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12.Girasol.

Julen.

El camino a la playa es silencioso. El ambiente estuvo empañado de nerviosismo y ansiedad. No puede dejar de jugar con mis dedos y Biel de mover su pierna izquierda.

Cuando llegamos Biel baja del auto e imito su acción. Abre el maletero, me sorprendo cuando veo que había una manta, dos gaseosas y unas galletas. Las que nos compraba mi mamá. No habla mientras pone la manta sobre la arena, tampoco lo hace cuando pone las gaseosas y las galletas sobre ésta, ni mucho menos cuando saca otra sudadera y me la ofrece. No entiendo por qué hasta que recuerdo que tengo un piyama corto y hace frio. No digo nada, me pongo la sudadera y me queda debajo de las rodillas, cuando me siento sobre la manta la prenda es lo suficientemente ancha para poder arropar mies piernas con ella.

No es porque Biel sea extremadamente más grande que yo, estoy seguro de que esta sudadera también le queda ancha, pero no tanto como a mí.

Se sienta a mi lado con las piernas cruzadas. Gracias a lo tarde que es no hay nadie en la playa, excepto por los barcos que se ven a lo lejos. La verdad es que no es necesario que haya gente, la brisa, el sonido de las olas, y las luces de las calles son suficiente. La playa me relaja y parece que a Biel también.

Dirijo mi vista hasta él, tiene la mandíbula muy marcada, y una bonita curva en medio de su nariz. Entiendo por qué Belén lo elige para hacer publicidad del restaurante.

No le pregunto nada, no lo obligo a hablar, solo espero a que le nazca. Sé que debo pensar en mí y en lo que quiero, y yo quiero que comience a hablar. Pero tengo este no sé qué incrustado en el pecho que me dice que espere que si me ha traído aquí es porque va a hablar.

—Cuando tu madre le contó a la mía que era lesbiana, discutieron y mi madre subió a tu habitación para buscarme e irnos a casa, teníamos catorce años y me habías besado ella nos vio y se enojó...

—Lo sé, lo recuerdo muy bien—murmuro mirando hacia la playa, junto con él.

Suelta un suspiro.

—Luego de eso ella se volvió loca, ¿recuerdas que falté una semana a la escuela después de eso? —Asiento, claro que lo recuerdo. — Mi padre nunca estaba en casa y no sabía nada, ella se encerró en su habitación e hizo lo mismo conmigo, me prohibió salir de mi cuarto durante toda la semana, comí gracias a Belén—a medida que habla su voz decae. —Me dijo cosas horribles. Siempre lo hizo, pero esa semana fue peor. Dijo que no podía ser como "Ustedes" porque era incorrecto y asqueroso. Que yo lo era y no podía serlo aún más. Y eso es solo una parte de todo lo que dijo...

Oh, Dios.

«—Cuando me dejó salir me presento a dos chicos mucho más grandes que yo, ellos le avisarían si te hablaba o te dirigía la palabra...

—¿Eran los chicos que siempre estaban contigo en tercer año? —Pregunto.

Recuerdo a dos chicos altos que llegaron nuevos justo ese año, nunca se apartaron de Biel y eran una mierda con todo el mundo. En ese entonces Biel no era tan alto, ni se veía tan imponente como ahora. Era un chico, pequeño y frágil.

—Si, me intenté acercar muchas veces y nunca lo logré, ellos estaban ahí para detenerme. Tenía miedo, esta jodidamente asustado porque la amenaza no era hacerme daño solo a mí, si no a ti también —confiesa haciendo que lo mire sorprendido. — A ambos, y yo no podía permitir eso, Julen, se supone que mi madre debía ser la mujer más importante de mi vida, pero ella me odia, incluso desde antes de conocerte siempre fue así. Me detestaba, nunca me quiso y siempre intenté que lo hiciera, por eso no dije nada.

«—Amaba a Belén, y ella a su madre, yo no podía quitarle eso. No podía hablar y quitarle a mi hermana su familia, sentía que no lo valía. Durante todo ese año que no pude hablarte fue el peor de mi vida. ¿Sabes lo difícil que era para mi ignorarte? Yo no quería hacerlo, yo quería correr y refugiarme en tu casa y quedarme con ustedes, pero no podía, era una presa del miedo. Ese año estuve solo, no hablaba con nadie, mi madre no me dejaba acercarme a Belén. Con el tiempo me di cuenta de que mi hermana le tenía el mismo miedo, porque a pesar de que mi madre le diera todo el amor a ella, Belén me prefería a mí y me dijo que le contará a papá junto con ella. Podíamos parar eso. Pero esa decisión la tomamos hasta un año después. No hubo un solo día de ese año en que no fuera lastimado físicamente, y psicológicamente me hizo añicos.

No sé cuándo hemos empezado a llorar, pero aquí estamos con los ojos empañados viendo la playa de manera borrosa.

Me esperaba cualquier cosa menos eso. Jamás me espere que fuera tan malo lo que estaba pasando.

«—Cuando mi padre llegó todo mejoró, porque ella necesitaba un psiquiátrico, pero fue más fácil abandonarnos e irse a vivir con mi abuela, que mejorar por sus hijos. Ella no puede acercarse a nosotros y fue muy fácil ponerle esa orden porque yo estaba lleno de hematomas cuando mi padre llegó, tampoco hablaba, mucho menos comía bien, además de que Belén explicó su parte. Eso fue a finales del año y en verano me fui con mi padre a Japón, se suponía que si me gustaba podría quedarme a vivir con él. Sin embargo, es un lugar para visitar y conocer, pero no para vivir, todas sus costumbres, su cultura era abrumadora, y no me gustó.

Sorbe su nariz y da varias respiraciones para poder seguir hablando.

—Regrese para la escuela, estaba feliz, realmente me sentían feliz, porque pensé que podría ir contigo y que estarías esperándome, que podría explicarte todo, pero luego te vi con tus nuevos amigos y sentí que ya era tarde, realmente era tarde. No quería llegar y arruinar lo que ha habías construido...

—No era tarde, nunca lo fue, si me hubieses pedido que habláramos lo habría hecho, porque estaba preocupado, me hiciste creer que el problema era yo, y no sabes lo difícil que fue eso, lo peor es que nunca te acercaste a desmentirlo—intervengo afligido.

—Tu nunca has sido el problema—aclara con firmeza. —El problema fue mi cobardía...

—El problema fue tu madre. No tienes la culpa, realmente no la tienes.

—En ese momento si lo pensaba. Y busqué maneras de estar cerca, en mismo bachiller, estar en el equipo de fútbol porque Luka también lo estaba. Quería poder verte, aunque fuera en la distancia. Eras mi único amigo y estaba completamente solo.

«—Hasta que llego Hasiel, lo conocí y luego a Marco, ellos me ayudaron. Hacía ejercicio con Marco, jugaba video juegos con Hasiel y salía con ambos. Ellos me hicieron compañía.

—¿Por qué me volviste a hablar entonces? Ya tenías amigos y volviste a ser tú—me quito las últimas lágrimas que salen de mis ojos.

—Porque a pesar de haber reconstruido todo. Nunca me he sentido en casa. Me sentía incómodo y mal por el simple hecho de haberme rendido, sin siquiera intentarlo. No podría ir a la universidad sin al menos haber intentado arreglar las cosas. Y no solo es la necesidad, yo también lo quería, siempre lo quise. La primera vez que hablé con tu madre en años fue hace poco y no sabes lo bien que me sentí. Su sola presencia era como hogar. Cada vez que te veía eras la definición de hogar. No puedo hacer como que nada pasó.

Todas las palabras que salen de su boca me quitan el aliento, pero no tanto como lo que dice a continuación:

—Lo siento Julen, lo siento por ser un cobarde, lo siento por comportarme como un idiota, lo siento por no pensar en tus sentimientos solo porque los míos estaban hechos mierda. Lo siento por todo el tiempo que no te hablé, lo siento por cada cosa. Lo siento mucho.

Sincero, firme, y seguro. Así suenan sus disculpas.

—Está bien—le sonrió. —Yo también lo siento por toda la mierda que te he dicho últimamente sin siquiera pensar en lo que podrías sen...

—No te preocupes, yo... todo está bien—me devuelve la sonrisa. —No lo sabías.

Una sincera como no se la había visto en años.

Y llámenme fácil, digan que lo voy a perdonar muy rápido. Pero no puedo hacer otra cosa. No puedo no perdonarlo cuando sé y soy consciente de todo lo malo que pasó. Cuando incluso todas las heridas que me causó fueron curadas con sus palabras. Claro que la confianza no se obtendrá de un día para otro, pero ahora es más fácil.

Ya no somos los dos chicos peleados de diecisiete. Ahora somos los niños catorce años que eran inseparables.

—Me has quemado el cerebro—mencionó con una risa nerviosa.

—Tengo la garganta seca, nunca había hablado tanto—confiesa, al mismo tiempo que abre una gaseosa, supongo que para refrescar la garganta.

Nos quedamos en silencio y entonces recuerdo que al principio dijo en palabras muy exactas: "No es como si fuéramos a ser amigos después de eso. Está tranquilo porque a mí tampoco me agrada tu compañía". Cuando le pregunto Biel se atraganta con la gaseosa.

Le doy palmadas en la espalda.

—No te mueras cuando estamos intentando arreglar las cosas—bromeo. Suelta un suspiro cuando se recompone—, si suspiras tanto se te va a salir el alma del cuerpo.

Suelta una risita y revuelve mi cabello más de lo que estaba por la brisa.

—Era mentira—suelta sincera. —Solo que soy idiota y pensé que actuar como idiota... ¿Me ayudaría?

—¿Tratándome mal? —cuestiono.

—Tú me decías que me odiabas—me recuerda.

—En mi defensa yo no sabía lo que había pasado, y pensaba que si te odiaba—justifico.

—Bien, lo entiendo—murmuró.

—Esos días eras más arrogante, luego estabas más callado—divago.

—Es que estaba ¿fingiendo? No, estaba siendo idiota, luego me di cuenta de que estaba mal y eso me bajo de la nube—explica. —Empecé a ir al psicólogo, no quiero ser idiota.

Sonrío por eso. Me alegra que lo haga, que tenga la iniciativa de sanar.

—Eso es muy bueno, realmente lo es—murmuró bajito.

—Cuando mi madre nos dejó mi papá me llevó al psicólogo y después de la quinta sesión ya no quise ir, —comentó apagado.

—¿Por qué? —pregunte.

Si lo había comentado era porque quería hablar de eso. Incluso quise poner una mano en su hombro, pero no lo hice.

—Mi madre, ella decía que ir al psicólogo era para gente loca, o que tenga problemas, decía que yo no tenía problemas porque era un niño-adolescente, porque dormía bajo un techo, y porque tenía comida. Me hizo sentir que yo no tenía derecho a ser frágil. Aún lo sigo sintiendo, pero también es algo que necesito. Hasiel va al psicólogo, Marco también y ninguno de ellos está loco... bueno sí, pero no de esa forma...

—Tienen grietas, tienen traumas, y quieren sanar como tú y como yo. La gente loca va a un manicomio u hospital psiquiátrico... umn ¡No lo sé muy bien! Pero no a un psicólogo, ser jóvenes no nos hace inmunes a las malas experiencias—expresé, casi seguro de mis palabras.

Biel asintió de acuerdo.

—Estaba frustrado, Julen, pensé que ir a las sesiones era una pérdida de tiempo, me hacían preguntas que me hacían sentir frágil y Vulnerable. No tienes idea lo mucho que odio sentirme así—confiesa afligido.

—Yo creo que ser frágil está bien, yo lo soy. Todos los somos y está bien, porque, así como somos frágiles somos fuertes y valientes—opino con sinceridad. —Biel, si no fuéramos frágiles no podríamos ser valientes, porque no tendríamos miedo a dañarnos.

»—Está bien ser frágil, no está mal.

Biel sonríe, no como hace un rato, sonríe como si fuera un niño. Los ojos se le achican hasta convertirse en una línea fina. En las comisuras se crean ciertas arrugas. Sus mejillas enrojecen ligeramente, una sonrisa de labios cerrados, pero tan libre y emocional que me contagia devolverla.

Pero entonces, mientras Biel ríe y deja de hacerlo para tomar de su gaseosa y ofrecerme la mía; Mientras abre el paquete de galletas y me dice(ordena) que agarre. Entonces algo dentro de mí vientre y tórax se remueve con fuerza y calor, esclareciendo algo que me causa un escalofrío cargado en miedo.

Pero lo ignoro.

Debo pensar en mí, y esto no es bueno para mí. Asique lo voy a desechar e ignorar como si nada pasara.

Regresamos a eso de las una de la mañana, el camino a casa se sintió ligero y fresco. Esta vez yo escogí la música, esta vez cante la canción y Biel acompaño mi voz con su tarareo. Se sentía, nos sentíamos como dos chicos de catorce años.

Había sido fácil volver a sentirnos bien con la presencia del otro. Lo era porqué ahora sabíamos que ninguno quería poner distancia, ninguno de los dos lo deseó. Que todo lo que pasó no fue nuestra culpa, no fue su culpa y eso me alivia.

Lo alivia y aligera todo.

Tal vez a otra persona le hubiera costado más perdonar porque las explicaciones no borraran las cicatrices de las heridas que en su momento dolieron por su cuenta, por su miedo. Lo entiendo. Pero soy yo, y yo puedo comprender, porque soy así; Porque así he sido siempre, no me cuesta perdonar. Porque sé que es tener miedo, porque soy demasiado empático, porque me gusta ser así. Perdonarlo también me hace bien a mí.

Cada quien se fue a su habitación al llegar.

Ignore algunas inquietudes porque no me hacían bien.

Me dormí más tranquilo, porque la espina llamada "Biel" que siempre había pulsado en mi pecho, ahora volvía a ser lo que era antes. Aún seguía pulsando, pero ya no de la misma manera.

—¿Me explican que pasó anoche? Me parece muy raro que no se estén peleando—Nos pregunta Belén, desconcertada.

Estamos desayunando y, por primera vez desde que llegue, no es incómodo.

A diferencia de otros días, estamos comiendo en la mesa de tres que está en la cocina. Yo en medio de los hermanos. Belén hizo tortillas de maíz y trajo queso blanco. Hizo Café para ella y su hermano, el mismo que hizo mi té de manzanilla. Puse la mesa mientras que ellos preparaban el desayuno.

La cosa es que ya no era incomodo todo y a Belén le parece extraño. Fascinante y extraño.

—Todo bien, no pasa nada Lenlen—trate de tranquilizarla.

Fracase porque me miró aún más confundida, pero enseguida llevó su mirada a su hermano. Escudriñando su ser con su mirada.

—¿Qué le hiciste a Julen? —preguntó a la defensiva.

Quise meterme, pero recordé que Belén y Biel son como dos alfas, así que como el cobarde que, a veces, soy me encojo en mi asiento mientas intento terminar mis tortillas.

—Hablamos—le soltó, así nomás.

Sin embargo, ellos son hermanos y se entienden.

—Hablaron—repitió ella.

Esta vez me miro a mí.

Trague grueso.

—Hablamos—dije.

—¡Me alegro mucho! Ya no soportaba las peleas, iba a terminar por echarlos—exclamó más animada y bipolar que nunca. Y sincera.

Eso último me dio escalofrío

—¿Entonces ya no odiamos a Biel? —cuestiona Luka.

—Nop—respondí.

A lo que mis amigos procesaban que yo y Biel no estábamos en guerra, terminé de tomarme mi zumo de naranja, sorbiendo el contenido hasta que la cajeta se queda sin aire y empezó a sonar.

En eso sentí como Luka me quito la cajeta.

—¡Deja de hacer eso! Nos acabas de contar algo importante, no estés con juegos—me regañó.

En la mesa había tres tipos de personas:

1)Los sorprendidos: Luka y Hasiel.

2) Las "por fin, ya estaba cansada de estar entre ambos": Luciana y Rebecca.

3)El que siquiera he mirado porque me siento muy avergonzado como para hacerlo: Eliam.

—Gracias a el cielo, ha acabado la guerra—canturrean Luciana y Rebe al mismo tiempo.

Hasiel sonrío feliz.

—Después que no me cambies por él, todo bien—dijo mi amigo. —Aunque si haces eso, perderías al mejor amigo del mundo—murmuró cerca de mi oído.

Iba a responder, pero Eliam se levantó de la mesa y salió de la cafetería.

Tranquilice a los chicos.

Y lo seguí.

Lo hice mientas gritaba que se detuviera y corría tras él. Cuando por fin lo hizo me sentí cansado. No sirvo para esto de caminar.

—¡Ey! Calma ¿sí?—mencioné mientras me recomponía. —No fue como lo pensaba, hablamos y arregla...

—No, Julen—(Me llamo por mi nombre y Eliam nunca hacia eso). —No puede ir y decir que todo se arregló, Julen yo estuve contigo ese año todas las veces que pude, sé lo mal que la pasaste, y todas las consecuencias que te causó. No puedes hacer...

Se escuchaba dolido y triste. El sentimiento inundó el ambiente.

—Si puedo, Eliam claro que puedo—afirmé.

—Es un patán—gruñó por lo bajo.

—Lo era—coincido.

—¡Diablos! ¿Por qué lo defiendes? —pregunto exasperado.

—Porqué ahora sé todo lo que pasó, no es como lo creí, no lo es—respondí tratando de estar calmado.

—¿Te pidió perdón? ¿Aunque sea eso hizo? —inquiere.

—Si, y también hablamos. Todo está bien.

Nos quedamos en silencio. No me muevo porque no puedo hacerlo. Eliam es demasiado importante y no quiero que esté enojado.

—¿Qué te hizo cambiar de opinión? Hasta hace poco lo detestabas—habló después de un rato.

—Que su madre es como la tuya—confesé y calló.

Desde ahí fue más fácil explicarle las cosas sin revelar nada de lo que me contó Biel. Y también hice eso con el resto de mis amigos cuando volvimos a la cafetería. Traté de no dar detalle porque no puedo soltar los problemas de alguien más. Por suerte todos entendieron y lo tomaron bien, a excepción de Eliam que no estaba del todo convencido.

—¿Sabes jugar minecraft?—me pregunta Biel.

Después de clases ha propuesto que juguemos un rato antes de hacer tarea y he aceptado.

No sé demasiado de video juegos, pero no quiero hacer tarea.

—No, pero puedes enseñarme—le digo mientras veo sus funko. —¿Quién es esta muchacha? —Obvio sé quién es porque en la caja lo dice, pero quiero molestarlo.

Rhaenyra Targaryen, Juju, no puedes estar viviendo tu vida sin haber visto GOT o House of the dragon—mencionó mientras conectaba un montón de cables a la tele.

—Solo vi la primera temporada—confieso. —Luego la dejé de ver por alguna extraña razón. —Tiene funkos de todos los personajes. Es un adicto.

—Podemos verla juntos en vacaciones—propuso terminando de conectar los cables.

—Está bien, yo puedo venir a ayudarte con el jardín—ofrecí sentándome a su lado, en la cama.

—Si Juju, está bien.

Biel me explica cómo usar el control, como moverme y poner bloques. Es decir, todo lo básico. Pero entonces en el juego se va haciendo de noche y empiezan a salir zombies, unos palitos verdes que explotan, arañas gigantes y un bicho negro de ojos fucsia.

La pasamos bien entre gritos porque a cada rato me matan, y entre las explicaciones de Biel, que no son muy buenas.

Es malísimo para explicar. Despedido.

Me sugiere que jugamos algo relacionado con Mario que si se jugar y acepto. Mientras el busca el juego me llegan muchos mensajes porque mi celular vibra repetidas veces en el bolsillo de mi pantalón.

Lo saco porque puede ser mi Mamá, a la que por cierto debo contarle sobre esto. Pero no es ella. Es Rebecca.

Princesa<3: Hola Julencito.

¿¿¿¿Mañana podemos salir, tú y yo????

Quiero decirte algo importante.

Por unos instantes dejo de respirar. Oh, Dios mío, voy a colapsar. ¿Qué me querrá decir?

JulenLaMasitaSuperior:

Si, claro que sí.  

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