1. Me voy a matar
Me voy a matar.
De todas las cosas que me pudieron pasar el día de hoy, justamente me pasa esto.
Dios entiendo que a veces se me olvida rezar y que a veces digo tu nombre en vano, pero ¿no podías joderme otro día? ¿Justamente hoy?
Definitivamente me voy a matar.
¿Por qué lo voy a hacer? No es complicado de explicar. El viernes pasado pedí unas semillas de girasol y se supone que hoy debían de llegar.
Suponía yo, porque al parecer no sé qué mierda pasó y se retrasó el pedido. Esa es la explicación del por qué me quiero matar.
Tal vez piensen que estoy loco y no debería alterarme por eso, sin embargo, ¡Este es mi jodido domingo de jardinería! Este es el día más importante de la semana y se ha arruinado.
Es como cuando se te va la electricidad y por fin se iban a besar en una novela turca; es como ver a una mamá mexicana que no esté obsesionada con Chayanne. Así de horrible es para mí.
Cómo perderme los maratones de Teresa los miércoles.
No tengo semillas ¡No tengo semillas! ¡Yo! ¡Julen Morgan, no tengo mis benditas semillas!
Me voy a matar, esto va en serio.
—¡Julen! ¡hijo entra! ¡Si sigues bajo el sol te vas a tostar como un pan!—Grita mi madre.
Dejo la palita resignado a qué no llegarán mis semillas. Entró a casa y mi madre es lo primero que veo en la cocina.
—¿Que cocinas Maria de las Mercedes?—inquiero con dramatismo.
—Hamburguesas de pollo, Alejandro Mendoza—responde ella con el mismo tono.
Ella se gira a verme y suelta un grito.
—Marco Alfonso sal de mi cocina, no puedes estar aquí con estás fachas de campesino—Me rio por su dramatismo pero enseguida enserio mi rostro.
Uhg,lo dijo enserio.
Es comprensible, no quieres tener a tu hijo sucio, con las manos llenas de gérmenes y la ropa llena de tierra en la cocina.
—Bien Catalina la chiquita, pero volveré en cuanto menos te lo esperes—ella me sonríe.
Me doy la vuelta para irme pero ella habla.
—Julen, tus semillas llegarán mañana, las volví a pedir—me avisa, la miro totalmente ilusionado.
—¿En serio Mamá?—ella asiente con la cabeza—. ¡Oh no puede ser!, ¡gracias! gracias mamá —doy brinquitos por toda la sala y quiero abrazarla pero ella me detiene.
—Ya sé que soy la mejor, ahora báñate Juju.
Frunzo el ceño. No me gusta que me llamen así.
—Mamá , todo menos ese apodo por favor —pido bastante incómodo.
Ella asiente. Agradezco que no insista.
Subo las escaleras corriendo hasta llegar a mi habitación.
En otras noticias: Se cancela la suicidación.
Amo a mi madre, literalmente la adoro.
No conozco a mi padre, ni quiero conocerlo. Mi madre es más que suficiente para mí, trabaja de arquitecta. Tenemos nuestra rara casa, rara porqué decidimos comprar una con el jardín más grande que la casa. Pero eso me deja plantar siempre que puedo. Ella siempre pasa tiempo conmigo a pesar de su trabajo, me escucha, me acepta, me consiente, dicen que soy un hijo de mami y si lo soy, y me gusta serlo. Ella lo hace todo por mí y aprecio eso.
Después de ducharme reviso mi móvil, mi sonrisa se ensancha al ver que Rebecca ya viene en camino.
Rebecca viene en camino.
¡Rebecca viene en camino!
¡Ella viene en camino y no le dije a mi madre!
Se suponía que almorzaremos los tres.
Me pongo un chándal verde y bajé las escaleras corriendo. Mi madre al notar mi cara de pánico frunce el ceño.
—¿Ahora que hiciste?—inquiere como si supiera que la cague.
Pienso bien mis palabras, pero si lo pienso mejor no necesito pensar si al final siempre termino diciendo la verdad.
—Se me olvido avisarte que hoy vendrá Rebecca a almorzar y ella ya viene en camino, no puedo decirle que se regrese, tu sabes que ella me gusta aunque seamos amigos, pero mamita ahorita no se que hacer...
—Julen...
—Aunque bueno podríamos pedir comida del Mcdonald's a domicilio y la descuenta de mi mesada, pero me quedaría sin comer, pero es por Rebecca, sí hagamos eso—mi madre está cruzada de brazos, me asusto y meto la pata—,pero mami no me regañes por favor, si me regañas lloro y si lloro me veré feo, soy humano y cometo errores, no me regañes.
Espero su respuesta pero lo único que oigo es la sonora carcajada.
¿De qué se ríe?
¿Para ella es graciosa mi desdicha?
—¿Cuál es la comida favorita de Rebecca?—inquiere entre risas.
—Las hamburguesas de pollo.
—¿Y que estoy cocinando yo?
—Hamburguesas de pollo...
—Exactamente hijo, me avisaste hace dos días—el aire regresa a mis pulmones.
Uff, menos mal.
—Ay viejita, casi me da un paro cardíaco—me siento en la isla de la cocina.
—¿A quién le dices vieja? Maleducado, ve a poner la mesa—me regaña.
A regañadientes pongo la mesa, y poco tiempo después mi mejor amiga llega.
Ella es hermosa, viste un lindo vestido de flores, sus hebras rubias sueltas, sus bonitos ojos azules que me miran con ternura.
Ella me abraza al llegar, mi madre también.
Me gusta estar con ellas. La pasamos bien los tres, la tarde pasa entre risas, chistes y vimos una película con mi mamá.
Eran las siete y estábamos en mi habitación. Estábamos acostados en mi cama mirando las estrellas fosforescentes que estaban pegadas en el techo.
—¿Cómo van las cosas con tu madre?—le pregunto acariciando su cabello.
Ella suspira dándome a entender que nada ha mejorado.
—Mal, intente hablar con ella, pero no puedo, me da miedo porque yo la admiró mucho pero no quiero seguir así—El tono apagado que usa hace que mi corazón se contraiga también.
—Tú puedes, ya veras—ella se acerca a mí hasta juntar su cabeza con la mía. —Si no te sientes lista no te fuerces, siempre puedes venir a comer hamburguesas de pollo a mi casa—ella suelta una pequeña risita y asiente.
—Oh tengo que contarte algo raro.
—¿Igual de raro que ver a mi madre leyendo tus mangas?
—Si, así de raro.
—Me convenciste, suéltalo.
—El capitán del equipo de fútbol me pidió que tuviéramos una cita—dice ella y me quedo helado.
Helado como un balde de agua fría, así se sintieron sus palabras.
—¡¿Qué?!—me siento en la cama para mirarla a los ojos. —¿Con el patán arrogante?
—No es un patán, si es arrogante pero no un patán—lo excusa.
—Si es un patán, uno feo, pulgoso—murmuro. Ella se ríe, a mí no me hace ninguna gracia—,de todos los chicos de la escuela, tenía que ser el—inquiero intentando ocultar mi desilusión.
—No exageres, solo acepte una cita con él, no es que me guste o esté enamorada—aclara ella.
Eso me tranquiliza un poco, bueno la verdad no me tranquiliza nada.
—¿Lo haces por tu madre?—inquiero. Tal vez es eso. Su madre es una total serpiente.
—No, al principio sí, pero el chico es bueno—bueno mi té—,en serio es bueno no sé porque lo odias pero no es malo.
Tengo mis razones, no odio o me cae mal alguien porque sí y ya. Para todo hay justificación.
—Está bien...
—Además a mi ya me gusta alguien—confiesa mirándome a los ojos, el estómago se me revuelve por las mariposas que vuelan con alegría.
—¿Quién es?—pregunto nervioso.
—Ere...
—¡Julen! Los padres de Rebecca llegaron por ella—mi mamá nos interrumpe.
Maldigo a todos los palitroques viejos de la tienda.
Miró con desilusión a mi amiga, ella me besa en la mejilla.
—Me tengo que ir, pero te lo diré luego Julen—avisa.
—Hasta mañana Rebe.
—Hasta mañana Julen.
Ella sale de la habitación y por inercia la sigo hasta que la veo entrar al auto de sus padres.
Mi madre me pregunta si quiero ver películas y acepto.
Mientras la película avanza más me hago una idea que le gustó a Rebe.
Que te alguien muy cercano a ti te digo mirándote a los ojos que le gusta alguien es suficiente como para ilusionarme.
Además el "ere" que pronunció, supongo que es un "eres" y entonces eso afirmará que yo le gustó, es lo lógico.
Al día siguiente llego al instituto temprano porque mi madre me a levantado y llevado, si no estuviera llegando tarde... bueno la verdad es que no. A pesar de todo siempre llego temprano.
La odiosa profesora de español está hablando sobre unos trabajos en grupo. Siempre hago los trabajos con Rebe así que no hay problema.
—Esta vez las parejas las elijo yo—la voz de la profesora inunda mis odios.
Vaya que si hay problema.
Ella empieza a dictar las parejas, mi mejor amiga y yo rezamos para que nos toque juntos. Tenemos personalidades parecidas por lo cual encajamos bien, nunca he hecho un trabajo sin ella.
—Rebecca Maynard y Hasiel White son la pareja 10.
Maldigo para mis adentros, no quedan muchos alumnos, y no se con quien me toque.
—Julen Morgan y Biel Miyazaki, ustedes son la pareja 11.
Me paralizó, con él no.
Me levanto de la silla llamando la atención de la profesora.
—No puedo estar con él, por favor, puede ponerme con cualquiera menos con el—le pido juntando mis palmas en señal de súplica.
—Lastimosamente ya todo tiene sus parejas y no pienso cambiar de opinión—objeta ella.
Me siento rendido en mi silla e inconscientemente miro hacia los últimos puestos donde se encuentra mi compañero de grupo sentado.
El maldito me sonríe con burla y me saluda con un gesto de la mano.
Ahg, como lo odio.
Regreso mi vista hacia mi mejor amiga que me mira con lastima.
—No es tan malo—me trata de animar.
—Es más que eso, me cae mal.
Trato de estar positivo el resto del día, sin embargo, no estoy tranquilo, no soporto la idea de compartir aire con ese arrogante, imagínense compartir un lugar, una calificación, una presentación.
En serio ¿qué le habré hecho a Dios para que me castigue de esta manera?
Me siento de malhumor, ni el puré viejo de la cafetería me apetece.
Voy a comer un barra de turrón de maní y almendras, a ver si me da alegría y muero de una vez.
De todo los estudiantes del aula ¿Justamente el?
Voy a preguntarle a mi mamá si me puede cambiar de escuela.
Estoy sentado en las gradas de la cancha de fútbol, Rebecca está a mi lado y ambos miramos el gigantesco campo.
La vine a acompañar a sus prácticas.
—Ya calma Julen, no es para tanto—la miro mal—o sea no tienen que hablar, cada uno hace su parte y listo.
—No es así de fácil Rebe, de serlo así mis ánimos no estarían como están—ella me mira esperando una explicación—¿Sabes de qué se trata el trabajo siquiera?
—No, la verdad es que no, no escuché nada de lo que dijo la profesora, estaba viendo tu cara de "Chayanne llévame contigo".
—Tienes que describir lo que más te gusta de tu pareja de equipo, o sea que tenemos que pase tiempo juntos—un escalofrío recorre mi cuerpo al pensar en eso.
—La verdad hace un momento mi compañero y yo hablamos, es un chico simpático—menciona ella.
—Eso es bueno, al menos no es un arrogante, presumido,cara de orangután.
—Arrogante y presumido—escucho una voz varonil detrás de mi y volteo confirmando mis sospechas.— y no olvidemos cara de orangután, no deberías hablar así de tu compañero de equipo Juju y menos si es mentira.
Biel tiene esa mirada arrogante que lo caracteriza. Yo no oculto el desagrado que me causa su presencia y ruedo los ojos.
Maldito apodo.
—¿No tienes cosas más importantes que hacer?
—Oh, si las tengo Juju, ¿Rebecca quieres dar un paseo antes de que inicien las prácticas?
—No me digas así—le reprocho hostil.
El me ignora y se dirige a mi amiga:—¿Rebecca, quieres?
—¿Te molesta?—me pregunta ella.
Si, me irrita bastante a decir verdad.
—No, después que estés bien, tómense su tiempo—miento forzando la sonrisa.
Mentiría si dijera que no me pone mal verlos juntos. El estómago se me contrae por los celos y prefiero dejar de mirar.
Ellos caminan alrededor del campo y parecen pasarla bien, yo mientras tanto saco el almuerzo que ,hasta ahora, recuerdo que tenía porque mi madre lo preparó para mi.
Oh, es pizza..., bueno esto mejora un poco mi nefasto día.
Mientras me devoró la pizza pienso: ¿Será porque hoy es lunes? digo, todos saben que lunes es el peor día de la semana, tal vez por eso mi día va mal. Eso sería razonable.
Tendré que ver a Biel durante un mes seguido. ¿Por qué las actividades de español son así? No lo entiendo, ¿Qué tiene que ver lo que hace mi compañero con la comprensión oral y escrita? Ok, si lo pienso bien tiene mucho que ver, porque el trabajo trata de redactar con precisas palabras lo que nos sorprende y nos gusta del otro.
En realidad a muchos les gusta esta asignatura, conocer más de la persona contraria, hacerse buenos amigos, luego ser novios, casarse y tener una casa, tener un hámster que se muera a las tres semanas para luego comprar un perro para que le haga compañía a los hijos que viene en camino... ok no.
Modo Marinette On.
Definitivamente las cosas entre nosotros no resultaron así. Ya tengo un plan para hacer el trabajo sin tener que vernos.
Durante el tiempo que ellos caminan me dedico a pensar estupideces para no pensar en que la chica que me gusta está con el chico que más odio en este mundo.
Mi vida parece sacada de un libro de Wattpad. No es que lea, pero hace un tiempo ví en tik Tok que había un fan fic del cepillo de dientes "Colgate 360" y la curiosidad me ganó y descargue la aplicación para leerlo y reírme un rato.
Me arrepiento de haber leído eso, si.
Desinstale la app, no.
Está bastante curiosa, hay mucha variedad de historias y es una buena forma de empezar a leer.
Parezco comercial de televisión, uhg.
Las prácticas de Rebecca y del equipo de fútbol comienzan, sin embargo, solo me fijo en mi amiga. Ella en serio es muy bonita.
En ese lapso de tiempo ayudó a las chicas en ciertas cosas que me piden, como fijarme si alguna se equivocó o si hubo algún tropiezo, o están descoordinadas.
No sé nada de lo que ellas hacen pero parece que de algo les sirvo.
Después de una hora las prácticas terminan y subo a las gradas para esperar que mi amiga se cambie.
Luka no vino a clases hoy porque se sentía muy enfermo, cosa que no le creo porque hoy había prueba y estoy seguro que no estudio.
Luka y su gemela son mis únicos amigos a parte de Rebecca y Elian.
Voy caminando hacia la salida de la escuela, ahí esperaré a Rebecca.
No me gusta caminar por los pasillos del instituto a esta hora, los del equipo de fútbol y animadoras siempre salen una hora después de lo normal. Apresuró el paso sin mirar nada.
Llámenme paranoico pero no me gusta estar solo por estos pasillos y aunque las animadoras tienen su propia salida por la parte de los vestidores no me dejan entrar porque soy un chico y ese es el vestidor de mujeres.
Los jugadores de fútbol también tienen ese tipo de salida porque se junta con el de las chicas, pero si paso por ahí tendría que ver a Biel, así que prefiero seguir caminando (corriendo) por el pasillo mientras me cago del miedo.
Veo la salida y suelto un suspiro de alivio, que dura poco porque se me olvidó que las paredes son de vidrio y no recuerdo eso hasta que mi cara y mi cuerpo se estrellan contra el vidrio y caigo al suelo sentando.
Me mareo un poco, me he golpeado muy feo la cabeza, agarro mi cabeza con ambas manos intentando reincorporarme, veo hacia afuera y el guardia de seguridad se está riendo de mí.
Le enseño el dedo medio.
Alguien tira de mi mochila bruscamente levantándome del suelo. Voy a agradecer porque, a pesar de la brusquedad me ayudó, pero todas mis intenciones se esfuman al alzar la mirada y ver quién me ayudó.
¿Por qué me lo encuentro en todos lados?
Salgo lo más rápido que puedo del lugar pero él es más rápido y toma mi mano.
—¡¿Qué quieres?! ¡Suéltame!—me zafó de su agarre con brusquedad.
—Bien, bien no te enojes espárrago—juguetea él. —Respondiendo a tu pregunta, necesito que me digas cuando puedo ir a tu casa a hacer lo de español o venir tu a la mía como...
—Tu no vendrás a mi casa y mucho menos yo volvería ir a la tuya. Yo haré mi parte del trabajo y la narraré como si fuese tú, y tú harás lo mismo.
—¿Por qué?—inquiere con una sonrisa ladina.
—Porque te odio, y estoy seguro que el sentimiento es mutuo.
Él se pone serio y pasa una mano por su cabello.
—No estoy de acuerdo, podemos ir a un parque, solo es un trabajo espárrago. No es como si fuéramos a ser amigos después de eso. Está tranquilo porque a mí tampoco me agrada tu compañía—declara hostil.
—Ya te he dicho cómo va a ser el trabajo—replico cruzandome de brazos.
—Yo también y a diferencia de ti, que no te importan las bajas calificaciones, a mi—se señala a su mismo y se inclina apoyando sus brazos en sus muslos para poder estar a mi altura y mirarme—si me importan bastante y no voy a arriesgar eso por tus caprichos Juju, así que vete haciendo la idea de que pasaremos un tiempo juntos—revuelve mi cabello y apartó su mano de mi cabeza.
Salgo del lugar hecho una furia, no me gusta enojarme frente a otros, siempre suelto la lengua más de lo que debo y a el tengo muchas cosas que seguro se me van a salir al dejarme llevar por el enojo.
Además el me dobla el tamaño, de un soplido me manda a volar, por más que lo deteste no puedo negar que el es mucho más intimidante.
Detengo al primer un taxi que veo y me subo para llegar a casa, en el camino le aviso a Rebecca que me fui primero.
Llegó a casa y mi madre me saludó alegre, le intentó devolver el saludo con los mismos ánimos, no obstante, no lo consigo.
Ella me pregunta si estoy bien y le respondo que sí, pero al final le termino soltando toda la sopa.
—Bueno, solo será un trabajo hijo, solo obsérvalo escribe y listo.
Me dice ella y aunque no pienso que sea así de fácil, no la contradigo.
—¿Maratón de Stranger things?—Le pregunto.
Sí quiero olvidarme de algo, está es la mejor idea.
—Voy a hacer las palomitas y los waffles.
Ella va a hacer eso y mientras espero me ducho para luego poner la serie en la televisión.
Durante todo el rato me paso pensando en lo que ha pasado hoy.
¿Por qué justo ahora que estoy listo para invitar a salir a Rebe él se tiene que meter?
¿Por qué arruinar mi vida siempre?
Lo que mas me molesta es que no soy competencia para un chico como él.
La gente me conoce por Rebecca, de no ser así nadie me hablara. En cambio el, que siempre tiene cara de pocos amigos, la gente y las chicas lo persiguen como si fuera una coca-cola en el desierto. Y cómo no hacerlo, si es así de atractivo.
—Tienes que ir al partido del viernes—eso es lo primero que mis oídos escuchan en el día.
Son las cinco de la mañana, ni siquiera ha sonado el despertador, pero parece que el de Rebecca si sonó.
—Rebe son las cinco de la mañana, ¿no podemos hablar de esto en clases?
—No, siempre te niegas ¿De que vale ir a todas mis prácticas si nunca ves el resultado?
—No me gusta el fútbol y sabes que siempre suben sus rutinas a YouTube.
—Pero es mas cool verlo en vivo. Por fis Julen.
Lo pienso bien, lo sigo pensando, y cuando tengo la respuesta me pregunto a mi mismo que si estoy seguro y no me arrepentiré, y cuando ya he confirmado todo respondo:
—El viernes estaré ahí.
—Gracias Julen, puedes volver a dormirte.
Tal y como lo dice vuelvo a dormirme.
El viernes llega rápido, y la semana fue un poco de lo mismo, Biel alejando a Rebecca de mi, Yo huyendo de Biel.
Nada fuera de lo común, el pan de cada día. La calabaza de cada Halloween, el vino de cada Navidad, la champaña de cada año nuevo.
Ya hay bastante gente en las gradas, por suerte llegué temprano y estoy en primera fila.
—¡Ay si viniste!— escucho gritar a mi amiga, que me abraza efusivamente.
—Claro, te dije que vendría.
Ella se separa de mí y llama la atención de sus compañeras que están en la cancha de fútbol.
—¡Miren chicas, por fin lo convencí de venir!—saludo a sus compañeras algo apenado.
El equipo de fútbol contrario entra a la cancha con su capitán y entrenador a la cabeza, luego sale el equipo de nuestra escuela, la gente empieza con sus ovaciones. No entiendo por qué idolatrar tanto a un equipo deportivo, aunque correr detrás de un balón tanto rato debe ser muy cansado.
Miro a los jugadores y me centro en nuestro capitán. El uniforme es diferente al de practica, este es negro con rosa, le sienta el color al condenado. Tiene una banda en la frente, supongo que es para que el cabello no le caiga en la cara. ¿Cómo el uniforme se le ve así? digo se le ciñe al cuerpo como otra piel, se ve muy bien uniforme. El partido empieza y trato de enfocarme en mi amiga, pero mi vista me traiciona y dirijo toda mi atención a la cancha.
Ahora entiendo porque a las chicas les encanta este tipo de cosas, si es atractivo ver a los chicos jugar, ver como se limpian el sudor con la camiseta dejando su abdomen descubierto, o cuando se flexionan sus músculos.
Dios, eso ha sonado muy gay.
Me siento intentando apartar los pensamientos hormonales que tengo.
De la nada todo el mundo grita,ñ y veo el marcador para saber que está pasando, nuestro equipo anotó un gol, me tapo los oídos, no me gusta este escándalo.
El partido acaba y lo agradezco porque en todo este tiempo no sabía si mirar a las chicas o seguir con mi crisis hormonal por los chicos.
Felicito a Rebecca, salgo con su equipo, ellas me invitan a comer helado pero me niego, es su victoria y la del equipo de fútbol no tengo razones para estar ahí.
Cuando llego a casa ceno con mi madre mientras vemos telenovelas, mi teléfono vibra y es un mensaje de Rebecca disculpándose.
No entiendo hasta que me llega un mensaje de un número desconocido.
Número desconocido.
Hola, mañana a las tres de la tarde en el parque del centro.
No llegues tarde Juju.
No respondo, ahogo mi grito en el cojín.
—¿Todo bien hijo? ¿o tengo que llamar al hospital psiquiátrico?
Ruedo los ojos.
—Todo bien Catalina—la tranquilizo, omitiendo mi disgusto.
Me voy a matar.
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