Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Amanecer sangriento

Tres minutos pasados después de las cinco de la mañana, el último grupo de fiesteros desvelados abandonaron arrastrando sus pasos de la discoteca "El 21", aquel establecimiento ubicado en la calle 21 que es bastante famoso en la vida nocturna del pueblo costero llamado Coral Santo.

Pietro Muschietti observó desde la barra a la que limpiaba con un trapo con movimientos circulares y en la que cada noche era el cantinero del 21, las puertas del establecimiento cerrarse tras la salida de los últimos clientes que ya reconocía por ser bastante habituales. Soltó un bostezo prolongado causado por el cansancio y el desvelo, esperando que sirviera para indicarle a su jefe y dueño de la discoteca que ya estaba muy cansado como para hacer corte de caja.

Como en cualquier negocio, en "El 21" se hacía el corte de caja que era una actividad, aunque necesaria, tediosa para todos los trabajadores. A Pietro casi siempre le tocaba ser aquel que hacía el corte pues al ser la persona que servía las bebidas, estaba más al tanto de las ganancias y los gastos de los insumos que se gastaban con cada coctel, bebida o trago que los clientes pedían desde que la discoteca abría a las siete de la noche hasta que cerraba a las cinco de la mañana.

Los meseros se sentaron en las sillas que estaban frente a la barra para esperar indicaciones de su jefe, el señor Spiro, un hombre mayor, alto y rechoncho.

—Bien —comenzó el señor Spiro chocando estruendosamente sus manos—, como siempre, todos hicieron un gran trabajo. Saben lo que sigue ahora, el corte de caja, que hoy le toca hacer a... Pietro.

—Por supuesto —asintió Pietro forzando una sonrisa.

Discretamente todos los meseros le echaron una mirada de compasión y comenzaron a abandonar la barra. Otra vez, el corte de caja lo había encadenado en "El 21" más de la cuenta y aunque le gustaba su trabajo, esa responsabilidad extra y espontanea no le dejaba llegar temprano a casa junto a su esposa, Patricia.

Tres años llevaban casados y juntos habían conseguido construir un hogar en un departamento al sur del pueblo. Mas, aunque no lo hablaran, ambos sabían que sus horarios tan opuestos habían creado un abismo enorme entre ellos, obligándolos a vivir en una solitaria monotonía. La llama de su amor que alguna vez estaba encendida se convirtió en un chispa moribunda que bien podría extinguirse o volver a ser tan poderosa como antes. Sabiendo aquella gélida verdad sobre su matrimonio, Pietro deseaba poder recobrar el romance conyugal con Patricia, pero imprevistos como el corte de caja se lo impedían.

Al sur de Coral Santo, en un vecindario casi vacío, en el apartamento número 1986, despertaba a las seis treinta. Como cada día, estiró su brazos y luego comenzó a buscar con su mano derecha rastros de hombre en su colchón para llevarse el chasco de cada día al no tocar nada más que sabanas blancas. Suspirando se levanta de la cama, revelando su atractiva figura cubierta por un negligé celeste. 

Patricia comenzó a hacer la cama mientras pensaba en los pocos suministros que quedaban en la nevera y cómo podría hacerlos rendir para preparar algo de desayunar. La mujer trabajaba en un gran almacén y su horario era de ocho de la mañana con un descanso para comer de dos a tres de la tarde para luego regresar al trabajo hasta las siete de la noche. A diferencia de Pietro, Patricia se había resignado a que su matrimonio no era más que una fachada, un accesorio, un simple papel pues los sabía bien que los horarios de ambos no coincidían y  hacían que se vieran muy poco.

Una vez en la cocina, Patricia, como cada día acostumbraba, preparó la cafetera para que comenzara a funcionar y mientras tanto, ella comenzaba a preparar el desayuno en su cocina de soledad sabiendo que la única sensación placentera que tendría en el día era la sensación del café caliente en sus labios y su sabor peculiar. Para cuando el reloj marcó las siete quince, Pietro entró al apartamento arrastrando sus pies y luchando para que el peso de sus parpados no lo venciera.

—Hola —saludó Pietro sin mucho afán al ver a su esposa cuando entra su dormitorio.

Patricia se estaba terminando de poner su uniforme para marcharse al trabajo y miró de reojo cómo su esposo se tiraba en plancha sobre la cama para quedarse dormido al instante. Ya ni siquiera una conversación podían entablar. La mujer rodó los ojos antes de tomar su bolso y salir del apartamento sabiendo que cuando regresara, Pietro ya no estaría ahí pues su turno en "El 21" comenzaba a las siete de la noche.

Lo que la pareja no sabía es que aquella noche sería diferente, en realidad, su rutina se rompería de una vez por todas. Una característica de la vida nocturna de Coral Santo era que a veces se tornaba un tanto violenta, lo que provocaba redadas en algunas discotecas del pueblo y esa noche tendría "El 21" ser el escenario de una redada provocada por un juego. En una de las mesas del fondo de la discoteca, dos hombres estaban jugaban juegos de azar y habían apostado, cuando uno de los dos ganó, el otro se negaba a pagarle lo que no le agradó al ganador, ni a sus acompañantes. Lo que comenzó con violencia verbal, se transformó en violencia física que fue escalando a más, hasta involucrar personas que ni siquiera les incumbía el pleito. 

 El señor Spiro llamó a la policía, la cual no tardó en aparecer para comenzar a hacer lo suyo, separar y detener a cualquiera que estuviera metido en aquella riña. El señor Spiro dejó salir a sus trabajadores a las cuatro cuarenta y Pietro no podía estar más feliz por ello, sin saber que esa sonrisa que radiaba en su rostro le duraría poco. Apresuró el paso para llegar lo más pronto posible a lado de Patricia y diez minutos después ya podía ver muy cerca el edificio en el que vivía.

No obstante, envuelta en penumbras, en la solitaria calle, debajo de una farola de luz cálida, cual reflector, iluminaba a una pareja besándose con desbordada pasión sentados sobre una banca. Pietro no les tomó importancia a esa pareja, incluso en su mente bromeó sobre cómo ellos lucían como un par de principiantes a comparación con lo que Pietro pensaba hacerle a su esposa en la cama recién llegara al departamento. Cuando se acercó lo suficiente, Pietro sintió un vuelco en el corazón cuando descubrió que era Patricia con compañía.

—¡Patricia! —exclamó Pietro escandalizado.

Los amantes se detuvieron de inmediato y miraron a Pietro, cuyo semblante se tornaba más colérico. 

—¡Aléjate de mi esposa! —se dirigió al otro hombre tomándolo de los hombros para empujarlo lejos de Patricia.

El otro hombre respondió a la agresión golpeando en la cara a Pietro haciéndolo caer sobre el asfalto.

—¡¿Cómo te atreves a llamarla tu esposa cuando ni siquiera puedes cumplir con tus deberes de hombre con ella?! —comentó el amante.

—Es cierto, Pietro —intervino Patricia—. Tengo mis necesidades, ¿qué esperabas que hiciera si no puedes satisfacerlas?

Pietro no podía creer lo que pasaba.

—¿De verdad pensaste que iba a quedarme ahí sentada esperando a que tuvieras tiempo para tocarme?

—Sí, mejor aléjate, cantinero —expresó el amante con sorna. 

Entonces, Pietro, presa de la rabia y la frustración, se abalanzó sobre el hombre y entre golpes y forcejeos, el otro hombre no dudó en sacar de su bolsillo una navaja que utilizó contra Pietro. La navaja atravesó el pecho de Pietro Muschietti, matándolo al instante y aunque el dolor que le infringieron la navaja y los golpes no era nada comparado con el dolor que por verse traicionado por la persona que más amaba.

Patricia se llevó ambas manos a la boca y comenzó a notar que en las ventanas de su vecindario comenzaban a iluminarse. Entrando en pánico le dijo a su amante que huyera con la navaja lo más rápido y más lejos que pusiera de ahí. 

—Corre, Antonio y llévate eso.

Antonio estaba paralizado por lo que acababa de hacer, mas no se sentía arrepentido.

—Corre —insistió la viuda infiel.

Antonio obedeció y desenterró la navaja del pecho del cadáver y comenzó a correr hacía las sombras que ya empezaban a desvanecerse por la llegada del amanecer. Cuando se perdió de vista, Patricia comenzó a pedir ayuda entre gritos y lágrimas falsas. Los vecinos salieron de sus casas y auxiliaron a la mujer llamando a la policía.

Cuando la policía arribó a la escena del crimen, ya no había oscuridad y un gran charco de sangre corría debajo del cuerpo sin vida de Pietro. Patricia desde hace tiempo que mantenía una relación secreta con Antonio, una relación que iba más allá de lo carnal, ella amaba al asesino de su esposo y cuando los oficiales le preguntaron sobre lo sucedido, la mujer decidió proteger a su amante y mentir, algo que resultó serle bastante sencillo.

—Estaba dormida y él me llamó para decirme que había salido temprano del trabajo porque él es... era un cantinero en "El 21" y yo estaba feliz porque casi no nos vemos. Estaba tan emocionada que quise recibirlo afuera y luego voy viendo que dos hombres... no lo sé, creo que estaban ebrios o drogados porque hablaban raro...

Patricia se detuvo fingiendo que le venían más lágrimas, pero en realidad estaba pensando la forma de terminar su falsa declaración.

—Perdón, es que esto es demasiado para mí.

—No se preocupe, señora —dijo el oficial.

—Estos hombres querían asaltarlo y mi esposo se resistió y cuando vi que uno de ellos sacó una navaja, yo me paralicé del miedo... todo pasó tan rápido. Comencé a gritar cuando lo apuñalaron y eso los asustó y huyeron.

—¿Pudo ver hacía qué dirección huyeron?

Antonio corrió en dirección al norte, pero si había alguna oportunidad de que pusiera escapar si ser visto, Patricia debía ayudarle a ganar tiempo.

—Al este, me parece.

—Muchas gracias, señora y lamento mucho su pérdida.

En el fondo, Patricia se sintió aliviada de que su declaración fuera lo bastante convincente. Reprimió las ganas de esbozar una sonrisa porque finalmente estaba libre de la rutina desde aquel amanecer sangriento.  

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro