... —murmuró Lilith, pero la cercanía de Eda hizo que se le hiciera completamente audible.

El buen humor de Eda se esfumó de repente, guardando el pergamino dentro de su cabello.

—Tonta —interrumpió Eda, separándose—. ¿No debes ir a tu tonto aquelarre o algo así?

—Me pediste que nos viéramos porque justamente es mi día libre.

Además, hizo un trabajo extra de niñera para los hijos de algunas familias de la nobleza por casi una semana. Lilith pidió un merecido día libre y nadie pudo negárselo.

—Bueno, ¿qué tal si  vienes a cenar? —sugirió Eda, como gran idea para aligerar el ambiente—. Digo, si quieres que hablemos de cosas nuevas, lo mejor sería estar al día.

— ¿Para morir intoxicada? —Su hermanita era un asco en la cocina, a pesar de ser una gran bruja de pociones.

— ¡Oye! He mejorado. —En parte era verdad, quemó solamente su cocina una vez en la última semana—. Y seguiré mejorando, tengo una boca que criticará mi comida en unos años. ¿No es así, preciosa? 

Mimos por aquí y mimos por allá, Luz balbuceó al sentir la nariz de la bruja en su pancita.

Las hermanas quedaron en tener una cena ese mismo día en casa de Eda para ponerse al corriente. Todo fue tan grato, volver a charlar tan amenamente con su hermana, provocó que bajara la guardia. Las Clawthorne estaban por despedirse bajo el marco de la puerta. Mientras Eda se acomodaba unos lentes de sol prestados por Lilith, amarraba su largo cabello para tratar de pasar desapercibida, además de cubría gentilmente a Luz dentro de la canasta con una manta, una gran ráfaga de aire la atacó por la espalda.

Lilith logró esquivó el ataque, pero Eda, al tener a Luz entre brazos, no corrió con la misma suerte. La bruja menor sintió un severo golpe en sus antebrazo, que la obligó a ceder en el agarre de la canasta, acción que el encapuchado aprovechó para llevársela sin tener en cuenta su contenido.

— ¡LUZ! —exclamaron al unísono las Clawthorne al ver cómo trataban de llevarse volando a la menor.

Sin pensarlo muy bien, Eda dibujó un círculo en el aire. De este salieron expulsadas a toda velocidad unos picos de madera sin punta, con la única tarea de desestabilizar al ladrón, subido en un bastón, sin comprometer la integridad de Luz. Con su gran puntería, Eda logró que su ataque impacte en la cabeza del secuestrador, que como estaba planeado, cayó inconsciente.

Antes de que la menor impacte contra el suelo, Lilith también dibujó un círculo con su dedo índice para invocar una escurridiza abominación, monstruo de lodo color violeta con ojos, para que cubra la superficie rocosa del suelo y absorba el grave impacto. La canasta cae; Luz es socorrida por su madre al instante.

—Maldito bastardo... —bramó, tomando a su niña en brazos. 

Eda se acercó encolerizada al inconsciente y malherido ladrón. No controlaba su extrema ira, y se notaba puesto pequeño polvo se levantaba con cada paso que daba en dirección a ese. Antes de que su hermana cometa alguna imprudencia, Lilith la rodeó con sus brazos por la cadera, reteniéndola mientras su bastón se llevaba volando al secuestrador.

— ¡Suéltame! —gritó, zafándose del agarre con un hechizo que la hacía más delgada. Muy tarde, el encapuchado sobrevoló muy lejos en el aire y Eda no trajo su bastón para perseguirlo—. Por qué no dejaste que le diera una paliza.

—Porqué de un hechizo pudiste haberlo lastimado de gravedad, o peor —informó Lilith—. No te preocupes, lo llevé al Conformatorium. Mañana le borraré la memoria. Estate tranquila.

La iniciativa devolvió la calma a Eda, no del todo puesto aún balbuceaba improperios, pero mejor era nada. Antes de abrazar a su hija con recelo, la inspeccionó con uno hechizos en busca de si sufrió algún daño.

— ¿Lo conoces de algún lugar? —interrogó Lilith.

—Es un tipo al que le debo dinero —dedujo, rebuscando entre sus recuerdos a todas las personas que la odiaban—. O tal vez un exnovio... o novia.

Mucha gente se traía algo contra ella

— ¡Desinstálate esa app de citas! —ordenó Lilith en tono alto, intentando quitarle el pergamino que ella guardó en su cabello.

— ¿Yo qué voy a saber? ¡El tipo traía una capucha! —Eda trató de excusarse.

—Así que a esos peligros te referías —comentó Lilith, curando el antebrazo de su hermana, un poco hinchado por el golpe recibido.

—Y es la segunda vez que casi se la llevan.

Eda encapsuló la canasta de Luz en una burbuja que flotaba a su lado, algo extremo, pero solo lo usaría hasta que se le pasara el susto.

—Soy un imán de problemas.

Uno el cual no desea poner en riesgo a una ángel tan inocente. Eda no se lo dijo a King, pero desde que salió esa mañana, había considerado seriamente pedirle a Lilith que se encargara de la niña por completo. Estaría mejor con ella, tendría una mejor vida, o por menos Lilith tendría una mejor noción de como criarla.

—Bueno, supongo que no queda de otra que "desgasta ese imán" —comentó Lilith, interrumpiendo el negativismo de Eda pero haciendo que arquee una ceja por no entender la referencia.

— ¿Desgastar qué?

Lilith exhaló con pesadez; en primer lugar, porque su hermana no la entendió, y en segundo lugar, porque con tal acción rompería un par de juramentos que había hecho dentro del Aquelarre del Emperador. Nada grave, pero sin duda le costaría la confianza de un par de colegas.

—Mañana enviaré una carta a la corte del emperador para que archiven tu caso. Si aceptan, muchos de tus crímenes, que por cierto no son pocos.

—Pisar el césped de la plaza es el crimen más tonto por el que se me acusa —interrumpió Eda cruzada de brazos.

—Para resumir, puede que demore meses en que lo hagan, pero durante ese tiempo eres libre de cuidar a la niña sin preocuparte por los guardias. Eso sí, sobre el tema de unirte a un aquelarre no puedo hacer nada...

Edalyn se quedó en el primer punto, lo demás le era indiferente. Edalyn se quedó en el primer punto; lo demás le era indiferente. Podría tener más comodidades en torno a la crianza de su... hija. La idea de entregársela a Lilith se desvaneció al mismo tiempo que su amargura por el altercado reciente.

—Gracias... 

Eda se abalanzó sobre su hermana en un gran abrazo. Lilith suspiró ante el acto de aprecio, puesto que es consciente de que arriesgará mucho de su reputación dentro del aquelarre por ella, pero solo así, su corazón estaría más tranquila. De algún modo debe pagar por su pecado.

—Quién lo diría, aún me quieres.

Lilith se separó del abrazo para darle un ligero golpe en el hombro, aunque no pudo evitar contagiarse de la actitud bonachona de su hermana

— ¿Sigue en pie lo de cenar esta noche? —preguntó Eda. Ahora que las cosas se precipitaban a una mejora, de verdad quisiera que pasaran más tiempo juntas—. Ayer aprendí un nuevo platillo que...

—Mejor ordenamos comida. —sugirió Lilith—. Oye, no te pude decir esto antes, pero... pensé mucho en lo que me dijiste cuándo recién llegaste.

— ¿Uh? 

—No solo le diste de lactar, asearla y sanarla. Le diste mucho más; cariño, amor, un hogar... una familia. Literalmente las cosas más hermosas que una bebé necesita. Así que, si vuelves a divagar por no sentirte suficiente... te golpearé. Mírala nada más. No importa lo que hagas, Luz te sigue a todos lados con la mirada —señaló a la menor

Dentro de su canasta, Luz no despegaba la mirada de su madre. Edalyn le dedicó una sonrisilla que le arrancó unos balbuceos llenos de felicidad, manifestados en movimientos inquietos de sus pequeñas piernas. Madre e hija crearon un lazo irrompible. 

Seguridad, confianza al mil porciento y el apoyo de su hermana mayor. Eda se sentía más cómoda ante la idea de ser una excelente madre.

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