26.
[NIALL]
«Te amo, Niall».
«Te amo, Niall».
«Te amo, Niall».
«Te amo».
—¡Ahhh, voy a perder la cordura si eso sigue rodando en mi mente! —gruñí, golpeando mi frente contra la pared más cercana un par de veces en busca de borrar la voz de Dacel de mi memoria.
—Uh... creo que te dejaré solo.
Subiendo la mirada me encontré con la expresión extrañada de Jonah por un momento antes de que el enano castaño se diera la vuelta e intentara escapar. Antes de que pudiese ir muy lejos, corrí detrás de él y rodeé su cuello con mi brazo, atrapándolo en una extraña llave que no le permitió avanzar.
—¿A dónde te crees que vas, renacuajo?
—Ouch, ouch —se revolvió como un pequeño gatito, intentando escapar de mi agarre, pero no lo solté—. ¡Ya déjame, Niall!
—Ya déjame, Niall —imité con voz tonta.
—Estas siendo malo —se quejó—. ¿Por qué estas siendo malo conmigo?
—Porque fuiste el primer pollito que se cruzó en mi camino, jodete por ser madrugador —me burlé, raspando mis nudillos por su cabello con un poco de fuerza.
—¡Auch, eso duele, ya no lo hagas! —comenzó a revolverse con más fuerza—. ¡Niaaall!
Riendo, solté mi agarre y di un paso atrás—. Ya te solté, bebé llorón —me giré para dirigirme a los ascensores—. Vámonos, ya estamos retrasados.
—¿Uh? ¿A dónde vamos?
—A dar una vuelta. —oprimí el botón para llamar la maldita caja metálica.
—¿Por qué vamos juntos?
Lo miré, elevando una ceja—. ¿No quieres ir? Siempre puedes quedarte, me da lo mismo.
—No, no es eso, es que tú no has... —sacudió la cabeza antes de dedicarme una pequeña sonrisa encantada—. Iré contigo.
—Bien, entonces, vámonos.
Entrando al ascensor, oprimí el botón para el primer piso mientras rebuscaba en mi Fanny pack por mi teléfono. No tenía ni idea de a dónde iba, pero internet era mi recetario y punto de fuga, por lo que no me costó mucho encontrar varios puntos de interés y un mapa confiable para llegar a ellos.
—Caminaremos —informé en cuanto salimos del hotel—. Si vemos el transporte público lo tomaremos.
—¿Por qué no simplemente lo esperamos?
—¿Y darles tiempo a todos los pollitos descerebrados para atraparme? —lo miré incrédulo—. Comienza a caminar y deja de quejarte.
—No me estoy quejando, solo pregunto.
—Eres tan lento, ¿acaso todos esos años en el maldito colegio privado no han hecho nada por tu inteligencia? —me quejé mientras seguía concentrado en mi teléfono.
—Oye, tu no... ¿cómo sabes sobre el colegio?
Me detuve brevemente, dubitativo antes de bufar—. Bueno, duh, los Malik tienen todas nuestras vidas en papel, tú no eres la excepción.
—Entonces, ¿leíste el archivo con mi información? —podía escuchar un deje de esperanza en su voz.
—Louis me lo dijo —respondí antes de hacer un gesto de triunfo con mi mano libre—. Pude encontrar una aplicación que nos guiará, creo que es fiable.
Se detuvo—. ¿Crees?
Copiando su acción, me gire a mirarlo—. Si, lo creo —rodé los ojos—. ¿En serio crees que dejaría que nos perdiéramos? Por favor, tenme un poco más de confianza.
Dudo—. Está bien.
—¡No confíes en mi tan fácilmente, idiota!
Se rascó un lado de la cabeza, mirándome con confusión—. No te entiendo.
—Agh, da igual. —me giré para seguir mi camino.
—Eres complicado. —susurró aun cuando me siguió de cerca.
Habíamos recorrido varias cuadras cuando mi teléfono comenzó a sonar en mi mano logrando que diese un salto. Al mirar la pantalla solté un pequeño gemido al ver el nombre de Dacel en la misma. Mierda, ya se había dado cuenta de que no estaba.
—Vamos, apresúrate —pedí, esquivando personas mientras aceleraba el paso. Mirando hacia atrás, me di cuenta de que el pequeño idiota se había perdido. Volviendo un par de pasos, tomé su muñeca y comencé a jalarlo—. No te pierdas.
—Lo siento.
Jugueteando con mi teléfono elegí un destino random y comencé a arrastrar a Jonah en la dirección que el aparato marcaba lo más rápido que mis pies lo podían conseguir. Estaba seguro de que Kaled y Dacel arrancarían mi cabeza cuando nos encontraran, pero en mi defensa, ellos dijeron que yo no podía salir solo y ya que Jonah estaba conmigo, eso quería decir que tenía el derecho de ir por ahí a mi antojo.
Okay, tal vez estaba torciendo un poco sus palabras, pero después de todo esa era mi especialidad.
—¿A dónde vamos? —Jonah preguntó, saltando a mi lado.
—Vamos a.... no tengo idea, pero llegaremos a algún lugar bonito —antes de que pudiese agregar más, el transporte que debíamos tomar, según mi aplicación, apareció en mi campo de visión—. Vamos, corre, niño, que lo perdemos.
Quince minutos de viaje en autobús y casi media hora de caminata nos llevaron a... solo dios sabe dónde estábamos, pero tenía la excusa de que era bonito. Un gran parque con árboles frondosos, bonito césped y medianamente concurrido, hasta tenía algunos juegos infantiles en el centro.
—¿Ahora qué hacemos? —Jonah interrogó, mirando todo con curiosidad.
—No tengo idea, yo solo estaba escapando para no tener que enfrentar a Dacel —me encogí de hombros, dirigiéndome hacia donde se encontraban los columpios.
—¿Por qué no quieres verlo?
Sentándome, me impulse con el pie para que comenzara a moverse—. Es un asunto privado, no seas chismoso.
—Eras más fácil de comprender cuando éramos niños —susurró, dejándose caer en el columpio a mi lado.
—Eso es porque ahora eres tonto.
—¡Deja de decirme así! —se quejó—. Para que lo sepas, me gradué con las mejores calificaciones de mi curso.
—Lo sé —miré hacia la calle, observando los autos pasar—. Aun no puedo creer que papá haya permitido que asistieras a un internado.
—Él solo quería deshacerse de mí, siempre pensó que era débil, así que creo que fue un alivio cuando me fui de casa.
—Si, el hijo de perra hubiese hecho cualquier cosa por deshacerse de ti —secundé—. Eso era lo que más me asustaba.
—Tú me protegías —susurró—. Y cuando te fuiste, apareció esa milagrosa beca en una escuela privada con dormitorios y él ya no pudo hacerme daño.
—Si, milagrosa —reí.
Él se quedó en silencio por bastante tiempo por lo que me gire a verlo, topándome directamente con su mirada tan parecida a la mía propia—. Fuiste tú, ¿verdad? Tu compraste esa beca para mí.
—No sé de qué estás hablando —me di un poco más de impulso.
Sonrió infantilmente—. Aun cuando te obligaron a irte, seguiste cuidándome, ¿no?
No respondí, en vez de eso me concentré en el viento golpeando mi rostro y en lo bien que se sentía la paz del lugar. Sentí más que vi su propio columpio comenzar a moverse. Estuvimos allí por un largo momento antes de que mi estómago comenzara a rugir.
Miré hacia mi hermano, viendo su expresión tranquila y no pude evitar sonreír.
—¿Sabes? Me alegra que estés aquí, Joy. —antes de que pudiese responder, bajé de un salto de mi columpio y comencé a caminar—. Tengo hambre, busquemos un lugar donde desayunar.
—Voy detrás de ti, Ni —soltó una risita infantil.
Por primera vez en mucho tiempo, sentí que ya no había tantos demonios atormentándome.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro