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8. Estaremos Bien.


Julen.

Les dije todo. Desde que inició el acoso, hasta la última vez que pasó. No necesitaron buscar demasiado, recuerdo los meses, los días, las horas en que me acosaban. No me atreví a mirar a mi madre. No creo ser capaz de ver su cara, de seguro esta decepcionada de mi o molesta por no decirle nada.

No quiero que se sienta mal por mi culpa.

Nunca quise ser una molestia. Siempre traté de no darle problemas.

No quiero que llore por mí.

No quiero causarle dolor.

No quiero que me odie.

No quiero que lo haga porque no podría soportarlo. Ella es por quien me levanto todos los días, no quiero que mi mamá me odie. Ella lo ha dado todo por mí y aunque sé que no soy el hijo que ella merece siempre me he esforzado en estar a la altura de lo que se merece.

Marc, Izan y Gael, después de unos momentos la madre de cada uno se hizo presente. Me pidieron perdón por el daño causado. Yo las acepté, sin embargo, no me atreví a mirar a nadie, solo tuve mi cabeza baja y escuché cuando dijeron que yo no era al único que acosaron, también los oí salir del lugar, no sé qué pasará con esos tres, pero me prometieron que no volverían a esta escuela y que tenían una orden de alejamiento. 

En estos momentos me encuentro en mi habitación, escuchando canciones de Harry Styles, Conan Gray, Olivia Rodrigo y Taylor Swift, solo para deprimirme más de lo que ya estoy. Por una parte, me siento tranquilo, ya no tengo miedo. Creo que todas las lágrimas que quiero soltar se han acabado, ya no me estoy ahogando en llanto. Ahora me estoy asfixiando, quiero llorar y no puedo. Dicen que llorar es bueno, pero me siento tan vacío después de hacerlo que creo que es una mentira.

Unos toques en mi puerta interrumpen mi miseria. Se que es mi madre y lo confirmo cuando se hace presente en la habitación.

Liliana Morgan, la mujer más fuerte e increíble que he conocido. Mi Madre. Tal vez debería de odiarme, yo arruine su vida. Llegue cuando ella tenía dieciséis por un accidente, la obligue a dejar su hogar y trabajar desde temprana edad. A pesar de todo eso, siempre la vi ponerse de pie, siempre la vi seguir adelante, la vi estudiar mientras me cuidaba y trabajaba al mismo tiempo, la vi cumplir sus sueños, nunca la vi rendirse. Sobre todo, siempre la vi mirarme con amor, a pesar de ser el mayor obstáculo de su vida, la vi amarme y sonreírme.

La vi hacerme galletas con leche caliente cuando tenía frio.

La vi sentarse conmigo a ver series que no le gustaban, pero igual verlas por mí.

La vi llevarme a la playa de pequeño porque quería conocer a los peces.

La vi llevarme a una pradera llena de flores solo porque me gustaban.

La vi estudiar jardinería para poder enseñarme a mí porque me gustaba.

La vi quedarse toda la noche despierta vigilando que mi fiebre no subiera.

La he visto reírse y disfrutar.

También la he visto triste y siempre es por mi culpa.

Se que no es mi culpa haber nacido, pero lo menos que ella se mereces es un hijo que le cause molestias, merece a alguien que este a la altura de sus sacrificios y yo no lo estoy. Nunca seré suficiente para ella.

—Julen ¿Cómo estás? ¿Quieres que cambiemos las vendas? ¿necesitas hablar? Mi niño estoy preocupada—me dice con la voz temblorosa. Creo que me siento un poco más miserable.

—Estoy bien Mamá —respondo tratando de tranquilizarla.

El lugar se queda en silencio y creo que se irá porque mi vaga respuesta será suficiente para darle calma, pero como dijo Luka ella es muy inteligente.

—¿Soy mala madre? ¿Tan poca confianza te trasmito como para que no me pudieras decir que tenías muchísimo tiempo siendo acosado? ¿Me odias por no darme cuenta? —pregunta tan rápido que me ha costado entenderla. Alzo la mirada para verla porque hasta ahora no lo había hecho.

