Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Cap. 1 - Abandonada

Era una fría noche de invierno, de esas típicas donde el estado de Connecticut era de gotas de lluvia que parecían presagiar algún desastre. Las nubes cargadas de agua azotaban las calles, lo que obligó a las personas a pasar la mayor parte de las festividades dentro de la comodidad de sus hogares. Por esta ocasión, la fiesta en el centro de la plaza fue cancelada y los fuegos artificiales suspendidos. 

Ni un alma pululaba por las calles, ni la seguiría con curiosidad. Nadie la vería. Era la noche perfecta para salirse con la suya.

Alejada del mundano brillo del pueblo, una joven mujer de aproximadamente 20 años se encontraba corriendo sin rumbo aparente. Paranoica y desesperada, escuchaba voces en su oído que la atormentaban mientras se adentraba cada vez más en el frondoso, tétrico y oscuro bosque de la zona, cuyo único sendero advertía sobre la presencia de animales salvajes.

Camila era el nombre al que la mujer, de tez morena y lentes de montura roja, respondía. Junto a ella, llevaba un cúmulo de mantas bien envueltas que apretaba celosamente contra su pecho. Dentro de estas, yacía dormida una bebé con la misma tez morena que Camila. La pequeña dormía tranquilamente a pesar de los diversos quejidos de su madre y el andar irregular con el que corría.

Después de casi 20 minutos corriendo sin rumbo, sus fuerzas no dieron para más. Sus temblorosas piernas le ardían y finalmente la vencieron. Arrodillada, se separó un poco de su hija para verle mejor el rostro. Algunas gotas de lluvia resbalaron por las mejillas del fino rostro de la bebé, diluyéndose junto a las lágrimas de frustración que brotaban de su madre.

Delicadamente, Camila dejó a la niña en el húmedo césped, llevó su mano al interior del bolsillo de su harapienta chaqueta. Solo sería un segundo. Temblando, sacó un arma blanca y la acercó al corazón de su niña, de su amor, que entre quejidos aún no abría los ojos. Una gota resbaló por el filo del acero que sostenía con una mano, mientras que con la palma de la otra se golpeaba la cabeza sin medir fuerzas. Solo un segundo y todo acabaría.

— ¡No puedo! —gritó, raspando bruscamente su garganta y con todo el dolor de su inestable corazón—. ¡Tú no te mereces esto!

Aterrorizada, lanzó la navaja lo más lejos que pudo, arrepentida en el último instante de lo que estuvo a punto de hacerle a una inocente criatura que no tenía la culpa de nada, solo la mala suerte de ser un ángel que cayó en manos de una mujer tan arruinada.

—Lo siento tanto... 

Envolvió a su hija en brazos por última vez antes de tomar una terrible decisión. La peor de su vida, que para siempre marcaría su alma y mente. Camila no contaba con los medios ni el apoyo necesario para mantenerla, y no quería darla en adopción. No deseaba que su hija sufriera lo que ella en ese infierno llamado orfanato. Camila tampoco tenía el valor para asesinarla y luego hacerlo consigo misma, para no vivir con el recuerdo de sus horrendos actos.

Volvió a dejarla arropada en sus mantas y la intentó acomodar lo mejor que pudo antes que despertara. Inevitablemente, su hija despertó entre llantos exaltados que terminaron por aturdirla más de lo que estaba. 

—Te dejaré... —susurró. Abandonarla fue la única idea que se le ocurrió al no poder acabarla por su propia cuenta.

Después de vagar sin rumbo un rato más, bajo la oscuridad e indiferencia del bosque, encontró un recinto. Maltrecho y con tablones rotos. Camila jamás supo de aquella antigua casa abandonada, consumida por la densa vegetación.

—Espero que no sufras, que todo esto acabe rápido... mija —expresó entrecortada, en el tono adecuada que evitaba el quiebre de su afligida voz. 

Sin opciones, Camila hizo que la niña reposara en la entrada de la cabaña de puerta semi abierta. Sacó un pequeño papel de su bolsillo. Tenía pensado dejarlo como prueba de sus acciones. En este escribió las razones de su desgracia, la razón de porque acabaría con su hija y el suicidio que cometería a continuación con alguna roca en su cabeza. Sin embargo, cada que intentaba, dejarlo al lado de su hija, no podía. 

Camila tenía miedo de morir, pero ya lo tenía decidido. Una vez dejara a la niña a su suerte, ella misma sería la siguiente. Rompió la nota en cientos de trozos, dejando uno legible con el nombre de su hija. Si de milagro alguien pasara por ahí y recogiera el cadáver, sabrían el nombre con el que fue bautizada la víctima. Camila guardó otro pedazo de papel en su chaqueta, este tenía su propio nombre.

Al dejar el papel con el nombre de la bebé encima de ella, un dedo de Camila fue sujetado fuertemente por la pequeña mano de la recién nacido. En la sala de parto, Camila vivió lo mismo. Por tanto tiempo la esperó y amo, ahora todo terminaría.

No soportó y volvió a quebrarse, derramando accidentalmente algunas lágrimas en el fino rostro de la pequeña morena, causando que esta abriera sus ojos. La bebé, borrosamente, vio por última vez a su madre.

Con un inmenso vacío en su corazón y espíritu, Camila apartó la mirada. Y, de seguro en el acto más triste que haya hecho en su vida... se marchó a morir, dejando expuesta a una recién nacida.

Un par de horas después, llegó la media noche. La lluvia cesó y lo festivos cohetes artificiales no se hicieron esperar. La pequeña, que hasta ahora dormía plácidamente a pesar del violento frío, empezó a llorar. En un agudo y desgarrador llanto que hacía eco al interior de la cabaña; pero que, en las calles, era opacado por los estruendosos fuegos artificiales.

Luego de una hora más, las energías de la pequeña se agotaron, su llanto cesó a pesar de que nadie la tomó en brazos para calmarla. La pobre alma tenía frío, hambre, necesitaba un urgente cambio de pañal. Su temperatura corporal descendió por debajo del promedio, estando en riesgo de morir por hipotermia. 

Todo apuntaba a que nadie la encontraría y su corta existencia se resumiría a ser tan solo un número más en las estadísticas de niños fallecidos al ser abandonados por sus progenitores. Pero no fue así. Alguien encendió las luces dentro de la marchita casa.

—Aún no puedo creer que hayan terminado. Literalmente desecharon casi 6 meses de relación.

Se escuchó una aguda vocecita proveniente del interior. Cuando Camila dejó a su pequeña ahí, juraba que nadie la habitaba. 

Una gran puerta apareció de la nada en medio de la cabaña. De esta, salieron dos particulares y extravagantes figuras. Por un lado, se tenía una pequeña especie de perro con casco de hueso que cubría toda su cabeza y que reposaba en el hombro de su acompañante; por el otro, una mujer alta de tacones oscuros, tono de piel pálido al extremo, además de un largo y esponjoso cabello naranja. Lo más llamativo de ella, sus largas orejas puntiagudas.

— ¿Y qué quieres que haga? —preguntó la mujer con el ceño fruncido. Edalyn Clawthorne era su nombre—. Toda relación seria debe plantearse el tema del hogar. Y, ya sabes, desde que lo conocí en su perfil de citas, me dijo que su sueño era formar una familia. ¡Ugh! Al diablo. Creo que dejaré esto de las citas por un largo tiempo; total, aún soy joven y hermosa.

—No tanto —mofó su peludo amigo—. Si sigues trabajando tan duro como yo, tu cabello se volverá blanco más rápido.

— ¡Ja! King, ¿tú que vas a saber del trabajo duro? —increpó burlona al pequeño demonio—. Tú solo duermes, comes, vas al baño y te rasco la panza...

Al abrir la puerta principal de la casa, sintió que la madera empujó un suave objeto. Eda asomó su cabeza hacia el exterior. Al bajar la mirada, encontró un cúmulo de mantas densas y envueltas. Del interior de estas, escuchó un leve quejido agudo. Curiosa, con su bastón, que en uno de sus extremos llevaba un esculpido búho de madera, retiró la manta que cubría el rostro de la bebé.

—Por el titán... —susurró anonadada y con una mano tapando sus labios. Era una pequeña bebé dormida, con una nota que apretaba fuertemente con su manito derecha—. ¿P-Por qué? Cómo es que... 

Con delicadeza, le quitó la nota, que fue difícil de leer debido a las gotitas de lluvia que se resbalaron y dañaron la tinta. Sin embargo, Eda pudo leer: «Luz». Una vaga palabra bastó para darse cuenta en la deplorable situación donde la bebé se encontraba. El corazón de la mujer no pudo evitar dar un vuelco melancólico.

