Todos en la ciudad hablan del restaurante Carnes Selectas. Es un restaurante cinco tenedores muy lujoso y quisiera decir exclusivo, pero no lo es.

Sus costos accesibles y su delicioso menú basado en carne , lo hacen un lugar para todas las personas. Si yo fuera el dueño, definitivamente lo haría exclusivo, pero no lo soy.

Caray, no me he presentado aún, soy Rickson, Leroy Rickson. Soy joven, rico y modestamente atractivo. Algunos dirían que soy metrosexual o vanidoso porque prácticamente vivo en el gimnasio. ¿Es un pecado querer estar sano?.

Por mi nada moderada actividad física, llevo una dieta llena de proteína. Por lo que Carnes Selectas me vino como anillo al dedo.

Casi cada noche Carnes Selectas me recibe como su fiel comensal y nunca me llevo decepción alguna.

Cuál sería mi sorpresa cuando un hombre de aspecto importante con un acento francés se acerca a mí afirmando ser el dueño del restaurante diciendo:

—Buenas noches, caballero. Soy Gabriel Gordon, dueño de Carnes Selectas. He notado que usted frecuenta nuestro establecimiento y quisiera hacerle una invitación a nuestra zona exclusiva donde los miembros degustan de carne de aún mejor calidad y sabor que el menú estándar ofrece.

—Me siento halagado, señor Gordon —contesté yo—. Sin duda estoy dentro.

—Me alegra que así sea. Lo veo aquí el sábado a medianoche.

¿Carne más sabrosa y de mejor calidad?, sin dudarlo accedí la invitación y esperé ansioso este día. Ya estoy afuera y sólo estoy esperando que sea la medianoche para entrar.

Ya decía yo, un restaurante tan lujoso tenía que tener una zona exclusiva y me alegra ser yo uno de los pocos que saben de la existencia de ello.

Puntual como un reloj, el señor Gordon sale por la entrada principal y con un animado acento francés me recibe.

—Monsieur, me alegra que haya venido. Sigame por favor.

Sin vacilar empiezo a seguirlo por el interior del restaurante entrando a una habitación cuya puerta tenía un cartel que decía “sólo personal autorizado”.

La habitación parece no tener nada fuera de lo común más allá de tener artículos de limpieza. Sin embargo no tardé en notar la compuerta que se encontraba en el suelo.

El señor Gordon la abre revelando una escalinata que sube a una especie de sótano. Supongo que al ser exclusivo lo quieren mantener en secreto.

Ese sótano resulta ser un espacio de paredes tan pulcras y un suelo cubierto completamente de una alfombra roja. Me siento como una estrella de Hollywood. Tienen una agradable melodía de jazz suave sonando para ambientar, me gusta.

Observó los dos camareros, el chef empujando un carrito con una bandeja con cubierta de metal, una silla y una mesa adornada con un mantel de tela blanca.

El señor Gordon se ha detenido.

—Por favor tome asiento y disfrute de su platillo.

—Gracias.

Me parece un tanto extraño que no haya nadie más excepto yo. Supongo que soy el primero.

Bueno, ya me sentado y uno de los camareros me pone enfrente la bandeja y ya puedo saborear lo que hay...

Una cabeza degollada aparece en mi plato lo que me perturba de inmediato. Sea una broma o no, debo correr de inmediato.

Maldita sea, he sido atrapado por los camareros, por más que intente forcejear no puedo safarme.

—Lamento que la comida no haya sido de su agrado, monsieur —dijo el chef sosteniendo una sartén que acerca a mi cabe...

* * *

Poco a poco comienzo a abrir los ojos, recuperando el reconocimiento y la memoria. Mierda, lo qué sucedió.

La habitación es iluminada por un foco de luz blanca que casi, casi se encuentra sobre mí. Ahora me encuentro desnudo y encadenado a una plancha de metal fría como el carajo y a mi alrededor a más cuerpos desnudos aparentemente inconscientes o muertos con heridas y moretones.

De repente unos pasos lentos se acercan a mí y por la poca luz no logro ver de quién se trata hasta que este se encuentra a corta distancia. Es el chef.

Mi respiración empieza a agitarse cuando el maligno chef deja ver una motosierra y una sonrisa de satisfacción.

—Serás un buen plato fuerte —dice el loco lamiendo mi pecho.

El sonido de la motosierra me ensordeció.

—NO, POR FAVOR NOOOOOOOO...

El chef clava la motosierra en mi pecho y puedo sentir como la vida abandona mi cuerpo...