Me abalanzo a abrazarla porque odio verla así por mi cuenta.

—No, mamá, tú no tienes la culpa —le digo aferrándome a ella.

—Entonces háblame, explícame porque si no me hablas no puedo entenderte.

¿Cómo te explico que me siento insuficiente, porque no soy el hijo que mereces? ¿Qué no quiero causarte problemas? ¿Qué he querido dejar de existir, pero no quiero verte llorar, porque eres por quién vivo? ¿Qué nunca he querido ser una molestia, pero es justo lo que estoy siendo? Qué si tal vez no hubiera nacido tu vida hubiese sido menos difícil. Digo todo esto para mí mismo, o eso creía porque siento como mi madre se separa del abrazo y mantiene una mirada entre seria y triste.

—Julen —menciona mi nombre para que la mire, y no sé qué la quiebra, si mi rostro apagado o todo lo que he dicho. —Tu jamás has sido un problema. Mi vida era mucho más difícil antes de tenerte, tú me diste un motivo para seguir y avanzar. Eres más de lo que he pedido, soy muy feliz al verte plantar tus flores, soy muy afortunada de tenerte como hijo, no había podido pedir a un chico tan bueno como tú, Julen eres perfecto, así como eres.

Creo que todas las lágrimas han vuelto a mi sistema porque empiezo a llorar, creo que incluso mis pies se debilitan porque en algún momento estamos sentados en el suelo. Mi madre abrazándome mientras lloro como nunca lo había hecho.

—Lo siento... Mamá lo siento —le pido entre sollozos.

—Está bien, no hay porque disculparse...

—Es que nunca me has dado motivos para pensar así, pero igual lo hago y no quiero...

—¿Sabes que es lo que yo pienso? —pregunta y niego. —Dijiste que soy por quien vives. Yo solo quiero vivas para ti mismo, que tus motivaciones al levantarte sean tus metas y sueños. Para vivir por mí, me tengo a mi misma. Lo único que quiero es que entiendas que mi sueño desde que naciste era darte todo lo que necesitaras. Es verte a ti viviendo por ti mismo y siendo feliz. ¿Cómo puedes ser una molestia si eres lo más bonito de mi vida?

Sus palabras le han devuelto el color a mi vida. Porque con tan solo esas palabras tan sinceras y llenas de amor me ha cambiado totalmente la manera de ver las cosas.
Todas las veces que me sentí miserable y ella estaba conmigo, acompañándome pensaba que era una molestia y eso volvía los recuerdos grises, pero ahora se pintan de un color llamativo. Todos los momentos en los que quise morir, pero ella estuvo ahí sin preguntar nada reconfortándome se pintan de color, ya no son momentos en donde me siento una molestia. Ahora cada recuerdo se pinta de un bonito azul como el del agua de la playa o el celeste cielo.

Todo se junta desde las palabras de Luka, las de la psicóloga, las de mi madre. Y todas me recuerdan que no soy una molestia, que yo importo, que yo voy primero, que debo vivir por mis sueños sin dejar de lado a los que amo. Me recuerdan que merezco todo el amor que mi mamá me da, porque soy importante y valgo la pena. Se que me costara adaptarme a este pensamiento, porque he pensado así durante mucho tiempo, pero lo lograré 

—Te amo, te amo muchísimo mamá —le digo entre lágrimas y con una sonrisa en el rostro. —Gracias por ser mi Mamá.

—Yo también te amo un montón —. Me abraza con fuerza. —Gracias por ser mi hijo.

Se queda conmigo por un buen rato abrazándome mientras yo le cuento todo. Desde el momento en donde empezó hasta cuando terminó, ella ya lo sabe después de todo fue lo mismo que dije en la oficina del director, pero a diferencia de lo presionado que me sentía en esa oficina. Ahora se siente como un alivio soltarlo todo.

—Si te vuelve a pasar algo así dime ¿Sí?

—Si, está bien mamá.

—Si también recuerda que no eres una molestia —dice apretando mis mejillas. —¿Como vas a ser una molestia con esta carita tan bonita?

Suelto un quejido porque me ha apretado muy fuerte las mejillas.

—Ya, ya, no lo olvidaré.

De la nada se levanta del suelo, sonriendo como si no acabara de llorar.

—Mas te vale Alfonso Loreno, si no te quedaras sin tortitas por una semana —amenaza tratando de parecer seria.

—Eso jamás Catalina —le devuelvo en el mismo tono.

—Vamos a la cocina a preparar bocadillos, en unos minutos empieza la repetición de la Novela.

Me levanto de inmediato y la sigo.

Hay cosas que aún me inquietan, pero si he podido hablar con mi madre podre con cualquiera otra cosa.

Estaré bien.

Después de un rato de ver la novela, ya es de noche y mi timbre no ha dejado de sonar.

—¿Vas a dejar que siga sonando? Yo no me quiero levantar —me dice mi mamá.

—¿Y si es un ladrón? Me podrían robar —contradigo.

—No, no creo.

—Pero ¿y si es?

—Ya te dije, no es...

—¿Y si te equivo...?

—Julen.

Usa ese tono de advertencia que me alerta de inmediato. Me levanto del sofá a regañadientes

—¡Si es un ladrón, cargaras con eso toda la vida! —le grito cuando estoy frente a la puerta.

—¡Asumiré las consecuencias! —me devuelve.

Abro la puerta sin antes fijarme quien tocaba. Mi sentido de supervivencia no es muy confiable que digamos. Sin embargo, no es un ladrón quien tocaba mi timbre, son mis amigos.

—¡Hola Julen! — dicen todos a la misma vez.

—Hola chicos. ¿Qué hacen aquí? —pregunto entre confundido, feliz y sorprendido.

—¿Qué son esos modales señorito? Hemos venido a verte, no sabemos cómo estabas después de lo que pasó esta tarde. —Luciana es la primera en hablar.

—Ya hablamos con tu madre, ¿noche de películas? —Pregunta Luka alzando unas bolsas con snacks y dulces.

Amo a mis amigos.

—¡Si! Claro que si —chillo emocionado.

Los dejo pasar y noto que todos vinieron en piyama. Ellos saludan a mi madre efusivamente. Mi vista se detiene en Rebecca y enseguida me sonrojo al verla sonreír. Cuando le envíe el mensaje al medio día, ella me respondió diciendo que todo salió mejor de lo que esperaba. Lo que me alegro bastante ya que sé que su madre es un tema delicado.

Antes de empezar a ver la película me acerco a Eliam que está en la cocina poniendo Nutella a unas galletas.

—Hola, Eliam.

—Hola, principito—dice, y su voz no suena igual, suena más apagada que de costumbre.

—Lo siento —le digo y me mira confundido.

—¿Por qué se disculpa? —. Deja las galletas y la Nutella a un lado para acercarse a mí.

—Es que te he abandonado estos días, no conoces a casi nadie, se supone que yo debería estar...

—No se preocupe por eso, ¿Su amigo no le dijo? Me he llevado muy bien con su hermana, y con la otra chica...Umn, Rebecca, si con ella también me he llevado bien, no he estado para nada solo —me dice apartando un mechón de cabello que caía por mi frente, para llevarlo detrás de mi oreja.

—Bien, pero déjame decirte que desde ahora no me despegare de ti —le advierto divertido.

—¿Eso tendría que ser castigo, principito? A mí me parece una recompensa.

—Si, debería ser castigo, yo molesto muchísimo.

—Puedo soportarlo.

—Hago muchas pendejadas.

—Eso ya lo sabía.

Hago un puchero enojado.

—¡Oye!

—¿Qué? Solo digo la verdad — se ríe el muy descarado.

Al final, también termino riendo. No me puedo enojar, no con él.

—¿Te ayudo a terminar? —pregunto refiriéndome a lo que estaba haciendo.

—Si, está bien principito.

Cuando terminamos de untar la Nutella en las galletas las llevamos a la sala. Yo me siento en medio de Rebecca y Eliam en el sofá grande. Luciana está en el sofá para dos con mi mamá mientras esta trenza su cabello, y Luka está sentado en el suelo delante de mí.  Vemos varias películas de Disney, y algo que amo es que mi madre sea tan joven. De cierta manera ella es parte del grupo.

Las chicas decidieron peinarnos, a mi me hicieron dos colitas ya que mi cabello no es tan corto. A Luka le hicieron una colita porque el sí tiene el cabello corto. Eliam se dejó hacer una mini, pero muy pequeña trenza. Después nosotros las maquillamos a ellas. Luka maquillo a mi madre, yo a Rebecca; y Eliam a Luciana. Después escuchamos canciones de Taylor Swift porque... Siempre es buen momento de escuchar canciones de Taylor Swift, seamos sinceros ella es de las mejores.

Al final ellos se quedan a dormir en mi casa. Eliam duerme en el sofá grande y Luka en el mediano porque Luka es más pequeño. Luciana y Rebecca durmieron conmigo.

El día siguiente pasa como si nada hubiera pasado, solo que ya no están los acosadores. Mis amigos están ahí para mí. Cuando me reuní con Biel en la tarde no negare que fue incomodo, solo hablamos del trabajo y lo terminamos ya que se entrega la próxima semana. No sé cómo acercarme para hablarle, tampoco encuentro una ocasión. Sin embargo, el viernes tengo que ir al partido de Luka y ver a las chicas. Así que decido que después de ahí podré hablarle, no iré a la fiesta que hacen después de cada partido, pero espero poder hablarle cuando acabe el partido. 

Ya es viernes. Ya estoy en las gradas. Ya estamos en el receso del segundo tiempo. Mi madre me envió un mensaje que me tendría que venir a buscar un poco antes porque se equivocó al ver la hora en la que sería la película. Por eso estoy gritándole a Biel para llamar su atención.

El me mira enseguida, le hago una seña para que se acerque. Y él es tan bestia y tan alto que sin ningún esfuerzo salta a las gradas para quedar frente a mí. Esta con su uniforme de futbol, el mismo que se le pega al cuerpo por el sudor como otra piel.

Creo que tenerlo frente me ha quitado todo el valor que segundos antes si tenía. De repente me siento nervioso. Empiezo a jugar con mis dedos.

—¿Entonces, me llamaste para...? —pregunta con las manos en la cintura.

—Se que no es buen momento, ahora que lo pienso es un terrible momento, pero quiero hablar contigo sobre algo importante, pero si no quieres entiendo podríamos hablar en otr...

No me deja terminar porque ya me ha arrastrado con el hacia los vestidores, pero al final entramos a la oficina del entrenador del equipo.

—No tengo tanto tiempo, pero te escuchare todo lo que sea necesario. —Es lo primero y ultimo que dice antes de quedarse callado.

Tomo una bocanada de aire antes de hablar.

—¿Recuerdas que me pediste que intentáramos llevarnos mejor? —pregunto y asiente. —Bueno, no puedo ser tu amigo o algo así—le digo y ahora, su cara que antes estaba totalmente imperturbable, muestra una expresión de confusión. 

—¿Qué? ¿Por qué?

—Bueno... Te agradezco lo que hiciste por mí el lunes y martes, pero eso no me hace olvidar que me aplicaste la ley del hielo durante todo un año, y nunca me hablaste otra vez. Y ahora vuelves a acercarte como si nada, así no son las cosas Biel...

—¿Qué quieres?—pregunta de la nada.

—¿Ah?

—¿Qué necesitas que haga para que cambies de opinión?

Se oye angustiado, pero eso no quita que en estos momentos me parezca la persona más orgullosa y bruta del planeta.

¿Qué quiero? Solo quiero que digas que lo sientes,  que me expliques porque tomaste distancia.

—Solo quiero una cosa, es lo más simple del mundo, pero que no lo veas me da a pensar que has mentido.. No eres el mismo de antes,  ese Niño si hubiera entendido —le digo casi rayando el enojo.

—Explícate, del contrario no sabré de que me hablas —pregunta, y el movimiento de su pierna me inquieta.

—Dijiste que eras el mismo de antes, pero ese chico de catorce años si sabría qué decir, lo sabría perfectamente.

—¿No es mejor decirme y ya?

—Si, es mucho más fácil, pero quiero que lo deduzcas por ti mismo. Quiero que salga de ti, que lo hagas porque quieres y no porque yo te lo diga. —El sigue moviendo la pierna ansioso, cosa que me pone ansioso a mí también. —Bueno ya te he dicho las cosas, y debo irm...

—No entiendo nada, ¿quieres besarme como aquella vez?

Dice, y por la cara que puso puedo decir que no quería soltar eso en voz alta. Eso lo hace peor. El recuerdo que más he querido evadir invade mi cabeza cristalizando mis ojos de inmediato.

—No —respondo serio. Me voy a dar la vuelta para irme, pero creo que es momento de hablar lo que por años me callé. —¿Sabes algo? Ojalá pudiera regresar a ese día y no hacer nada de lo que hice. No Biel, no quiero besarte porque ya no me gustas —le digo limpiando mis lagrimas con furia.

—Julen yo no quería...

—Pero lo dijiste, tu más que nadie, tú que me conociste más que nadie deberías saber lo que debió dolerme, Biel. —Ya no escondo lo que siento, porque después de todo mis sentimientos también importan. 

Se queda callado y siento que no tengo el valor de verle la cara. Porque a final de cuentas el único que parece afectado soy yo. Antes de irme porque mi madre me envío un mensaje de que ya viene cerca, le pregunto:

—¿Por qué Biel? ¿Por qué me dejaste de hablar? —pregunto.

Esa es la pregunta que siempre me he tragado. Solo necesito saberlo, saber si me había equivocado.

—No lo entenderías...Julen...

Ahora si lo miro, lo hago muy indignado.

—¡Me gustabas, y eras mi mejor amigo, te quería, hubiera entendido aunque me costara! —le grito. —Si me hubieras dicho que no te gustaban los chicos lo hubiera entendido, pero tu solo te alejaste de mí, lo hiciste como si yo fuese un bicho raro, me dejaste de hablar, me tiraste a un lado como si yo no valiera nada —Me limpio las lágrimas. —En ese momento hubiera hecho el mejor intento por entenderte —finalice con la voz baja, casi inaudible.

—Yo solo quiero que te alejes de mí, no me pidas que haga como si nada pasó, no me pidas ser amable porque no lo seré. Ya terminamos el trabajo de español asique entrégalo tú, la tregua se acabó.

Él no dice nada. Pero tiene los codos pegados a los muslos, con la cabeza gacha siéndome así imposible mirar su expresión. Lo único que noto es su respiración agitada. Eso es lo único que veo antes de salir de ahí y correr hasta el auto de mi madre. La abrazo contándole que me he peleado con un amigo, sé que le he mentido, pero esto si es necesario.

Nunca pensé que soltarle todo eso sería tan doloroso, pero a la vez aliviador. Me dolió no escuchar ninguna respuesta concreta de su parte. Lo que más me duele, es saber que aún me sigo preocupando por él, quise saber si lo había lastimado con lo que dije. Aunque por su actitud tal vez nunca le importé.


Biel.

No, no, no. 

No te vayas.

Quédate, por favor.

Quiero hablar, quiero correr tras de él, quiero explicarle las cosas, pero no puedo. Mis piernas se han quedado paralizadas. Lo único que me dice que aún tengo vida es el insoportable dolor en el pecho y las patéticas lagrimas que salen de mis ojos. No quiero llorar, quiero buscarlo. Quiero saber qué es lo que aún no he hecho.

No quería decirle eso, realmente no quería, no soy tan mierda.

Tú también me gustabas.

Me sigues gustando.

Nunca me ha gustado una chica. Nunca quise dejarte de hablar. No eres un bicho raro. No te tire como si no valieras nada, para mí lo valías y sigues valiendo todo.  Siempre te he mirado como la flor más hermosa de una pradera. Siempre has destacado ante mi vista. Solo te he mirado a ti desde que te vi por primera vez cuando teníamos seis años.

Quiero explicarte que mi mamá no me dejaba verte porque sabía que me gustabas. Que no quería aplicarte la ley del hielo, que me estaban vigilando hasta en la escuela. Quiero decirte que un año más tarde mi padre se enteró y se divorció de mi madre y ella se fue a vivir con mi abuela muy lejos, que dijo que yo ya no sería su hijo, pero ese día que se fue, me sentí más libre que nunca. Ese día llegué a la escuela con una sonrisa, fui a explicarte las cosas, pero te vi feliz con tus nuevos amigos y no quise dañarte la felicidad. En ese momento sentí que era demasiado tarde.

Sin embargo, entre al equipo de futbol porque escuché que tu nuevo mejor amigo también lo haría, entre al mismo bachiller que el tuyo para verte aunque fuera a la distancia.

Nunca le he coqueteado a Rebecca, no podría hacerlo. Ella es novia de uno de mis pocos amigos.

Que la razón de acercarme ahora, es que no quiero entrar a la universidad sabiendo que siquiera intenté enmendar las cosas. Porque no quería ser el mismo cobarde.

Quería decirle todo esto antes de que saliera por la puerta. No obstante, todo se atoro en mi garganta, no sé cómo hablar, no sé cómo expresar lo que quiero decir, no soy tan sincero.

Mi padre trabajaba mucho y mi madre me enseñó que llorar y expresar mis sentimientos primero era de marica. No me enseñaron que era expresarme. En un hogar en el cual solo peleaban era imposible. Belén me rogaba que entrara a la habitación cuando mi madre se enojaba por cualquier cosa que mi padre hiciera. Las únicas veces que me sentía en casa era cuando estaba con Julen y Liliana. Ellos son una familia y me hacían sentir parte de ellos.

Ese día que me besó iba a corresponder de no ser porque mi madre entró y desde ahí volvió todo un caos.

Un jugador del equipo contrario me tumba al suelo por... Ya perdí la cuenta de cuantas veces he valido verga desde que inició el segundo tiempo. Estoy jugando de manera nefasta, lo único que quiero es sentarme frente a mi computadora hasta terminar de crear mi video juego. Ese que tiene su nombre.

El juego acaba, y el marcador esta 1-2 a favor del equipo contrario. Veo la cara de los chicos que me piden explicaciones, sin embargo, los ignoro y agarro mis cosas y salgo del lugar. Entro a mi auto y conduzco hasta la playa. Es de noche y hace frio, pero en la soledad del lugar me permito quebrarme. El sonido de la marea y la brisa son lo único que me acompaña.

No quiero rendirme, tampoco lo hare. No cuando aún siquiera hemos empezado. Solo debo saber qué es eso que quiere escuchar, porque no lo sé.

En la soledad de la playa me quiebro y me deshago en lágrimas.

✨️Nota de autora🫂

*Suspira en: ahora te toca sufrir a ti Biel*

Quería aclarar que la razón del por qué, Biel no se le ocurrió pedir perdón es porque en su hogar no se usaban esas palabras muy amenudo.

Siempre escuchamos la típica frase de: "Las acciones de nuestros padres no nos definen". Pero si influyen en ciertos aspectos de nuestra vida. También depende de la persona, no todos somos iguales.

Bueno después de esto déjenme decir que todavía no han leído la parte más triste de estos episodios.

El próximo capítulo:

Biel:

Después de asustar y sin mas que decir, Nos leemos pronto y:


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