—Eda, ella acaba de... solo tiene un par de días —dedujo rápidamente el pequeño demonio al olfatearla. Lejos de la verdad no estaba.

—Quién... —No pudo continuar, la empatía en tan inocente criatura creó un nudo en su garganta—. Oh, por el titán...

Indignada, molesta; pero sobre todo triste, intentó buscar más razones por las que alguien abandonaría a un ser tan indefenso en la nada. Prácticamente, la dejó ahí para que pereciera sola, que la oportunidad de vivir le sea arrebatada a tan corta edad. A ella, una bebé que no tenía la culpa de nada.

— ¡Quién demonios sería capaz de hacer algo como esto!

El repentino grito de la bruja resonó dentro de la casa que la hizo temblar desde sus cimientos. Una ola de poder se sintió, e hizo que la pequeña morena expresara muecas que auguraron lo inevitable. La bebé gritó descontroladamente por la ausencia de su madre. 

Con sumo cuidado, y sin experiencia previa, Eda la sostuvo en sus brazos para intentar calmarla, meciéndola de una forma poco ortodoxa de lado a lado mientras repetía pequeños balbuceos ininteligibles en idioma bebé.

No pasó mucho tiempo para que la pequeña cese su llanto, tranquila de sentir el calor maternal que tanto necesitaba. Eda intentó secar las gotas de lluvia que mojaban la carita de la bebé, quién de otro rápido reflejo, atrapó el dedo de la bruja y se lo llevó a la boca. Acto reflejo de succión. Tenía hambre, mucha.

La pequeña abrió lentamente sus ojos, del mismo color acanelado de su suave piel. Ella reposó su mirada en los ojos color ámbar de su salvadora. 

Fue así como sus miradas se cruzaron por primera vez, creando una conexión especial que no se rompería desde ese momento.

—Nos la llevaremos —sentenció la bruja—. No podemos dejarla aquí o morirá. Pensaré mejor las cosas cuando la vea fuera de peligro. 

Eda cargó a la pequeña, dirigiéndose a la rara puerta por donde llegaron.

—Qué tienes planeado, ¿acaso la adoptarás? —preguntó el demonio, subiendo nuevamente al hombro de la mujer para tener una mejor vista de la infante.

La bruja suspiró pesadamente, mirando con dudas a la criatura humana de tez morena. Eda era una poderosa bruja de otro mundo, también una criminal buscada, así que su estilo de vida no era el apropiado para criar a un niño.

—Volvamos a casa. 

Dicho eso, los tres cruzaron el portal, mismo que se cerró de un portazo y esfumó a los segundos luego de enrollarse en una maleta que tenía un ojo gigante tallado en medio.

A los minutos, la lluvia regresó más intensa que antes. Su conciencia no la dejaría nunca en paz. 

La misma morena a la que conocimos horas atrás corría lo más rápido que sus energías residuales daban, intentando no resbalarse con el lodoso suelo producto del abrumador diluvio. Veía borroso y una hilera de sangre caía del lado parietal de su cabeza, manchando por completo su ropa.

Al llegar a la cabaña, Camila se detuvo en seco. Poseía una mejor claridad mental, producto de sus últimos momentos de lucidez, y pudo regresar al lugar donde cometió el peor error de su vida.

—Mi bebé...

A un par de metros, Camila divisó una manta que dejó atrás junto a su hija, pero algo andaba mal. Mientras se acercaba para salvar a la bebé. Su alivio se volvió duda, luego se tornó en preocupación; finalmente fue invadida por una desesperación que le dieron ganas de no haber despertado de su intento de suicidio.

Había llegado a la antigua casa en medio de la nada. Pero donde dejó a su hija, no había nada, ni nadie dentro, ni siquiera la nota que dejó con ella.

La luz que pudo darle sentido a su vida simplemente desapareció.

—¿D-Dónde está mi bebé? —balbuceó sin fuerzas y con el corazón hecho trizas. La pérdida de sangre finalmente provocó su inconsciencia.

Ese fue el día en que la vida de todas cambió.

Para bien o para mal, una decisión de abandono alteró el destino ambos mundos donde la bebé fue a parar. 

Lamento la demora en sacar el primer capítulo de esta versión definitiva. Ya lo tenía casi listo, pero uno que otro detalle, sobre todo imponer un nuevo tono a la historia, hicieron que me tardará más de lo previsto. Eso y que me enfermé.

Cualquier duda, ya saben que siempre estaré dispuesto a leerla.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro